Capítulo X
Los ángeles sí existen... y vuelan a Madrid
Era casi el mediodía cuando Keylor recogió a su padre en el centro de San José.
Dos días después del regreso de la Sele a Costa Rica, al fin almorzarían juntos en casa del guardameta y el plato fuerte se adelantó de camino para sorpresa de don Freddy.
–Pá –le dijo Keylor, mientras conducía por las calles josefinas–, hay conversaciones fuertes con el Real Madrid; no hay nada concreto, pero hay muchas posibilidades.
–¿Viejo, es en serio? –exclamó don Freddy sorprendido.
–Sí, pero no se puede decir hasta que esté hecho.
La emoción casi desbordaba al padre, pero se contuvo hasta llegar al hogar.
Entonces, don Freddy comenzó a llorar como un niño sobre el hombro de su hijo, el héroe que había llevado a Costa Rica a los cuartos de final de Brasil 2014. Keylor se fundió con él en un abrazo. “Tranquilo, Pá, estoy muy cerca de cumplir mi sueño, pero que sea lo que Dios quiera”. Lo que Dios quiera, como siempre dice Keylor, acostumbrado a encomendarse a El de Arriba previo a cada achique, atajada o jugada, ni qué decir ante un penal.
Desde la niñez aprendió de su madre, doña Sandra, y su abuela materna, Elizabeth Gamboa, la importancia de la oración. Antes de cada partido tiene reservados 30 segundos para encomendarse al Ser Supremo. Cuando Keylor era un niño de seis años, la familia Navas Gamboa rezaba el rosario todos los días, además de una oración por la mañana y otra por la noche. Hoy, a sus 27 años, Keylor no esconde su fe y por el contrario la muestra públicamente, como lo hizo el 4 de febrero de 2014 en una entrevista al diario Levante El Mercantil Valenciano. En ella daba pistas de su oración bajo el marco, esa en la que espiritualmente se traslada y abandona el campo por un instante.
“Hablo con Dios y le pido que me ayude. Le digo que todo lo que voy a hacer en el partido es para su gloria. Le pido que me ponga un ángel a cada lado, en cada poste y que esté detrás mío para que todo salga bien. Me aporta confianza, tranquilidad. Si he llegado hasta la cancha es porque Él lo quiso y lo disfruto al máximo”.
Así ha sido desde siempre, según recuerda el guardameta Daniel Cambronero, tercer portero en Brasil 2014, compañero de Navas en seis procesos de Selecciones Nacionales y en ligas menores del Saprissa, con quien tiene una gran amistad desde hace 14 años. En su memoria guarda clara la imagen de Navas orando por una gran actuación de la selección infantil que integraron en 2003.
“Siempre ha sido una persona muy espiritual. A veces se separaba un poco del grupo y era para buscar ese momento a solas con Dios”.
La fe se vio reforzada con la llegada de Andrea Salas, su esposa, a quien el portero conoció en la búsqueda de esa cercanía con el Creador.
En el Centro Religioso Theos, en Santa Ana, Navas buscó acercarse más al estudio de la Biblia; lo que no imaginó en el 2008 es que mientras analizaba, comprendía y escuchaba pasajes bíblicos, el amor le haría un tiro al ángulo de su vida. Andrea también era integrante de la congregación y fue cautivada por la tímida y respetuosa personalidad de Keylor, entonces guardameta del Saprissa.
Se pudo pensar que era la típica pareja del futbolista y la modelo, pero más allá del estereotipo impuesto por décadas y que tiene como máximos referentes a David y Victoria Beckham, Andrea y Keylor nunca olvidaron cómo se conocieron: gracias a Dios.
En la iglesia, Navas encuentra serenidad, paz, tranquilidad y sus amigos consideran que de ahí ha logrado extraer el temple que se le ve en el campo, esa seguridad en sí mismo que contagia a un grupo entero para no darse por menos ante nadie. Navas también hace el vínculo con Él en el camerino de la Sele. Constantemente recuerda a sus compañeros que si alguien tiene respuestas cuando el camino parece cerrado, ese es Dios.
