Como todo un influencer, en agosto del 2006, el adolescente Carlo Acutis tomó su computadora y se grabó dando un mensaje que, sin pensarlo, se volvería viral varios años después.
“Estoy destinado a morir”, expresó Acutis en el célebre video, mientras sonreía ilusionado a la cámara y daba una palmada como si algo muy 'chiva’ estuviera a punto de pasarle.
Dos meses después, en Asis, Italia, se realizó un concurrido e inolvidable funeral. Un sepelio al que, extrañamente, comenzaron a llegar decenas de desconocidos de la familia del fallecido, incluidos una gran cantidad de indigentes, niños e inmigrantes.
Todos, sin excepción, venían a despedir al joven Acutis, quien en su corta vida había intercalado sus pasiones de adolescente -jugar Play Station, mejenguear y salir a la calle con sus amigos- para dar aliento a centenas de personas sin hogar, anunciar a Cristo por medio de sus conocimientos de informática y hasta editar unas cuantas películas caseras.
“Aquel día yo no entendía lo que estaba pasando, pero luego lo entendí todo”, declaró su madre Antonia Salzano, al atestiguar el mar de gente que la acompañó en la despedida de su hijo Carlo.
Una gran fama de santidad, que sorprendió a su propia familia, se iba a propagar luego de su concurrida sepultura.
Eso no solo lo dicen sus amigos, sus padres o sus amigos indigentes. La misma Iglesia católica lo certificó así el sábado 10 de octubre, cuando en el corazón de la ciudad italiana de Asís el Papa Francisco declaró a Acutis beato de la iglesia, el título que antecede al de santo.
Para los católicos un beato es un difunto cuyas virtudes terrenales han sido previamente certificadas por el papa y, con la misma bendición del pontífice, puede ser venerado por los fieles de todo el mundo y pedir por su intercesión en el cielo.
Según la Real Academia Española, en un sentido más amplio, beato significa: “feliz o bienaventurado”, y ese es, precisamente uno de los términos que Acutis más acuñó para su vida.
“Para mi la tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios", anotó Acutis en un cuaderno suyo, varios meses antes de morir en un hospital italiano.
A continuación, la historia del que podría convertirse en el primer santo de la web y de los llamados millenials.
La muerte
Tal como lo predijo en el famoso video, el 12 de octubre del 2006 Carlo Acutis cerró sus ojos y partió de este mundo. Tenía tan solo 15 años.
Nadie sabía que estaba enfermo, hasta que tres días antes de su deceso ingresó a un hospital de Monza, Italia, afectado por una gripe que no parecía ser tan grave.
Por ese motivo, a su madre Antonia, le sorprendió mucho que su hijo soltara la siguiente frase antes de cruzar la puerta del hospital: "De aquí ya no salgo”.
En el centro médico, Acutis fue sometido a algunos exámenes de rutina y el diagnóstico posterior fue fulminante: padecía leucemia del tipo M3, la más agresiva.
No había nada que hacer.
Tras oficializarse su condición de salud, Acutis solo dijo: “ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia católica, para no tener que estar en el purgatorio y poder ir directo al cielo”.
Durante su corta agonía, cuentan las enfermeras del hospital que se mantuvo siempre sonriendo y enfrentando el dolor sin quejarse.
-¿Cómo te sientes Carlo?- le preguntaban.
- Bien. Hay gente que sufre mucho más que yo. No despierte a mi madre, que está cansada y se preocuparía más-, respondía el ahora beato.
Al conocer su destino Carlo pidió que le fuera aplicada la Unción de los Enfermos -sacramento popularmente conocido como la extremaunción-, luego comulgó y poco tiempo después falleció.
En otro video -muy similar al que Acutis utilizó para profetizar su muerte-, el chico había dicho que si moría quería que lo enterraran en la famosa ciudad de Asís -la tierra de San Francisco-, deseo que sus padres no dudaron en conceder.
A partir de ese instante sus progenitores -Andrea y Antonia- no solo tendrían que pasar por el dolor del duelo, sino que casi de inmediato tuvieron que enfrentar una inesperada revolución en sus vidas: habían sido los padres de un chico especial... ¿un santo?, quizá.
Su vida, para bien, ya no pudo ser la misma.
La niñez de Acutis
Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991, en Londres, Inglaterra.
Sin embargo, varios meses después de su nacimiento, su familia se mudó a la ciudad de Milán, en Italia, donde viviría hasta el día de su muerte.
Carlo creció como todo niño. Le gustaba corretear con sus amigos del barrio, jugar a los carritos y era aficionado al AC Milan, el equipo rojinegro de la ciudad.
Pero había algo muy singular en la vida de Acutis. Según su madre Antonia, desde muy pequeño, Carlo comenzó a mostrar un interés muy marcado por la religión y los sacramentos.
Eso era extraño, pues sus padres si bien eran católicos creyentes no se consideraban practicantes.
