“Mami, ¿por qué cuando usted va a San José no me hace el favor de llevarse una cinta métrica y se va a medir un avión y luego, cuando regresa, me lo hace igual, igual, en la calle? Para yo así sentir lo que es estar en un avión”. Ese episodio tuvo como escenario una calle de la Isla de Chira, cuando el hoy lateral derecho de la Selección de Costa Rica, Haxzel Quirós, tenía 10 años.
Trece años después, Quirós ya cumplió el sueño de conocer un avión, subirse en él y trasladarle a su familia, quienes están en la isla porteña, lo que es viajar fuera de Costa Rica, ya que ninguno -ni abuelos, padre, hermanos, tíos-, saben lo que es eso. Solamente su madre había tenido la oportunidad de un viaje.
Haxzel, de actuación defensiva brillante contra Brasil en el estreno en Copa América, nació como la mayoría de niños de Chira en el Hospital de Nicoya. El zaguero creció en un hogar humilde, liderado por su madre, Isabel Cruz, una mujer confiada en Dios y de esfuerzo titánico para sacar adelante a Haxzel y sus tres hermanos.
“Somos de Chira de toda la vida. Haxzel siempre se caracterizó por jugar fútbol, para Haxzel todo era una bola: una piedra, una caja, lo que sea... Nos daba muchos dolores de cabeza, porque siempre estaba con las puntas de los zapatos rotas y las rodillas rotas; entonces teníamos que ver cómo hacíamos”, recordó doña Isabel.
Uno de los grandes misterios que tiene Axel es de dónde sacó su talento futbolístico, porque en la familia nadie jugaba; es más, ni veían el balompié.
“No sabemos cómo, pero se hizo jugador. Vea, el papá de Haxzel no juega ni de vivo y el resto de la familia no juega nada. De hecho, hasta ahora es que ellos ven el fútbol por tele, pero antes ni siquiera ponían atención”, dijo.
Quirós logró destacar en su etapa escolar con buenas notas, además de un comportamiento ejemplar.
Como todo niño de Isla Chira, el pequeño también intentó aprender a pescar, pero la experiencia no resultó positiva.
“Él buscó pescar pero se pescó los dedos y nunca más. Igual yo no quería que dependiera de eso, porque la pesca se puso muy difícil acá y yo prefería que se ganara la vida de otra forma”, acotó Cruz.
En medio de dificultades y en ocasiones con el arroz y los frijoles contados, Haxzel comenzó a marcar diferencia como uno de los talentos de Chira. Mientras su madre hacía trabajos en turismo y su padre en ganadería, él se entregaba al fútbol en los potreros.
“En el colegio comenzaron a hacer torneos y un día se dio la oportunidad de representar a Puntarenas en Juegos Nacionales en San Carlos. En ese torneo Haxzel llamó la atención de Wálter Centeno y se le abrieron las puertas del Puntarenas F.C.”, mencionó Cruz.
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A los 16 años, el futbolista tomó la decisión de trasladarse a vivir a la casa club porteña.
“Vea, yo vivo agradecida con Puntarenas, porque ellos me lo chinearon demasiado. Haxzel llegó con 15 kilos menos de su peso ideal y ellos se preocuparon, lo cuidaron, lo alimentaron y ya dejó de ser tan flaquito”.
Estando en el Puerto, Jafet Soto decidió adquirir la ficha de Haxzel y empezó una andadura por equipos como Grecia, Guadalupe y Guanacasteca, hasta que ahora disfrutan de verlo en la Selección de Costa Rica.
El duelo contra Brasil significó la alegría de Isla Chira, aunque cuando Quirós estuvo a punto de hacer un autogol, en la casa de doña Isabel enloquecieron y hasta se retorcieron.
“Aquello fue de locos, mi hijo mayor se arratonó, yo no me podía parar y cuando me lo presentaron en la tele con esa carita solo quería abrazarlo, porque pobrecito... ¡Se me asustó tanto!”, pronunció.
“Yo a mi hijo, antes de que comenzara el partido, le dije: ‘Tienes toda la capacidad, no te sientas menos que nadie aunque esté Vinicius ahí. Él es una persona como usted’. Además, le mandé este pasaje: ‘Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: ‘De cierto delante de Jehová está su ungido’. Y Jehová respondió a Samuel: ‘No mires su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón’”.
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Ese día Haxzel Quirós voló. El niño que soñaba con subirse en un avión ya sus 10 años los dibujaba con rocas en las calles de Chira, hoy puede declarar que la realidad superó su anhelo.