Su pelaje es suave, brillante y color sable; tiene ojos color miel y una mirada profunda. Armani es uno de esos perros que uno se encuentra caminando en el pasillo de algún sitio y provoca de inmediato un “¡Ay, qué lindo!”
Sin embargo, la historia de este Welsh Corgi Pembroke (sí, una raza similar a la de los perros de la reina Isabel II) no es tan bonita, o al menos no la de sus primeros meses de vida.
Armani tiene poco más de un año. Nació en Ucrania en noviembre del 2021, tres meses antes de que estallara la guerra de Rusia contra su país, específicamente en el pueblo conocido como Khoroshevo.
El 13 de febrero del 2021, Olga Pidubna, una criadora de corgis, llevó a sus cachorros a vacunar, pues ya los estaba preparando para que tuvieran un nuevo hogar. A su salida, observó que en su ciudad, ubicada cerca de la frontera con Rusia, había un gran movimiento militar y supo que debía prepararse para lo peor.
Once días después, el 24 de febrero, la guerra había comenzado. Lo supo cuando salió al patio, donde Armani y sus hermanos estaban jugando, y vio un avión que sobrevolaba la zona y hacía un sonido “ensordecedor”, un sonido que asegura “nunca olvidará”.
Ese día la vida de Olga, así como la de miles de ucranianos cambió. De repente su casa, en la que vivía con su esposo, su madre y su hermana, estaba repleta de vecinos y familia. Eran alrededor de 14 personas viviendo bajo el mismo techo con sus dos perros, los cachorros y las mascotas de todos los demás.
Ante tal hacinamiento, que no solo se vivía en su casa sino en muchas otras, comenzaron las caravanas de ucranianos desplazados. Ella tomó la decisión de irse a Polonia, donde otra criadora de corgis le había ofrecido hogar, pero solo con sus mascotas, es decir, sin su familia.
Pidubna pensaba cómo se iba a llevar a los animales en esas circunstancias hasta Varsovia. Además, tenía a su madre enferma, a su esposo y a su hermana. Al final, como familia tomaron la decisión de irse todos; no obstante, el día que se iban a marchar, su marido le dijo que mejor no iba, pues su deber era quedarse en la casa.
Ella partió junto a los cachorros, incluido Armani, y la deshumanizante vista que tenía durante el camino parecía sacada de una producción cinematográfica: personas fallecidas, pueblos devastados y edificios derribados... todo por el ejército ruso.
Estando a salvo en Polonia, su objetivo era vender los perritos, pues era la única opción económica que tenía en ese momento. Fue así como la criadora ucraniana dio con Juan Manuel Donato, un tico en busca de un Welsh Corgi Pembroke.
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“Ella buscaba gente que se los comprará aunque fuera por bajo costo, porque ella vivía de eso, entonces tampoco los podía regalar. Y a mi, en ese momento, un criador me dijo que había un perro muy bonito pero con una historia muy triste, ya que había nacido bajo la guerra, en medio de bombardeos”, recuerda.
Juan Manuel se dio a la tarea de localizar a Olga para conocer más sobre Armani. Cuando supo la historia completa se la contó a su esposa, Ana Fabiola Mosquera, y decidieron que se traerían al perrito para Costa Rica: ya no se trataba de adquirir un corgi, sino de darle una nueva vida a un perrito marcado por la guerra y, a su vez, ayudar a una mujer que necesitaba el dinero para su familia.
“Nosotros ya nos habíamos enganchado demasiado con el perro y su historia. Teníamos otras posibilidades en Italia y España, pero es que nosotros estábamos muy enganchados con la historia del perrito y lo queríamos traer, pero las cosas no se nos daban y nos comenzó a correr una gran ansiedad”, afirma Juan Manuel.
Los transportistas especializados en trasladar perros estaban cobrando elevadas sumas de dinero porque estaban en invierno en Europa. Lo peor es que cuando lograron conseguir uno que ya conocían, los estafó.
Sin embargo, Juan Manuel y Ana Fabiola lo siguieron intentando: querían a Armani con ellos. Así que por muchos meses buscaron alternativas, pero simplemente no encontraban la forma de que el perrito llegara a Costa Rica.
