El mundo está lleno de buenas intenciones, pero Víctor Carmona no se conforma con eso. Sabe bien que los deseos no alcanzan cuando se trata de proteger a sus amadas tortugas lora.
Entonces Víctor, un buen día, comenzó a idear un plan para darles refugio.
Nacido en el hospital de Quepos, pero residente de toda la vida de playa Bandera, en Parrita, este hombre de 39 años tuvo la fortuna de nacer en una tierra privilegiada, que por gracia de la naturaleza las tortugas lora han escogido para desovar a lo largo del año.
Por ese motivo Víctor, sin pretenderlo, se convirtió en todo un héroe, un protector que enfrentó a los saqueadores de huevos para evitar que acabaran con las tortugas.
“En todas estas playas de Parrita anidan las tortugas y toda la vida desde que estoy viviendo aquí siempre he visto la anidación y todo su proceso”, relata este padre de dos hijos, quien desea que sus descendientes puedan vivir, en carne propia, lo que él experimentó al convivir de cerca y con respeto al lado de estas hermosas criaturas marinas.
Precisamente, debido a esa cercanía, Víctor siempre las sintió como parte de su existencia. Le preocupaba en demasía el daño que le causaban los ladrones de huevos al porvenir de estas tortugas, que son indispensables para el mantenimiento saludable de los océanos y están en peligro de extinción.
Su labor llamó la atención de Vida Pura Producciones, compañía audiovisual que convirtió a Víctor en uno de los protagonistas de Costa Rica Tierra de Tortugas, un documental que busca visibilizar su trabajo desinteresado en la conservación de estos seres.
“Aquí pasa un problema, y es que hay muchos saqueadores y no iba a haber más anidación si todo se lo robaban. Íbamos a llegar a un momento en que ya no iban a existir las tortugas que, de por sí, están en peligro de extinción. Entonces dije que por qué no hacíamos algo bonito para el ambiente, además de jalar turismo”, relató.
En medio de sus reflexiones, que parecían más preocupaciones que otra cosa, un día se topó con un joven de la zona que “sembraba” los huevos de tortuga para luego liberarlas recién nacidas. De inmediato se apuntó a ayudarlo, pero ese era solo el inicio.
“El muchacho recolectaba los huevos y los sembraba en la playa, al frente de la propiedad que él cuidaba. Cuando las liberaba yo iba a ver y ayudar en lo que pudiera”, recordó.
Sin embargo, muy pronto se dio cuenta de que él podía hacer algo más que solo colaborar. “En el 2018 me dije: -por qué yo no lo puedo hacer y ayudar también en esa causa-. Así fue cómo comencé”.
Acción, no palabras
Sin ningún tipo de formación técnica, Víctor se propuso crear su propio proyecto para cultivar los huevos de las tortugas lora y devolver al mar a las criaturitas tras su nacimiento. Reconoce que, en sus inicios, no sabia casi nada al respecto, pero juró que eso no lo iba a detener.
“El primer año, como no sabía hacer nada, empecé a ver videos de YouTube. Allí pude entender un poquito más cómo funciona un vivero”, recordó.
Técnicamente, un vivero es un área cerrada donde los nidos de las tortugas marinas son protegidos y monitoreados durante todo su proceso de incubación, hasta lograr su liberación.
Poco a poco fue tomando forma el proyecto. Incluso, en algún momento, Víctor tuvo que poner parte de su propio dinero -que tampoco le sobraba-, para echar a andar esta noble causa. Más adelante, por suerte, encontraría aliados que le tenderían la mano para realizar su labor.
Actualmente Víctor combina sus labores en el vivero, que incluye cuidar que nadie se vaya a robar los huevos, con su trabajo como encargado de mantenimiento de una casa vacacional, propiedad de un estadounidense.
“Aparte de eso trabajo en lo que haya, a veces tengo trabajo y otras no, entonces me dedico a la propiedad”, relató desde su amada playa Palma, nombre original de la que ahora se conoce como playa Bandera.
En el área de la playa, ubicada frente a la casa, fue donde decidió establecer su vivero.
Desde entonces explora la playa en busca de nidos de tortuga, con el objetivo de recuperarlos antes de que lleguen los saqueadores. Luego los transporta hasta el vivero, donde los siembra con cuidado a la espera de su nacimiento y posterior liberación.
Con el nombre de Vivero de Tortugas Playa Bandera, este generoso proyecto se ha convertido, según confiesa, en toda una misión familiar, la cual comparte con su esposa, Guiselle Quiros, y sus hijos Génesis, de 12 años, y Thiago, de dos años, en donde cada uno aporta lo que puede.
“Mi trabajo consiste en salir cuando es temporada de tortugas unas dos y hasta tres horas por noche con mi foco y mi bolso. Así patrullo la playa, que tiene cinco kilómetros de largo”, explicó Carmona.
No es una tarea sencilla. Su patrullaje nocturno por playa Bandera implica recorridos de hasta 20 kilómetros diarios en un ir y venir por la arena, en busca de nidos en peligro. Una tarea agotadora por la que no recibe ninguna remuneración económica.
Cuando encuentra huevos, Víctor los cuida durante unos 45 a 65 días hasta que nacen y son posteriormente liberadas.
Gracias a su esfuerzo, Víctor se logró comprar un cuadraciclo, que sin duda le ha facilitado su labor altruista para la protección de estos animales. Al caer el sol es posible verlo montado en el vehículo patrullando la playa, una y otra vez.
Una mano necesaria.
El trabajo desinteresado de Víctor Carmona y su amor por las tortugas pronto atrajo a otras personas interesadas en el proyecto.
