La atleta costarricense Sandra Mejía se propone el reto de completar dos ultramaratones en diez días; la primera de 120 kilómetros y la segunda de 330, ambas en Europa. Están programadas para el 30 de agosto y 10 de setiembre.
Además de ese desafío, está contra el tiempo para reunir el dinero que le permita costear el tiquete de avión.
Hasta hace poco, un patrocinador le había prometido el boleto, pero a última hora canceló esa ayuda y la corredora se vio contra las cuerdas.
Por ello hace una rifa, con la intención de reunir el dinero cuanto antes.
"Cada uno de mis patrocinadores me dieron productos de buena calidad y aunque eso lo tenía presupuestado para los viáticos, tuve que hacer una rifa para ver si compro el tiquete", comentó Mejía.
Aunado a eso sacó de su bolsillo 800 euros (¢544.000) para pagar las dos inscripciones, por lo que afirma que no puede perder ese dinero.
Pese a ese inconveniente, Mejía confía en que podrá cumplir su meta y recorrer los 450 kilómetros.
Mont Blanc, entre Francia e Italia, es una de las competencias más prestigiosas del trail running, la cual sería el inicio de su recorrido.
Después correrá el Tor des Geants, en el Valle de Aosta, Italia, una competencia con un alto nivel de dificultad.
"Sé que son dos pruebas muy fuertes, pero para saber si puedo, tengo que intentarlo. Me siento preparada", comentó Mejía.
Ella fue el año pasado a Mont Blanc, para realizar la distancia de 170 kilómetros, pero en esta ocasión la aceptaron en las dos carreras y no quiso desaprovechar la oportunidad.
"Me quedó como la espinita de volver a hacerla, pero una distancia más pequeña. La mayoría hace los 170, pero está la de 120, que es más fuerte, entonces allá durante las horas que estaba pensé en intentar hacer esa distancia", explicó.
En aquel debut, la nacional tardó 39 horas, tiempo en el que sufrió por las inclemencias del tiempo, además del cansancio normal de este tipo de competencias.
En medio camino hubo una tormenta con rayería y tuvo que detenerse con otro grupo de personas, por indicación de los organizadores, y refugiarse en una casa abandonada.
Al retomar la carrera, el frío y el cansancio empezaron a hacer mella en la costarricense, a tal punto que tuvo alucinaciones, pero no se desesperó.
"Sabía que estaba alucinando, pero eso es un mecanismo de defensa del cuerpo después de dos noches de no dormir. Eso es muy normal en ultramaratonistas. Veía duendes en los árboles, luego veía un señor con sombrero y trataba de alcanzarlo y cuando lo alcanzaba, ya no estaba, como que me iba dirigiendo. La última subida a Mont Blanc no la sentí porque iba en otro mundo", recordó la atleta de 38 años.
Insiste en que el cuerpo está preparado para resistir cualquier tipo de dificultades, siempre y cuando se haya preparado para ello.
"La mente sí te puede traicionar, después de algunas horas duele todo, pero uno trabaja ese dolor. Como que el cuerpo se conecta y se desconecta, pero uno eso lo tiene que entrenar, entrenar cansado y ojalá le duela todo", agregó.
Esa mentalidad la dan los trayectos de 15 o 18 kilómetros que debe hacer diaramente entre semana y otros más extensos los fines de semana, pero también su personalidad le ayuda.
Sandra empezó a practicar este deporte hace apenas cuatro años y nunca imaginó que llegaría a recorrer tanta distancia.
"Lo que me propongo, lucho por eso. Se trata de no rendirse, esa tenacidad de siempre saber que se puede dar más de lo que uno está acostumbrado", apuntó.
Previo a eso Mejía iba al gimnasio, pero estaba cansada de esa actividad y se lanzó a correr.
"Al momento de meterme a la montaña y ver la conexión que uno tiene... me gustó mucho la sensación de pasar tantas horas con uno mismo, generalmente uno no tiene tiempo para apreciar muchas cosas".
Fue ese vínculo que sintió desde su primera carrera de trail el que la mantiene apasionada de este deporte.