“Todo iba para atrás y la señora me estaba presionando porque ella está viviendo de eso. De ahí tenía que darle de comer a los otros perritos y tenía que devolverse a Ucrania porque su madre estaba mal de salud y algo le había pasado su esposo. Para eso ya era diciembre del 2022.
“Y es que los perros tienen que cumplir con un sin número de requisitos a nivel de aeropuerto y pasaporte. Por ejemplo, era polaco, entonces el perro podía viajar con el pasaporte europeo que habían sacado en Polonia, pero para mis efectos no me servía de nada, pues debía tener el de Costa Rica″, explica el costarricense.
Cuando logró poner en orden los documentos del perro y ante el contratiempo que vivía, Juan Manuel afirma que hizo un gran “sacrificio económico” y compró un boleto para viajar el 1.° de enero del 2023 a España, país al que consiguió que le llevaran al corgi. Allí solamente recogería a Armani y se devolvería a Costa Rica. Y así fue: el 4 de enero ya regresaba al país.
Una nueva vida
Armani llegó a la casa de una familia tica en donde, además de sus dueños, vive Maggie, otra corgi; cuatro chihuahuas y Vico, un bebé de ocho meses al que le brillan los ojos y sonríe cuando ve al nuevo integrante.
Para el perrito, los últimos meses tampoco han sido fáciles, pues aún se está acostumbrando a su nueva vida, a miles de kilómetros de distancia de Ucrania, con una familia nueva y en un clima tropical. Eso sí, aprende rápido de “sus hermanas”.
“Es un perro grande que se cree chiquitito y es muy consentido. Se sube a un banco donde se suben los chihuahuas, aprende por imitación, pero él es el más decente y calmado”, afirma Ana Fabiola.
No obstante, Armani se asusta con cualquier ruido y le dan temor los hombres, lo que para la familia son traumas de sus primeros meses de vida, cuando los bombardeos fueron parte del día a día.
“Tiene aprensión con los hombres y se asusta mucho. De hecho cuando le voy a echar agua en la taza y el agua cae le asusta, también los ruidos muy fuertes; por ejemplo, la vez pasada se me cayó la taza de su comida que es metálica y se asustó mucho. Y dicen que los perros no tienen memoria, pero yo creo que sí y no solo eso, también entienden y sienten”, detalla Ana Fabiola.
Juan Manuel, por su parte, comenta que debido al temor que el perrito tiene hacia los hombres, lo están “llevando a varias ferias para que se vaya acostumbrando, para que la gente lo toque, porque él es muy tranquilo pero cuándo es un hombre y le llega de golpe se asusta, pero si se acerca despacio él se queda tranquilo”.
La pareja de costarricenses tiene 15 años de matrimonio y 20 de estar juntos y, a lo largo de su vida, han sido amantes de los perros. Además de corgis y chihuahuas también han tenido Fox Terrier y Yorkshire Terrier.
Ahora, su deseo es poder llevar a Armani a concursos de belleza, donde pueda exhibir su pelaje, sus ojos y su encanto nato, pero más allá de eso, la familia quiere darle una vida tranquila, lejos de los conflictos bélicos.
“Es un sentimiento hermosísimo tenerlo aquí con nosotros, porque uno se engancha con ellos y siente la misma angustia. Sentimos satisfacción de haber traído a Armani a un lugar de amor y a un país de paz”, afirma Juan Manuel.
“Él representa a muchos animales y no sólo domésticos, sino a todo tipo de animales que de una forma inocente en esta guerra perdieron su vida, tuvieron que huir y que no encontraban alimento, porque al principio habían donaciones pero ahora hay personas que no saben qué hacer con sus animalitos”, agregó.
De hecho, la familia habilitó un correo electrónico para aquellas personas que quieran conocer más detalles de la historia de Armani, o bien, contactar asociaciones en Ucrania para consultar cómo ayudar a los animales de ese país devastado por la guerra: armanielcorgi@gmail.com.
Sobre Olga Pidubna, Juan Manuel y Ana Fabiola cuentan que luego de entregar a Armani volvió a Ucrania, sin embargo, rápidamente se tuvo que devolver a Polonia, pues empezaron de nuevo los bombardeos en su ciudad. Ella quiere que la historia del corgi se conozca, pues era el perrito que más le gustaba y el que pensaba dejarse... hasta que una guerra se lo impidió.