San Rafael de Alajuela, Proyecto Gol
"Celebré el Aztecazo brincando sobre la cama y haciendo un destrozo en mi casa", cuenta entre risas Kendall Waston, mientras rememora aquel histórico 16 de junio del 2001; el gigante tenía 14 años cuando brincó una y otra vez sobre su colchón. Hoy, desde otra acera, vive el juego con mesura.
El único 'símbolo' del Azteca que perdura en la actual Selección es Luis Marín, asistente técnico. Todos los futbolistas eran adolescentes o apenas niños cuando gritaron los goles de Hernán Medord y Rolando Fonseca.
Los más veteranos, Rándall Azofeifa y Christian Bolaños, quizás tuvieron la posibilidad de palpar de cerca aquella gesta, pues entrenaban con la Selección Sub-17 y algunas veces completaron la práctica del equipo mayor.
En ese entonces, ambos eran prospectos de 16 años que luchaban por abrirse un campo en una copa mundial infantil; reforzar ese equipo era casi como pegar la lotería.
"Yo era un fan más, un admirador de los jugadores nuestros, así que me alegraron la vida", cuenta Bolaños.
Marco Ureña, en cambio, apenas tenía 12 años pero recuerda bien el partido, ya que desde niño era un fiebre del fútbol y no se perdía los compromisos de la Selección Mayor.
En ese momento, Hernán Medford, Paulo Wanchope y Rolando Fonseca eran sus ídolos. Unos años después, le correspondió a él asumir un peso importante en el eje ofensivo de la Tricolor absoluta.
"Siempre que se me viene ese gol de Medford a la mente es un recuerdo bonito. Ese equipo hacía un fútbol inolvidable", recalcó Ureña.
El capitán del equipo, Bryan Ruiz, estaba en la casa de su tía el día en que Costa Rica derrotó a México (2 por 1). Era apenas una promesa de 15 años.
Cuando los aztecas anotaron el primer tanto, Bryan jamás imaginó que la Tricolor lograría remontar el cotejo.
Después vino la primera anotación de Fonseca y luego el gol de la victoria obra de Medford: "Cuando anotamos el 1 a 1 fue una alegría muy grande, y en el 2 a 1 celebré como cualquier aficionado", apuntó.
El cambio generacional ha hecho que algunas figuras ya vean el Aztecazo muy de lejos. Por ejemplo, Rónald Matarrita tenía solo siete años cuando se disputó el partido.
La nueva camada afronta el reto de repetir el viernes (7: 50 p.m) aquella heroica victoria en un momento en el que no parece imposible, debido a la estabilidad y al buen rendimiento mostrado por el equipo en la eliminatoria.
En el discurso de los futbolistas se retrata la necesidad de evitar que México se apodere del balón y controle a placer los tiempos del partido.
"Si hacemos el trabajo que el profesor nos pide, si jugamos inteligente y si no le regalamos el balón a ellos, creo que podemos alcanzar el triunfo", concluyó el defensor Johnny Acosta.
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