¡Tap, tap a la pantalla! Regalos de rositas para que se activen los puntos dobles. El león es uno de los mejores premios. Creadores de contenido, ‘lives’, batallas… ¿Estamos hablando en un idioma que no le es familiar? Le damos la bienvenida a las competencias en TikTok, red social en la que mucha gente le regala su dinero a personas que no conocen.
Cuando esta plataforma tuvo su auge durante la pandemia, muchos usuarios encontraron en TikTok un lugar para mantenerse entretenidos y conectados. Vivíamos en el encierro obligado y para evitar el aburrimiento aprendimos a hacer retos de baile al ritmo de canciones pegajosas frente a nuestros teléfonos. Hoy, ya libres de salir y hacer lo que se nos antoje, muchos optan por seguir pegados a sus teléfonos y comprar regalos virtuales para dárselos al TikToker que admiran, desembolsando dinero real en el proceso.
¿Aún no está tan claro? Vamos por pasos. Lo primero es repasar qué es TikTok, la red social de origen chino que llegó a rivalizar con Instagram, Twitter y Facebook y cuyo principal rasgo es la publicación de videos cortos generados por los usuarios. La plataforma se estrenó en el 2016, pero en el 2020, cuando la covid-19 atacó al mundo, se popularizó.
Muchos tenemos un perfil de TikTok solo para ver lo que publican los demás. Nunca he publicado ahí un video y mucho menos participado de las modas de los retos, pero debo de confesar que recientemente me atraparon los ‘lives’ y las batallas.
Un ‘live’ en TikTok es una transmisión en vivo que realiza un creador de contenido para interactuar con sus seguidores; los temas a tratar varían entre un personaje y otro. Por ejemplo, hay artistas que hablan sobre sus creaciones con sus fans; está la señora que transmite mientras está lavando los platos en la cocina, o personas que exhiben sus habilidades.
Durante las transmisiones, los creadores interactúan por medio de mensajes en un chat con sus seguidores.
Ante la popularidad del formato, TikTok ideó la manera de generarle ganancias al creador de contenido. ¿Cómo? Por medio de regalos virtuales: el seguidor compra monedas digitales por medio de un pago con tarjeta de crédito o débito y adquiere los obsequios, que pueden ser desde una rosa que vale una moneda hasta un león que puede costar 29.999. Para Costa Rica, el precio mínimo es de ¢38 por cinco monedas.
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Luego, como los ‘lives’ ya no eran suficiente, llegaron las batallas.
Un creador de contenido reta a otro a enfrentarse en una competencia de puntos, durante una transmisión conjunta en vivo. Los seguidores les envían su apoyo con los regalos que al final suman en los puntajes de cada personaje. Aquí es donde entran desde los tap tap (solo tocar la pantalla para enviar un corazón que es gratis) hasta los obsequios que valen miles y miles de colones.
Las batallas duran solo cinco minutos y al final el que hace más puntos es el vencedor. ¿Qué gana? Ambos creadores de contenido generan dinero con los regalos que les envían sus seguidores y TikTok también monetiza. Los fans obtienen las gracias por parte de los creadores (y a lo mejor alguna mención), mientras tanto, el saldo de sus cuentas baja.
¿Por qué nos enganchamos a las batallas y a los lives de TikTok y por qué gastamos dinero en eso?
Hagamos este ejercicio mental: Si usted se topa a una señora a la que no conoce en la pulpería, ¿sacaría ¢1.000 de su cartera y se los regalaría? Lo que en el mundo real no es una práctica frecuente, en el virtual se acepta más fácilmente cuando le regalamos esos ¢1.000 a un creador de contenido a cambio de un saludo y de un agradecimiento.
José Carlos Chinchilla, sociólogo de la Universidad Nacional, analizó las razones que nos llevan a dar dinero a cambio de un reconocimiento público, que al final de cuentas es lo que logramos con este tipo de interacciones virtuales. El especialista comentó que vivimos en una sociedad de consumo en la cual estamos acostumbrados a pagar por todo.
