Para el periodista Ufrán García, un veterano del periodismo que labora para La Nación, esta será la segunda vez en que verá a la Selección de Costa Rica luchar en octavos de final. La primera vez, en Italia 1990, tuvo un ingrediente especial que las nuevas generaciones no han saboreado: la Sele lo logró en su debut. Ni siquiera los expertos más connotados se hubieran atrevido a decir, aquella vez, que el equipo patrio alcanzaría los octavos de final.
Este es su relato:
Aquel 23 de junio...
Me desperté en la madrugada, muy de madrugada, por ahí de las dos. Y claro, de una vez se me vino a la mente el partido de la Sele. A lo sumo haría tres horas que me había dormido. Y soñé que ganábamos. Ahora faltaba poco para aquel juego histórico en octavos de Italia 90 contra Checoslovaquia. Ya no pude conciliar el sueño.
A esa hora no tenía con quién hablar. Eso es desesperante para un futbolero ansioso, con complejos de técnico y con la alineación definida. Quería compartir mi lista para oír reacciones. Necesitaba reacciones, pero inmediatas.
Diay, armé un monólogo.¿Qué me quedaba? 'Bueno -me dije-, es cierto que no va Gabelo, pero tenemos a Hermidio. Está desencanchado, lo sé, pero es bueno, va bien por arriba, va bien por abajo. Todo es que agarre la primera bola, para que caliente...'.
Esta era mi lista: Hermidio, Chavarría, Chunche y Flores en el centro, más Chaves en la defensa. Ramírez, Cayasso, Marchena y González, en la media. Medford y Jara para que corrieran como locos adelante.
Al fin el reloj marcó las 5 de la mañana y saqué el Corolla 73 del garaje, en medio de una nube de humo. Lo calenté y viajé entre estruendos mufleáticos -'está mal del platino', me advirtió un mecánico- de Cuatro Reinas de Tibás a la Panadería Villalobos, en San Juan, en busca de periódicos.
'¡Uy, es que ese Skuhravy es muy bueno! ¿Quién sabe si Hermidio estará atento para llegarle? ¡Pero ahí está Marchena! ¿Más bueno que Marchena por arriba? ¡Jamás, papá, jamás!', me decía de camino.
Comí muy poquito en el desayuno. No sentía hambre. Luego me fui a San José a hacer mandados, para matar el tiempo. '¡¡Columbia!!, decía la voz de Claudio Rojas por el viejo radio del carro. Poco más allá corría la aguja en el dial en busca de otras novedades, y entonces oía: ¡¡ Monumental!!, con Iván Silva Acuña.
-¿Qué crees, Ufrán?
-Diay..., un gol no es nada. Les hemos llegado. Yo creo que podemos hacerles algo.
Y volvió a machacar nuestro maco Skuhravy al 82.
Ya no me dolió. Quedé en silencio. El barrio también.
Entonces murmuré desde el fondo de mi alma: 'Tranquilos, muchachos, no se maten. Hicieron mucho. Estamos orgullosos de ustedes. La verdad es que hicieron mucho...'.