En una sala de hospital, ella temblaba de frío. Quizás por sus nervios, o por causa de la baja temperatura, propia de un recinto quirúrgico. “¿Qué le ocurre?”, pronunció, de pronto, una voz desconocida. “Me muero de frío”, musitó la paciente. Segundos después, el duende de la pregunta entró con un lienzo y un generador de calor. Con sumo cuidado, para no hacerle daño, el enfermero calentó la tela, hasta que, poco a poco, el bálsamo de una sábana tibia disipó la escarcha de su cuerpo y la sensación de soledad que experimentaba.
Si a Victoria Montero Pereira le tocase transitar al frente del hospital San Vicente de Paúl, en la ciudad de Heredia, posiblemente se persignaría, dado su sentimiento de gratitud por la operación de rodilla derecha que ahí le realizaron, por el trato humano que desde entonces recibe en ese centro de salud, y por la posibilidad concreta de que se le realice una cirugía similar en su rodilla izquierda, procedimiento que urge efectuar, a fin de garantizar su total restablecimiento. (Ver artículo médico adjunto).
Afable, sonriente, al evocar aquellos minutos de silencio y expectativa, previos a la cirugía que le practicaron, su semblante cambia y revela su mirada de pupilas humedecidas. Toma un sorbo de café, suspira y, con la voz entrecortada, expresa: “Un desconocido me dio consuelo, ¡cuando más lo necesitaba!”.
Raqueta, poder e impacto
Además de que es una persona agradecida, Victoria (Vicky, para sus afectos) es una guerrera de la existencia. Sus golpes de campeona la llevaron al éxito en el deporte del squash, pasión que la condujo a cosechar laureles entre los años 1986 y 2006, cuando se convirtió en figura y, paradójicamente, comenzó a sufrir el gradual y dramático deterioro de sus rodillas.
El Squash es un deporte de alta exigencia, precisión y despliegue físico. Se practica en un recinto cerrado por los cuatro lados. Dos competidores (o dos parejas) lanzan una pequeña pelota de goma dura que puede rebotar en cualquiera de las paredes. Cada partido se juega a tres o cinco sets de nueve puntos cada uno.
Es un deporte elitista, por lo que su extracción de clase media en una época de austera juventud, le impedía dedicarse integralmente a esta disciplina. No obstante, cuando Vicky protagonizó sus primeras participaciones en el Squash Monterreal, en Sabana norte, demostró que tenía pasta y que podía llegar lejos.
“Karen Uhlenhaut, jugadora profesional e instructora en el Monterreal, al dimensionar mi potencial creyó en mí y me motivó a seguir, tanto que me obsequió una raqueta y pagó de su bolsillo mi primer mes de squash en el club. Lo asumí con verdadera pasión y llegó el día en que le pude ganar un juego a Karen, mi maestra. En adelante, lo que siguió fue mi práctica profesional a lo largo de dos décadas”.
Vicky alcanzó tan buen nivel en el squash que logró el auspicio de varias marcas comerciales. “El compromiso de honrar esos patrocinios me metió de lleno y me convirtió en referente, hasta que el desgaste paulatino e inexorable de mis rodillas, me pasó la factura. Y tuve que retirarme”. (Ver artículo adjunto).
Un disparo
Alejada del squash, pero con la firme convicción de recuperarse y de volver a su estatus de gran figura, Vicky continuó con sus quehaceres cotidianos. A las seis de la tarde del 11 de octubre de 1998, casi como una rutina, se disponía a ingresar con su vehículo a su casa, en Zapote. Sin embargo, había olvidado el control automático del portón eléctrico, por lo que bajó del auto para pedir a su padre que abriera el portón desde la sala.
De súbito, detrás de las matas ornamentales de la acera, irrumpieron dos tipos que abordaron su carro. “Uno no sabe cómo va a reaccionar en un trance así. Salté como una fiera al interior de la cabina. Los maleantes arrancaron y yo seguí apretando el cuello del conductor. El otro sacó una pistola y me disparó en la cabeza”...
Si usted imagina esta escena como en una película, haga de cuenta que observa en pantalla una disolvencia; es decir, un efecto cinematográfico que al superponer un plano sobre el anterior, produce una nebulosa y la sensación del paso del tiempo. “Me dejaron tirada cerca de la plaza de toros. Inconsciente. Y perdí la memoria…”
De la sombra...
