En nueve meses la ultramaratonista costarricense Sandra Mejía recorrió 1.040 kilómetros en ocho diferentes competencias en Costa Rica, el sur y norte de América y Europa, ascendiendo 58.000 metros de desnivel positivo, es decir en subida.
Mejía corrió lo equivalente a 25 maratones por terrenos tan diversos como montañas, valles rocosos, y climas de calor extremo, lloviendo e incluso bajo nieve.
Pero sin duda, el mayor logro de esta atleta josefina fue concluir en 17 días las ultramaratones de Mont Blanc TDS en Francia y el Tor Des Geants en Italia, pruebas de 145 y 357 kilómetros, respectivamente. Corrió 33 horas en territorio francés, descansó nueve días y en los siguientes cinco días completó la segunda carrera en las montañas italianas, en el mes de setiembre.
Incluso, en el Tor Des Geants, una de las pruebas más exigentes del mundo de su modalidad, culminó con casi nueve horas menos respecto a su participación del año anterior, al completar el recorrido en 126 horas, 53 minutos y 37 segundos. Eso la ubicó en el puesto 24 de la clasificación general y 14 en la rama femenina. Mejía utilizó prácticamente cinco días y ese lapso solo durmió tres horas.
“Lo principal para afrontar el Tor Des Geants era no dormir. Le dije a mis entrenadores, Pablo Cascante y Ericka Céspedes, que debía adquirir más experiencia para que no me diera sueño y así no tener alucinaciones como el año anterior. Fue por eso que al principio del año competimos en México, Perú y Ecuador, buscando siempre tomar experiencia y sumar kilómetros”, indicó Mejía, quien agradeció la confianza de sus patrocinadores.
Su buen estado físico le permitió ser primera en un evento de 100 millas en Perú, en enero, repetir la victoria en 100 millas en Ecuador, en junio, y allí mismo triunfar en un kilómetro vertical o de ascenso en junio.
Además, fue tercera en dos eventos en México, demostrando una inquebrantable fortaleza en terrenos muy complicados, que le permitieron llegar en inmejorables condiciones a las pruebas del Mont Blanc y al Tor Des Geants. También tomó la partida en la carrera Cabecar de 16 km en la zona sur donde fue cuarta, y en un evento de 80 km en Cartago.
“En Costa Rica era difícil encontrar a alguien que entrenara tres noches seguidas sin dormir. Es por esa razón que en esos eventos en Suramérica y México, que son de un día y salen en la tarde o madrugada, corrí bastante en horas de la noche para acostumbrar al cuerpo”, manifestó Mejía.
Correr en nieve con vacas. Sandra recordó que entre sus dos pruebas en Europa solo había nueve días de diferencia, pero en lugar de descansar, su entrenador la puso a correr 11 km durante tres días y varias caminatas, todo en montaña.
“Con ese desnivel tan pronunciado me extrañó que Pablito me pusiera a correr, pero al final creo que fue la mejor elección, porque no sentí dolor y el cuerpo reaccionó. Le debo agradecer a él y también a mi entrenadora Ericka Céspedes, quienes me ayudaron a preparar todo el año competitivo”, explicó Mejía.
La ultramaratonista aseguró que el año pasado en condiciones climáticas perfectas hizo un tiempo de 134:51:49, no obstante, para la edición del 2019 todo cambió. Cayó nieve en los primeros 20 km, hizo mucho frío y aun así su registro fue inferior (126:53:37), lo que demuestra el avance significativo y la buena preparación que realizó.
“Había visto la nieve en el suelo, pero nunca en mi vida había corrido cuando estaba nevando. Me advirtieron que me cuidara los pies porque iba a nevar a los 2.000 metros, pero nunca pensé que iba a caer mientras corría. Le tenía más miedo a la lluvia por la hipotermia, pero al final llovió al inicio y después nos cayó nieve”, relató.
Sandra indicó que ver todo lleno de nieve le cambió la perspectiva de la carrera, aunque esa nueva experiencia la motivó y sus sensaciones fueron las mejores para hacer una mejor competencia.
“Una amiga me explicó que la nieve no moja y así era, los copitos de nieve caían en mi ropa y resbalaban. La verdad me sentí como una chiquita y los veía todos bonitos, pero al observar el manto blanco en la montaña daba un poco de miedo, además hacía mucho frío y me quemó el rostro, pero sinceramente me sentí contenta muy feliz ”, contó Mejía.
Otro de los momentos que vivió la atleta fue la reacción del ganado al ver el paso de los atletas durante la competencia, que hasta le pareció irreal.
“Las vacas en los campos parecían perritos, hacía las mismas mímicas, como cuando quieren jugar. Pasaban por en medio de la carrera, se apostaban a los costados, movían la cabeza como jugando y hasta en uno de los descensos cuando iba súper rápido me alcanzaron y tuve que hacerme a un lado. Realmente fue una carrera única y en la cual me sentí muy bien de principio a fin, a pesar de tener tantos kilómetros en las piernas”, dijo Mejía, quien espera encontrar el patrocinio para competir en enero del 2020 en Hawái.