Doña Marta tenía varios días de no dormir. La ansiedad y la emoción por saber que su hijo menor debutaría este miércoles 23 de noviembre en el Mundial Catar 2022 la tenían intranquila. Eran una mezcla de sentimientos que se ampliaron más cuando en la pantalla del televisor vio a su hijo Carlos Martínez cantar con orgullo el himno nacional de Costa Rica. Las lágrimas corrieron, pero eran lágrimas de alegría y de amor.
El sueño de Carlos desde muy pequeño siempre fue ser futbolista, anhelaba con jugar en algún equipo grande como el Manchester United, pero su mirada la tenía fija en la Selección Nacional de Costa Rica y lo logró. Con apenas 23 años, Carlos figuró en la alineación titular de la Sele en el encuentro que se desarrolló este miércoles contra España, en Catar 2022.
Carlos es un muchacho humilde, con buenos sentimientos y siempre ha demostrado una gran disciplina. Ha sido cordial con sus vecinos quienes lo vieron crecer ya que llegó a vivir con su familia al INVU de Santa Ana cuando tenía cerca de dos años, recordó doña Marta.
Es por eso que la mañana de este miércoles, en el debut de Costa Rica en Catar, la familia y los vecinos de Carlos se reunieron en el Salón Comunal del barrio para acompañar a Carlos desde casa. A miles y miles de kilómetros el corazón de doña Marta y de su hija Martha Martínez, fueron uno con el de Carlos.
Las emociones
El rostro de doña Marta reflejaba las pocas horas de sueño, pero también un orgullo contagioso. Su hija Martha, mientras tanto, se encargaba de pintar las caritas de los niños que llegaron con sus papás a ver con el barrio el partido de la Sele.
“Lo que quiero es verlo cantar el himno, es algo de lo que más disfruta”, contó doña Marta sobre su hijo. “Cuando se fue le dije que lo disfrutara todo, pero principalmente le di todas las bendiciones de Dios”, añadió. ¡Qué tan importante es la bendición de la mamá!.
Cuando comenzó el encuentro, el ambiente y los ánimos de los vecinos y familiares de Carlos, cada vez que él tocaba el balón se sentía a flor de piel.
Con cornetas, banderas de Costa Rica, globos en colores blanco, azul y rojo, tapas de ollas y un tambor, la fiesta estaba armada.
Al caer el primer gol español hubo silencio. Las manos en el rostro reflejaban dolor, pero el momento duró solo unos segundos. Inmediatamente después de que la bola fue colocada en el centro de la cancha, los ánimos volvieron a subir. “¡Sí se puede. Sí se puede!”, gritaron los amigos de Martínez.
Entre los invitados destacó la presencia de doña Ana Isabel Vargas, quien es vecina de la familia Martínez de toda la vida. “Es una belleza de muchacho, siempre ha sido muy amable”, recordó la señora.
También su entrenador de fútbol en la niñez se acercó a compartir con la familia. Armando Delgado fue uno de los primeros en ver las cualidades futbolísticas de Martínez y recordó que desde pequeño siempre tuvo la mirada puesta en lo más alto.
“Verlo ahora en el Mundial es un sentimiento muy fuerte. Estuvimos con él muchos años, vivimos alegrías y tristezas y ahora celebramos con él”, dijo el entrenador.
Nada de tristezas
A los 30 minutos de juego ya España había anotado tres goles. Costa Rica no veía luz en el partido, pero en el pequeño y acogedor Salón Comunal, la energía seguía fuerte como si los vecinos de Carlos le metieran toda la buena energía desde Santa Ana a Catar.
El apoyo nunca se silenció y cada vez que el jugador santaneño aparecía en la pantalla del televisor los gritos eran ensordecedores. Como pasó al minuto 34 cuando Martínez sacó una bola por la última línea para evitar un avance español.
Al cierre del primer tiempo, la comunidad unida por el cariño a Martínez aprovechó para darse un gustico. Coca Cola y unas tortillitas para picar y bajar el mal sabor del 3 a 0 ayudaron para encarar la segunda parte. Eso sí, el olor a arroz con pollo prometía que al final del partido todo iba a estar bien.
Pese a el ambiente de cariño, la frustración no se podía ocultar. La Sele no avanzaba, no atacaba, España le pasó por encima. Cayó el cuarto gol, el quinto, el sexto y el sétimo. ¡Qué dolor!
Al cierre del encuentro en el que Costa Rica tuvo una participación que dejó mucho por desear, Martha y sus amigas comenzaron mejor a repartir arroz con pollo acompañado por frijolitos molidos y fresco de té con limón. La comidita podía ayudar a bajar el mal trago del partido, aunque no para todo el país hubo gallito que aplacara la tristeza.