De pie en el banquillo del Puntarenas FC, el hondureño Róger Rojas Lazo observa cada acción con detenimiento. Cada ofensiva del equipo porteño lo pone nervioso, es claro que desearía estar en el terreno de juego, intentando anotar como era su costumbre.
Rojas, conocido como “Ro-Ro” en el mundo del fútbol, admite que le pican los pies por entrar a la cancha, pero sabe que en este momento no puede hacerlo debido a una enfermedad que le diagnosticaron en febrero pasado y por el cual tuvo que retirarse momentáneamente. Aún prefiere no hablar mucho sobre el mal que padece y de momento solo desea dejarlo en manos de Dios.
Aunque llegó al Puerto con la intención de convertirse en el goleador del equipo, el destino le tenía preparado otro camino. Ahora, desde el banco, vestido con pantalón y tenis, en su labor de asistente técnico, busca aportar la experiencia que obtuvo durante su paso por el fútbol de Colombia, México, Azerbaiyán y su natal Honduras.
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“Es difícil, me pican los pies por ingresar a la cancha y le pido a Diosito que me de paciencia. Al principio fue complicado, pero sé concentrarme, soy muy fuerte. Esa fortaleza viene de Dios, Él me la otorgó. Lo más importante es mi recuperación y eso es en lo que estoy enfocado”, comentó Rojas.
Róger admite que avanza poco a poco, pero estar en el banquillo durante los partidos contra Cartaginés (1-0) y Saprissa (2-4) le ha ayudado a sobrellevar su enfermedad.
“El fútbol me ha servido como terapia, amo el fútbol. No es una obligación para mí, todo lo contrario. A los jóvenes y niños les enseño con todo el amor del mundo, y ahora en la Primera División también intento aportar. Trato de mantenerme concentrado en el momento que estoy viviendo, porque no sé qué deparará el futuro”, declaró.
El ariete de 33 años disfruta de su nuevo papel de asistente. Primero bajo la dirección del entrenador Geiner Segura y ahora con el argentino Diego Martín Vásquez, quien se unió la semana pasada, al cuadro chuchequero, pero a quien conoce muy bien por su paso por el Motagua y la Selección de Honduras.
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“Estoy disfrutando del proceso, de esta nueva etapa en mi vida. Me siento feliz, contento, aprendiendo y prestando atención a todos los detalles. En este momento estoy absorbiendo todo lo posible, para poner en práctica lo que he aprendido durante mis años en el fútbol profesional”, confesó.
Hacer caso a los doctores
El artillero catracho, quien jugó en nuestro país para Alajuelense, Cartaginés y Sporting FC antes de unirse al PFC, afirmó que desde que está en tratamiento, sigue las indicaciones médicas al pie de la letra y en momentos de flaqueza, se apoya en su familia para seguir adelante.
“Cumplo con las citas médicas, que son cada tres meses, estoy bajo control y me siento muy bien. Sigo el tratamiento y me siento con fuerzas, de buen ánimo. Tomo los medicamentos, pero lo más importante es que asisto a los entrenamientos y me siento vivo. Juego al fútbol desde que era chiquito y eso también es mi medicina. Siempre he tenido una mente fuerte y ahora más que nunca”, afirmó.
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El Ro-Ro no oculta su deseo de volver a vestirse de corto e ingresar a la cancha, anotar un gol y celebrar con la afición del Puntarenas FC, que junto con su organización le brindaron apoyo en el momento más difícil, cuando la enfermedad y la incertidumbre llamaron a su puerta.
“Le pido de corazón a Dios que me permita volver a jugar, incluso si es solo un partido para retirarme y concluir en buenos términos. Pero eso es lo que deseo. Eso solo lo decide Dios. Estoy tranquilo y será el Señor quien decida; confío en Él y dejo todo en sus manos”, admitió.
“Estoy poniendo de mi parte. Sigo las instrucciones de los médicos y hago todo lo que está a mi alcance, pero Dios es quien tiene la última palabra. Me gustaría concluir mi carrera de manera exitosa, pero si no es posible, espero seguir como entrenador de fútbol”, añadió.
Aunque anhela que su hijo Róger Francisco lo vea nuevamente en el campo, su deseo más grande es ser un ejemplo para él y demostrarle que con paciencia, sacrificio y fe en Dios, todo es alcanzable.
“Mis hijos me han dado mucha fuerza. He sido fuerte gracias a ellos. Le digo a mi hijo mayor que confío en que todo saldrá bien y le prometí que, ya sea como jugador o entrenador, que seré campeón, y él recibirá la medalla, sintiéndose muy orgulloso de su papá que fue muy fuerte”, concluyó.