Vivir con pasión es la única forma de existir que conoce Orlando Torres Guerrero. Tiene 77 años, pero parece que ha vivido muchas vidas. Fue futbolista y goleador, trabajó como policía militar, también se dedicó al comercio, enseñó nuestras tradiciones en escuelas, colegios y universidades y como si todo eso no fuera suficiente, ha dedicado 50 años de su vida a uno de sus proyectos más personales: la Estudiantina La Unión de Cartago.
Su rostro se ilumina cada vez que habla de esta agrupación, la cual fundó como un coro el 23 de agosto de 1971 con integrantes de su núcleo familiar y por la cual ya han pasado más de 1.000 personas a quienes también considera como parte de su familia.
Y es que ser músico lo trae en la sangre. La historia de este hombre empieza en Tres Ríos, lugar donde nació, una localidad llena de arte y donde él mismo asegura que de cada 100 personas, hay 90 que son músicos. “Yo soy músico por parte de mi mamá que tocaba guitarra, ella era la que le llevaba serenatas a mi papá”, recordó Torres.
Su amor por la música nunca ha disminuido. Asegura que casi todos los días saca uno de sus acordeones y se dedica a tocar algunas de sus canciones favoritas como Amor de temporada, lo cual lo hace inmensamente feliz.
Seguirá haciendo música mientras pueda.
Talento y empeño
De joven también exploró con éxito otra de sus grandes pasiones: el fútbol. Jugó con equipos de Cartago, Guadalupe y El Carmen. “Yo era delantero y fui goleador durante tres temporadas seguidas, cuando anoté 43 goles”, rememoró.
Era tan bueno en la cancha que incluso llegaron a buscarlo para que firmara con el equipo de Barrio México. “Antes los contratos eran para toda la vida y ya me habían aconsejado a mí que no firmara nada, así que me retiré muy joven y me dediqué a la música y a que mis hijos aprendieran sobre ella”, explicó Torres.
Otra de sus facetas fue como policía militar allá por la década de los 60, donde le tocaba patrullar la capital, acompañar a figuras del gobierno e internarse por semanas en territorios inhóspitos para detener cualquier actividad ilegal. “Éramos policías muy respetados, cuando caminábamos por San José, nadie se atrevía a pasar en medio de nosotros”, narró este espigado hombre que mantiene una gran figura y muy buena salud.
“Estoy entero porque yo me cuido, yo no soy vicioso. Los músicos siempre se ha creído que son mujeriegos, viciosos y bueno, yo no soy así, la única novia que he tenido fue mi señora y mis hijos me quieren bastante, estoy bien con ellos y me cuidan bastante”, afirmó.
Aún cuando era miembro policial, la música siempre siguió teniendo un lugar preponderante en su vida. “Así fue como se me ocurrió la idea de formar la estudiantina. En la Fuerza Pública había una rondalla, pero un día que vigilábamos el parque Central vi que se presentaba una estudiantina y de inmediato pensé que tenía que hacer algo así. Yo ya tenía el coro pero necesitábamos incorporar guitarras, mandolinas y el acordeón”, afirmó.
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Sin embargo, sus labores como oficial y en especial los patrullajes fuera de casa era algo que al otro gran amor de su vida no le gustaba que hiciera: su amada esposa, Rita Flores Cordero, quien le suplicó que dejara ese trabajo porque lo mantenía alejado. Él, que vivía por ella, la complació.
“Ella fue el amor de mi vida, fue la única novia que tuve. Estuvimos juntos 51 años, fuimos el uno para el otro, hasta que se me fue hace cinco años”, manifiesta con un dejo de nostalgia en su mirada, pero complacido de haber compartido en las buenas y en las malas con su alma gemela.
Don Orlando afirma que sin su esposa no hubiera logrado todo lo que alcanzó en la vida. “A mí señora le gustaba la música, pero no cantaba. Ella era el brazo derecho mío, si venía gente de Panamá, Nicaragua o Honduras ella les cocinaba, ella era la que se encargaba de todo y de vigilar que todos estuvieran bien y les llevaba la comida hasta donde estuvieran”, relató.
Tras su salida del cuerpo oficial, este cartaginés se dedicó al comercio y junto con unos socios abrió el Almacén de Licores de La Unión, e incluso de sus ganancias personales siempre tomó algo para dedicarlas a fortalecer a su querida estudiantina.
Mi esposa, Rita Flores, era como mi brazo derecho. Fue la única novia que tuve y estuvimos juntos por 51 años. Sin ella no hubiera alcanzado nada de lo que hice y de lo que falta por lograr”
— Orlando Torres Guerrero, músico y fundador de la Estudiantina La Unión
“Como trabajaba en el almacén, siempre veía cuál compañía nos podía ayudar y nos dedicábamos a enviar cartas para patrocinios y muchas nos respondieron”, recordó.
