Adolfo Chaves Jiménez está en la cima de una alta edificación de concreto. Ve hacia abajo y aunque las piernas le tiemblan del temor, sabe que está bien estar ahí. Dominó su mente y hoy no teme a las alturas. Detalle vital para un astronauta.
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Adolfo Chaves Jiménez es un hombre jovial. Vosea y se ríe recordando anécdotas, a veces suena sofisticado, aunque sus palabras revelan a una persona agradecida y sencilla. Hace más de tres décadas, cuando era un niño, se ilusionó con viajar al espacio. Las imágenes de la tele y los dibujos de astronautas acompañados de cohetes lo pusieron a soñar y a fantasear, como a cualquier chiquillo, en “lo chiva” que sería viajar fuera de la Tierra. Solo que en su caso el sueño fue indeleble.
Adolfo es hijo de un químico, don Adolfo Chaves, ya fallecido, y de una trabajadora social, doña Mirna Jiménez. Creció entre libros y siendo guiado por sus padres, quienes incentivaron los gustos de su hijo mayor; luego llegaron Marianella y Lucía, sus hermanas menores. Si bien en la vida del niño había lectura y concentración, también estaban las mejengas, carreras en una finca hasta árboles para bajar frutas e incluso la experiencia de ir a coger café en su natal San Ramón, actividad que le dejó unos cuantos colones que sirvieron para comprar, con su propio dinero, un libro sobre aviones que aún conserva en su apartamento, en Curridabat. Al final, todo lo llevaba a volar, a despegar los pies del suelo.
En su cuenta de Instagram, Adolfo tiene más de un centenar de fotos sobre los lugares que visita. Es aficionada a correr y también a conocer. Cuando no anda explorando un rincón de Costa Rica, país en el que cree y al que le tiene devoción, está subido en un avión para viajar a otras latitudes, sea como turista o para hacer alguna especialización académica. Cuando está por despegar, sus ojos se cierran para imaginar que quizá esa sensación multipliacada a la diez es la que se debe sentir cuando se aborda a un cohete. Volvemos al espacio: con Adolfo todo conduce hacia las estrellas.
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A finales de setiembre del 2020 se anunció que otro costarricense viajaría en una misión al espacio exterior; el físico Franklin Chang Díaz fue el primero. Esta vez se trata de un hombre de 40 años: Adolfo Chaves Jiménez, un ingeniero electrónico y doctor en sistemas especiales.
Adolfo será, en una fecha que aún no se publica, uno de los cuatro astronautas que viajarán en la primera misión latinoamericana, junto con un ecuatoriano, un mexicano y una estadounidense de ascendencia latina.
En esta oportunidad, él y sus compañeros realizarán un viaje suborbital, en el que explorarán “los inicios del espacio”.
El vuelo será de unos 15 minutos y cruzarán la Línea de Kalman, a una altitud de 100 kilómetros sobre la superficie terrestre, la línea en la que se considera inicia el espacio exterior.
Pero para que Adolfo viera su sueño infantil cumplido, pasaron varias décadas en las que cada decisión fue tomada pensando en la exploración espacial. Hubo mucho estudio, trabajo gratuito y sacrificios personales. Él los menciona porque se le preguntan, pero se expresa como una persona plena y convencida de que todo ha valido la pena.
Se siente realizado. Cuando corre y escucha Pink Floyd o Queen, a veces su conciencia no pone atención a la lírica y se le cuelan pensamientos relacionados con el futuro, porque si hay algo a lo que le teme Adolfo, olvidando las alturas, es a no hacer todo de lo que es capaz; le asusta llegar a conformarse, por eso cada día, aunque diferente, se dedica a lo que le satisface y eso implica ver videos espaciales o relacionados con aviones en su tiempo libre.
Por encima podría creerse que ha vivido una vida “monotemática”, pero entre coordinar el laboratorio de Sistemas Espaciales del Instituto Tecnológico de Costa Rica, en Cartago; formar parte del proyecto Irazú, que puso en órbita al primer satélite centroamericano; dar clases en la escuela de ingeniería electrónica, y haber tardado un año resolviendo un ejercicio gramático para su tesis, la vida que parecería llegar siempre al mismo punto esta colmada de retos y satisfacciones.
