Nisson es el último de los 34 hijos de Olmedo Perea, un comerciante que llenaba de amor sus continuos viajes por la costa del Pacífico colombiano.
Aunque Nisson no conoció a su padre, porque este murió cuando él tenía un año, heredó de su progenitor ese aire de aventura que lo caracterizó. Por eso, cuando le plantearon la oportunidad de jugar en Costa Rica, empacó maletas y se trasladó de inmediato a Alajuela.
Sus estudios de computación en la universidad de Nariño quedaron archivados quizá para siempre, porque el balompié pasaba a regir su destino.
Perea, dos semanas atrás, firmó un contrato de tres años con la Liga, aunque él espera que, antes de que finalice su compromiso con los rojinegros, le aparezca una opción de ir a un futbol mejor.
El, como buen colombiano, lleva el espíritu de cumbia en su futbol
y, a veces, ese estilo lo decanta en la gramilla.
Alto, moreno, sencillo: Perea es un soñador que se pasea con sus sueños por las calles alajuelenses y que llegó al club manudo con el fin de que este sea un puente hacia un laureado porvenir.
"Tengo 32 hermanos, 19 hombres y 13 mujeres. A tres hermanos, de los mayores, no los conozco. Yo soy el último de todos. Cuando él murió -su padre- yo tenía un año; entonces, no pude conocerlo. Me dicen que mi padre era comerciante y que viajaba a surtir a diferentes pueblos, por lo que le tocaba pasar dos o tres noches en algunos de ellos y entonces el tipo ahí tenía sus problemas. Con cinco o seis mujeres tuvo todos sus hijos."
Nisson habla con orgullo de su familia, de su padre que no conoció y al que se refiere con un tono de respeto, incluso de admiración.
"En mi propia familia somos 11 hermanos. Económicamente, mi familia está en mitad de la tabla, como dice uno. Nosotros, al menos, vivimos cómodos; nunca nos falta nada."
Los comienzos
Perea llegó a la Liga luego de un viaje realizado por el técnico Manuel Keoseian a Cartagena de Indias, donde observó a Nisson, quien en ese momento pertenecía al Real Cartagena, tras su rápido paso por el América de Cali.
A Keosseian, que ya había sufrido una decepción con Ramón Andrés Escobar, un argentino que conoció en el Huracán de Corrientes, le gustó el juego del colombiano y, sin pensarlo demasiado, giró instrucciones para que lo ficharan.
El espigado jugador arribó a Costa Rica en condición de préstamo por lo que faltaba del Torneo Apertura y para intervenir en el Clausura. Seis meses después, la Liga optó por quedarse con el delantero por tres temporadas.
"Creo que el futbol colombiano tiene ciertas similitudes con el costarricense. Ambos son, por ejemplo, alegres, y ello me ayudó aquí. Considero que en la Liga, día a día, he mejorado y día a día he aportado mi capacidad al equipo."
Su esfuerzo y sus ambiciones por escalar peldaños le permitieron, dice, tener un buen recibimiento en el conjunto rojinegro.
"Yo venía, incluso, con nervios, porque venía a un equipo que no conocía. Me decían que en el futbol de Costa Rica pegaban mucho.
Tuve la ventaja de que me acoplé rápido al planteamiento del técnico. Lo que pasa es que no soy perezoso, como sucede con otros jugadores que van a Colombia o a otros países."
El atacante, de 24 años, vivió su infancia en el departamento del Chocó, realizó sus estudios de secundaria en Bogotá y luego retornó a su tierra natal.
Con Rosario Quintero, su madre, de 60 años, fue con quien analizó la idea de abandonar sus estudios para dedicarse a la práctica del balompié.
"Yo no podía coordinar las dos cosas bien -estudios y futbol.
"Cuando se me presentó la oportunidad de venir a Alajuelense, hablé con mi mamá, y ella me dijo que cómo la veía, y yo le dije que quería jugar al futbol."
Nisson es un buen conversador. Un "fiebre" de la salsa, la cumbia, desde luego, y de la nueva trova. Parte de su tiempo libre lo dedica a escuchar música.
Con su potencia, su velocidad y sus desplazamientos por el frente del ataque, Perea se ganó, en silencio, el reconocimiento de los aficionados costarricenses.
En el pequeño mundo del futbol tico, goza de respeto, por su sencillez.
"Mauricio Wright y Jéwisson Bennett hablaron bien de mí en el Comunicaciones, equipo en el que parece había cierto interés en mi persona."
A Perea le interesa evitar problemas tanto dentro como fuera de la cancha. Antes que la arrogancia, dice, prefiere la amistad.
"Soy una persona que me considero muy responsable. Evito tener problemas, ya sea en el campo o fuera de él. No me gusta, para nada, alegar con los árbitros."
Con sinceridad y sin ataduras, ahora que se quedará por tres temporadas en Costa Rica, Perea hizo un pequeño recorrido por su vida, para concluir que lo suyo, sin duda, es el futbol, esa fiebre que lo obligó a abandonar su Colombia del alma.