No hay manera de justificar lo que pasó en la cancha y mucho menos en las gradas, aunque la caída estrepitosa de la Selección Nacional con goleada incluida contra Panamá tiene más lógica que lo que se vendió como “el eco de un país” y que acabó como el episodio más bochornoso en un juego del equipo de todos.
No se trata de que la ‘Tricolor’ tuvo simplemente una mala noche, ni que nosotros como periodistas estamos obviando el problema de fondo que fue el pésimo desempeño del equipo patrio.
Nadie esperaba ver a Gustavo Alfaro con una varita mágica para desaparecer todas las falencias que tenemos y podría ser que se diera un milagro, pero esta vez la inyección emocional que algunas veces provoca un despertar en la ‘Sele’ no se dio.
Tras de cuernos, palos, porque el nuevo técnico también metió los escarpines con malas decisiones, producto del desconocimiento y falta de asesoría.
Lo visto en la cancha refleja los problemas heredados de los últimos años, esos mismos que tienen un efecto inmediato en la Selección Mayor, los mismos que nos dejaron fuera de los últimos mundiales menores.
Falta trabajo y eso no es ningún secreto; que la Selección tiene tiempos de verse mal, también. Quizás, a algunos de memoria corta se les olvidó que al último Mundial nos metimos por la ventana en un repechaje con un gol de Joel Campbell.
Sí, ese jugador al que muchos -no todos- le gritaban: “Fuera Campbell”. Cuando eso pasó, quería pensar que los reproches era exclusivos por ese partido, en el que todos se vieron más y en donde solo podría exaltarse el esfuerzo de Jimmy Marín.
Es el Joel Campbell que no estaba en óptimas condiciones, porque poco se habla de que estaba en duda por la contractura en la espalda que presentó en los últimos días.
Quería pensar que era eso nada más y de cierta manera comprendo que con la trayectoria que tiene y lo que todos sabemos que puede dar, es lógico que a él se le exija más que a otros.
Sin embargo, los hechos reflejaron que más allá del marcador grosero de 3-0 contra Panamá en el Estadio Ricardo Saprissa, los gritos contra Joel Campbell tenían una razón de fondo.
No eran más que por el simple hecho de tener a medio país en contra por su decisión de regresar al fútbol nacional, convertido en jugador de Liga Deportiva Alajuelense. Y que eso es algo que por más que pasen los días, algunos no lo superan.
Me dirán muchos “¿Qué le pasa? ¿Está loca?” y quién sabe cuántas cosas más al leer estas líneas, pero es que lo sucedido después, cuando en la grada sur decidieron ‘traicionar’ el apoyo a la Selección Nacional, que era el objetivo por el que estaban ahí y hasta para el que los organizadores del partido les regalaron a muchos entradas, deja mucho qué desear.
Eso no fue el eco de un país; tampoco diría que fue el eco de la afición de Saprissa, porque caería en lo mismo de siempre cuando alguien no actúa bien en un estadio y se generaliza a toda la afición.
Fueron algunos, no todos. En las últimas horas he leído comentarios de muchos seguidores morados en contra de lo ocurrido, que fue nefasto y doloroso, al igual que el mismo partido.
Porque los hechos iban más allá de los gritos contra Joel Campbell, porque ese: “Ole, ole, ole, ole” por parte de aficionados ticos cuando la Selección de Panamá bailaba y goleaba a la Selección de Costa Rica, se salió del libreto. No se cuidaron los detalles y todo se salió de control.
“Ya tenemos una cama, ya tenemos un colchón...”, o “el que no salta, manudo es”.
Infelizmente, en un partido de la Selección Nacional empezaron a escucharse esos y otros cánticos fuera de lugar. No había cabida para eso, pero pasó.
Los responsables deberán brindar explicaciones, pero es claro que un partido de fútbol no lleva la misma logística de un concierto. Y así como Gustavo Alfaro debe encontrar respuestas en medio de tantas dudas y problemas por resolver dentro de la cancha, afuera hay más tareas pendientes.
Empezando por el hecho de que la Selección Nacional es para unir, no para crear más división en un fútbol donde el fanatismo ya cruzó una barrera como nunca antes había pasado.
Por cierto, saben qué dice el último posteo de Joel Campbell en redes sociales, que lo publicó cuando Gustavo Alfaro entregó su lista: “Sele siempre sí”. Y aunque algunos lo quieran fuera, él es uno de los que nunca le ha dicho no a la Selección, ni siquiera esta vez, contracturado.
Uno de los aprendizajes más grandes que a mi criterio quedó esta vez es que por más ahorro de dinero que significara hacer el partido en otro lugar, la casa de la Selección es el Estadio Nacional.
Y ojo, que no significa que ahí no pasen cosas lamentables, porque recuerdo con pena ajena lo vivido por Johan Venegas en el juego de despedida antes del Mundial de Qatar.
Ni lo de esa vez, ni lo ocurrido en el último partido puede considerarse como ‘el eco de un país’.