No se equivocaba aquel periodista de La Nación que escribió en el año 2000 lo siguiente: “dentro de algunos años, nombres como Capri, Rex, California y Palace no significarán mayor cosa para los niños, aunque para varias generaciones sean el recuerdo de las salas de cine que funcionaban en el corazón de San José”.
Aquella profecía de recorte de periódico se convirtió en una realidad. Más allá de la Sala Garbo y el Cine Magaly, las salas de cine oscuras que habitaron la capital son solo un recuerdo. Es más: son memorias construidas en anécdotas, uno que otro retazo de periódico y en la tradición oral de más de una generación.
Revista Dominical fue en búsqueda de algunas de esas emblemáticas salas que dejaron de existir; que hoy son parqueos, centros de adoración y, en muchos casos, inmuebles simplemente abandonados.
A continuación, un repaso fotográfico acompañado de algunos datos que apenas se preservan sobre aquellos recintos donde se vivieron tantos momentos inolvidables acompañados del sétimo arte.
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Cine California
Todo aquel que se haya pegado la fiesta en el barrio La California ubica el parqueo grafitado que está al costado sur de la Estación al Atlántico, en San José.
El Cine California estuvo allí, donde hoy, además de ser un parqueo, es un orinal “público” para muchos de los que gozan la vida nocturna de la zona.
Aún así, en los espacios que el parqueo tiene destinado para personas con discapacidad, se puede observar un remanente: se conserva el piso de mosaico rosado que daba la bienvenida al local. “Toda esta entrada (el costado oeste) era la entrada”, certifica uno de los transeúntes que pasa por allí.
Este cine tuvo su inauguración el 19 de abril de 1959 con la película de estreno Gigi, según datos de Mi Costa Rica de Antaño. “El Cine California fue construido con todos los requisitos que ocupara en aquel tiempo una sala de cine, butacas confortables, sonido nítido, pantalla amplia y moderna, etc. Su eslogan era Categoría, Confort y Confianza”, se lee en la reseña que hizo el portal.
Cine Líbano
En el distrito Merced, diagonal a la emblemática Terminal 710 (cuyos buses salen hacia San Carlos), está el precioso edificioso donde alguna vez funcionó el Cine Líbano.
Con influencia del art-decó, que tan de moda estuvo en los años 30, aún se mira en su majestuosa fachada “GRAN LIBANO”.
“El sábado 27 de marzo de 1937 se inauguró una de las salas de cine más grandes de San José”, se lee en el portal Explore Costa Rica, en una revisión escrita sobre este recinto, el cual fue cerrado en los años ochenta.
“Con una vistosa fachada de volúmenes escalonados y motivos de sol radiante, rótulo incorporado y, para culminar el conjunto, una elegante heráldica, que hace referencia al origen libanés del propietario, con un altorrelieve de gran calidad. Construido por el ingeniero italiano Enrique Cappella, se ignora quién hizo su deslumbrante diseño”.
Aunque algunos transeúntes cuentan que en la década pasada se utilizó el sitio como una ferretería, hoy es un edificio abandonado y cerrado donde, al momento de visitarlo, varios indigentes se disputan un puesto en el techo que antes daba bienvenida a la boletería del cine.
Cine Universal
En Paseo Colón, ubicada entre las calles 26 y 28, hoy se encuentra la Plaza Daikin, donde alguna vez estuvo el Cine Universal.
En frente del Hotel Ambassador está este sitio comercial que no guarda ninguna similitud con la arquitectura de aquel recinto, el cual fue inaugurado en 1970.
“Fue una sala muy gustada por su gran tamaño y sus funciones especiales para escuelas con actividades variadas. Tenia un sistema Surround excelente y una pantalla gigante para super producciones en 70mm”, se lee en el portal Mi Costa Rica de Antaño.
Quienes trabajan en el centro comercial se sorprenden cuando se les trata de consultar sobre vestigios de aquel recinto cinéfilo. Caras confundidas y sorprensivas aparecen. Para los trabajadores actuales, sus recuerdos están ligados a la plaza que hoy ocupa ese espacio.
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Cine Lux
No es de extrañarse que Plaza González Víquez contara con un gran recinto para películas como lo fue el Cine Lux, inaugurado en la pomposa década de 1950.
La excelente ubicación de Plaza Víquez, con gran afluencia de transeúntes, hizo que se instalara la pomposa sala donde hoy se ubica el parqueo de la Casa de la Biblia.
