No solo los humanos gritan los goles. La Fuente de la Hispanidad ha sido el emblema de la Selección de Costa Rica desde hace más de treinta años y, al encarar una nueva Copa del Mundo, la fe por ir a celebrar frente a cientos de desconocidos es parte del maridaje que tenemos los ticos con el fútbol.
Sí, este miércoles 23 de noviembre, todos queríamos que la Fuente de la Hispanidad volviera a cantar los goles patrios y se armara la fiesta.
Costa Rica enfrentó a España con la ilusión de hacer historia; de volver a ser aquel matagigantes que derribó campeones del mundo en el 2014. La historia, al término del primer tiempo, fue otra. Un rotundo 7 - 0 a favor de los españoles hizo que las sonrisas se desvanecieran en Montes de Oca.
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Desde el Mall San Pedro, el cual es inevitable epicentro de festejo, el ambiente era optimista previo al arranque del partido. Los pitos de los carros no escasearon y los selfis entre los asistentes al centro comercial fueron evidentes.
Pero apenas al minuto 11 las caras largas fueron la tónica. Un remate de Dani Olmo venció tanto a Keylor Navas como a las fantasías de un buen resultado. España se vino encima y, tan solo diez minutos más tarde, cayó el segundo de los ibéricos firmado por Marco Asensio.
“Qué pérdida de tiempo”, dijo un señor mientras caminaba a la salida del mall. Visiblemente molesto (y decepcionado) no le quedó más que cruzar los hombros frente a la megapantalla colocada en el recinto.
En la plazoleta frontal del Mall, algunos vendedores seguían con sus banderas, camisetas y cornetas que no encontraban transeúntes. El intento por calentar el ambiente fue fallido.
Al minuto 31 del primer tiempo cayó el tercer gol, producto de Ferrán Torres, y el mall comenzó a vaciarse. Las gradas de la plazoleta se vaciaron, los rostros tristes se hicieron la tónica y el pedido conjunto de todos se cumplió: “que España no metiera más goles antes del término del primer tiempo”.
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Más sufrimiento
El ambiente no pudo estar más frío. Tanto la Fuente de la Hispanidad como el Mall San Pedro comenzaron poco a poco a vaciarse tras el cuarto gol de España, al minuto 54. Los dependientes de tiendas, que salían de vez en cuanto de sus locales para ver la megapantalla, se resignaron al triste desenlace y rápidamente volvían a sus puestos.
A partir de entonces, hay poco por contar: al minuto 71 cayó el quinto gol y los pocos vendedores que quedaban cerca de la plazoleta se resignaron. Empezaron a guardar sus camisetas y otros artículos en las bolsas plásticas negras y azules. Una de las señores incluso dijo en altavoz: “al menos la bandera se usa para todo, se puede vender después”.
Uno de los pocos aficionados ticos que se quedó hasta el cierre del partido fue un Henry Fonseca, quien destacó por su cabeza pintada con los colores blanco, azul y rojo. Además, se amarró su bandera en la cintura y portaba un trofeo de la Copa del Mundo que se mira a años luz para el combinado patrio.
“Yo saqué el día libre para ver a la Selección”, dijo con tristeza. “La verdad es que España jugó un colectivo con nosotros; no llegamos ni una sola vez al marco. No es posible. Así no vamos a ir a ningún lado”.
Al cierre del partido, Soler anotó al 89 y Morata al 90. Tristeza absoluta y un ambiente helado en Montes de Oca. Una pesadilla.
“No puedo creerlo, no puedo creerlo”, se escuchaba entre los pasillos.
La peor goleada que ha recibido La Sele en mundiales de fútbol dejó un ambiente inédito. Las ganas de poblar la Fuente de la Hispanidad y el Mall San Pedro fueron un espejismo que estuvo muy distante de ocurrir.