Las reflexiones se daban todos los días previo a las prácticas y los partidos, alimentando la seguridad del plantel y el propio Keylor. Así, la jugada que ningún tico olvidará y marca el hito alcanzado en Brasil 2014 tiene como principal ingrediente la determinación del cancerbero.
La Sele había llegado donde nunca antes: una definición en penales por el boleto a cuartos de final. El desgaste físico de 120 minutos ante Grecia amenazaba con pasar factura, cuando Navas asumió su papel de pocas palabras pero influyentes.
“Todos estábamos tratando de buscar fuerzas, cuando solo se escuchó a Keylor decir: ‘compas tranquilos que yo voy a parar uno’. A mí me dio un nivel de seguridad tremendo. Keylor es más un líder espiritual, de emociones”, explica Celso Borges, uno de los tiradores de esa gloriosa tanda.
En el último entrenamiento previo al partido, cada portero le había intentado atajar seis penales a cada uno de los jugadores de la Selección. La instrucción de Gabelo Conejo a los guardametas del equipo era clara: cada uno tiene su lado fuerte; se lo tienen que jugar.
Navas había gastado muchas horas del día frente al televisor, analizando a cada uno de los tiradores griegos por medio de videos. Solo él los observó. Sus compañeros no saben cómo llegaron a la concentración de la Sele esas imágenes, pero lo importante era que ahí estaban.
En la temporada previa al Mundial, el trabajo de Luís Llopis, entrenador de porteros del Levante en ese momento, fue considerado clave para la evolución del tico. Curiosamente una de las características del “método Llopis” era el marcaje a los rivales por medio de videos, sobre todo cuando se trataba de analizar a tiradores de penal.
Así, llegó el cuarto penal de los helénicos. Keylor se colocó en el marco. El centro delantero griego Gekas, compañero de Navas en el Levante en 2012, se preparó para tirar. El remate salió muy fuerte al lado derecho del arquero, que con reflejos felinos y a mano cambiada logró detener.
Keylor levantó victorioso su brazo derecho, puño cerrado, dedicó el paradón a la gloria de Dios y se persignó de inmediato, un gesto que sin querer trasciende religiones (solo los católicos y los ortodoxos se persigan y el guardameta ha asistido en los últimos años a congregaciones evangélicas).
Al entrar al camerino patrio y en medio de la algarabía por hacer historia, el guardameta se encontró ante una felicitación especial. Los otros dos porteros de la Sele en la cita del orbe, el alajuelense Patrick Pemberton y el herediano Cambronero, se unieron al líder del arco en un solo abrazo. Cambronero se acercó al oído del subcapitán y le dijo:
–Gracias, Keylor, el bien suyo es el mío.
La competencia bajo los tres tubos fue un elemento que siempre alabó el cuerpo técnico de la Sele; aunque los 23 seleccionados y los 4 millones de ticos sabían que el titular era Keylor, nunca hubo desánimo ni tregua por parte de Patrick y Daniel. La exigencia interna mantenía al estelar alerta para entregarse al máximo.
“Keylor tenía mucho conocimiento de los jugadores que había enfrentado, pero los tres queríamos tapar penales y entrenamos para hacerlo”, recuerda Cambronero.
Más allá de la preparación técnica, detrás de ese gran lance hubo un trabajo emocional. Por la madrugada de aquel 29 de junio, Keylor recibió un mensaje de texto con la bendición de su padre.
“Yo siempre le escribía y ese día aproveché para preguntarle cómo se sentía si se iban a penales. Él me dijo: ‘Pá, yo voy a parar mínimo dos’. Entonces yo le dije: ‘yo siento lo mismo, viejo, pero bueno... que Dios me lo acompañe, usted sabe que en un penal siempre tiene que aguantar’”.
“Eso fue lo que le puse, no sé si me hizo caso, pero sí paró”, describe don Freddy.
Ese penal le deparó el segundo de sus tres galardones en el Mundial como Jugador Más Valioso de un juego. Ya había logrado uno ante Inglaterra y estaba por venir otro ante Holanda, en la despedida tica.