Aunque el negocio era una pieza clave para fortalecer el proyecto de la estudiantina, don Orlando también sentía que le restaba tiempo para de hacer lo que más le apasionaba que era la música, así que un día decidió vender sus acciones del comercio y así dedicarse tiempo completo a la agrupación.
“Gracias a Dios, el dinero nunca nos ha faltado”, reconoce Torres, quien también ha dado clases de música y folclor en escuelas, colegios y hasta en un prekinder. “En la UCR nunca me han pedido papeles para dar clases porque ya me conocen”, contó este hombre quien ha dado cursos de bailes folclóricos, entre otros, en ese centro de estudios superiores.
Evolución
La Estudiantina La Unión nació como un coro integrado principalmente por familiares de don Orlando, y algunos vecinos de Dulce Nombre y Tres Ríos. Él empezó tocando el acordeón y luego uno de los primos empezó a tocar la guitarra. “Éramos un montón de chiquillos que cantaban y luego papá nos impulsó a todos a llevar cursos de guitarra y después se incluyeron las mandolinas, el contrabajo y la percusión”, relató Yolanda Torres, una de las hijas de Orlando y Rita, y quien, comocasi toda la familia, ha formado parte del grupo.
La estudiantina se diferencia de otras agrupaciones como coros y rondallas en el hecho de que incorpora toda clase de instrumentos musicales desde guitarras hasta mandolinas y, además, está integrada por hombres y mujeres. Sus orígenes se remontan a España, cuando los estudiantes echaban mano de sus talentos para obtener algún dinero, comida o estadía o bien para declarar su amor.
Conforme la agrupación empezó a ganar renombre, cada vez eran más los interesados en formar parte de este proyecto, por lo que don Orlando tuvo que empezar a hacer audiciones a los que querían participar.
“Papá les hacía pruebas cuando ensayábamos en la antigua escuela de Dulce Nombre donde nos prestaban un aula. Ahí escribía las canciones en la pizarra y todos teníamos que aprendérnosla y luego iba borrando la letra como un profesor y si no pasaban la prueba no podían ser parte de la estudiantina”, recordó Yolanda, quien aseguró que su progenitor siempre se caracterizó por ser muy estricto para asegurarse de la calidad del grupo.
Según don Orlando gracias a este riguroso empeño es que se alcanzaron tantos logros, incluido el 50 aniversario. “Es que tenían que ser buenos y hacer buenas presentaciones porque a veces hasta nos presentábamos 12 veces en cada viaje . Conocemos Costa Rica al revés y al derecho y después viajamos a parte de Centroamérica, de Panamá nos están llamando todo el tiempo para que vayamos, Honduras y Nicaragua fueron los primeros viajes”, explicó el septuagenario.
Debido que desde un inicio se propuso no cobrar “ni un cinco por ninguna presentación”, entonces recurrieron a todo lo que se les ocurrió para financiarse, desde rifas, hasta ventas de discos, pues su objetivo no era ganar dinero sino poder llevar nuestras tradiciones por todo el territorio nacional y fuera de este. También resaltó el apoyo de empresas grandes como Pozuelo, Coca Cola y Cervecería Costa Rica, el cual fue fundamental para atender a los grupos que traían del exterior para festivales y para intercambiar conocimientos, así como gastos de uniformes e instrumentos musicales, entre otros.
50 años y más
Este aniversario no podía ser ignorado y don Orlando se vio inundado de felicitaciones y múltiples mensajes que le recordaron la importancia de su legado, ya que con su labor no solo contribuyó a mantener vivas las tradiciones de nuestro país sino también a guiar a cientos de jóvenes por el camino correcto.
Con sus voces, instrumentos y bailes, don Orlando ha recorrido -literalmente- toda Costa Rica y hasta fuera de nuestras fronteras, llevando nuestras canciones, bailes y costumbres de la mano de su querida estudiantina, la cual tiene la distinción de patrimonio cultural del cantón de La Unión.
Con la astucia que lo caracteriza, don Orlando afirma que nunca pensó en alcanzar los 50 años con este proyecto porque afirma que “uno siempre se imagina más”. “Cuando trajimos a grupos de España, Honduras, Panamá para un festival que se hizo en Tres Ríos centro, los traje para aprender, pero después ellos más bien me admiraban a mí”, confesó con una sonrisa rebosante de humildad
Este vigoroso hombre siempre ve hacia adelante y pone la mirada en lo que falta por recorrer. “Ya tenemos 50 años y un día (dijo el día después del aniversario). Jamás creí que iba a llegar yo a los 50 años. También se debió a que metí a mucha familia y eso fue lo que me salvó porque la gente de afuera llegaba y cantaba pero a veces me preguntaban porque yo no cobraba, y el que me decía eso lo quitaba porque nosotros trabajamos por puro amor y cariño”, reflexionó.
