Como para el derrotado Lionel Messi en la final perdida el domingo en la Copa América Centenario, once metros separan la gloria y el infierno y son el nuevo desafío que afrontan con cierto temor los futbolistas que disputan la Eurocopa 2016, donde se anotaron apenas cuatro de los ocho penales concedidos, en algunos casos con final negativo para su selección, a imagen de Sergio Ramos en España.
El central del Real Madrid, que menos de un mes antes había alcanzado la gloria con su equipo en la final de la Champions League ante el Atlético Madrid en Milán (victoria 5-3 tras 1-1), pudo dar un golpe decisivo a Croacia cuando la historia estaba 1-1, pero su disparo al centro contenido por Danijel Subasic y el gol sobre la hora de Ivan Perisic mandó a la Roja al cuadro de la muerte.
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A los españoles les toca jugar los octavos con Italia, si pasa va contra Alemania en cuartos y si vuelve a ganar tendrá a Francia o hipotéticamente a Inglaterra. Un verdadero sendero del terror hasta la final de Saint Denis.
Allí, el rumano Bogan Stancu, en el partido inaugural contra Francia, pudo sobrellevar la presión de anotar desde los doce pasos ante 80.000 hinchas que lo abucheaban, pero no fue regla general en un ejercicio que "la responsabilidad siempre la tiene el que patea", explicó el gran atajapenales argentino Sergio Goycochea, subcampeón mundial en 1990.
Eso lo saben los jugadores, pese a que la responsabilidad la suelen tomar los hombres más renombrados y con mayor espalda, algo que no significa que lo haga el de mejor técnica.
Cristiano Ronaldo, quien coronó la 'Undécima' del Real Madrid con su penal en San Siro, se enfrentó a esa presión en carne propia en el Parque de los Príncipes de París para romper desde los once metros un duro duelo contra Austria. Minuto 79, récord en puerta (anotar en cuatro ediciones diferentes de Eurocopa), pero estrelló su tiro en el palo. El partido acabó 0-0 y la Selecçao terminó entrando por la ventana a octavos con un 3-3 frente a Hungría, en el cierre del grupo F.
"Cristiano no pudo dormir. Fui uno de los primeros en despertarme y él ya estaba de pie", reveló después su técnico Fernando Santos.
Los cracks también fallan. Y no hace falta hacer memoria, después de que Leo Messi mandara un penal a las nubes en la derrota de Argentina frente a Chile por penaltis en la final de la Copa América Centenario, en Estados Unidos, firmando su cuarta derrota en finales, que le llevó a renunciar a la Albiceleste.
Pareciera ser una presión insostenible, aún para las grandes estrellas del planeta fútbol. Han fallado Diego Maradona, Michel Platini, Roberto Baggio, Zico, Franco Baresi...
Si estos dioses del Olimpo futbolístico han errado, buena excusa pueden dar el central austríaco Aleksandar Dragovic, que falló ante Islandia (caída 2-1) y eso llevó a la eliminación de su selección (2-1). El germano Mesut Özil falló el domingo ante Eslovaquia cuando nada estaba decidido, pero por suerte para el armador del Arsenal después la Mannschaft liquidó el pleito (3-0) en Lille
Además de Stancu, los otros que sí marcaron durante los 90 minutos fueron el irlandés Robert Brady ante Francia en octavos (1-2), y por primera fase el checo Tomas Necid ante Croacia (2-2) y el islandés Gylfi Sigurdsson (1-1) contra Hungría.
"El jugador hace una serie de señas y movimientos antes de patear el penal, los cuales le permiten al portero predecir en 80% de los casos hacia dónde irá la pelota, al menos el palo", explicaba el físico Ernesto Blanco en la prensa uruguaya, tras hacer estudios y analizar el tema pues "la ciencia está en todo, también en el fútbol".
Entonces, ¿eso da ventaja al que patea?
"El arquero tendrá que reaccionar casi automáticamente para interpretar el movimiento y actuar", dice el experto, por lo que eso resta chances en medio de un juego psicológico entre arquero y jugador.