Él vive como quiere vivir, a sus 40 años está dónde quiere estar gracias a que regó y alimentó un anhelo que quizá inquietó levemente a más de un niño que imaginó y hasta se vistió de astronauta. Adolfo lo hará y le ilusiona en sobre manera llevar bordada la bandera de Costa Rica, un país en el que cree. Incluso, recientemente participó en la presentación del proyecto de ley que busca que en Costa Rica se cree una agencia espacial. Dice que quiere que muchos vivan lo que él vive, lo que le queda por experimentar y más.
Adolfo es de respuestas rápidas, como si de antemano supiera las preguntas que le van a realizar.
"Creo que todas las personas se pueden comer el mundo de maneras diferentes. La gente sucumbe al miedo. La gente vive con miedo toda su vida. Vive de manera en la que piensan que sobrevivir es lo importante y al final eso para qué.
“A veces la gente cree que la razón de vivir va a llegar como una carta y no se dan cuenta de que uno decide darle la razón a la vida”, afirma.
El proceso de un astronauta
Adolfo se expresa con celeridad y aunque hable lleno de conocimiento, su forma de comunicarse lo hace ver como una persona emocionada más allá de una que quiere lucir sus saberes, los que admite tienen su grado de dificultad pero que pueden ser aprendidos y ejecutados por cualquiera que lleve una carrera técnica.
“La ingeniería espacial tiene el cliché de que es difícil, pero creo que cualquier carrera técnica puede llegar a esos niveles de dificultad, dependiendo de la profundidad en la que se entre. Para mí representó un esfuerzo grandísimo, entré a un doctorado y tenía que aprender fundamentos que no había aprendido. Pero solamente al sentirme ahí uno tiene vocación de algunas cosas”, dice.
Se formó en educación pública: desde la escuela hasta la universidad. Sobre el estereotipo alrededor de la inmensa inteligencia que debe tener un científico o alguien que pueda viajar al espacio, Adolfo cuenta que nunca fue el mejor promedio en sus clases. No quiere decir que tuviera malas calificaciones, sino que se concentraba en aprender lo suficiente y también instruirse por sus medios.
"Siempre quise dedicarme a la ciencia. Ser científico de verdad. Amaba el área espacial, tanto que hubiera estudiado ingeniería espacial pero no existía. Empecé ingeniería electrónica porque era de lo que me generaba interés aprender. Me gusta crear, hacer. Me gusta sacarle el jugo a la vida. Hacer lo que estoy en capacidad de hacer.
“Paso viendo cosas de aviones, me encanta la geografía y amo la historia. Soy un ñoño empedernido, paso viendo cosas del área espacial. Me encanta aprender. El área espacial es así. Me inspira. Creo que pude ser feliz siendo historiador. Me gusta escribir, salgo mucho, me gusta conocer lugares de Costa Rica”, dice cuando se le pregunta por el Adolfo más allá del doctor en sistemas espaciales.
¿En qué momento pensó que era posible ir al espacio? ¿Cómo llegó esa determinación?
La cuestión se ve como algo que está en el aire. Lo vi a él (a Franklin Chang) y creí que todos los niños se debían sentir como yo. Pero no me sentía especial. Cuando uno ama algo uno no entiende que alguien no lo ame igual que uno. No me sentía especial, solo quería ir al espacio.
Siempre creí que uno daba un paso a la vez y tenía la esperanza de poder participar en un vuelo desde Costa Rica. Esas oportunidades no se fueron dando. Nadie fundó la agencia espacial costarricense, creo que poco a poco a la gente que me preguntaba le decía que todos los niños quieren ser astronautas, pero que yo nunca quise dejar de serlo.
Sentir la posibilidad, no lo sé, ya cuando uno es más maduro por cuestión de paz mental uno dice que sería genial pero mi decisión racional fue disfrutar cada paso.
¿Cómo y quién es Adolfo?, ¿cómo alguien logra ir al espacio?
Hice todo a mi alcance para entrar al área espacial. Me cambié de doctorado (inicialmente se matriculó en uno de Matemática aplicada en Holanda), trabajé en proyectos ad honorem. Esto más que pasión es un propósito.
Hay que crear oportunidades. Cuando trabajamos el proyecto Irazú la reacción más común era: “no pueden arreglar un puente, van a hacer un satélite”. Falta ver las cosas que estamos haciendo bien. Es más fácil entender que algo está mal.