“Carlo me salvó. Yo era una analfabeta de la fe", confesó Antonia Acutis en una entrevista concedida a EWTN.
De hecho, su madre agregó que antes de que naciera Carlo solo había a misa tres veces en su vida: en su primera comunión, su confirmación y su matrimonio.
Pero tales antecedentes espirituales no incidieron en el niño. Espontáneamente se despegaba de sus papás para rezar en cuanta iglesia se topara.
Durante los viajes familiares, incluso, insistía a sus progenitores para que visitaran los santuarios que se encontraban en el camino, sobre todos los relacionados con milagros eucarísticos.
Tanta era su inquietud con el tema y las preguntas tan retadoras que lanzaba a sus padres, que su madre Antonia no tuvo más remedio que matricularse en un curso de teología para tratar de contestar sus cuestionamientos infantiles.
Fue en ese proceso que Carlo no era llevado a misa por su padres, al contrario, él los llevaba a ellos.
Su devoción creció con el tiempo. A los 7 años, tras recibir un permiso especial, hizo su primera comunión y comenzó a llamar al acto eucarístico como su “autopista al cielo”.
“Si nos acercamos a la Eucaristía todos los días, vamos directo al paraíso”, decía el beato y por ese motivo pedía ir a misa a diario y se confesaba muy seguido.
Por otro lado, Carlo mostraba un devoción muy grande por la Virgen. Rezaba el rosario seguido y en uno de sus escritos afirmó: María "es la única mujer en mi vida”.
“Carlo no fue un franciscano. Fue, simplemente, un adolescente de nuestro tiempo, enamorado de Jesús y especialmente de la Eucaristía. En Asís él respiró el carisma de San Francisco”, escribió el obispo de Asís, Domenico Sorrentino, en un libro titulado Originales, no fotocopias.
El título del libro hace referencia a la que se ha convertido en una de las frases más celebres de Acutis-: “Todos los hombres nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias, ¡no dejes que eso te pase a ti!”.
Según El Tiempo, de Colombia, la publicación Originales, no fotocopias describe a Acutis como un “adolescente que nadaba contra corriente” y se salía de todo esquema.
Es que Carlo no era un chico común. Se enojaba si su mamá le compraba un segundo par de zapatillas o si le regalaban ropa de marca. Su marcado sentido social lo hacía sentirse incómodo con los lujos.
Ese detalle, mezclado por su afición por la tecnología, le valieron el mote de “ciber apóstol”.
Las pasiones de Carlo
Carlo Acutis, como casi todo adolescente de clase acomodada, recibía de sus papás un dinero para cubrir sus salidas al colegio, ir al cine o divertirse con sus amigos los fines de semana.
Pero ese dinero, en el caso de Acutis, no fue utilizado para eso. En cambio, el joven lo ahorraba para comprar alimentos a personas sin hogar y darles consuelo en las calles.
De eso, la madre de Acutis se dio cuenta luego de su muerte. Cuando al funeral comenzaron a llegar decenas de indigentes ella no se quedó con la incógnita y un amigo del difunto le contó toda la verdad.
“Lo entendí todo. A él no se le ocurría tomar dinero y comprarse alguna cosa para él, sino que lo donaba a obras de ayuda”, expresó su madre Antonia en un documental titulado Carlo Acutis, el influencer de Dios.
“Carlo se daba cuenta que era importante ayudar a los otros, no ser egoístas ni replegarse”, agregó su progenitora en el filme.
El otro apostolado de Acutis tenía que ver con las computadoras. Su especialidad era diseñar páginas web que ponía al servicio de parroquias y proyectos sociales.
Era un fanático del internet, aseguran quienes lo conocieron en vida.
“Recuerdo con exactitud que decía: -"hoy una parroquia debería tener una página web en la cual compartir su imagen, y recibir preguntas, propuestas, consideraciones por parte de aquellos que aman la vida de la comunidad. ¿Por qué no lo hacemos?-”, relató Gianfranco Poma, quien fue su cura párroco por varios años.
Entonces, Carlo ponía manos a la obra y construía el sitio web. Todo eso mientras luchaba por controlar su apetito, pues su madre asegura que en ocasiones abusaba de los helados y la Nutella.
“Esa fue una de sus luchas humanas. Había subido de peso por eso y entonces aprovechó para cultivar la virtud de la templanza. También se autocontrolaba con los videojuegos, pues le encantaban”, reveló su madre a Vatican News.
En otras de sus facetas, Acutis fue catequista de una parroquia, solía andar con su cámara de video registrando momentos importantes de la vida cotidiana y en una ocasión organizó una exposición de los principales milagros eucarísticos ocurridos en el mundo.
Nada en la vida de Acutis -ni siquiera en el basto y controvertido mundo de la virtualidad- se apartaba de su pasión por su Dios y por la iglesia.
