Cuando la costarricense Sandra Mejía fue aceptada como una de las 32 mujeres que competirá este año en la Badwater Ultramarathon, que se llevará a cabo entre el 11 al 15 de julio, jamás imaginó que desde el primer día de su preparación empezaría a sufrir.
La prueba de 217 kilómetros, denominada como la carrera de larga distancia más dura del mundo, transita por el llamado Valle de la Muerte, en California, Estados Unidos, uno de los lugares más calurosos del planeta y que para este año espera una máxima de 50 grados centígrados, durante el evento, por lo cual será sumamente demandante y son pocos los atletas que pueden terminarla.
En sus primeros entrenamientos, Sandra buscó los lugares más secos del país, tratando de emular las altas temperaturas del desierto, por lo que sufrió de náuseas, sangrado en la nariz y hasta alteraciones en su menstruación, lo que la han llevado a exigirse al máximo para estar lista y poder viajar al evento, este viernes 1 de julio, el más desafiante que ha enfrentado.
“Estoy muy emocionada por participar en esta carrera. Sé que mi cuerpo va a sufrir, por lo que he preparado mi organismo para enfrentar este reto. Fisiológicamente será muy demandante, porque hay factores a tomar en cuenta, pero sobre todo el calor, porque de acuerdo al comité organizador, este año se puede batir el récord de temperatura y llegar a más de 50 grados”, comentó Mejía.
“Este evento es único, porque te aceptan de acuerdo a tu currículo, a tu experiencia. La primera vez que intenté participar fue hace siete años pero me rechazaron al no tener esa madurez que se requiere como atleta para competir en esta carrera. Por algo la denominan la más dura del planeta. De 500 corredores que llenan el formulario para poder hacerla, solo le dan el visto bueno a 100″, dijo.
Camino diferente
La prueba conecta los puntos geográficos más bajo y alto de los Estados Unidos, excluyendo a Alaska y Hawái, por lo que sale de la Cuenca Badwater (–86 metros bajo el nivel del mar) y llega al Monte Whitney (4421 m s. n. m.) y con un total de 4.000 metros de ascenso acumulado.
Otra particularidad de la carrera es que toda su travesía es por carretera asfaltada, un terreno que es poco usual para ultramaratonistas, acostumbrados más a cruzar montañas, nieve, e incluso terrenos volcánicos, como le ha tocado a Mejía en eventos en Europa, Háwai y Sudamérica, donde participó.
“Nos enfrentamos a una carrera muy diferente. Con mis entrenadores planifiqué entrenar en condiciones muy difíciles, incluso luego de correr, por hora y media, en lugares muy calientes, al medio día, como Santa Ana, Orotina, Puriscal, Cóbano o Santa Teresa, nos metemos a un jacuzzi o un sauma para acostumbrar nuestro organismo al calor extremo”, confesó Mejía.
“Pese a todo, vale la pena el sufrimiento, es muy retador el preparar una carrera tan extrema. Nos enfrentamos a eventos complejos en el pasado, pero este es muy desafiante. La preparación va enfocada en terminarla y hacer nuestro mejor esfuerzo, porque hemos tenido la dicha de ser aceptadas y eso nos llena mucho de orgullo”, añadió.
Sal y agua
Pese a las molestias de los primeros entrenamientos, Sandra comentó que poco a poco lograron solventar las dificultades y junto con los entrenadores Ariel Mora y Erticka Céspedes Marozzi, han diseñado un plan de carrera que les permita competir al máximo nivel, sin poner en riesgo su salud, por lo que la hidratación es fundamental.
“La carrera sale a las 11 de la noche. Nuestra meta es tomar por hora litro y medio de agua. Debido a la alta temperatura es necesario hidratarse constantemente, uno suda demasiado y se evapora rápidamente. Uno debe tomar mucho líquido para no sufrir en carretera”, comentó Mejía.
“Además debo consumir dos pastillas de sal por hora para controlar mi hidratación y que la función renal no sufra alguna variación que pueda ser muy perjudicial. Las primeras 24 horas serán fundamentales para conocer mi estado y la posibilidad de concluir el evento”, dijo.
Aunque su salud estará en juego durante gran parte de la travesía, Sandra se muestra optimista y narró que se preparó de la mejor forma posible para asumir uno de sus más grandes desafíos.
“Como dije: vale la pena el sufrimiento, no me da miedo. Siento que será una de las mejores experiencias de mi vida y lo primordial será terminarla. Por siete años soñé estar en está competencia y ser la primera costarricense en lograrlo es una gran motivación para mí. Daré mi mejor esfuerzo y espero, con la mayor responsabilidad, enfrentar lo que para nosotros es un ambiente desconocido”, reiteró Mejía.