Marcela Kirce, funcionaria del local, nos abrió las puertas del establecimiento para dejar ver que el parqueo aún conserva la gran hondura que era tradicional de los cines: una gran “panza” hacia abajo para dar la forma de las filas de butacas de frente al proyector.
De esa estructura original no se ha cambiado nada; el parqueo es una gran hondura.
Al fondo del parqueo se encuentra una bodega de la Casa de la Biblia donde, curiosamente, hace una semana un empleado se cayó en una de las tablas y descubrió unos rollos de película, algo que había ocurrido cuando la Casa de la Biblia compró el lugar.
“Cuando lo limpiamos sacamos diez toneladas de basura del lugar”, cuenta Mayra Ugalde Herrera, directora del centro. “Lo que quedaba del edificio fueron las paredes, se les hizo una prueba para ver si era posible construir un edificio ahi, y las paredes estaban en perfecto estado. Sacamos cientos de rollos de películas de silicón, que los usamos como relleno entre los dos edificios y pusimos tierra encima para evitar la cantidad de zancudos”, recuerda.
Aunque ahora todo es un lote de parqueo, las estructuras que separan las propiedades colindantes dejan ver que las separaciones no son rectas; están escalonadas, “como los cines de antes”, agrega Kirce.
Al lado de la Casa de la Biblia se encuentra una óptica privada, donde antes era la boletería del Lux. “Por aquí caminan señores y me cuentan que la pasaban de lo más lindo en el cine”, cuenta el guarda del lugar, con aire de nostalgia.
Cine Capri
Sobre la avenida Central, 150 metros al oeste de la Asamblea Legislativa, estuvo el Cine Capri, una sala de cine que vio la luz el 18 de junio de 1971 y cerró el 3 de octubre del 2000.
“Los propietarios de este centro de espectáculos han querido dotar a la ciudad capital de una sala de espectáculos pequeña, acogedora, donde las buenas películas, algunas de ellas obras de arte de la cinematografía, tengan su lugar para que el público las presencie con toda comodidad”, se lee en la nota informativa del diario La Nación.
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El filme que dio la inauguración al recinto fue La Prisionera (1968), película del realizador francés Henri-Georges Clouzot. Según la reseña, “se dieron cita cantidad de personas de nuestra sociedad, quienes ponderaron no solo la calidad de la cinta, sino el aspecto elegante y confortable del nuevo Cine Capri”.
Hasta hace poco tiempo, el establecimiento albergaba una gran tienda de ropa americana, pero hoy solo hay un edificio abandonado con portones grises y un comercio, sin ningún vestigio de su legado.
Cine Variedades
No hay cómo perder el Cine Variedades (antes conocido como Teatro Variedades). Junto con el Teatro Nacional y el Teatro Melico Salazar, es uno de los tres grandes recintos culturales de la capital.
Ubicado en calle 5, entre las avenidas central y primera, aún exhibe su preciosa arquitectura, donde se miran grabados de ángeles tocando arpas en la fachada.
El recinto fue inaugurado en 1892. Es el teatro más antiguo de San José y fue donde ocurrió el debut del cine en Costa Rica, cuando llegaron las primeras películas en 1906.
Aún mantiene sus ventanales de entonces y el espacio para colgar pósteres. De hecho, si uno agudiza la vista, puede encontrar en su pasillo enrrejado un póster de Apocalipsis de nuestro tiempo (2014), de la cineasta costarricense Ishtar Yashin.
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“La más alta tecnología en sonido e imagen”, se lee desde afuera en uno de sus pasillos, al lado de otro póster donde se lee CERRADO, pues desde el 2014 se detuvo su funcionamiento por “daños estructurales”.
El Variedades es un tema sensible. De hecho, desde el 2017 está en planes convertirlo en una Cinemateca Nacional que sirva como archivo y promoción de la filmografía costarricense, pero el proyecto sigue en pausa y sin novedades.
Actualmente el Variedades está tutelado por el Centro Nacional de Cine.
Cine Palace
Diagonal a la Catedral Metropolitana, en plena Avenida Segunda, un edificio tomado hoy como una tienda de ropa americana guarda el recuerdo del Cine Palace. Inclusive, en su fachada, se leen grabados gigantes que señalan PALACE.
