“Se trató de un crimen especialmente atroz”, manifestó el fiscal general estadounidense William Barr al justificar, este sábado 17 de octubre, la concreción de la fecha de ejecución de la convicta Lisa Montgomery, presa desde diciembre del 2004 por un sádico asesinato que destruyó varias vidas y por el cual fue sentenciada a muerte en el juicio, realizado en el 2007.
Si todo sale según lo previsto por el Departamento de Justicia, la mujer de 52 años recibirá la inyección letal el próximo 8 de diciembre... apenas una semana antes de que se cumplan 16 años del crimen que estremeció a Estados Unidos y a buena parte del mundo, al punto de que la historia fue llevada a la televisión en la película Life and Death (Vida y muerte), en el 2009.
Es imperativo explicar que, si bien las ejecuciones ordenadas por cortes estatales no se han detenido en ese país, la pena capital a nivel federal en Estados Unidos sí había permanecido en moratoria durante los últimos 17 años y se reactivó en este 2020 por orden del presidente Donald Trump.
La explicación es que la mayoría de los crímenes en ese país se juzgan en cortes de acuerdo a la legislación de cada estado, pero algunos se elevan al estatus de “federales”, como los crímenes de odio o casos particularmente aberrantes. Justamente este último calificativo fue el que usó el fiscal general William Barr a la hora de definir la fecha de muerte de Lisa Montgomery.
Si bien entre 1984 y el 2015 han sido ejecutadas 16 mujeres en Estados Unidos, en todos los casos se trató de condenas implementadas por diversos estados. En cambio, a nivel federal Montgomery se convertirá en la primera mujer en mucho tiempo recibir la pena capital federal; la ejecución de quien fuera su “predecesora” ocurrió hace nada menos que 67 años.
Si ya de por sí el caso tiene todos los ribetes para rebasar la capacidad de asombro por la siniestra trama, en estos días el caso ha tomado especial relevancia por tratarse de la primera mujer en ser ejecutada por el Gobierno Federal en casi 70 años, pues el último caso se dio cuando Bonnie Brown Heady, condenada por secuestro y asesinato, murió en la silla eléctrica el 18 de diciembre de 1953, según el registro de la Oficina de Prisiones. Ese mismo año fue ejecutada bajo el mismo sistema Ethel Rosenberg, condenada junto a su marido por un delito de espionaje para la Unión Soviética.
El comunicado oficial que informó la inminente ejecución de Lisa Montgomery también programó la del reo Brandon Bernard, de 40 años, quien morirá por inyección letal dos días después que ella, el 10 de diciembre; ambos recibirán la pena capital en la penitenciaría Terre Haute, de Indiana.
¿Por qué entre una prolífera lista de sentenciados se eligieron justamente estos dos casos para proceder en diciembre próximo? Por el alto grado de aberración. Por ejemplo, de acuerdo con documentos oficiales del Departamento de Justicia, en 1999 Bernard y sus cómplices asesinaron brutalmente a Todd y Stacie Bagley, un joven matrimonio que se dedicaba a ofrecer orientación espiritual en una reserva militar, después de que ellos detuvieran su vehículo con el fin de darles un aventón.
Tras atacarlos los obligaron a entrar en el maletero del carro y los pasearon por horas, mientras intentaban extraer dinero de sus tarjetas y hasta empeñar el anillo de bodas de Stacie; tras horas de suplicio y mientras la pareja les hablaba de Dios y cantaban y rezaban, Bernard y los suyos les dispararon en la cabeza; Todd murió pero Stacie quedó con vida, entonces rociaron el auto con gasolina y le prendieron fuego. Literalmente, la quemaron viva.
Por este crimen, recién el 22 de setiembre del 2020 fue ejecutado el cómplice de Bernard, Christopher Vialva. Curiosamente, su compinche de aquella enloquecida noche recibirá la pena capital en este mismo año, apenas tres meses después.
El caso Montgomery
Huelga decir que la trama de terror del caso Montgomery mantuvo a los medios en vilo conforme se iban revelando los detalles.