En este país se hacen cosas muy buenas. ¿Por qué cuesta ver más allá del fútbol?
Mi papá era químico, murió hace tres años. Crecí con conciencia de ciencia muy profunda.
"Fue durante la pandemia que se dieron cuenta (los costarricenses) de que existía el Clodomiro Picado. El laboratorio más élite del país. Personalmente los admiro. Es un laboratorio de primer mundo. Son gente élite. Volviendo a la analogía del fútbol, tener este instituto es como tener un equipo del nivel del Real Madrid o el Barcelona.
"Hay gente que hace cosas extraordinarias, a veces nos cuesta recordar eso. Costa Rica logra sus propias soluciones sin buscar otras. De eso se trata la ciencia y la tecnología: es innovación desde la mente. Crear lo que no está creado. A veces la pereza mental es muy alta.
“Costa Rica tuvo la suerte de ver a don Franklin (Chang) en el espacio, tuvimos una pequeña época Apolo. Lo recuerdo y lo dije en una entrevista con un medio local en San Ramón, que en ese momento los niños de los 80 y 90 teníamos muchos incentivos. Recuerdo la revista Tambor de La Nación, era extraordinaria, teníamos incentivos para leer ciencia y tecnología por gusto”.
Su vida
En la habitación de Adolfo ya no hay estrellas luminosas en el techo. Cuando era mucho más joven decoró su lugar de descanso con las figuras que brillaban cuando se apagaba la luz y que él colocó simulando la ubicación de los planetas.
Él vive solo en Curridabat, es soltero y entre los sacrificios que ha hecho por dedicarse de lleno a su carrera está el de no consolidar, por ahora, una relación. Esto no es algo que le duela.
“Soy soltero. Es una realidad. Nunca tuve una relación formal aunque viví siete años en Europa; cuando se daba alguna posibilidad siempre tuve claro que iba a volver a Costa Rica. No había punto de discusión. Tal vez suene al cliché de que me dediqué a mi carrera totalmente. Pero esto no me hace sentir ningún dolor. Todo el mundo debería vivir a la altura de sus sueños. De acuerdo a su conciencia. A lo que siente en el corazón”, confía.
Su energía y refugio los encuentra en la familia, sea con su madre o chineado a su sobrina, Camila, de año y medio.
El sueño apenas comienza
La única sensación que puede vaticinar Adolfo de cuando se suba al cohete será “que todo tuvo sentido”. Pero allí no culmina su sueño, más bien inicia.
"Creo profundamente en la capacidad de Costa Rica. Este es un país impresionante y tiene un gran potencial. Costa Rica es un país increíble. Siempre que he querido volver de mis estudios para aportar al país y me han dicho que ‘qué ingenuo’, pero yo sé que se puede y quiero ser parte de cambios.
Estoy concentrado en la misión. Creo que cuando despegue voy a decir que todo tuvo sentido. Cuando baje la vida no termina, comienza. Creo en Costa Rica", dice.
¿Ahora cuál es la meta?
Cuando era carajillo era ir al espacio. Ahora lo veo diferente. Si ir al espacio fuera el final de todo sería muy egoísta, mi meta es que este país tenga oportunidades que yo quería que existieran cuando era niño. Hacer satélites, meterme y aprender a hacer cohetes. Ahora participé como parte del grupo de proyecto de ley para hacer la agencia espacial costarricense. Merecemos ser protagonistas. Ese es mi sueño ahora. Esa es la razón de mi vida. La misión empieza cuando nos bajemos del cohete.
El astronauta y la persona
Usted es profesor, ¿qué significa enseñar a los demás?
Es complicado. Una gran responsabilidad. Si vos sos un profesor bueno en el área en la que estás podés influir en una generación que aplica conocimientos; pero si sos un profesor malo podés cercenar y limitar las posibilidades de una generación completa en un tema particular que es el que estás enseñando; podrías ser quien enamoró a la persona en el tema, podrías ser la persona que marcó la diferencia o la que hizo que una posibilidad dejara de existir. Eso es muy grave. Recuerdo con mucho cariño cuando llevé una clase de física en el cole, ese día vimos las Leyes de Newton y me explotó la cabeza. Eso era lo que yo quería.