Se inauguró el 14 de noviembre de 1935, con la película Quiéreme siempre. Según el portal Mi Costa Rica de Antaño, el recinto contaba con capacidad para 1.500 espectadores, su mobiliario fue importado de los Estados Unidos y tenía aire acondicionado y el primer sistema de iluminación indirecta del país.
“Ah, el Palace era precioso”, cuenta doña Mauren, una señora que pasa su mañana sentada en el Parque Central. “Ahí sí que era lindo, los asientos cómodos... Era de lujo. No cualquiera iba ahí. Tenía su propia reputación”.
Cine Rex
El imperdible McDonald’s del Parque Central fue uno de los grandes recintos del cine josefino: nada menos que el Cine Rex. “El favorito de la capital se ubicaba al costado sur del Parque Central de San José. Con un lobby muy elegante y una sala de gran tamaño, con 2 pisos de butacas, tenía siempre los estrenos cinematográficos más importantes”, se lee en el portal Mi Costa Rica de Antaño.
La estructura del cine se mantiene e incluso hay un gran letrero en rojo en el que se lee REX. Antes este letrero se encontraba hoy donde está el rótulo del restaurante de hamburguesas.
Fue inaugurado en 1958 y cerró sus puertas en octubre de 1999.
Cine Metropolitan
“Sí, todo esto era el Metropolitan”, dice una de las empleadas (que prefirió no identificarse) del Parqueo Catedral, ubicado en calle central, entre avenida 6 y 8 de San José.
De todo el recorrido de cines antiguos de la capital, el Metropolitan fue el que costó más ubicar. Los transeúntes capitalinos no identifican el lugar y el sitio no guarda ninguna reminiscencia con aquel imponente cine.
“Antes aquí incluso se llamaba Parqueo Metropolitan, pero con el cambio de administración se le puso otro nombre”, dice.
Según recuerda, todo el cine fue demolido y, desde el 2013, no queda ninguna estructura de aquella sala fundada en 1962, que contaba con grandes columnas de acero.
Otro de los señores que allí trabaja sí recuerda a la perfección la popularidad que gozaba del cine. “Tenía un excelente espacio en sus butacas, era grande. Luego vinieron los alquileres de videos y los centros comerciales y cines como este desaparecieron. Una lástima porque era muy bello venir con la noviecilla, pasear y saber que era una salida especial para el cine. Ay, ¡qué recuerdos!”, dice.
Cine Omni
El Centro Comercial Omni, ubicado entre calle 3 y 5 de San José, contiguo a la Plaza de la Cultura, sigue siendo un punto de referencia en la capital, pero aquel cine del mismo nombre es solo una memoria.
Este recinto se inauguró en 1981. El guarda de seguridad del centro comercial recuerda que tenía una gran sala, cómoda. “Aquí venía la gente en familia y les gustaba porque había parqueo, entonces era muy útil”, rememora. Aún así, la sala cerró sus puertas a mediados de los dos mil y hoy es un teatro de corte popular llamado El Reventón.
En el portal Mi Costa Rica de Antaño recuerdan que el cine “se distinguía por su moderno sistema de sonido Startscope”, que estaba en auge en aquel entonces.
Cinema 2000
El Cinema 2000, antes conocido como Cine Irazú, fue demolido hace poco, en diciembre del 2022.
Actualmente en el antiguo recinto ubicado sobre el Paseo de los Estudiantes, en el llamado Barrio Chino, solo se observan unas láminas de zinc que esconden los escombros del sitio.
Este cine fue inaugurado el 3 de febrero de 1983 bajo el nombre de Cine Irazú. El lugar estaba compuesto por 300 butacas y contaba con un cómodo parqueo.
En diciembre de ese mismo año, fue rebautizado como Cinema 2000 y en su cartelera se encontraban filmes mexicanos y cine de autor latinoamericano; incluso tuvo durante años tandas para niños.
Posteriormente, se convirtió en un cine con contenido para adultos, recordado por su publicidad y las polémicas que generaban en el pleno corazón de la capital.
Son muchas las historias que se guardan en torno al Cinema 2000, como las butacas con el felpudo afuera, el inminente olor a cloro a causa de baldazos que se lanzaban por los pasillos y, por supuesto, rumores sobre cómo se obtenía sexo entre quienes visitaban la sala.
