Los seis asistentes de Gustavo Alfaro: ¿Golpe de realidad o injusticia para los técnicos nacionales?

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Aunque se quiera normalizar la llegada de seis asistentes extranjeros, con el argumento de que en otras federaciones del mundo ya esto sucede, la realidad es que, como mínimo, es un hecho inusual y sin precedentes para nuestro fútbol.

Basta con retroceder en el tiempo para darse cuenta que Luis Fernando Suárez, Óscar Ramírez, Jorge Luis Pinto, Gustavo Matosas y todos los técnicos que comandaron en distintas etapas a la Sele aceptaron funcionarios de planta o entrenadores locales dentro de su cuerpo técnico, lo que claramente reduce los costos de la Fedefútbol.

Lo natural ha sido que el técnico elija a su asistente de confianza y, en ocasiones, un segundo entrenador. El resto de cargos los completaban entrenadores del medio local.

También existía un argumento deportivo para explicar esto: El estratega nacional conoce mejor a los futbolistas de la liga tica y, por lo tanto, puede acelerar la implementación de la idea o, en todo caso, contribuir a que se elijan los futbolistas correctos, de acuerdo a la forma de juego del entrenador.

En la buena teoría, el país también podría adquirir un beneficio adicional con esta decisión, y es que los técnicos ticos acumularán decenas de millas internacionales, por la cantidad de partidos jugados por la Sele frente a grandes adversarios.

Es decir, cuando los estrategas costarricenses completan un proceso como auxiliares de otro entrenador de más experiencia aprenden muchísimo, se forman y, en la teoría, expanden su conocimiento en nuestro país cuando dirigen a una selección menor o a un club de la Primera División, por ejemplo.

De alguna manera, estar en una Selección es un premio y, a la vez, una escuela.

En esta ocasión, la Fedefútbol se inclinó por tomar otra dirección. Gustavo Alfaro vendrá con todo su equipo, en cuenta el entrenador de porteros y dos preparadores físicos. En total, un cuerpo técnico con siete estrategas extranjeros.

Carlos Alcides González y Claudio Cristofanelli serán los asistentes; Sergio Omar Chiarelli y Pedro Ignacio Arbelaiz los preparadores físicos; Alejandro Manograsso el analista técnico y Diego Martín Carranza el entrenadores de porteros.

En la lista hay que sumar a Claudio Vivas, director deportivo, y a Cristian Vella, otro argentino contratado por Vivas tiempo atrás para trabajar en las selecciones menores.

Además, la Federación evalúa, según ESPN Costa Rica, que dos de los asistentes de Alfaro asuman una selección menor. Probablemente la Sub-23 y la Sub-20.

Para responder a la interrogante inicial, quiero decir que es muy evidente que esto es un golpe de realidad para los técnicos nacionales, que además refleja desconfianza hacia sus capacidades. Seguro ellos se preguntarán: ¿No hay un solo técnico preparado para acompañar a Alfaro, o para asumir las selecciones menores de Costa Rica?

Otro ángulo. Ahora, querido lector, quisiera hacer un ejercicio distinto y lanzarles una pregunta... pero antes deseo aclarar que la asignación de Gustavo Alfaro me parece muy positiva, pues tiene el perfil y los logros necesarios para asumir este proceso.

Sin embargo, también considero muy injusto para algunos entrenadores ticos (no demasiados) que no se les dé la oportunidad de asumir un peso real en la construcción del fútbol nacional, ya sea como técnico de las selecciones menores o contribuyendo directamente en la Tricolor absoluta.

Después de esta aclaración, la pregunta que les quiero compartir es: ¿Cuál creen que deba ser la reacción de los entrenadores nacionales en este momento?

Desde mi perspectiva, de nada sirve que se quejen y digan que se les menosprecia.

Pero sí pueden tomar acciones mucho más efectivas para que, en el corto plazo, nadie dude de sus capacidades para dirigir y de sus logros para asumir la Mayor. Voy a enumerar algunos puntos que considero claves para que esto suceda:

1. Ahorren dinero y salgan al exterior a capacitarse cada año. Elijan los mejores cursos, busquen actualizarse en cada pausa. En lugar de buscar proyectos deportivos inestables y a medio camino, prepárense académicamente. Que nadie les pueda decir que su metodología de entrenamiento no se ajusta a las tendencias internacionales.

Sé que los técnicos quieren dirigir en el ‘ya’, pero hay que saber elegir los proyectos deportivos y no asumir cualquier club. Al final, cuando las cosas salgan mal, los primeros en ser cuestionados serán los propios técnicos.

2. Construyan sus equipos para que ganen partidos, pero también para que jueguen bien. Un equipo bien constituido debe ser equilibrado, pero no mezquino.

Es decir, en la cancha se debe notar el trabajo a través de la cantidad de ocasiones de peligro y, en general, en la producción ofensiva.

Por ejemplo, en este torneo hemos visto grandes partidos de Liberia. El equipo de Mínor Díaz produce, tiene una idea de juego constituida y un grupo sólido, que a pesar de las limitantes individuales se ubica sétimo, aún cuando recién ascendió a Primera.

3. Pidan asesoría. Que otros técnicos imparciales evalúen su metodología de entrenamiento y les hagan observaciones positivas y favorables.

Por ejemplo, ¿algún técnico de Primera o de Segunda le habrá pedido a Claudio Vivas que observe su método de trabajo y que le haga críticas constructivas? O al revés, ¿Vivas se habrá puesto a disposición para evaluar cómo se trabaja en el país?

4. Por último, los propios entrenadores deben hacer conciencia y preguntarse: ¿Son exigentes las licencias que otorga la Fedefútbol para ser entrenador, o son simplemente un requisito para asumir un equipo de fútbol?

Los propios estudiantes, en este caso los técnicos, deberían ser críticos y exigir un plan de estudios de calidad. Si están pagando merecen calidad.

A pesar de que este ‘golpe de realidad’ que reciben en este momento puede ser injusto para ‘algunos’ técnicos que sí se han preocupado por salirse del saco, lo ideal sería que ‘la mayoría’ abra los ojos y busque cambiar el rumbo a través de las acciones.