Un día con sus tres hijos al frente, Marta Castro les dijo: ‘por qué no crecen rápido, porque la cosa está fea’. Con lágrimas, la voz entrecortada, la madre de Carlos Martínez, hoy convocado para Qatar 2022, tragó grueso por mucho tiempo porque apenas vivían con lo justo.
Doña Marta se las ingenió para sacar adelante al hoy seleccionado nacional y sus otros dos hermanos. Trabajó vendiendo tortillas, limpiando casas y cocinando para darle alimento a los suyos.
Esta ciudadana nicaragüense llegó al país hace 27 años en busca de mejores condiciones económicas, porque en su país natal las oportunidades eran escasas. Ella llegó desde Ciudad Sandino, localidad de Managua.
“Nosotros pasamos momentos muy difíciles porque vivíamos en el caserío Juan Herrera en Santa Ana, pero tuvimos que salir de ahí porque la municipalidad llegó con maquinaria a decirnos que había que salir porque iban a botar todas las casitas. Ese fue un momento duro”, recordó.
Mientras doña Marta iba a ganarse la vida, la hija mayor del mismo nombre se hacía cargo de sus dos hermanos. Cuando Carlos Martínez nació, Marta tenía siete años.
“Mi mamá salía a trabajar, a vender tortillas y yo me quedaba con mis hermanos y en este caso era sobre todo con Carlos; yo lo vestía y para mí era como un muñequito, lo andaba de lo más lindo”, recordó.
Cuando el hoy jugador de San Carlos nació, su madre sintió en su corazón que él traía una bendición. Lo que nunca imaginó fue que sería el talento como futbolista.
“Yo lo que digo es que ya Dios lo había tocado, el hermano mayor se lo llevaba a jugar y una vez lo pusieron de portero porque lo tenían llenando espacio. La cosa es que Carlos estaba bravo porque iban perdiendo y agarró la bola de cancha a cancha y metió gol. Desde entonces se vio que era diferente”, relató.
Por su talento, el futbolista logró entrar becado a diferentes academias juveniles hasta que fue llamado por la Academia Wílmer López, donde consiguió un gran desarrollo. También participó del Proyecto Aspire, el cual lo llevó, casualidades de la vida, justamente a Qatar.
Hace 10 años, tenía 12 años y celebraba en el parque de Santa Ana los triunfos de Bryan Ruiz, Keylor Navas, Celso Borges o Joel Campbell.
“Es que ahí es donde yo me lleno de orgullo, porque hace 10 años los dos estuvimos saltando y él me decía que quería jugar para provocar esto y ahora lo veo ahí...”, recordó la hermana, Marta.
Al deportista su círculo cercano lo define como una persona reservada, tranquila, pero muy humilde y entregada a su familia, además de un obsesionado por alcanzar metas.
Milena Vargas, novia del sancarleño, explicó que ella conoce al jugador desde hace dos años y cuando ni siquiera era tomado en cuenta en el equipo patrio él ya tenía claro que iría a la Copa del Mundo.
“Un día estaba jugando la Sele y yo necesitaba hacer una vuelta, entonces le digo: vamos a hacer tal cosa y me responde: ‘Milena es que si yo quiero estar ahí y quiero estar en la Selección tengo que ver cómo son los ya están ahí; entonces no me voy a perder el partido’”.
Desde ese día la pareja del jugador comprendió que el lateral estaba metido de lleno en colarse en Qatar 2022.
Hoy Carlos continúa viviendo con su madre, con la satisfacción de que la casa es propia. El futbolista que pasó momentos difíciles, que incluso se quedó sin donde vivir, hoy ve como su familia salió adelante y lo tiene de lleno en su primer mundial.