Según la Filmoteca Cine Arte, el sitio pasará a convertirse en un comercio más del Barrio Chino. Al momento de realizar la visita solo se observó a constructores y máquinas trabajando en aquel lugar que contaban con dos pisos y una gran leyenda a sus espaldas.
Cine Reina, Guadalupe
El testamento de lo que fue el prestigioso Cine Reina está en el suelo. No hace falta entrar al Centro de Adoración Cristiana que se ubica actualmente en ese mismo sitio, al frente del conocido restaurante La Casona Típica, en avenida 10.
Basta caminar por allí afuera y ver el suelo de cerámica para recordar que, en el corazón de Guadalupe, hubo un cine de prestigio.
Don Alfredo, un funcionario municipal de Goicoechea, hace un recorrido por allí cerca y recuerda “que era un cine de lujo. Era tan bonito que incluso en los años 80 grabaron ahí el show de La Dulce Vida”.
Según el portal Costa Rica de Antaño, el cine se abrió a comienzos de la década de 1950 y fue propiedad de José Joaquín Colleya Fonseca, futbolista legendario del balompié local que jugó con el Club Sport Guadalupe, Gimnástica Española y el Club Sport La Libertad (en su honor se bautizó el estadio de fútbol guadalupano).
En el cine Reina, don Alfredo recuerda haber visto Moby Dick (1956), una de sus películas preferidas. “Uno iba en la tarde y se sentía el más elegante”, dice.
En su memoria también está el dato de que fue uno de los primeros cines en tener una butaca acolchada y no de madera.
Cine Río, Guadalupe
Siempre en el centro de Guadalupe se puede encontrar otro sitio donde estuvo un recinto emblemático. Al costado oeste del parque estuvo ubicado el Cine Río.
Otra funcionaria municipal, que prefirió no identificarse, recuerda que el Río era “toda una sensación” porque quedaba tan cercano a la Iglesia de Guadalupe que la gente gustaba de ir a misa, salir a almorzar y después, en su tarde de domingo, ver una película allí.
En un comienzo fue conocido como el Teatro Júpiter. Con ese nombre fue fundado en 1895, pero en la década de 1940 fue rebautizado como Cine Río.
“En 1945 se daban cuatro funciones por semana y los domingos tres. La propaganda de las películas se hacía mediante una persona que llevaba pancartas y un tambor por las calles de Guadalupe”, se lee en la reseña del lugar escrita por Maritza Cartín, quien creó el portal Mi Costa Rica de Antaño.
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Cine Guadalupe
Las oficinas de Acueductos y Alcantarillados no se pierdan. En la calle principal de Guadalupe se puede divisar el gran rótulo de AyA, ubicado 200 metros oeste del parque. Esa institución estatal cuenta con un amplio parqueo donde, muchos años antes, estuvo el Cine Guadalupe.
Según el portal Mi Costa Rica de Antaño, este cine también perteneció al futbolista Colleya Fonseca y fue inaugurado en 1948.
“Aquí siempre venía a ver las películas de Semana Santa”, recuerda el fotoperiodista Alonso Tenorio quien, en los años 70, era un niño que nunca faltaba a las proyecciones del Viernes Santo. “Todas las películas sobre la pasión de Cristo se pasaban por aquí y uno venía a pie porque nadie encendía el carro en aquella época, como respeto por Semana Santa”, rememora.
Cine Moravia
Una cuadra al oeste del parque de Moravia están las oficinas cantonales de la Cruz Roja. Su gran parqueo fue, en el siglo pasado, el Cine Moravia.
Nacido en 1927 con el nombre de Teatro Valencia, fue el primer cine del cantón moraviano. Según Mi Costa Rica de Antaño, ahí se proyectaban películas mudas los sábados y domingos en dos funciones, una para adultos y otra para niños.
Con la llegada del cine sonoro, en los años 30, se proyectaron películas mexicanas. Estos filmes eran anunciados con carteles gigantes que se ponían frente al cine y en las pulperías de la zona. En los años de 1950 pasó a llamarse Cine Moravia.
Su cierre se debió a que cayó en quiebra. A finales de los setenta, fue comprado por el Club Unión Deportiva de Moravia, y pasó a albergar bailes los sábados y domingos con orquestas famosas de la época.
Hoy el terreno es propiedad de la Cruz Roja y muchos ubican el sitio por ser el lugar donde se realiza el tradicional bingo de la organización.
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