La historia recordará a Roberto Tyrrel Jessamy, fallecido el domingo pasado en su natal Panamá a los 63 años, como un personaje famoso y popular mientras jugó al futbol en clubes de su país y Costa Rica, donde dejó una estela de aplomo, seguridad, empeño y laboriosidad bajo los tres palos, que también trasladó a su vida familiar y laboral.
El deceso del exfutbolista, gloria de la Liga Deportiva Alajuelense, fue inesperado en su casa en el barrio El Cangrejo, en la capital canalera, pues de su enfermedad, un cáncer en la próstata, se encontraba estable. Ocurrió a las 11:30 a. m. de anteayer, cuando le sobrevino un fulminante ataque cardíaco mientras jugaba con uno de sus nietos.
"Mi esposo Roberto era un hombre sumamente callado, porque él no hablaba mucho para no molestar. Siempre fue muy responsable, estudioso y trabajador, tanto en el deporte como en su profesión de contador y auditor", expresó ayer, vía telefónica, su esposa, la costarricense Ana Cecilia Marín Alfaro, con la que estuvo casada 37 años.
Tyrrel comenzó en la actividad deportiva a la edad de 14 años, en 1950, en el equipo Don Bosco de Panamá. Costa Rica lo conoció cuatro años después siendo un arquero juvenil de la selección panameña, durante el I Campeonato Centroamericano y del Caribe de Futbol de la categoría, celebrado en San José, en diciembre de 1954.
Pero las miradas se centraron en una actuación inolvidable en la categoría mayor, que se presentó siete años después como guardatubos estelar de la formación canalera que vino aquí al X Campeonato Centroamericano y del Caribe, certamen ganado por Costa Rica al mando del español Eduardo Toba Muiño y con el espíritu goleador de Juan Ulloa.
Los dirigentes rojinegros lo convencieron para que se quedara en Costa Rica y fue así como fue contratado en el lejano 1961. Al cabo de 14 exigentes temporadas con el equipo de sus amores, la Liga Deportiva Alajuelense, hasta su retiro en 1974, Tyrrel fue considerado "un guardameta histórico" que dejó una huella imborrable en el país.
Buenos momentos
"Roberto Tyrrel fue un jugador de extraordinarios relieves en la historia del futbol alajuelense, un portero de notables condiciones y que defendió la puerta de la Liga, siendo un titular valioso", escribió el desaparecido Jorge Pastor Durán, en la revista Sol y Sombra.
La misma publicación lo recordó con admiración en 1970, cuando recién ganó el segundo de sus tres títulos con los erizos. Allí Tyrrel revivió su mejor recuerdo con el balón, cuando en esa misma temporada jugó de extremo derecho contra San Ramón y anotó dos goles a los poetas.
Para el historiador alajuelense, Armando Morux Sancho, Roberto fue el primer foráneo que contrataron los rojinegros en su dilatada trayectoria. "Fue el mejor futbolista extranjero en la historia del club y llegó a ser un as en el futbol costarricense", aseguró en su libro Memoria de Liga Deportiva Alajuelense, editado en 1995.
El periodista Javier Rojas González, director de Deportivas Columbia, comentó ayer que Tyrrel se ubica sin discusión entre los tres mejores guardametas en la historia de Alajuelense, junto a Carlos Alvarado y Alejandro González.
"Muchos porteros fueron a hacer una prueba sin éxito a la Liga, luego de que Carlos Alvarado se retiró tras la gira mundial en 1960. Pero Tyrrel fue su reemplazante natural, porque fue un arquero excelente, de buenos reflejos y rapidez de movimientos para jugar el área, debido a sus dotes de gran basquetbolista".
Cosecha familiar
Sus raíces panameñas también las cimentó aquí en el ámbito familiar, porque desde su boda en 1962 con Ana Cecilia Marín -una rubia josefina que se crió en tierras liguistas, formalizó un hogar que dejó tres hijos ticos y cuatro nietos.
A Panamá Tyrrel regresó en 1981, con toda su tropa consanguínea, después de 20 años de radicar y ganar admiración y respeto en Alajuela.
La superación fue su norte permanente. Su primer trabajo fue como chofer en Montecillos sin saber manejar y luego, tras concienzudos estudios universitarios, ascendió a puestos importantes en empresas costarricenses y panameñas, hasta pensionarse en 1998, a la edad de 62 años, según las leyes de su país.
"Roberto consideraba a Costa Rica como su segunda patria. Su sueño dorado era pasar su vejez en Alajuela, pero al sobrevenirle su enfermedad, quedó muy delgadito y no quería que lo vieran así", según dijo su esposa, al recordar su última visita al país en 1996.
Los funerales serán mañana a las 2 p. m., en Ciudad Panamá, a la espera de la llegada hoy de tres hermanas y un hermano de Tyrrel que viven en Nueva York (EE.UU.).