Uno de los recuentos más exhaustivos lo realizó The New Yorker, que narró cómo Lysa, quien estaba casada con Kevin Montgomery, le comunicó a su familia con gran pompa, en abril del 2004, que estaba embarazada y por lo tanto su ya numerosa familia de cuatro hijos, sumaría un miembro más.
De acuerdo con investigaciones posteriores, Lisa, quien en ese momento tenía 36 años, se las ingenió para engañar a sus parientes y allegados durante todos los meses en los que, supuestamente, se estaba desarrollando el embarazo.
Se las arregló para abultar su vientre con almohadillas que iba aumentando de tamaño conforme pasaban los meses; para que su esposo no intentara abrazarla o tener algún tipo de intimidad ella se fingía víctima y le pedía consideración en vista de que ese último embarazo, decía, estaba generándole más molestias que cualquiera de los anteriores.
Toda esta cuidadosa premeditación a la postre se traería abajo la tesis de la abogada defensora, Kelley Henry, quien durante el juicio (2007) argumentó que Lisa arrastraba problemas de abuso sexual desde la infancia, tanto por parte de su madre como de su padrastro, y que todo el trauma la había hecho ir perdiendo los cabales hasta obsesionarse con que tener un quinto hijo podía resolver los muchos problemas maritales que tenía con su esposo.
La defensa también argumentó que su clienta era víctima de una enfermedad mental grave cuyo delirio de estar embarazada (pseudocisis) estaba siendo amenazado, lo que la hizo entrar en un estado de ensueño cuando tuvo lugar el asesinato. El fiscal federal del proceso Roseann Ketchmark calificó la afirmación de la pseudocisis como “ciencia vudú”.
Pero hay más. Tal como reveló el diario The Sun US en su momento, Montgomery había realizado varias búsquedas en Internet sobre los distintos métodos para practicar cesáreas, todo esto mientras arribaba a los supuestos seis o siete meses de embarazo.
Ya desde el arranque de su macabro plan se había dedicado a buscar alguna posible víctima en Internet y fue así como dio con Bobby Jo Stinnett, de 23 años y quien dio a conocer en su sitio web que esperaba con ilusión a su primer bebé.
La hermosa y jovial Bobby Jo tenía un pequeño criadero de perros para la venta, y fue con esta excusa y bajo un nombre falso que Lisa la contactó y la hizo creer que estaba interesada en un perro de determinada raza. Montgomery conoció personalmente a los Stinnett en una exposición canina, en Kansas.
La comunicación entre ambas se mantuvo por meses, mientras el embarazo de Bobby Jo se desarrollaba y hasta que Lisa decidió que era momento de actuar y concertó una cita para ir a la casa de la muchacha a finiquitar la transacción del can.
De acuerdo con la reconstrucción que consta en los archivos policiales, Montgomery ya se había ganado la confianza de la inocente joven y, tras entablar conversación durante un rato, aprovechó que la muchacha se volvió de espaldas para traer algo de comer, entonces Lisa la tomó con una soga por el cuello e intentó asfixiarla; cuando Bobby Jo se desmayó, la victimaria tomó un cuchillo de cocina y la atacó.
Los detectives a cargo del caso declararon que la joven había intentado defenderse y por eso tenía varias heridas que provocaron un lago de sangre en toda la habitación. Montgomery rápidamente hizo su chapuza: le cortó el vientre y sacó a la pequeña bebé del útero materno.
Los expertos forenses dirían después que la joven asesinada estaba viva en el momento en que su hija le fue extraída. Horror total.
Lo que siguió después es digno de una película de terror... como ocurrió, tal cual, cinco años después del asesinato, cuando el caso provocó que se contara la historia en el filme citado antes.
Las argucias de Lisa también tomaron por inocentes a su esposo e hijos y al resto de familia y amigos: cuando llegó con la bebé a la casa se inventó un parto de emergencia... pero pronto la madeja de mentiras empezaría a descorrerse.
