“Todavía me siento como que no lo puedo creer, es algo que no sé. Desde el día que lo llamaron yo decía: ‘¡Dios mío! ¿Cómo lo creo?’, me parecía que era un sueño y he llorado que no tiene idea, ando la cara abotagada de felicidad”, expresó doña Felicia Rojas, la orgullosa mamá del seleccionado costarricense Jefry Valverde.
Ella describe los últimos días como una cosa de locos. Su muchacho había sido llamado al microciclo previo a esta seguidilla de juegos eliminatorios, pero en uno de tantos controles masivos dio positivo por covid-19 y tuvo que salir del grupo para realizar el aislamiento de rigor.
Después del partido en el que la ‘Sele’ derrotó a Panamá (1 a 0) con un gol de Bryan Ruiz, Valverde se alistaba para ir a la práctica con San Carlos, pero recibió una llamada que cambió los planes.
Al futbolista de 26 años le indicaron que tenía que presentarse de nuevo a la Selección Nacional, porque había sido convocado por Luis Fernando Suárez.
De inmediato le contó las buenas nuevas a doña Felicia, pero le advirtió que no le podía dar pormenores, ya que estaba en carreras.
Todo fue tan rápido que llegó a la Selección y en cuestión de horas estaba subido en el avión rumbo a México.
“Él me comentaba que podía ser que fuera a chupar banca, pero que él tenía la fe de que lo metieran un ratico. Yo le decía: ‘Sí, mi amor, sí lo van a meter, va a ver que sí, yo voy a pedirle a Dios que juegue aunque sean 10 minutos’. Y cuando entró al partido fue algo de locos y yo no paraba de llorar”.
Doña Felicia estaba en su casa, en Turrubares y relata que ahí la señal televisiva le llega atrasada. Como ella veía el partido con un desfase, se enteró mediante el chat familiar de WhatsApp que su hijo debutaría con la Selección Nacional en la eliminatoria.
“Mi sobrino puso en el grupo de la familia que va Jefry para adentro. Recibía mensajes de mensajes y nosotros pero cómo y qué locura. Cuando pasaron unos minutos ya lo pudimos ver, pero es que yo lloraba desconsolada sin verlo y cuando ya apareció en el tele le tomaba fotos”.
Insiste en que no encuentra las palabras adecuadas para explicar esos sentimientos, porque a su mente venían los recuerdos de tantas decepciones que se han llevado en el fútbol.
Como cuando a su criterio Saprissa no lo tomó más en cuenta porque no era parte de la argolla; el momento en el que estuvo a un paso del retiro porque había sido parte de la nómina con la que Grecia ascendió a Primera, pero ya en la máxima categoría los helénicos decidieron no contar más con él.
O la vez que Alajuelense se fijó en él y se lo llevó, pero a la vez lo descartó. Lo que sucedió fue que los rojinegros lo contrataron, lo tuvieron en pretemporada y todo marchaba bien, pero fue una moneda de cambio para que Álvaro Saborío jugara con la Liga. Él retornó a San Carlos y luego los ‘Toros del Norte’ optaron por dejárselo.
“Yo lloraba y hasta me dolía el pecho. Ya mi hija estaba preocupada y me decía: ‘Mami, le va a dar algo, contrólese’, pero sí es emocionante, es de todo, es un montón de sentimientos revueltos”.
Recompensa. Doña Felicia considera que esos minutos jugados por Jefry Valverde con la Selección Nacional el domingo pasado son un triunfo para él y para ella, por esa lucha que siempre han dado entre ambos.
“Una recompensa porque al menos yo crié a mis hijos sola, hasta ahora es que el papá está como acercándose y compartiendo más con ellos, desde hace unos tres años. Pero a ellos los crié yo sola, trabajando mucho para poder darles el estudio, lo que ocupaban y todo”.
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Con orgullo cuenta que su hijo encierra una historia de lucha y que puede inspirar a otras personas, para que caigan en cuenta de que por más obstáculos, no hay sueño imposible.
“Él pudo superar todo eso, que muchas veces no tenía tacos, que muchas veces no tenía medias, que un montón de veces no tenía plata para trasladarse, pero siempre existió alguien, un ángel que le prestara tacos o se los regalara, que le diera plata para el taxi o que se lo llevaba una semana a su casa y así salvaba la tanda”.
Alegrías y tristezas. Doña Felicia asegura que el futbolista siempre le dice que todo se lo debe a ella, porque nunca lo ha dejado solo.
“Cuando ya él se iba a retirar del fútbol, que salió del Saprissa y eso, ese chiquito tenía una decepción enorme y la que lo veía llorar y lo levantaba era yo. Le decía que no se sintiera mal y que si tenía que empezar a trabajar lo hiciera, pero que la vida continúa y nunca debe echarse a morir por las cosas”.
Ella admite que no sabe mucho de fútbol y lo único que hace es ver los partidos donde está su niño, como le dice.
“Para mí entró y lo hizo bien, fue bueno lo que hizo, lo poco que hizo lo hizo bien, el ratito que jugó. Él me cuenta que el profesor le dijo que lo había hecho bien, lo felicitó y es que para ir por primera vez a jugar un partido ahí, en Estadio Azteca, fue todo perfecto”.
Y agregó: “Él me contaba que es distinto, como que la altura lo hacía sentir el cuerpo muy pesado y trataba de controlarlo para jugar bien, para poder hacer lo que le tocaba”.
Mientras ella gritaba, brincaba y lloraba desconsolada junto a otros familiares, su sobrinito, Eythan Gael, de dos años, aplaudía y muy emocionado agarraba una bolita y trataba de dársela a Valverde a través del televisor.
“Fue una locura. Tengo cerca de 500 mensajes en mi celular, que me llamaba la gente y yo no quería que me llamaran porque estaba viendo el partido, fue de locos. Fue maravilloso porque a él la gente lo quiere mucho porque sigue siendo el mismo niño humilde de siempre”.
En la lucha. Como mamá, ella está orgullosa de su hija Siria, pero también de Jefry, ese futbolista especialista en driblar los obstáculos de la vida con facilidad.
“Siento que yo he sido para él su ángel de la guarda y él es como algo que me conforta, me alimenta, me da las fuerzas cuando yo he estado mal y con mi salud quebrantada, él es el que me levanta, el que me da la fuerza para continuar”.
En 2017 a ella le diagnosticaron cáncer de colón y se aferró tanto a la vida que considera que Dios le dio la enfermedad y la salud.
“Por eso yo le pido a Él que no me lleve antes de verlo triunfar, que hasta que esté más mayorcita, aunque tenga enfermedades feas dentro de mí, que Dios me dé esa fuerza de poder continuar, porque yo lo quiero ver triunfar de verdad”.
Doña Felicia cruza los dedos para este miércoles. Ella tiene la firme esperanza de que después de los 27 minutos que jugó contra México, su hijo vuelva a sudar la camisa de la Selección Nacional, en el partido crucial contra Jamaica, que se jugará a partir de las 6 p. m., en Kingston.