“En primer lugar, hay un factor que considerar y es que la gente cree que si alguien está haciendo algo merece algún tipo de reconocimiento. En segundo lugar, las personas que entregan algo con esa materialidad son personas que encuentran algún grado de gratificación en participar del acto”, explicó.
Entonces, pagamos por algo que nos satisface. Así sea un saludo o un agradecimiento. Al hacerlo nos sentimos parte de la actividad, miembros de una comunidad. Chinchilla agregó en este aspecto que en tiempos recientes las relaciones humanas han perdido afectividad y que por esa razón buscamos ser parte de un grupo aunque se requiera de una inversión económica.
“Hay un factor que considerar y es que la gente cree que si alguien está haciendo algo merece algún tipo de reconocimiento. En segundo lugar, las personas que entregan algo con esa materialidad encuentran algún grado de gratificación en participar del acto”
— José Carlos Chinchilla, sociólogo
A este escenario debe de sumársele el tema de la soledad. Muchas personas se conectan a las transmisiones en vivo en momentos donde se encuentran solas, precisamente para buscar compañía.
“Hay quienes tienen una vida de pocas relaciones y de pronto empiezan a tener una familiaridad con ese creador de contenido y a reconocer la actividad que hace. Pagamos para poder tener una participación y ser protagonistas de este evento que nos parece gratificante, y para ser parte de él, se hace mediante una donación en la cual aparece nuestro nombre”, aseveró Chinchilla.
Además, el pago a cambio de la gratificación en muchos casos va en aumento, ya que podríamos creer que si nuestro aporte es bajo y el de los demás es mayor, deberíamos de estar al nivel de los otros. Con esta actividad, al ser reconocidos públicamente, perdemos el anonimato y eso sube la autoestima. Además, TikTok lo sabe muy bien y también reconoce con premios a quienes más invierten.
En este caso, hay una avidez de las empresas a partir de la lectura de las necesidades del público. Los individuos que eran pasivos o receptores pasan a ser protagonistas, se les estimula, explicó el especialista.
Para Chinchilla, lo que podría considerarse como un acto irracional de “regalar dinero a cambio de un saludo”, no es tan así. La gente está dando su plata a cambio de ser parte de una comunidad y de tener protagonismo, es una inversión, afirmó el sociólogo.
“En el fondo lo que se quiere es que el mundo sepa que existimos o que esa comunidad sepa que ahí estamos. No es botar el dinero, es una necesidad que se va a ver satisfecha a través de ese mecanismo. Es un negocio”, manifestó.
También señala de estas batallas la sociedad competitiva en que vivimos. Dijo que hemos aprendido que la competencia es sana e importante y todos queremos ganar, algo que tal vez no se da en la vida diaria, pero sí en la virtualidad si aportamos dinero. “La competencia es algo ingenioso que han diseñado las compañías para estimular más la donación”, afirmó el sociólogo. Claro, aquí también aplica el tema de que todo va en aumento, así que si quiero ganar, debo de invertir más.
“Ellos (TikTok) te ponen números. Es como trabajar en una empresa porque hay que cumplir con una cantidad de horas de batallas y de dinero y a partir de ahí deciden si siguen con la colaboración”
— Arturo Visions, creador de contenido
¿Y sobre los creadores de contenido? Para el sociólogo habría que hablar de dos tipos: quienes encuentran en el medio un mecanismo de realización profesional (o artística) y son quienes comparten sus conocimientos y talentos, y también quienes hallan un mecanismo de sobrevivencia para complementar sus ingresos.
En el primer rubro encontramos a profesionales que tiene una cantidad importante de seguidores con quienes amplían su esfera de alcance mediático, y en el segundo, a personas menos reconocidas que también tienen necesidades de comunicación y que en la red social se identifican con los demás.
“Es algo muy difícil de predeterminar, pero se tienen que mover las emociones. Esto no es algo racional, por ejemplo, que un acto como lavar o planchar, que son muy casuales, puedan conectar con otras personas”, agregó Chinchilla.
