Desde aquella noche francesa del martes, 30 de junio, en que Michael Owen ridiculizó a José Chamot y dejó por el camino a Roberto Ayala para anotar el segundo gol de Inglaterra ante Argentina, el mundo del fútbol cree haber descubierto al heredero. Esto es, al futbolista capaz de eclipsar al propio Ronaldo.
Los ingleses, claro está, lo sabían desde hace tiempo. Pero, piratas al fin, mantenían oculto el tesoro.
La historia de Michael Owen, 18 años (nació el 14 de diciembre de 1979 en Chester, Gales), actual delantero del Liverpool y de la Selección Inglesa, es tan vertiginosa como sus piques hacia el arco rival. Y está invadida de nombres de equipos escolares y récords goleadores superados.
Desde los 7 años, este muchacho de pelo corto y mirada aún infantil, es el jugador mimado en cada equipo del que vistió la camiseta. El Mold Alexandra, por ejemplo, donde Owen inició su carrera goleadora, es hoy tan conocido como el Manchester United o el Derby County, de la Premier League. Es que allí, en la categoría de menores de 10 años, el delantero empezó a construir su fama actual
Howard Roberts, manager de aquel equipo infantil, acerca el primer recuerdo: "En un partido, Michael convirtió 9 goles. Y lo hizo en los primeros 20 minutos. A mí no me pareció justo hacia el otro equipo; entonces lo ubiqué como defensor por el resto del partido. ¿Sabe que hizo Michael? Se sentó en el borde del área a protestar porque nadie le daba un pase." En aquella categoría y en aquel campeonato, Owen marcó 34 goles en 24 partidos, y apenas unos meses después, al cumplir 11 años de edad, los clubes más prestigiosos de Inglaterra ya se habían interesado en él.
Modelo millonario
Hoy, apenas 7 años más tarde, Michael Owen concede sólo entrevistas grupales organizadas por Umbro (empresa que lo viste y con la que firmó un contrato de $5 millones para promover sus productos) como un modo de ordenar su vida y proteger su intimidad. Continúa viviendo en Hawarden, Chester, junto a su padre, Terry, su madre, Janette, dos hermanos y dos hermanas, en la misma casa familiar que lo vio crecer. Además, luego de regresar del Mundial de Francia y de su consagratoria actuación ante Argentina, el delantero prefirió refugiarse en la compañía de su padres y de su novia, Louise Bonsall, y pasar parte de sus vacaciones jugando 9 hoyos de golf con su padre, Terry, como adversario.
Terry Owen es una parte decisiva en la carrera de su hijo Michael. Papá Owen fue futbolista profesional; debutó en el Everton a los 18 años y luego pasó por varios clubes ingleses sin gran suceso. Pero su pasión futbolística se transmitió en la sangre. "Me gusta pensar que ayudé un poco en la carrera de mi hijo -cuenta Terry-. Pero su progreso se debe sobre todo a su fuerza mental. El nació con habilidad e hizo un buen uso de ella."
Así como su hincha número 1, Terry Owen es también el crítico más agudo de su hijo. Pero no con gritos o reproches. Papá Owen prefiere el camino del silencio. Cuando considera que Michael no jugó un buen partido, pasa horas -e inclusive días- sin hablarle. Así, Michael Owen recuerda que, luego de que su equipo, el Liverpool, perdiera 1-0 ante el Derby County en la última fecha de la temporada anterior, viajó invitado por Umbro a Italia como la estrella de la presentación de los botines que vestiría en el Mundial de Francia (para quienes gusten de estos datos, Owen calza 6 y 1/2, igual, por ejemplo, que Roberto Carlos), pero sin el saludo de despedida de su padre, enojado por su floja actuación en el partido final del campeonato.
