El sublime entorno que por estos días cobija a La Negrita, en el Santuario Nacional, llega desde Cot de Oreamuno, donde Marcela Orozco Ramírez y siete colaboradores le dan forma con bellos diseños a más de 20.000 flores y 13.000 follajes o tallos delicadamente distribuidos sobre bases de espuma floral.
Gerberas, lirios, rosas, crisantemas, mums y flor boca de dragón son parte de la materia prima que junto con follajes como licualas, mano de tigre, hiedras, coquito, helechos y limoncillo dan forma a los arreglos que llenan de frescura y color el arco al pie de la imagen en el altar mayor, el comulgatorio y la baranda, la puerta principal y la mampara o puerta de madera desde donde los peregrinos que llegan a Cartago inician su recorrido de rodillas hasta el altar.
Desde el lunes anterior, la cochera de la casa de Marcela se convirtió en una extensión de su taller para elaborar los arreglos florales de la Basílica de los Ángeles por la Novena. Dos días antes, incluso, la florista, se trasladó a Llano Grande de Cartago para recoger las flores. Y lo mismo ocurrirá en los días venideros para realizar lo correspondiente a las celebraciones por los 389 años de la aparición.
Marcela empezó a desempeñarse como florista hace varios años atrás. Sin planearlo se encargó de la decoración para la fiesta de 15 años de una prima, pero le gusto hacerlo, y desde ahí se animó a ofrecer sus servicios como decoradora floral en eventos sociales.
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Para entonces trabajaba en el área financiera de una renombrada empresa farmacéutica internacional, pero durante los fines de semana asumía la emergente actividad de la que se fue enamorando cada vez más. En su afán se topó con la desilusión de que en el país no existía carrera para formarse como florista, entonces empezó a participar en seminarios y pequeños cursos que venían a impartir figuras internacionales. Posteriormente viajó a Panamá, Guatemala, México, Colombia y Brasil para seguir actualizándose.
En el 2012 empezó a ofrecer, esporádicamente, su trabajo a la Basílica porque en tiempo ordinario hizo algunos arreglos, pero a partir del año siguiente y con el padre Francisco Arias, rector en ese momento, asumió la responsabilidad colocar todos los diseños florales del templo durante estas fechas especiales.
Orozco afirma que le encanta trabajar con flores y que todas las tareas las asume con mucho amor, como si fuera para ella o para algún ser querido; sin embargo, en el caso de la Virgen de los Ángeles las tareas tienen un significado muy especial.
“Es para nuestra Madre, quién no va a querer hacer lo mejor para la madre. Yo quiero que esto sea verdaderamente especial, y así lo asume todo el equipo que trabaja conmigo”, dijo.
Jonathan Monge, el principal proveedor de las flores, dice que aparta y trabaja con especial atención los lirios y gerberas para esta ocasión. “Yo soy muy devoto de la Virgencita y para mí en este caso ni siquiera me mueve la parte comercial sino la devoción y quiero que para ella lo que salga de Flores El Volcán sea lo mejor”, dijo el floricultor.
Tiempos difíciles
Marcela cuenta que siempre encomienda a la Negrita y al Señor de la Misericordia sus tareas diarias, desde la mañana. Esa fe le da mucha seguridad para que todo salga bien.
“Lo más gratificante es ver finalmente el templo decorado y que si algo no salió del todo bien se pudo corregir sobre la marcha. Siempre nos preparamos por si algo adverso ocurre”, indicó.
Sin embargo, cuenta que la responsabilidad de trabajar para la Virgen por estos días es muy grande, pues su obra queda expuesta para muchísimas personas. Recuerda que uno de los primeros años el trabajo fue tanto que durante el montaje en el templo debió darse un respiro porque la quiso vencer el cansancio.
“Dichosamente la gente que trabaja conmigo lo hace desde hace mucho tiempo. Ellos conocen perfectamente la mecánica y están preparados para asumir la responsabilidad”, contó.
Pero algo que sin duda recuerda como un momento difícil de su vida laboral fue la llegada de la pandemia, dado que unos meses antes había renunciado a su trabajo para dedicarse a tiempo completo a la actividad de diseñar con flores. “Fue muy difícil porque esta actividad fue de las más afectadas, pero Dios y la intercesión de la Virgen nos permitieron salir adelante”, señaló.
Para este año la prueba llegó con el padecimiento y recién fallecimiento de su padre, Carlos Orozco, el más grande admirador, junto con su madre Virjita Ramírez, de su trabajo. El final del novenario de don Carlos, prácticamente, coincidió con el inicio de la preparación de los arreglos para la Novena de la Virgen.
Pero la florista dice trabajar para la Negrita y tener la dicha de estar tan cerca de Ella es algo que difícilmente pueda describir con palabras. Pero sabe que su padre se sintió supremamente orgulloso.