Hagamos un ejercicio: cierre sus ojos por unos cuantos segundos e imagínese dentro un gran campo en el que solo hay girasoles… miles de girasoles grandes y amarillos que lo rodean y que parecen ser infinitos.
Ahora, visualice una imponente montaña al final del campo, que complementa a la perfección ese espectacular escenario.
¿Le gustó lo que vio?
Si su respuesta es sí, lo que viene a continuación le interesará. Si su respuesta es no, no se preocupe, siga leyendo, tal vez lo que se encontrará en los siguientes párrafos lo convencerán para cambiar de opinión.
Para empezar, ese campo de girasoles en realidad existe y se encuentra en Pital de San Carlos. Se trata de una finca de poco más de dos hectáreas de extensión, que hace tan solo un par de días abrió sus puertas.
Allí hay más de 135 mil girasoles que llegan a alcanzar los cinco metros de altura. Unos son amarillos, hay otros que son rojos con amarillo y también hay morados con blanco. Además, dentro de unos días van a florecer girasoles blancos. Eso lo convierte en uno de esos sitios en Costa Rica que hay que conocer sí o sí.
Este es un proyecto creado por Eric Porras, un costarricense de 31 años amante de dicha flor, quien hace tres años junto a su primo, Wady Rojas, decidió hacer realidad el sueño de ver un inmenso lugar lleno de girasoles.
“Yo tengo 20 años de estar sembrando girasoles en el patio de mi casa, porque siempre ha sido como una pasión; entonces, desde hace muchos años tenía el sueño de hacer el primer campo de girasoles en el país, por todo el conocimiento que yo tenía, que ha sido empírico. Y bueno, se me dio la oportunidad con mi primo hace tres años, tres años en los que hemos estado planeando y modificando cosas, hasta llegar al punto de que completamos el proyecto.
“Hoy puedo decir que lo que hemos logrado ha sido gracias a un conjunto de conocimientos de nosotros dos: él con el conocimiento en la agricultura y yo, con el cultivo de girasoles, pero todo ha sido un proceso de prueba y error”, afirma Eric.
Y aunque esta era una ilusión de mucho tiempo atrás, Eric confiesa que fue hace aproximadamente cinco años, después de vender macetas con girasoles para un Día de la madre, lo que realmente lo impulsó a cumplir lo que tanto anhelaba.
Aquí llegan lapas, tucanes, mariposas y ranitas de colores. Es bonito porque no solo los girasoles son protagonistas, sino que también la naturaleza que la gente puede apreciar”.
— Eric Porras, codueño del campo de girasoles
Para esa fecha, un amigo suyo le compró la última maceta que le quedaba para la novia, una chica con cáncer que recién había salido del hospital. La planta ya él la había vendido antes, sin embargo, nunca llegaron a recogerla pues la persona que se la compró le dijo que ya no la quería.
Al alajuelense le sorprendió mucho lo ocurrido, pues al final el girasol, que en un inicio le despreciaron, iba a llevar alegría a una persona, a un hogar.
“Cuando yo me di cuenta que era para ella fue como pensar en que puede que mucha gente lo rechace a uno, que la gente no entienda el por qué uno hace las cosas, pero todo tiene una razón de ser. Yo pude haber sembrado 1.000 macetas, que si fue por esta razón de llevar un momento de felicidad para alguien que estaba pasando un momento de angustia, todo valió la pena. Para mí fue algo muy importante, me emocionó, me impulsó y me motivó a echar rienda suelta al proyecto”, comenta.
Largo proceso
Al principio no fue sencillo, pues Eric ni su primo Wady tenían una propiedad para poder llevar a cabo el proyecto de los girasoles. No obstante, tiempo después, los primos encontraron una finca que podían alquilar y que tenía todo lo que ellos buscaban: era grande y al fondo había una montaña, que serviría como el mejor escenario para que cuando los girasoles crecieran y las personas pudieran ingresar, tuvieran la oportunidad de tomarse las fotos más bonitas.
Además, estaba en San Carlos, el lugar que calzaba a la perfección con el clima que requieren los girasoles para crecer, en el que un día llueve y al otro se asoma el sol. Por ello, se aventuraron a cosechar girasoles en el sitio.
Es un negocio millonario y nosotros tenemos puesta la fe ahí, de que las cosas van a salir bien y que la gente va a llegar a valorar, porque para nosotros ha sido un gran esfuerzo de años.
— Eric Porras, campo de girasoles
“Aquí llegan lapas, tucanes, mariposas y ranitas de colores. Es bonito porque no solo los girasoles son protagonistas, sino que también la naturaleza que la gente puede apreciar. Entonces es un conjunto de factores que hemos tomado en cuenta para que cuando llegara el público, tanto nacional e internacional, encontrara algo diferente, algo que representara a Costa Rica, que fuera de calidad en un ambiente pensado y planificado para el disfrute de la familia”, añadió Eric.
Tras encontrar el lugar ideal, entre los dos socios comenzaron a trabajar el campo con maquinaria que no era la más apta, pero era la que había. El conocimiento de Wady en agricultura le permitió ir trabajando la tierra; y mientras él pasaba el tractor, Eric iba supervisando que la sembradora pusiera las semillas como debía, para que los girasoles nacieran todos hacia la misma dirección.
El campo se regaba con frecuencia y se supervisaba minuciosamente.
