Ser madre, cursar dos carreras universitarias y entrenar todos los días es la rutina de la subcampeona panamericana de sambo, Estephany Briceño Acosta.
La joven de 24 años sale de lunes a viernes del barrio Los Pozos, en el cantón de Acosta en San José, para tomar el autobús de las 5 de la mañana y cumplir con su rutina como estudiante y deportista. Una jornada extenuante que la hace regresar a altas horas de la noche, para volver a empezar al día siguiente.
En julio pasado Briceño llegó hasta la final del torneo continental de sambo en la categoría de 57 kilos en República Dominicana, tras entrenar durante seis meses, luego de superar una lesión en la rodilla derecha y convertirse en madre de Liam Ávila Briceño, quien tiene dos años y medio.
Estephany practica una disciplina deportiva que fue creada por la milicia rusa, la cual combina el yudo y la lucha grecorromana. También estudia inglés gracias a una beca del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y cursa la carrera de Nutrición, mediante una beca del Fondo Nacional de Becas (Fonabe).
“El gran soporte en mi vida es mi madre (Isabel Abarca), quien me cuida a mi hijo cuando voy a entrenar. No es una rutina fácil, es muy cansado, pero siempre me gustó el deporte y tras ganar la medalla en el Panamericano, me sentí muy contenta y motivada para seguir adelante pese a las limitaciones y sacrificios que debemos tener para continuar compitiendo”, explicó Briceño.
Rápido ascenso. La deportista recordó que al retomar las prácticas con su entrenador y hermano Edgardo Mora, no pensó que podría competir tan pronto. Sin embargo, avanzó en las tres eliminatorias nacionales de sambo para lograr su cupo en la Selección Nacional y asistir a Dominicana, donde en semifinales derrotó a México y en la final cayó ante una local.
“Sinceramente estaba un poco asustada porque no sabía el nivel que me iba a encontrar. Yo había competido en yudo, a nivel juvenil y centroamericano, pero tenía un tiempo de estar retirada. No obstante, avanzar a la final fue una gran motivación para mí y eso demuestra que Costa Rica tiene potencial en muchos deportes pese a las limitaciones”, explicó Briceño.
Estephany confesó que no es fácil salir de madrugada y llevar dos carreras. Tampoco tener que trasladarse a entrenar a Desamparados y en el Comité Olímpico en Coronado.
“A quienes nos gusta la disciplina del sambo hacemos esto a puro corazón, porque cuando ganamos una medalla nadie nos la va a poder quitar, es un esfuerzo muy grande. Como solo tengo el dinero de las becas y debo pagar muchos pasajes de buses, a veces no queda para comer en el día y llego a cenar a mi casa. No es fácil, pero vale la pena para poder competir y representar al país”, dijo Briceño.
Al ser sambo un deporte de exhibición en los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la joven se ilusiona que en cuatro años esta disciplina sea oficial en las olimpiadas de París 2024 y poder contar con una ayuda del Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación (Icoder) para tener una mejor preparación.
“A principios de este mes logramos el campeonato nacional de sambo en los 57 kilogramos y a mediados de octubre vamos a competir en un torneo centroamericano que se organizará en el país. Esperamos asistir al Panamericano de sambo el año entrante y pelear de nuevo por la medalla de oro y prepararnos para el ciclo olímpico. Tenemos muchos objetivos, como terminar mis carreras y poder competir en las olimpiadas. Sé que es difícil, pero no me voy a dar por vencida”, afirmó Briceño