La frustración del 7-0 contra España y la tensión de dientes apretados contra Japón se diluyó en el minuto 80. Mal despeje japonés, recuperación de Yeltsin Tejeda, pase para el limonense Keysher Fuller y todas las voces se unieron al grito de goooooooooooooool.
Cientos de ticos en el estadio Áhmad bin Ali y otros tantos que nos apoyaron en la gradería para 45.000 personas, gritaban y se abrazaban atónitos. La anotación cayó en la hora buena y le devuelve la esperanza a todo un país. En medio de la algarabía, Hamed Castro Esquivel, un pensionado, vecino de San Miguel de Santo Domingo de Heredia, tampoco salía de la sorpresa.
“La celebración fue algo increíble, cuando menos lo esperábamos cayó el gol, todo el estadio explotó, había mucha, mucha afición tica, aparte de que también mucha gente estaba apoyando a Costa Rica, fue algo excelente, precioso”, dijo este fanático de 64 años, que en junio pasado ya había viajado a Qatar a ver la agónica clasificación tica al Mundial frente al combinado de Nueva Zelanda.
Según relató, el partido fue angustiante, en especial en la primera mitad. “Claro, ellos creían que nos iban a ganar fácil, de hecho estuvieron perdiendo mucho tiempo en el primera parte.
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“Al final, admirable la cultura japonesa, todos, conforme iban saliendo del estadio nos iban felicitando, fue algo espectacular, hasta que se le paran a uno los pelos de punta de la felicidad, estamos vivos, a ver qué es lo que pasa”, relató.
El estadio estaba a tope, se escuchan los gritos de gol, gente que en su vida se ha visto termina abrazada y llorando como si fueran familia, de fondo se escucha el olé olé, de Los Ajenos. La magia del fútbol hizo lo suyo. El jueves volvemos a la angustia, esta vez contra Alemania.
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