Poco a poco, mientras las plantas fueron creciendo se abonaban y se trataban de forma orgánica y sin químicos, porque la idea era tratarlo de la forma más natural posible.
“Hay muchos productos que se utilizan, que nosotros no queremos usar, más bien son perjudiciales para los girasoles. Incluso, nosotros chapeamos a mano las dos hectáreas con el fin de no utilizar ningún insecticida para lograrlo, porque para nosotros la conservación del medio ambiente y sobretodo de las abejas es lo más importante, ya que sin ellas nosotros básicamente somos los siguientes en desaparecer. Entonces para mí sí es un tema muy importante la conservación. Obviamente aumenta más los costos, pero para mí tiene más valor la vida y todo lo que se pueda conservar”, añade.
Debido a ese riguroso proceso, Eric reconoce que la apuesta económica ha sido “muy alta”. Si bien no entró en detalles del costo, el productor es enfático en que “la inversión ha sido con las uñas”.
“Es un negocio millonario y nosotros tenemos puesta la fe ahí, de que las cosas van a salir bien y que la gente va a llegar a valorar, porque para nosotros ha sido un gran esfuerzo de años. No hemos escatimado en costos creyendo que va a ser positivo y hemos agarrado hasta de donde no tenemos con tal de que las cosas se vean bien, bonitas y que la gente lo disfrute”, dice.
Ambicioso
Luego de mucho tiempo, trabajo y preparación, finalmente el pasado jueves 22 de julio el campo abrió sus puertas. Recibió a sus primeros visitantes, quienes no solo se tomaron fotos con los 135 mil girasoles que hay en el sitio, sino que pudieron salir de la rutina mientras recorrían toda la plantación.
Sin embargo, debido a que la floración del girasol dura entre ocho y 10 días, la exhibición estará abierta hasta el 16 de agosto aproximadamente.
A partir de allí el campo volverá a cerrar para cultivar el terreno nuevamente, para que esté listo en aproximadamente tres o cuatro meses y volver a abrir una vez más a finales de este 2021.
Por ahora, el terreno solo se utiliza con el fin de recibir público, por ello cobran una entrada que tiene un precio de ¢6.000. De acuerdo con Eric, este es el único ingreso que les permitiría continuar desarrollando el campo, junto con la venta de girasoles, que tienen un valor de ¢500 cada uno.
“Es algo simbólico. Cuando creamos este proyecto pensamos en la idea de hacer exhibiciones para traer algo diferente al público costarricense, de una manera que se puede explotar el campo y también diversificar. De hecho, el tema de los girasoles lo hemos diversificado con muchísimo producto y queremos seguir haciéndolo con la flor en diferentes tonos. Pero vamos poco a poco, lo que sí es un hecho es que la gente va a ir viendo la evolución”, comenta.
Además, espera que en un tiempo la pandemia por la civid-19 sea cosa del pasado y que el campo pueda albergar exhibiciones internacionales y hasta conciertos. Eric está convencido de que su campo de girasoles es un atractivo turístico en desarrollo.
“Yo no conozco ninguna parte del mundo que tenga la misma visión y, a pesar de que es algo poco conocido, queremos innovar cada vez que se pueda. De igual manera nosotros siempre estamos abiertos a cualquier propuesta que la gente quiera hacer, porque de eso se trata: de hacer un atractivo turístico nuevo, diferenciado a los que existen en otras partes del mundo”, comenta.
Por ese motivo, por ahora Eric no desea darle otros usos al sitio, ni mucho menos a los girasoles, pues es un proyecto a largo plazo del que ya se ven sus primeros frutos.
Por amor
El campo de girasoles no es un emprendimiento que les dejará ganancias a los primos. Según ellos, con lo que recauden durante la temporada solamente les alcanzará para invertir en el nuevo cultivo.
Para ganarse la vida, Eric trabaja como contador por servicios profesionales para una empresa de Estados Unidos, mientras que Wady es agricultor en San Carlos, allí tiene una milpa de maíz.
Sin embargo, aunque a ellos no les genere ganancias, son conscientes de que están promoviendo el turismo en San Carlos, una de las zonas turísticas más afectadas por la pandemia.
“Es un pasatiempo que ya beneficia a más familias y eso es algo que nos enorgullece. Por ejemplo, cuando los operadores empezaron a planear las excursiones me decían: ‘Eric, yo tenía más de un año de no llenar el cupo para que la gente vaya a un tour’; y es que las personas están tan afectadas por esto que créame que a mí me llena de felicidad impactar de manera positiva a otros por medio de nuestro proyecto. Es un orgullo y una satisfacción saber que otras familias también se están viendo beneficiadas”, asegura.
Ahora, Eric se ilusiona con las futuras exhibiciones, en las que podrá tener más colores de girasoles y llegarán más visitantes. También sueña con que su campo sea un referente en Costa Rica a nivel internacional pero, principalmente, que más pequeños y medianos productores de la zona se vean beneficiados.
Se atreve a soñarlo porque una vez lo hizo y, ahora, ve como su campo de girasoles resplandece, encanta y seduce todas las miradas.
Campo de girasoles
Horario: Todos los días hasta el 16 de agosto. De 8 a. m. a 5 p. m.
Entrada: ¢6.000
Ubicación: Diagonal al Servicentro Uno, en Pital de San Carlos.
Información: Facebook Girasoles de Costa Rica.