Pero el futbolista Owen de hoy no está lejos del niño Owen que asombró a todos en su etapa escolar. Luego de jugar para el Mold Alexandra, el delantero fue invitado para una prueba en Deeside Primary School. Jugó apenas unos minutos, pero fue elegido para el equipo de menores de 11. Tenía solo 8 años. En una temporada en el Deeside, Owen marcó 73 goles y superó el récord del histórico Lan Rush, que había marcado 72 jugando para Anfield.
Escuela de talentos
Los ingleses, para quienes las escuelas hacen el papel de divisiones inferiores y llevan estadísticas aun de las menores, ya lo comparaban con los más grandes y soñaban con su llegada a la primera división. Otra vez Howard Roberts, su manager en infantiles, es quien recuerda: "Obviamente Michael tenía un gran estilo. Y cuando él corría con la pelota, parecía un bailarín. Yo lo he visto correr 40 yardas con la pelota, y uno no sabía en que momento la tocaba. Siempre supo llevar el balón a la distancia justa para que nadie se lo quitara y para llegar primero."
Otro entrenador, de nombre Jonathan Owens, lo describió con certeza: "Michael es un joven que anota goles de adulto." Y al pedírsele que lo compare con el jugador consagrado de hoy, no duda: "No ha cambiado nada de nada. Hace lo mismo que cuando era un chico. Sus piques, su instinto para saber por dónde llegar al gol, todos los movimientos son los mismos... Podría mostrar vídeos de Michael a los ll años haciendo las mismas cosas que ahora. La única diferencia es que hoy las hace más rápido y mejor..."
Esa capacidad para realizar todo mejor lo llevó a debutar en la primera división del Liverpool en mayo de 1997, a los 17 años de edad, y conseguir el gol de su equipo en la derrota 1-2 ante Wimbledon. Pero no solo eso. A los 18 años, y al ingresar como titular en el partido que Inglaterra perdió ante Chile 2-0 en Wembley, se convirtió en el jugador internacional inglés más joven de la historia. Como se ve, demasiados récords para un jugador normal.
Sus características técnicas no son habituales. Tampoco su mentalidad es habitual. "No creo que nadie esté feliz sentado en el banco de suplentes -afirmó antes del Mundial al ser convocado-. Cuando empecé en el Liverpool no me ponía contento ser suplente. Y cuando me llamaron para la Selección, tampoco estaba feliz con ir al banco. Creo que uno nunca puede estar satisfecho como jugador a menos que forme parte de los ll titulares."
Es que un jugador tan joven y de físico pequeño (Owen mide menos de 1,75 metros) debe apoyar su éxito en algo más que sus condiciones técnicas. Esta claro que su fuerte está en su cabeza. "A veces uno ve un defensor y piensa: `Sí, este es un tipo fuerte.' Pero uno no se dice a sí mismo que un defensor es demasiado grande, o demasiado fuerte, o demasiado rápido. Cuando veo un defensor más grande que yo pienso: `OK, él no puede girar tan rápido como yo lo hago'."
Y su personalidad no solo se demuestra en sus palabras. El penal que Michael Owen pateó en la definición ante Argentina, en octavos de final de una Copa del Mundo, con una precisión y una maestría poco común, también lo definen como un futbolista distinguido. "Creo que si uno quiere ser futbolista profesional, le deben gustar las responsabilidades. Uno tiene que querer patear los tiros libres, los córners, los laterales, todo..." Todo. Michael Owen es capaz de hacerlo sin siquiera pestañear.
Desde aquella noche francesa en que José Chamot casi fractura su cadera, víctima de la habilidad y velocidad de Michael Owen, ningún jugador provocó tanto impacto.
Jorge Valdano, capaz de definir con jalabras tan bien como Owen con los pies, lo dijo mejor que nadie: "Es hermoso ver la aparición de un joven talento. Michael Owen tiene carisma para seducir, incluso, al portero rival."
Así de sencillo. Así de electrizante. Así es Michael Owen...
(Reproducido con autorización de la revista argentina El Gráfico).