Kevin, el esposo, no quedó convencido con la extraña explicación y, paralelamente, en la ciudad ya se estaba esparciendo la noticia del terrible crimen. Mientras tanto, Lisa recorría las casas de sus vecinos en su natal Melvern, en Kansas, mostrando a la niña como su recién nacida. Las pesquisas sobre el caso pronto dieron resultado y Montgomery fue detenida solo un día después del homicidio.
A su marido, Kevin, no le costó demostrar que él jamás imaginó lo del falso embarazo, pues toda la familia declaró cómo se las había ingeniado la otrora abnegada esposa y madre de familia para fraguar en solitario el crimen.
“No tenía idea”, dijo Kevin ante las cámaras, totalmente abatido. “Espero que (la familia Stinnett) reciba tanto apoyo de su iglesia y comunidad como yo, porque todos lo vamos a necesitar”, añadió en declaraciones a The Kansas City Star.
Una vez más, la abogada de Montgomery, Kelley Henry, insistió el pasado sábado en que su defendida sufrió daños cerebrales por golpes recibidos cuando era niña y que padece de psicosis y otras afecciones mentales, por lo cual definió la decisión de Barr como una “injusticia”.
“En las garras de su enfermedad mental, Lisa cometió un crimen terrible”, dijo Henry, defensora pública de Nashville, Tennessee, en un comunicado. “Sin embargo, inmediatamente expresó un profundo remordimiento y estaba dispuesta a declararse culpable a cambio de una cadena perpetua sin posibilidad de liberación”.
“Lisa Montgomery ha aceptado durante mucho tiempo toda la responsabilidad por su crimen y nunca saldrá de la cárcel. Pero su grave enfermedad mental y los efectos devastadores de su trauma infantil hacen que ejecutarla sea una profunda injusticia”, escribió la letrada.
Vidas deshechas
Si bien el horrendo crimen se resolvió rápidamente, para la familia de Bobby Jo lo que siguió fue tremebundo, empezando porque fue la madre de la joven asesinada quien descubrió la inimaginable escena cuando acudió a casa de su hija en vista de que durante aquella tarde no contestó varias llamadas suyas, algo que acostumbraban a hacer a diario sobre todo en vista del avanzado estado de embarazo de Bobby Jo.
En medio de la conmoción, el testimonio de la señora fue clave para que la policía agilizara su accionar, pues ella estaba al tanto de que su hija esperaba la visita de una mujer que le iba a comprar un perro.
Por supuesto, la prioridad era localizar a la bebé y saber qué había ocurrido con ella. El propio Kevin, esposo de Lisa, colaboró con las autoridades y entregó de inmediato a la niña a su sufrido padre y viudo de Bobby Jo, Zeb Stinnett, quien entonces tenía 24 años. La niña, nombrada por su padre como Victoria Ho, cumplirá 16 años el 16 de diciembre próximo.
Durante el juicio, familiares de la víctima pidieron justicia y entre sus dramáticos argumentos reflexionaron sobre el perenne sufrimiento que los envolvía a todos, en especial a Victoria Ho, pues además de vivir a la sombra de semejante tragedia, ni siquiera tendría paz por el resto de su vida durante sus cumpleaños, pues la fecha de su natalicio coincide con el aniversario de la cruenta muerte de su madre.
En medio de la gran conmoción que generó el caso en aquel ya algo lejano diciembre de 2004, el sheriff local John F. Wood logró generar un poco de consuelo cuando afirmó ante la prensa: "Lo único bueno que surge de esta tragedia es que la pequeña Victoria es una bebé sana y en estos momentos está siendo cuidada y amada, ya reunida con su propia familia”.
¿Qué pasó con la bebé?
A pesar de que la familia de Victoria Jo Stinnett ha tratado de pasar página y criar a la chica en medio de la mayor normalidad posible, sin que la sombra del horror de su nacimiento sea un tema cotidiano, con la noticia de la próxima ejecución de Lisa Montgomery los medios locales han vuelto sus miradas hacia la vida de la hoy adolescente de casi 16 años.
