Como pocas veces en su carrera de entrenador, el técnico saprissista Hernán Medford la emprendió contra sus propios jugadores por la lluvia de expulsiones en los últimos partidos.
Cuatro futbolistas morados vieron la tarjeta roja en los pasados tres juegos del campeonato, en jugadas que Medford calificó de acciones “tontas”.
Las dos expulsiones del domingo anterior diezmaron al equipo tibaseño y lo dejaron a merced de Carmelita, que iba ganando 4-0 cuando el partido se suspendió al minuto 83 por un botellazo a un guardalíneas.
Fue la primera vez en 30 años que Saprissa perdía con semejante contundencia en su propia casa. El último descalabro de ese tipo ocurrió el 30 de mayo de 1976, ante Barrio México.
Medford anunció tras el partido una gran reprimenda para los futbolistas, y lo reiteró ayer, antes del entrenamiento vespertino de su plantel. “Hay que hablarle fuerte a los jugadores, no puede haber expulsiones así”, dijo.
Aparte del jalón de orejas, el club multa a los jugadores que se hacen expulsar innecesariamente.
Medford insistió siempre en que el regaño iba a ser bastante duro. Muy a su estilo. “Ellos deben estar diciendo ‘ojalá que no lleguen las 4 p. m.’ (la hora del entrenamiento). Si no es con ellos, ¿entonces, con quién me desahogo?”.
Bajas. Entre expulsiones, lesiones y la convocatoria de la Selección, el cuadro morado perdió muchas piezas de su defensa central.
Víctor Cordero viajó ayer a Suiza con la Tricolor; a Reynaldo Parks lo operaron el jueves y estará de baja un mes, y Gabriel Badilla deberá purgar al menos un partido de suspensión por la patada voladora al carmelo Kenny Cunningham.
Esto deja a la zaga tibaseña con Jervis Drummond como único central con experiencia, para el próximo partido, ante Puntarenas. Los otros son los jóvenes Jody Stewart, Daniel Arce y Rándall Porras.
Esta falta de bagaje en una zona tan delicada del campo no le preocupa a Medford. “Yo confío en todos mis jugadores”, aseveró.
El plantel tibaseño intentaba reponerse ayer del fuerte golpe que significó caer por goleada en su casa. El gerente Jorge Alarcón trató de buscarle una explicación metafísica al asunto. “Llamé a Rafa Ortiz (presidente de la Liga, que también se llevó una paliza) y le dije: “Como que nos está castigando Diosito por pelear tanto”.