Ser escogido en tantas ocasiones como MVP de un compromiso no es común en un portero; de hecho en los dos mundiales previos al de 2014 ningún guardameta lo consiguió, aunque sí lo hicieron futbolistas de la calidad de Andrés Iniesta, en 2010, o Andrea Pirlo, en 2006.
El mérito es mayor si se considera que Iniesta y Pirlo terminaron campeones del mundo, mientras Keylor tuvo hasta los cuartos de final para demostrar su calidad. En Brasil, el único que pudo superar al “Halcón” fue Lionel Messi, con cuatro trofeos como Más Valioso.
Los premios personales y sus grandes números en la Copa, donde solo recibió dos goles en cinco juegos, lo hicieron estar nominado al Guante de Oro, premio que a la postre se llevó el arquero de Alemania, Manuel Neuer.
Ante tan escandalosa actuación y con su nombre en todos los medios internacionales, los rumores de que un grande de Europa se haría con los servicios del arquero de la sorprendente Costa Rica comenzaron a robar titulares de prensa.
Keylor Navas Gamboa fue colocado en la órbita del español Atlético de Madrid, los portugueses Porto y Benfica, el italiano Milan, los ingleses Everton y Arsenal, el francés Mónaco, el alemán Bayern Múnich y los planetarios Barcelona y Real Madrid.
El representante del generaleño, Ricardo Cabañas, sabía que tanto blaugranas como merengues le estaban dando seguimiento desde la temporada anterior; se acostumbró a notarlo cuando en las prácticas del que considera su hijo deportivo veía a los scouts llenar sus libretas de apuntes.
A lo interno de la Tricolor se tenía una leve sospecha sobre un fichaje grande para Keylor, pero nadie se atrevía a preguntar y mucho menos a comentarlo, pese a que era una sensación compartida por todos en el camerino.
Los compañeros de la Sele preferían no preguntar, en respeto a un acuerdo de caballeros pactado en el Proyecto Gol antes de viajar a Brasil: durante la Copa del Mundo ninguno pondría los intereses personales sobre los grupales.
Esto se aplicaría no solo en el comportamiento interno del grupo, sino también ante posibles fichajes.
La prudencia en el equipo, sin embargo, no impedía el ir y venir de noticias y especulaciones en internet a la vista de todos los jugadores. Aunque entre ellos eludían el tema, era inevitable que asomara en cada conversación con familiares. Incluso las esposas de Bolaños, Keylor, Duarte, Bryan Ruiz y Gamboa organizaron un juego: aquella cuyo esposo lograra de primero un cambio de club, invitaría a las otras a cenar.
El único que en realidad sabía cómo estaba la situación era el propio guardapalos. Todo pintaba a que la familia Navas Salas se trasladaría de país, siempre en Europa, cambiaría de idioma y pasaría a jugar en la élite del fútbol europeo.
El Bayern Múnich estaba dispuesto a desembolsar el dinero que pedía el Levante, club que solo estaba a la espera del depósito.
Cuando parecía que el Bayern Múnich, dirigido por Pep Guardiola, se haría con los servicios del oriundo de Pérez Zeledón, se dio lo inesperado.
Keylor recibió una llamada de Cabañas, horas después de eliminar a Grecia. Le dijo que el Real Madrid había preguntado por su situación de manera formal.
Aunque los contactos del club con el agente se habían iniciado después del partido frente a Inglaterra, nunca hubo algo en firme hasta esta conversación:
–Keylor, no tengo mucho tiempo, pero para que sepáis, te quiere el Real Madrid.
–¡¿Me está hablando en serio?!
Una vez salido del asombro, el jugador ordenó detener inmediatamente cualquier otra negociación y pidió concentrarse en la llegada a la Casa Blanca.
Estaba ante el club que suma 10 Champions League entre sus trofeos y ha tenido en sus filas a futbolistas como Alfredo Di Stefano, Zinedine Zidane, Ronaldo Nazario, Roberto Carlos, Fernando Hierro, Raúl González, Ferenc Puskás, Hugo Sánchez, Cristiano Ronaldo, Iker Casillas… genios que le dan sentido a la intrascendente acción de patear una pelota.
