Ayer escuché a un periodista deportivo en un programa de radio tildar de "patético" a Óscar Ramírez por no ser capaz en las conferencias de prensa de referirse por su nombre a algunos jugadores europeos. Luego otro periodista televisivo señaló al entrenador por esa misma falencia, y el video de su crítica es hoy el principal insumo que tienen los medios internacionales para hacer mofa del Macho.
Es cierto, Costa Rica jugó horrible en los dos fogueos europeos y es lógico sentir dudas sobre el eventual desempeño de la Sele en el Mundial. Eso no está en discusión. Sin embargo, el ácido que se destila desde los medios y redes contra nuestro DT es otra cosa: es el hijueputismo del tico en su máxima expresión.
Óscar Ramírez es un entrenador que se ha probado una y otra vez, que en el plano local ganó con la Liga todo. Óscar se retiró de Alajuelense para llevar una vida apacible, y el país futbolero lo presionó para meterse con la Sele, y aceptó. Ahí él estaba feliz siendo el asistente de Paulo Wanchope pero la torpeza de aquel terminó por poner a Óscar de titular en la Tricolor, sin que él lo buscara. Y cumplió: Costa Rica clasificó sin problemas al Mundial, como segundo en una zona como Concacaf que de por sí es un chiste.
Óscar es un tipo sencillo. Él arropa todos los valores del costarricense pura vida que tanto nos enorgullecen: es buena gente, dicharachero, no habla mal de nadie, no se mete en broncas, trabaja quedito con lo que tiene, no juega de vino ni de guapo, no se roba el show, ama a su familia por encima de todas las cosas, defiende a sus amigos, es leal, es conciliador, le gusta la comida de la casa, se ríe de sus tonteras, no se toma tan en serio, abraza a sus papás, y es feliz con lo que tiene.
Nunca he hablado con él pero es fácil asumir que Óscar no aspira a vivir de entrenador en otros países. La vida de trotamundos de Guimaraes, Justin o Medford no le va.
Óscar es el mejor entrenador nacional para la Sele, hoy por hoy. Cierto que podríamos tener un técnico foráneo, con más fama y cartel (y que sí se sepa pronunciar el nombre de Eden Hazard, si es que tanto nos importa) pero eso cuesta más plata, y no siempre da buenos resultados (Lavolpe, Maturana, Sampson). Es ridículo cómo hay quienes vuelven hoy a clamar por Jorge Luis Pinto, cuando hace cuatro años era un villano mayor que William Walker.
A mucha gente le estorba que el Macho sea tan tico, que hable campesino, que sea gordillo y no asista a fiestas de farándula. Hay personas a las que les molesta que el Macho coma pollo frito, que no sea tan buen "actor" en los anuncios de los patrocinadores, que no se cocinara en traje entero en los partidos al mediodía, que no hable inglés ni que se sepa recitar de memoria los clubes a los que les corresponden los derechos de formación de los 700 jugadores del álbum Panini.
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Hoy leí que el Macho se está paseando en Keylor Navas y su continuidad en el Real Madrid. Gente, en serio, no da para tanto.
La prensa deportiva, la misma que tan felizmente se sube al carrito de la celebración, se ha encargado de mandarle toda la mala vibra posible al camerino de la Sele a solo unos días de su debut mundialista. Acá, sus familiares y seres queridos tragan grueso. La prudencia, pásala.
Yo no sé si a la Sele le va a ir bien en Rusia. Lo que sé es que Óscar Ramírez no es un vagabundo, no es un mediocre, y que ha hecho el trabajo que se le encomendó lo mejor que ha podido con lo que ha tenido a mano. Sé que aunque se jale la torta y clasifique a octavos, igual no seguirá con la Sele: él no lo quiere así ni la prensa deportiva tampoco. Qué triste coincidencia.
Pase lo que pase en Rusia, de mi parte al Macho tengo mucho que agradecerle, primero por el fútbol y luego por ser él, le guste a quien le guste.
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