Por ejemplo, la Asociación de Empleados de Intel (Asintel) le donó una malla para que proteja el área donde se ubica el vivero, con el objetivo de evitar que los ladrones ‘se aprovechen de su nobleza’ y, más bien, obtengan los huevos con mayor facilidad para su posterior venta ilegal.
De igual forma, Victor recibe donaciones de guantes, gasolina para el cuadraciclo que utiliza para su patrullaje nocturno y para cualquier reparación que necesite el vehículo, entre otras ayudas.
También, la estructura del vivero captó la atención de representantes del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), organismo adscrito al Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), quienes se acercaron para averiguar de qué se trataba aquella armazón.
“Como medio año después de haber empezado llegó la gente del Sinac a preguntarme qué estaba haciendo y si tenía permiso. Ellos, en vez de pararme con todas las de la ley, que hubieran podido, porque no tenía ningún permiso, más bien empezaron a ayudarme no solo con las autorizaciones, también con charlas y así fue cómo empecé”, relató el puntarenense.
Ya para el año 2019 contaba con todos los avales correspondientes y, además, un biólogo del equipo de guardacostas empezó a ayudarle con capacitaciones sobre cómo se maneja un vivero como el que él construyó.
Gracias a su labor, Víctor considera que se ha logrado visibilizar más esta exuberante área de nuestro país, ubicada unos diez kilómetros antes de llegar al centro de Parrita. Allí, según él, cada vez llegan más turistas nacionales y extranjeros para ver la anidación de las tortugas.
“Por eso hay que protegerlas, hasta ahora es que se escucha más de esta zona y vienen más a visitarnos”, destacó este entusiasta hombre, que confía en que su labor siga convirtiendo este lugar en un sitio de mayor interés turístico y, por tanto, beneficie más a los pobladores y comerciantes locales.
“En este momento mucha gente ya está conociendo esta playa porque saben que hay un proyecto de liberación de tortugas. Se están motivando y los niños también, viera qué bonito cómo están de motivados para seguir adelante”, afirma con la ilusión de una labor cumplida, aunque es consciente de que es una tarea de nunca acabar.
Hombre valiente
Con orgullo, Víctor comparte que desde que inició, en el 2018, ha logrado liberar 23.500 crías de tortugas lora. Todas ellas han logrado llegar al mar y seguir su ciclo natural de vida.
Pero aunque esta labor lo hace muy feliz, sabe que tiene muchos retos por delante y las preocupaciones no faltan.
Para él, uno de los aspectos más difíciles de su labor como protector de tortugas es el enfrentarse a los saqueadores, que están siempre alerta de lo que hace y deje de hacer.
Aunque afirma que no siente temor, sí está consciente de los peligros a los que se enfrenta. “Yo siempre salgo y uno no sabe si puede llegar el momento, pero yo confío en Dios. Siempre trato de hablar con la gente y evito meterme en problemas, de momento no ha pasado nada y espero seguir así sin ponerme de enemigo con la gente”, resalta.
Víctor, además, acepta que tiene sentimientos encontrados con la actividad ilegal que realizan algunos saqueadores de huevos.
“Hay casos de todo. Hay personas que con la pandemia se han puesto a recolectar huevos para poder subsistir, pero hay otra parte que no. Entonces uno dice que si es para un bienestar y para llevar dinero a la familia pues pasa, pero para la otra gente, que es por el vicio o drogas nada que ver. Pero yo no me meto en enredos con ellos porque no quiero tener problemas”, explicó.
Para Víctor no existe mayor recompensa que ver la alegría en los rostros de los más pequeños y la felicidad en la gente, en especial, quienes nunca ha vivido la experiencia de ver la liberación de las crías de tortugas.
“Les provoca una gran alegría cuando ven esto y espero que en el futuro esos niños sigan adelante con estos proyectos”, confiesa.
“Los turistas que vienen siempre me dan las gracias y me dicen que ‘Dios lo bendiga’, y eso lo motiva a uno a seguir adelante, así como la amistad que ellos tienen con uno. La verdad somos muy queridos en la zona”, agregó.
Poderoso documental
Si quiere conocer más sobre Víctor y su trabajo en la protección de tortugas lora, puede observar el documental Costa Rica Tierra de Tortugas, de Vida Pura Producciones.
El audiovisual está disponible para su alquiler en la plataforma de streaming LifemediaGo y tiene un costo de $5.28 (unos ¢3.300) por el cual podrá observarlo junto a sus familiares y amigos por un espacio de 24 horas.
El documental, que es dirigido por Michael Muñoz y Mariel López, tiene una duración de 44 minutos y cuenta con una fotografía impresionante que destaca las bellezas naturales de Costa Rica.
Asimismo, el documental muestra el trabajo de la comunidad de Ostional, donde se ubica el Refugio Nacional de Vida Silvestre Ostional, el segundo lugar en Costa Rica donde llegan más tortugas a desovar.
Entre las principales amenazas que enfrentan estas criaturas marinas se encuentran la pesca de arrastre, la contaminación de los mares con plásticos y microplásticos, el saqueo de los huevos y la venta ilegal de carne de tortuga.
Playa Bandera recibe en promedio 500 tortugas por temporada, aunque la anidación solitaria se presenta a lo largo del año. En promedio cada tortuga anida unos 110 huevos.
Según revela el filme Costa Rica Tierra de Tortugas, el 90% de las tortugas vuelven al lugar donde nacieron para reproducirse y depositar sus huevos. Y ahí valiente estará Víctor y su generosa familia, esperándolas para salvarles la vida.
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