Los medios españoles como Marca y Antena 3 daban a conocer que estaba muy cerca y que el interés blanco era muy fuerte, pero en el entorno del jugador no estaba claro qué podía pasar luego del Mundial.
Bayern Múnich y Real Madrid entraron durante semana y media en una lucha por los servicios del jugador; ambos estaban dispuestos a pagarle al Levante los 10 millones de euros por la rescisión de contrato y no tenían problema en solventar las solicitudes del cuidapalos revelación, pero había una desventaja para los bávaros, la cual sería determinante.
Ir a Alemania a competir con Manuel Neuer, a la postre ganador del Guante de Oro del Mundial, o ir a España, a matarse por un puesto con Diego López e Iker Casillas, era prácticamente igual de complicado. Keylor tenía la última palabra. El costarricense se sentía feliz en España; la adaptación a la vida en Albacete y posteriormente Valencia había sido muy sencilla. Si cambiaba de club, quería quedarse en España.
La complicada elección, sin embargo, tuvo que esperar un poco más, al menos hasta que finalizara la Copa del Mundo.
La zozobra invadía a aficionados y familiares. En su regreso al país, Keylor hablaba poco de lo que estaba pasando y se retiró a una quinta lejos de San José, en el Pacífico Sur, a salvo de la constante pregunta de aficionados y periodistas.
Sólo aparecía en público en compromisos de sus patrocinadores, como aquella conferencia en el Club Unión, auspiciada por Bancrédito, con acceso para la prensa aunque sin espacio para preguntas. En cambio, sí hubo respuestas, a la vista de muy pocos. Varios aficionados, ganadores de un concurso, tenían la oportunidad de acercarse al guardameta, intercambiar un saludo, algunas cuantas palabras, una foto, el selfie... Casi todos le preguntaron con qué equipo jugaría, pero Navas no soltó prenda alguna, hasta que una joven le lanzó un remate al ángulo que él no pudo detener. Enfundada en la camisa del Real Madrid, cuando le tocó saludar al meta le pidió que se la firmara, ya que era la de su próximo club; una sonrisa se dibujó en el rostro de Navas, quien prefirió no decir palabra alguna.
Al final del acto y cuando Keylor iba saliendo del salón la joven le gritó ¡hala Madrid! Y otra tímida risa apareció en Navas.
La decisión estaba prácticamente tomada y la hora de anunciar el gran paso se acercaba.
Ya el 12 de julio desde tierras alemanas llegaba la información de que el Bayern se retiraba de la puja, pero no fue hasta el 27 de julio que se hizo oficial el paso al Real Madrid, al menos para la familia.
A una semana de partir hacia España, Keylor tuvo nuevamente una reunión con su padre:
–Pá, pues quiero contarle que si Dios quiere y todo sale bien voy a firmar con el Real Madrid.
Don Freddy se quedó sin palabras. “Yo solo acaté a abrazarlo, hubo nuevamente lágrimas y mucha felicidad. Agradecimos a Dios”.
Luego de digerida la noticia se dio un diálogo más amplio. El papá no comprendía cómo con el paso que estaba dando, su hijo no mostraba emoción alguna. Su cara no desbordaba felicidad, casi inexpresivo, se veía más serio que feliz.
–¿Viejo, pero qué, no está contento? –le preguntó don Freddy–. ¡Es el Real Madrid!
–Estoy feliz, Pá, se me cumplió un sueño.
–Pero, ¿entonces?
–Vamos con calma, todavía tengo que firmar.
–Pues, si usted no quiere celebrar es usted, pero yo voy a gritar y saltar de alegría –le dijo el padre, para cerrar con una frase con voz entrecortada–: Bendiciones, mi viejo, que sea lo que Dios quiera.
La semana previa al viaje a Madrid pasó sin mayor sobresalto. Keylor compartía con sus familiares y esperaba la orden de los merengues para salir del país. El Real Madrid reservó tres tiquetes abiertos del 30 de julio al 3 de agosto para que Keylor volara acompañado por su esposa, Andrea, y su hija Daniela.
