“Abuela, esté tranquila, porque hoy nos va a cambiar la vida”. Así de contundente fue la frase que Jeyland Mitchell le dijo a su abuelita materna, Sodelba Baltodano, dos horas antes de comenzar el partido entre Brasil y Costa Rica, por la Copa América 2024.
“Mami, hoy yo me encargo de Vinicius”, le sentenció a su madre, doña Mirta Mitchell. Algunos consideran que Jeyland es ‘agrandado’; sin embargo, muy claro lo describe su madre desde Limón: Es humilde y, sobre todo, educado. No obstante, cuando le tocan el carácter, él activa su apellido y despierta una fiera que lleva por dentro.
El joven revelación de Costa Rica frente a la Canarinha estuvo más cerca de ser basquetbolista que jugador de fútbol; de hecho, hace tres años entró en una disyuntiva sobre si continuar su carrera en los gimnasios o si volver al césped. No obstante, un trato que hizo con su madre lo puso de nuevo a correr detrás de un balón, pero con tacos.
Jeyland Mitchell, en el 2021, tenía apenas 16 años y hacía sus primeras armas en Limón F.C. Había llegado al cuadro caribeño por recomendación de Ricardo Allen; sin embargo, quien lo adoptó como un hijo fue el entrenador Luis Fallas (hoy en Pérez Zeledón).
En aquel momento, Fallas tenía claro que estaba ante un diamante en formación, no solo por su imponente físico, sino por sus condiciones naturales futbolísticas. Hoy esa teoría encuentra eco a nivel nacional e internacional, ya que el futbolista se colocó en boca de todos los futboleros al secar a Vinicius Junior en el debut en la Copa América.
“Cuando yo estaba en Limón, solo tenía dos centrales. Uno era Kareen McLean y el otro era Roy Smith, y necesitaba un joven. En eso me hablaron de Jeyland, y yo desde que lo vi dije: ‘Este es diferente’. Antes de estar en Limón, él estuvo en Saprissa con 15 años, pero jugó muy poco porque la pandemia llegó y lo mandaron de regreso a la casa”, recordó.
Jefry Mitchell, tío de Jeyland, tiene muy claro ese episodio, porque él mismo lo recibió en casa de sus padres para que no perdiera el ánimo por el deporte.
“A Jeyland lo vio Roy Myers y se lo llevó, pero no lo pudieron tener mucho tiempo”, dijo.
El hoy defensor de Alajuelense se mantuvo entrenando por aparte. Cuando llegó a Limón, encontró en Fallas un trampolín hacia el profesionalismo.
“Nosotros le teníamos todo un plan para potencializar su talento. Yo hasta había hablado con McLean y con Smith, y ellos sabían que en defensa solo iba a jugar uno de los dos, porque Mitchell era titular. Sin embargo, por esas cosas del fútbol, me sacaron de Limón”, recordó.
Ante la salida de Fallas y la llegada de Daniel Casas, Jeyland desapareció del mapa.
Mirta Mitchell recordó que fue un golpe muy duro. “Esa situación hizo que Jeyland se cansara del fútbol y me dijo: ‘Me dedico a jugar baloncesto’”. Lo que nunca imaginaron en la familia del espigado defensor es que también sería un talento para el básquet, al punto de que ganó el ‘MVP juvenil’ de esa temporada.
“Vea, si en algo marca diferencia Jeyland, es en el carácter. Él, cuando yo lo conocí, en la primera práctica en Limón llegó y me agarró la tabla de fichas y me dijo: ‘Profe, usted tiene que jugarle así a Saprissa (que era el rival de turno)’. Cualquiera pudo tomar eso como una falta de respeto, pero yo lo vi como una muestra de ambición, de deseo, de agresividad, y me encantó”, recordó Fallas.
El entrenador no esconde que al recibir la noticia de que su pupilo se iría del fútbol sintió una gran decepción, porque sentía que Jeyland no era consciente del potencial que tenía.
