A Jorge Luis Pinto lo considero una eminencia de la táctica; pagaría por recibir una clase magistral de él o tan solo escucharlo hablar de estrategia. Lo admiro en todas sus facetas; al menos las de entrenador. De la mano con este respeto que le tengo, solo le pido un favor: ¡olvide los rencores y no tire más lodo al mágico Brasil 2014!
👉 “Keylor Navas quería jugar póker hasta las 4 de la mañana y no se lo permití. Él no ha sido leal y me ha perjudicado”
— AS Colombia 🇨🇴 (@AS_Colombia) March 9, 2024
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Ya no se trata de tomar partido ni de discutir si aquel grupo pudo o no con la disciplina, ni si fallaron como profesionales. Menos aún de si Pinto rebasó los límites e irrespetó la intimidad de los futbolistas. Solo ellos saben lo que pasó y, en mi caso, no tengo interés en revolver más algo que ocurrió hace casi 10 años.
¿Con qué necesidad, don Jorge Luis, nos revelará más tensiones con Keylor Navas y si el portero ha perjudicado al timonel?
Prefiero quedarme con aquella remontada épica contra Uruguay o con la lección táctica que se le dio a Italia. Al cumplirse los 10 años, solo quiero ver una y otra vez ese partido frente a Grecia y la definición hilarante en los penales. Es más, hasta quiero que repitan varias veces el mítico partido ante Países Bajos.
Elijo recordar cómo un pequeño país de Centroamérica arrodilló al mundo del fútbol y hasta silenció las burlas de grandes figuras, como Diego Armando Maradona.
Nunca antes en mi vida vi a Costa Rica tan unida como en Brasil 2014. Aún vienen a mi mente las imágenes de un pueblo desbordado por la pasión. Fueron días mágicos y hasta sagrados, así que, ¿para qué profanarlos más de lo que ya se hizo?
Ya tuvimos suficiente con aquella conferencia de prensa de despedida de Pinto en 2014, en la que nos habló de enemigos en su cuerpo técnico, en la que clavó dagas profundas al señalar lo que él consideró indisciplinas impresionantes o divisiones internas irreversibles.
Peor aún fue el juicio en el que estuvieron involucrados Celso Borges, Keylor Navas y Bryan Ruiz contra un exfederativo. El entrenador participó como testigo y ambos bandos expusieron verdades que provocaron que la herida sangrara aún más y que varios héroes pasaran a ser villanos para algunos.
Pasamos de la pasión, la unión y los festejos, a los ataques, los insultos y al tener que tomar un bando.
Repito, han pasado casi 10 años y ya no se puede devolver el tiempo. No creo que don Jorge Luis gane algo sacando a la luz más trapos sucios. Si Keylor o cualquier jugador lo perjudicaron, ya lo dijo y aún así las carreras de todos han sido exitosas en sus campos.
Si a don Jorge le queda algo más, que se lo diga a Navas y mucho mejor sería que al cumplir los 10 años nos vuelva a ilusionar narrando esos capítulos alegres, de esa historia mágica de la que fue protagonista y director.
En mi caso, prefiero no desilusionarme más. De verdad, ya no quiero más lodo sobre esa épica batalla que algún día le contaré a mis hijos, pero sin darles detalles de ese lado oscuro y desagradable.
Mi admiración eterna a Jorge Luis Pinto el técnico minucioso, apasionado y trabajador. Lo mismo a ese histórico grupo de futbolistas que nos demostraron que todo se puede si hay esfuerzo. Por más divisiones, ambas partes entendieron que dependían una de la otra para trascender. Nadie aportó más o fue más importante.
De mi parte, la única camiseta que me pongo es la de Costa Rica y justamente esa del Brasil 2014 la guardo como una reliquia, que sacaré para conmemorar a los valientes que nos pusieron en el mapa futbolístico.