Batallas y ‘lives’ de TikTok desde los ojos de dos generadores de contenido
Arturo y Ashley son dos generadores de contenido de TikTok y muy diferentes entre sí. Él es músico, ella estudiante y ama de casa, pero a los dos los une esta plataforma virtual, aunque la usan de manera muy diferente.
Arturo Visions, su nombre artístico y del perfil de TikTok, cuenta con más de 22.000 seguidores. En el caso de Ashley (@ashleyatamirano_), tiene poco más de 3.600 fans. Él, además de compartir contenido sobre su banda y su carrera artística, también hace batallas; ella habla de su día a día con sus seguidores, hace almuerzo y se conecta mientras cocina o incluso publica videos cuando asiste al gimnasio, aunque hasta el momento no ha hecho batallas.
El músico comenzó a hacer ‘lives’ para promover su música, pero TikTok se puso en contacto con él para ofrecerle algo más por su contenido. “Ha servido muchísimo porque mi grupo ha tenido un gran alcance gracias al impulso de la plataforma”, reconoció.
Hace apenas un año que el artista comenzó con los en vivo. “Ellos te ponen números. Es como trabajar en una empresa porque hay que cumplir con una cantidad de horas de batallas y de dinero y a partir de ahí deciden si siguen con la colaboración”, explicó. En su caso, la empresa le pide que en seis días se conecte al menos cuatro horas al día, lo que para él es complicado de realizar, ya que también tiene un trabajo regular.
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Reconoció que no le gusta hacer batallas, pero que debe de cumplir con lo solicitado por TikTok a cambio de que el algoritmo lo haga más visible. Sin embargo, aprovecha las competencias para hablar con su público, departir con los rivales y de paso generar ganancias con los regalos virtuales que se transforman en dinero en su cuenta bancaria. Eso sí, TikTok se deja el 50% del dinero, según explicó.
“Por lo general, lo que hago es hablar con las personas. No tengo un tema en específico, no es como un canal que se dedica a lo paranormal o a hacer recetas de cocina. Lo mío es hablar sobre mi vida cotidiana, por eso siento que las batallas no son orgánicas”, dijo el artista.
En el caso de Ashley, su contenido es mucho más relajado. De hecho, ella no hace batallas ni le pide a sus seguidores que le envíen regalos. Esta vecina de Pérez Zeledón, estudiante de psicología y portugués, comenzó a conectarse a los ‘live’ de TikTok hace un año, pero asegura que se ha hecho más conocida entre el público en meses recientes.
Empezó con las transmisiones mientras hacía el almuerzo y esperaba a su pareja en casa. “Mientras cocino las personas me acompañan. Después llega mi novio y almorzamos mientras estamos conectados. Conversamos de todo un poco”, afirmó.
Las redes sociales siempre le han llamado la atención a esta joven. Recordó que publicaba contenido sobre maquillaje y cuidado personal en su cuenta de Instagram y que su sueño es vivir de la generación de contenido, ser una influencer y trabajar con la promoción de diferentes marcas para generar ganancias. Por lo tanto, ella no le pide a sus seguidores regalos, aunque sí hay quienes se los envían.
“Lo que sí pido es que le den like (me gusta) a la transmisión para que TikTok vea que es un contenido importante”, afirmó. Altamirano asegura que no está en los en vivo para hacer dinero, aunque respeta a quienes lo obtienen de esa manera, pues, en su criterio, si el público aprecia el contenido de un influencer, está bien que lo demuestren con los obsequios virtuales.
En el caso de Arturo, el músico, afirma que no acostumbra a pedir regalos porque es consciente de que es un gasto en el que incurren sus seguidores. “Siento que es un compromiso en el que pongo a las personas. No pido regalos, pero sí el apoyo a los ‘lives’”, aseveró.
TikTok no solo se ha convertido en una plataforma para compartir videos, sino en un fenómeno social que redefine las relaciones humanas y económicas en el mundo digital. Los regalos virtuales y las batallas ponen de manifiesto nuestra constante búsqueda de conexión y validación en el mundo digital.