El guardameta tenía como primera fecha de viaje el 30 de julio, pero una llamada de Ricardo Cabañas lo frenó. Su representante le dijo que había que esperar al 3 de agosto, porque el Real Madrid tenía una situación que resolver antes de anunciar el fichaje.
La llegada del tico implicaba la salida de uno de los dos porteros élite en el Real Madrid: Iker Casillas, símbolo del fútbol español, y Diego López, titular en la primera temporada al mando de Ancelotti.
El estratega, sin embargo, devolvió la portería a Casillas en los amistosos de pretemporada, con lo que, por descarte, el candidato a partir era claramente López.
Diego se negaba a abandonar el club y por más que Navas atrasó el vuelo, el Real Madrid anunció el 3 de agosto su flamante fichaje, sin haber resuelto todavía el debate Casillas-López.
Keylor Navas Gamboa, proveniente del Levante: el nuestro se convirtió en el sexto portero extranjero en la historia del Real, luego del húngaro Jyula Kiszel, el argentino Rogelio Antonio Domínguez, el alemán Bodo Illgner, el argentino Albano Bizarri y el polaco Jerzy Dudek.
La zona de salidas del aeropuerto Juan Santamaría fue como la gradería de un estadio. Cientos de aficionados llegaron con la esperanza de robarle una fotografía o al menos poder observar al nuevo guardián del arco madridista.
Otros seguidores prefirieron darle a Keylor la sensación de lo que puede sentir un héroe nacional y se colocaron en la orilla de la malla oeste del Santamaría con banderas, para que el espectáculo desde el cielo se tiñera con los colores patrios.
La familia del portero no tuvo tiempo ni espacio para despedidas sentidas, mucho menos para hacer el chek in y comerse algo en las cercanías de la terminal, como acostumbraban cuando Keylor era jugador del Levante y venía para una concentración de la Selección.
En la zona de chequeo, Navas fue asediado por los medios de comunicación nacionales, los cuales habían esperado durante casi un mes por una declaración del portero.
El resto del mundo quería una foto con Keylor Navas. Policías migratorios, encargados de limpieza, personeros de las diferentes aerolíneas, turistas, cada persona que se topaba a Navas de frente sacaba su celular y le pedía un recuerdo al jugador. Keylor no negó una sola fotografía.
48 horas después de su partida, firmó el contrato, se dio un apretón de manos con Florentino Pérez y pisó por primera vez el césped del Santiago Bernabéu, el día de su presentación a los aficionados y la prensa española.
La ceremonia finalizó cuando recién comenzaba el día laboral en Costa Rica.
El país madrugó para ver al referente del fútbol nacional ponerse la camiseta blanca.
“Como al mediodía me entró un mensaje de texto que decía: ‘Gracias a Dios ya soy jugador del Madrid, quiero hacer las cosas bien y hacer historia aquí’. Él estaba muy contento por el recibimiento que le hicieron. Ese día hablamos muy poco”, recordó don Freddy.
La gesta de ser el primer centroamericano en el Real Madrid era un objetivo cumplido.
Keylor ya era un consolidado en el Levante, pero el Mundial marcó un antes y después. No solo terminó de exhibir sus cualidades como guardameta, sino que añadió temple a su carácter.
La Sele había vencido con solvencia a Uruguay e Italia y la clasificación estaba en el bolsillo. Atrás quedaba un juego de excesivo roce físico ante la Azzurra, en el que Keylor debió luchar por muchos balones aéreos.
Un dolor atacó al héroe. En realidad, Navas arrastraba desde setiembre del 2013 una molestia en el hombro derecho. En el juego eliminatorio ante los Estados Unidos un choque aéreo le dejó un problema que le fue tratado de forma parcial, ya que el Levante no quería perderlo para un solo compromiso del plantel en la Liga Española.
En la Selección conocían de la lesión, pero no había generado mayor contratiempo hasta los días previos del juego ante Inglaterra.
En la tercera práctica después de enfrentar a Italia, Navas presentaba dolor.
El cuerpo médico de la Tricolor le recomendó al técnico Jorge Luis Pinto que le diera descanso, pero el colombiano no quiso.