“Perdí todos mis recuerdos, quién había sido, en mi vida privada y en el squash; mis emociones, el afán y el sudor, la pasión de jugar. Un día, durante el lento y difícil proceso de recuperación, el sicólogo me preguntó: ¿Qué es lo que a usted más le agrada hacer? En realidad no sé, recuerdo que le respondí. ¡Porque no sabía nada! Durante un tiempo prolongado, mi mundo se reducía a mi madre, mi padre y mis hermanos. Hasta que Luis Diego Soto, uno de mis mejores amigos, se acercó y dijo: “Te voy a llevar al squash…”
Llegamos al Monterreal. “Mucho gusto, soy Vicky”, le dije al joven que se acercó a recibirnos. “¡Encantado, Vicky! Yo me llamo Jorge Padilla. Y he sido tu entrenador de squash…” “Y yo… ¡ni idea de quién era él! Me dio una raqueta y me puso a jugar. “Es asombroso, comentó Jorge, minutos más tarde, “seguís dando golpes de campeona con la raqueta. ¡No has perdido tus facultades deportivas!”
… A la luz
“El squash me devolvió al estado consciente. Después de que había olvidado hasta contar, uno, dos, tres…, mi deporte favorito y unos diarios que había escrito, me llevaron a recuperar la identidad. ¡Sí!, el vacío me dio la oportunidad de rehacer mi vida, de labrar una nueva existencia y de moldearla con mis seres queridos, quienes, pacientemente, me guiaban, me recordaban y repetían quién era yo…”
La cirugía pendiente de su rodilla izquierda es una urgente necesidad. Para ello, confía en Dios y en la sabiduría del doctor José Barrientos, ortopedista del San Vicente de Paúl. “Recuerdo que cuando estaba en recuperación, tras la primera cirugía de reemplazo total de mi rodilla derecha, el doctor Barrientos se acercó y, con un guiño de simpatía y solidaridad, me indicó: “¡Victoria, la cirugía fue un éxito!”.
La recuperación total de su movilidad y de su salud general, le permitirá continuar con su trabajo en la producción de quesos y productos lácteos Los Montero, industria que lidera su padre, don Mariano Montero, en la finca La Catalina, en Santa Cruz de Turrialba. Padre, maestro y mentor, don Mariano, un adulto mayor, depende de la atención de su hija Vicky, principal responsable de la firma Los Montero.
Ubíquese usted en la mañana de un domingo cualquiera en la Feria del Agricultor en Zapote. Diríjase al puesto Los Montero, donde le atenderán Victoria, don Mariano, y sus hermanos. Ahí la podrá observar llena de vida, apasionada del fútbol y de la buena conversación. “La feria me encanta, es la oportunidad de nutrirme de todas y de cada una de las personas con las que me relaciono, con gestos y detalles maravillosos de cariño, tertulia y complicidad”, asegura. ¡Y sus ojos brillan otra vez!
El café compartido con esta dama alta y elegante, tocó a su final. La vi abordar su vehículo con serenidad y esperanza. Y mientras buscaba el mío, en el amplio estacionamiento del centro comercial donde transcurrió nuestra conversación, recité para mis adentros una de mis canciones favoritas, del cantautor José Luis Perales…
Noches blancas de hospital… Un duende de la seguridad social escuchó el suave lamento de una persona. Buscó, diligentemente, una sábana tibia. Y le dio abrigo. Cuando ella más lo necesitaba.
La explicación médica
Victoria Montero fue intervenida quirúrgicamente el 27 de junio del 2016 en el hospital San Vicente de Paul, para efectuarle un reemplazo total de su rodilla derecha, tras diagnosticársele una gonartrosis de rodilla (destrucción del cartílago). Ese cuadro se sumaba a una malformación congénita conocida como genu varo artrósica que es un cuadro patológico que afecta la alineación de las rodillas y se caracteriza por su arqueamiento, ambas afecciones tanto en la rodilla derecha como en la izquierda.
Según explicó el doctor José Alberto Barrientos Calvo, ortopedista y traumatólogo de ese establecimiento de salud y quien estuvo a cargo de la intervención quirúrgica, ese cuadro produce mucho dolor e incapacidad y suele complicarse y agudizarse en pacientes que realizan actividades deportivas de alto impacto, como es el caso de esta deportista.Tras su salida del hospital, Victoria fue instruida por el doctor Barrientos sobre qué podía hacer y qué actividades debía suprimir después de la cirugía que realizó Barrientos, con la asistencia de Christian Podetti Holtermann, ambos médicos asistentes especialistas en Ortopedia y Traumatología del centro médico herediano.