Don Orlando siempre se esforzó por incorporar las canciones costarricenses en el repertorio de la estudiantina, algo que no era muy común en sus inicios ya que agrupaciones similares interpretaban en su mayoría canciones de España. “Él nos decía que teníamos que tocar las canciones de acá y nos hizo llevar un curso de bailes típicos y a otros a tocar la música para no solo llegar y poner un disco en las presentaciones y bailar”, recordó Yolanda.
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Según explica la hija, desde antes de la pandemia y aún más luego de la crisis sanitaria se les ha dificultado realizar ensayos, dado que algunos lugares les han cerrado las puertas.
“Por el asunto de la pandemia y por ser un adulto mayor, había que protegerlo, entonces él estaba muy triste porque fueron muchos días sin ensayar y decía que le hacía mucha falta porque tras de que no podía salir tampoco se podía cantar porque la saliva se esparce más. Entonces nos reunimos los hijos, hermanos, esposos y nos reuníamos porque no podía venir todo mundo”, afirmó Yolanda, quien también toca la mandolina.
Eso sí, con motivo de los 50 años realizaron una celebración virtual en la que hicieron un brindis y don Orlando se inundó de mensajes de cariño y felicitaciones por medio de un grupo de WhatsApp.
“Creo que estamos rompiendo un récord porque no hay otra estudiantina que haya llegado a los 50 años. Estaba la de la UCR y la del Tec, pero no llegaron”, aseguró don Orlando.
Uno de sus nietos le montó un video con los 84 primeros saludos que le llegaron y pasó más de una hora viendo las felicitaciones mientras seguían entrando más mensajes.
“Viera cómo se siente uno, de recibir saludos tan afectuosos de gente que tenía añales de no saber nada, hasta un muchacho que está en Australia y ver toda esa gente enviando saludos fue muy emotivo”, aseguró.
Legado imborrable
Don Orlando tuvo cinco hijos con su esposa Rita y ahora tiene 11 nietos y tres bisnietos. “Ya hay un bisnieto que hasta ya fue a Panamá a tocar conmigo y hay uno pequeño que se llama Matías y que tiene dos años y que yo le veo que va a ser tremendo para la música, siempre quiere que le baje la guitarra pequeña y que le ponga el radio para oír música”, relató entre sonrisas.
Las celebraciones para este ilustre caballero seguirán el próximo 10 de setiembre, cuando la Casa de la Cultura del cantón lo nombre como uno de los hijos predilectos de La Unión en una ceremonia que hará por primera y en la que se develará su foto junto a otros cinco distinguidos nombres.
A veces pienso que tengo que bajarme porque me siento muy elevado con tantas felicitaciones, pero para mí el que toca, canta o baila vive feliz. Para mí, la música es lo más importante.
— Orlando Torres Guerrero, músico y fundador de la Estudiantina La Unión
“A mí me llena mucho de satisfacción saber que he hecho algo por mi país, porque cuando salimos de nuestras fronteras vamos representando a Costa Rica. Ahí no es solo el nombre cantón, es todo el país, se siente uno muy agradecido”, resaltó don Orlando.
“Han pasado más de mil personas y lo que más me gusta es que muchos ahora son doctores, enfermeras, ingenieros y más. También hay varios que se ganan la vida como músicos. Y todos ellos pasaron por acá y me recuerdan a mí y siente uno muy bonito, porque ayudé a esa juventud a que no se metiera en drogas ni alcohol y todo ese montón de cosas”, resaltó don Orlando.
A la par de su casa, en Dulce Nombre, construyó una sala que sirve para guardar miles de recuerdos pero también para ensayar. Es casi como un museo lleno de fotos que muestran todo el aporte de don Orlando y los integrantes de la estudiantina.
Para él, la música es vida y por eso espera seguir haciendo lo que más le gusta hasta que el cuerpo se lo permita. “Yo seguiré comprometido con esto, y espero seguir por otros 50 años, ¿le parece mucho? No, lo que Dios quiera, pero yo quiero seguir y ahí tengo a mis hijos y a mis nietos que tienen esa semillita sembrada. Ellos son los que tienen que seguir adelante, no es que yo ya haya terminado pero no se sabe qué va a pasar. Pero si yo estoy bien a los 95 años yo voy a seguir adelante”, concluyó.