Keylor estaba listo para comenzar la oración de cada práctica y antes de que dijera las primeras palabras, el entrenador hizo un cuestionamiento que no cayó nada bien en el cancerbero.
–Don Keylor –le dijo Pinto–, ¿estás con miedo de jugar contra Inglaterra, que no querés entrenar?
–Profesor Pinto, aquí el único novato en estos ambientes es usted, que nunca ha estado a estos niveles. Yo juego cada domingo contra Cristiano Ronaldo, contra Xavi, contra Iniesta, contra Messi, contra jugadores de ese calibre, cosa que usted no conoce.
Un silencio incómodo por un lapso invadió el círculo que estaba compuesto por el resto de seleccionados e integrantes del cuerpo técnico.
Los jugadores se volvieron a ver unos a los otros y cuando parecía que nadie se atrevería a romper el momento incómodo, alguien se animó a decir: ¡Vamos a entrenar, señores! Y ahí murió.
Por la tarde la molestia invadió a Keylor y buscó la forma de desahogarse.
Una llamada telefónica ingresó al celular de don Freddy Navas.
–Viejo, ¿todo bien?
–Sí, Pá, solo una pequeña discusión que tuve con don Jorge en el entrenamiento.
–Diay, ¿qué pasó?
–Prefiero no entrar en detalles, Pá. –Keylor tomó una pausa y luego continuó–. Solo yo sé lo que tengo. Sé lo que puedo dar y puedo hacer. Yo me voy a cuidar y el partido ante Inglaterra lo voy a jugar.
“Desde ese momento yo me di cuenta que Keylor le tomó muy poca importancia a esa situación. Él estaba concentrado en rendir, en conservar el nivel que había mostrado. Además me parecía que el grupo estaba muy fuerte y ese tipo de cosas no lo iban a afectar”, analizó don Freddy.
La relación entre el técnico y Navas nunca fue de grandes amigos y luego del pequeño altercado pasó a ser todavía más fría. Keylor se limitaba a escuchar las indicaciones de don Jorge y hablaba más con Gabelo Conejo, preparador de porteros de la Tricolor.
Las paradas ante ingleses, griegos y holandeses hicieron olvidar el amargo episodio. Un par de achiques contra Inglaterra, el penal de Gekas, las intervenciones ante Robben y Sneijder, 21 remates repelidos en todo el Mundial, lograron que Pinto dejara atrás los cuestionamientos y provocaron la admiración por el guardameta a nivel nacional.
El fenómeno tendría un sinnúmero de manifestaciones, intensificadas con su llegada al Real Madrid: ticos vistiendo la camiseta madridista con el Navas en la espalda, aficionados que participan en concursos para cenar con Keylor en España, una agencia vendedora de autos ofreciendo un viaje a Madrid, con entradas al Bernabéu incluidas, por la compra del último modelo, más niños soñando ser portero y hasta una guardameta comparada con el cancerbero nacional. Cuando Dinia Díaz le detuvo tres penales a Trinidad y Tobago y le dio al país el boleto a Canadá 2015, el primer Mundial para la Sele mayor femenina, recordar al portero de Brasil 2014 fue inevitable.
Homenajes sobraron para Keylor Navas, pero quizás ninguno como aquellos paridos en las salas de hospital. Mientras él gritaba de emoción tras detenerle un tiro de larga distancia al uruguayo Diego Forlán, una madre pujaba la venida al mundo de un hijo, cuyo nombre haría honor al héroe del marco tico.
Del 1° de junio al 30 de setiembre se dio en Costa Rica el nacimiento de 19 niñas llamadas Keyla y 29 pequeños bautizados Keylor, según los datos del Registro Nacional. Aunque el nombre Keyla fue inscrito por primera vez en nuestro país en 1969, ningún año registra tantas como el 2014, un total de 35.
A nadie le queda duda, aunque no esté en los registros de hospital, aunque no hubiese ni una partera cerca, aunque el verde césped sea menos pulcro que las blancas sábanas, aunque los guantes no estuvieran esterilizados: el Mundial parió una leyenda.
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