"Y ahora que la universidad me da posibilidad de dar un curso de introducción a sistemas espaciales, los compañeros que hicimos el curso y yo podríamos ser una pequeña parte de dar esperanza a la gente que está en Costa Rica o específicamente en el Tecnológico de Costa Rica a hacer tecnología espacial, que es una de nuestras metas. Realmente creemos que la tecnología espacial puede ser una herramienta de desarrollo en el país porque es algo de altísimo valorar agregado y es una industria que se viene con muchísima fuerza. Tenemos ingenieros y científicos de mucha calidad.
“Es vacilón porque la universidad no solamente son las cuatro paredes de las clases. Creo en los grupos de interés donde los estudiantes se meten como voluntarios, como en el grupo TECSPACE donde se meten en proyectos, empiezan a hacer cohetería, diseños de misiones en su tiempo libre, no es una tarea. Si esa gente que está haciendo esas cosas se la cree pueden modificar un país. Hablamos de más de 100 estudiantes que aprenden ingeniería especial en este momento”.
¿Cómo eran sus sistemas solares en la escuela? ¿Recuerda las maquetas que se hacían con bolas de estereofón?
No recuerdo hacerlos. Recuerdo que cuando tuve estrellas del techo las hice en forma de planeta. Hacía naves espaciales para jugar.
¿Siente que su vida puede ser monótona?
Cuando uno hace algo que le gusta siente pasión total por hacerlo. Siempre hay cosas nuevas. Mi vida no gira solo alrededor de lo espacial. Leo novelas, me encanta aprender acerca de cultura. Cuando salí del país era para estudiar pero también para aprender de cultura.
¿Qué series ha visto últimamente?
Me encanta ver cosas de historia, de guerras, cosas épicas, de geografía, de gladiadores. Vi Game of Thrones. Me gustan las tramas profundas que te hacen pensar. House of Cards era súper divertida. Me gusta aprender de todo.
¿Le gusta cocinar?
Me gusta cocinar cuando hay gente conmigo. Si estoy solo cocino bastante sencillo. Me encantaba ir a la feria. La feria es amor.
Dice que le gusta aprender, ¿qué conocimientos quiere adquirir?
Me gustarían clases de cocina fina, aprender a bailar, aprendí un poco de tango en Holanda. También quiero tomar clases de piloto y llevar clases de artes marciales.
¿Cree en la vida fuera de la tierra?
Mirá, como científico no pienso en si es importante creer o no creer. Me gusta una respuesta que dice que cualquiera de las dos posibilidades es extraordinaria. No soy de creer o no creer.
"Me gusta lo que decía mi científico favorito Richard Feynman que es que nosotros como científicos no debemos temerle a la incertidumbre. La incertidumbre es un lugar maravilloso que explorar, algo que no se sabe.
"Imagínese que ahorita en Venus encontraron un componente químico que si es encontrado en la Tierra de manera natural indica presencia de vida. Quién quita si en lugar de decir ‘bueno voy a tomar posición de creer o no creer', más bien nosotros en Costa Rica formamos parte de la misión para ir a contestar la pregunta’. Me gusta más esa visión. Dejar la pregunta abierta y pensar que puede ser que nosotros mismos participemos en el diseño de misión para ir a averiguar que hay en Venus, qué está pasando en Marte.
"No tengo posición, creo que las posibilidades son extraordinarias porque en el universo las posibilidades son astronómicas.
"La pregunta que discutía un día de estos es: ¿qué define la vida? ¿qué es? Porque el ADN existe solo en la Tierra, la vida en otro lado estaría basada en ADN ¿o no?, ¿cómo sería? Si encontramos otra cosa que se mueve por sí misma pero no tiene ADN, no utiliza agua, no respira oxígeno... La pregunta es tan abstracta.
Suena interesante…
Qué pena, los ingenieros y científicos siempre decimos: depende (risas). Depende del marco de referencia en el que preguntás.
Se asume que es una posibilidad, por eso se hacen esfuerzos para poder encontrarla (vida), esos esfuerzos valen la pena.
Más allá de lo espacial, ¿qué le gusta hacer?
Me encanta salir. Agarrar un fin de semana e irme a la playa o a la montaña. Me gusta leer, estar con amigos; me gustan las cosas simples, me gusta el fútbol.
¿A qué equipo es aficionado?
A La Liga.
Cree que va primero al espacio a que La Liga gane la 30…
Nooo. No diga eso (risas).