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Ante esto, él le buscó una oportunidad. Luis Fallas hizo un video del limonense y empezó a ofrecerlo a gerentes deportivos destacados como Jafet Soto (Herediano), Agustín Lleida (Alajuelense) y el agente de jugadores, Kurt Morsink.
El único que mostró un tibio interés fue Morsink; los demás lo descartaron.
“El único problema que teníamos era que, para convencer a Jeyland de volver al fútbol, había que hacerlo por medio de la mamá. En ese caso, había que traerse de Limón a Jeyland y a la mamá para que él aceptara jugar en la ADG”, recordó Fallas.
“En ese momento estaba Kurt Morsink a cargo del proyecto de Guanacasteca y me dijo: ‘Está bien, vamos’. Entonces yo hablé con ellos y se vinieron”, agregó.
La madre de Mitchell no escondió que la decisión no fue sencilla, al punto de que Jeyland estaba decidido a no irse hasta que se dio una conversación entre ambos.
“A él le gustaba el básquetbol, con el fútbol no quería nada, pero tanta fue la insistencia de que se fuera que un día me dice: ‘Mami, si usted se va conmigo, yo me voy a Guanacaste’. Él esperaba que yo dijera no, pero inmediatamente le dije: ‘Sí, está bien’”, acotó entre risas.
Esta vez no se iba a perder por nada compartir con su hijo. Para ella, según confiesa, no fue fácil pasar alejada de Jeyland en sus primeros años de vida. Debido a que era parte de una tripulación de cruceros, hubo un tiempo en que encomendó a Jeyland a sus padres. Desde los cuatro meses hasta los cuatro años, ella lo veía apenas una vez al año.
“A mí no se me olvida una vez. Cuando yo lo dejé tenía cuatro meses, y cuando volví, tenía un año y dos meses. Ese chiquito, cuando lo saludé, no me reconoció y salió corriendo donde el abuelo”, mencionó.
Cualquiera diría que Mitchell tiene una personalidad chocante o conflictiva. De hecho, Fallas reveló que cuando él tomó las riendas de Limón y llegó Mitchell, varios técnicos de liga menor le dijeron que estaba trayendo a un ‘muchacho con ciertas dificultades para adaptarse al camerino’.
“Si usted analiza, Jeyland no ha tenido oportunidad con todos sus entrenadores. De hecho, son tres los que le han dado chance: yo, Alexandre Guimaraes y ahora Gustavo Alfaro. Yo creo que esto tiene una explicación y es una frase que se la escuché a Guardiola: ‘El jugador bueno todos lo detectan, pero el jugador excepcional, el fuera de serie, solo lo logran ver pocos’”, sentenció Fallas.
En la familia le encuentran explicación al carácter de Jeyland en su madre, quien lo pone a raya con solo pronunciar su nombre completo, pero también en su abuelo, Harold Mitchell, fuerte defensor de Cartaginés.
Una anécdota que fue confirmada por Luis Fallas y doña Mirta fue cuando Jeyland enfrentó a los líderes del camerino de la ADG, quienes, por ser un juvenil debutante, querían raparle el pelo.
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“Yo no me metí, pero ellos insistían, hasta que un día Jeyland les dijo: ‘Me lo quieren cortar, pues vengan y me lo cortan’... Los retó... Ahora, pregúntese quién se atrevió a ir... Ninguno fue”, declaró Fallas.
Jeyland Mitchell hoy está en boca de los futbolistas del mundo. Medios internacionales y nacionales destacan su actuación contra Brasil, y visores ya lo tienen entre ceja y ceja. Uno se atrevió a afirmar: El defensor de 1,87 metros de estatura y que tiene contrato con Alajuelense ya cumplió su primera promesa: cambió la vida de su familia, porque su apellido resuena y fuerte.
Colaboró: Fanny Tayver M.