A pesar de las condiciones en que fue extraída del vientre materno, Victoria Jo fue dada de alta del hospital al que la trasladaron tras recuperarla de las garras de Montgomery, apenas la noche antes de que enterraran a su joven madre. Desde entonces Zeb Stinnett, su padre, la ha criado con el gran apoyo de su familia y la de Bobbie Jo.
A la fecha y más aún por estos días, los familiares de la adolescente han cerrado filas para proteger a Victoria Jo de la revictimización y traumas que le pueda generar una alta exposición en los medios y en las redes sociales, pues durante todos estos años han hecho todo lo posible por mantenerla alejada del ojo público.
Sin embargo, ha sido imposible evitar que se recreen historias relacionadas con el horrendo crimen, por ejemplo, quién era Bobbie Jo Stinnett.
Una semblanza publicada por The New York Post en enero del 2005, dos semanas después del horrendo crimen, ha sido reflotada por estos días y reseña que la joven madre no podía estar más ilusionada con la pronta llegada de su bebé.
El caso está lleno de crueles matices, pues ella y Zeb Stinnett habían sido novios desde la infancia, de manera que no bien cruzaron sus 20 años, decidieron unir sus vidas. En cuanto supieron que iban a ser padres, empezaron a soñar con cambiar su pequeña cabaña de alquiler por una casa más espaciosa y adecuada para el nuevo miembro de la familia.
Harper, la madre de Bobbie Jo, le dijo al Post en aquella ocasión que viviría el resto de su existencia condoliéndose de no haber llegado antes a la casa de su hija. “Me retrasé, habíamos acordado ir juntas a un garaje para lavar su camioneta, pero tuve contingencias y me demoré. Fue entonces cuando empecé a llamarla y nunca me contestó, entonces me fui a buscarla a su casa (...) Si tan solo hubiera estado antes ahí... ella estaba tan feliz, pero tan feliz con su bebé... y ahora ni siquiera podrá conocerla, ni criarla...”.
Entretanto, Zeb, hoy de 40 años, ha permanecido con el perfil más bajo posible, pero sí dijo después del juicio que había vivido una montaña rusa de sufrimiento y emociones. “Pero cuando estoy muy mal, solo miro a la bebé, la tomo en mis brazos... y eso suele ser suficiente”.
Agregó que su hija era un “milagro” y que su misión en la vida era lograr que Victoria Jo llevara “una vida lo más normal posible”.
Durante aquellos primeros días, Zeb tuvo que lidiar con toda la tragedia, con la llegada de su recién nacida a sus vidas y con una invasión de medios de prensa que montaron guardia día y noche en su barrio, por lo que él debió recluirse y la invasión empeoró toda la penosa situación.
Aún hoy se recuerda en Skidmore la severa reprimenda del reverendo Harold Hamon, entonces líder de la iglesia cristiana de esa comunidad, cuando exigió a los medios retirarse y dejar que la familia sufriera su “devastación” sin el acoso de la prensa. Inmediatamente, los periodistas acogieron el llamado y se retiraron.
Visto lo visto, es altamente improbable que la ejecución de Lisa Montgomery se suspenda o se posponga. El Tribunal de Distrito de para el Distrito Oeste de Missouri la declaró culpable de secuestro federal con resultado de muerte y recomendó por unanimidad la pena de muerte, recomendación que fue acogida.
Su condena y sentencia fueron confirmadas en apelación y su solicitud de reparación colateral fue rechazada por todos los tribunales que la consideraron a lo largo de todos estos años.
Eso sí, a diferencia de sus predecesoras, ejecutadas en 1953, Montgomery tendrá el “beneficio” de una muerte menos cruel, pues el mismo fiscal general William Barr, defensor a ultranza de la pena capital, propició la aprobación para que la Agencia Federal de Prisiones ahora solo use inyecciones letales con una sola sustancia, el pentobarbital, en lugar del coctel de drogas que se empleaba antes y que, eventualmente, producían una muerte más lenta y tortuosa.
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