Correr con tenis prestadas, dos tallas más grandes, ropa que le dieron otros competidores y sin la alimentación que normalmente tiene, así como sufriendo por las bajas temperaturas y la lluvia intensa desde el primer día de carrera, hicieron que la ultramaratonista tica Sandra Mejía pensara en el retiro.
La aerolínea que la trasladó hasta Islandia, sede de la competencia Volcano Ultramarathon, le perdió el equipaje donde tenía todo el equipamiento para competir, Allí llevaba sus dos pares de tenis, ropa y medias térmicas, bastones de montaña y los alimentos deshidratados para utilizar en el evento.
No obstante, Mejía participó en la prueba con el afán de terminar, contra todas las circunstancias que se le presentaron en los cinco días de competencia, que se realizó entre el 12 y el 17 de setiembre pasado.
“La verdad fue muy duro, durísimo. Era una carrera de autosuficiencia en la cual debíamos correr unos 40 kilómetros diarios y al llegar allá me di cuenta que mi maleta no había llegado. La organización y otros corredores me ayudaron, pero la ropa y los zapatos me quedaban grandes y sin ropa térmica y adecuada fue muy complicado”, narró Mejía.
La nacional explicó que el terreno por donde transitó el evento fue muy variado, desde desiertos de lava y arena negra por la lava fundida, fumarolas donde se podía percibir un fuerte olor a azufre, hasta pasar por sectores donde estaba nevando y finalmente escalar una montaña para concluir.
“Como era prueba autosuficiente debíamos cargar toda la alimentación, así como la ropa y las tenis, pero yo me quedé prácticamente sin nada. Competí con una ropa muy ligera, que no era la adecuada, y hasta con guantes prestados. Debíamos llevar una mochila de unos 10 kilogramos”, recordó Mejía.
“Todos los alimentos los tuve que comprar vía internet, porque en Costa Rica no hay, eran alrededor de 10 paquetes, pero todo se extravió. Algunos atletas me dieron productos para alimentarme, pero al no estar acostumbrada, o porque tenían leche y soy intolerante a la lactosa, me provocaron problemas estomacales”.
Hipotermia. Pero más allá del cansancio y el desgaste físico, Sandra sufrió por el frío que osciló entre los dos y cinco grados Celsius, que incluso bajaba aún más por la fuerte lluvia y el viento.
“En lo personal no me sentía segura de aguantar. Debíamos pasar ríos sumamente helados y al mojarme la ropa de competencia y tener muy poca seca, sentía demasiado frío, sobre todo en las manos. Incluso una vez me dio una crisis de hipotermia y no pude descansar bien. Además debíamos dormir en una tienda de campaña que nos daba la organización”, explicó Mejía.
La ultramaratonista, que ha competido en México, Suramérica, Europa y Hawái, indicó que debido a la situación que vivió fue una de las competencias donde más sufrió, pero también aprendió a conocer mejor su cuerpo y la tolerancia al cansancio y el esfuerzo.
“Fue una odisea, pero valió la pena. Pudimos concluir pese a todas las dificultades. Lamentablemente aún no he podido recuperar mi equipaje, el cual está valorado en unos $2.000 y al parecer está en Londres. Eso me preocupa bastante. Me quedé sin tenis e implementos para competir”, dijo Mejía.
“De momento no sé qué voy a hacer para mis próximos eventos. Tenía planeado correr uno en noviembre, pero no estoy segura de poder hacerlo, porque solo tengo mis tenis para entrenar y es claro que es difícil económicamente recuperar todo lo que había invertido para mi deporte”.