“La beatificación de Carlo es una buena noticia, un anuncio fuerte de que un joven de nuestro tiempo, uno como muchos, ha sido conquistado por Cristo y se ha convertido en un faro luminoso para quienes quieren conocerlo y seguir su ejemplo”, dijo el cardenal Agostino Vallini, en su misa de beatificación.
¿Pero cómo llegó Acutis a ser incluido en la lista de beatos de la Iglesia católica?
Un milagro, ocurrido en Brasil, fue el motivo.
El milagroso trozo de camiseta
Luego de su muerte, ocurrida hace 14 años, la fama de santidad de Carlos Acutis creció como la espuma.
De forma sorpresiva, sus padres comenzaron a recibir centenares de cartas y solicitudes de oración provenientes del todo el mundo, que incluso hablaban de supuestas curaciones y conversiones ocurridas gracias a su intercesión.
Fue inevitable, entonces, que las autoridades eclesiales iniciarán un proceso de investigación para saber quién era realmente Carlo Acutis y porqué nadie dejaba de hablar de él.
Se hicieron exhaustivas entrevistas a sus conocidos, se revisaron las cartas enviadas de todo el mundo y se aplicaron los rigurosos procedimientos que la Congregación para la Causa de los Santos, con sede en el Vaticano, suele iniciar en estos casos.
Luego de 5 años de investigaciones se determinó que Carlo Acutis fue un ser humano extraordinario, por lo que el Papa Francisco le otorgó el título de “venerable” en el 2018.
Esta distinción lo confiere la iglesia a quien, por la práctica de las virtudes ejercidas en vida, es considerado digno de ser venerado por los fieles de todo el mundo. Es, además, el paso previo para que alguien pueda convertirse en beato.
Pero no es solo un trámite. Para que la iglesia declare a un venerable en beato, debe comprobarse un milagro ocurrido por su intercesión.
“Dicho milagro debe ser probado a través de una instrucción canónica especial, que incluye el parecer de un comité de médicos y de teólogos”, explicó el diario español ABC.
Ese milagro sucedió en Brasil, el 12 de octubre de 2013, justo en el sétimo aniversario de la muerte de Acutis.
En Campo Grande, capital del estado de Mato Grosso, un niño de 6 años llamado Matheus se curó inexplicablemente de una grave anomalía en el páncreas, la cual padecía desde su nacimiento y que le impedía alimentarse de manera adecuada.
A los tres años y medio de edad, según la agencia de noticias ACI Prensa, el niño pesaba solo nueve kilos. Se alimentaba de una sustancia a la que su familia llamaba leche, pero que en realidad era un batido con proteína y vitaminas que su cuerpo no tenía tiempo suficiente para absorber y solo se mantenía unos minutos en su estómago.
Pero una reliquia de Acutis lo iba a cambiar todo.
“El Padre Marcelo Renório invitó a los parroquianos a rezar una novena y apoyó un pedazo de camiseta de Carlo sobre el pequeño paciente” narró el diario italiano Corriere della Sera.
Al tocar la reliquia, el niño expresó la siguiente oración: -"quisiera poder no vomitar más"- e inmediatamente se inició la curación.
Al día siguiente, el chico empezó a comer y su páncreas repentinamente estaba sano sin que los cirujanos lo hubieran operado.
“Ya en casa el niño pidió comer y le preguntó a su hermano cuál era la mejor comida que había probado. Los dos eligieron arroz, frijoles, bistec y papas fritas”, describió ACI Prensa.
“La mamá le sirvió la cantidad que come un adulto, creyendo que no lo terminaría, pero Matheus acabó su ración y pidió más. Luego su madre esperó a que el niño vomitara la comida, pero eso no sucedió”, agregó el medio.
Los médicos brasileños no pudieron explicar su curación y la iglesia acreditó el milagro como auténtico. No había más por hacer: Carlos Acutis estaba listo para ser declarado beato.
¿Próximo santo?
Para que Carlo Acutis sea declarado santo de la Iglesia católica solo le falta cumplir un requisito: otro milagro comprobado.
En Costa Rica todos recordamos el milagro que se le atribuyó a Juan Pablo II, el cual le permitió obtener el título de santo, en 2014. En esa ocasión la tica Floribeth Mora, que padecía un aneurisma cerebral, habría sido sanada por intercesión del papa viajero.
Ese fue el segundo milagro atribuido a Juan Pablo II y por el cual pasaría de beato a santo.
Algo similar se espera que ocurra con Acutis algún día, pero solo el tiempo lo dirá. Lo que sí es cierto es que ya existen varias curaciones atribuidas al nuevo beato, las cuales se encuentran en investigación.
Desde ya, eso sí, miles de jóvenes y adultos católicos han hecho de Acutis su beato preferido y, al menos en sus corazones, ya lo consideran el santo de las redes sociales, de los sitios web y del ímpetu social de los jóvenes de nuestro tiempo.
Para ellos Acutis ya tiene un título eternamente escrito en el cielo: “Carlo Acutis, el santo patrono de Internet”.
¿Incorrupto?
Como si estuviera plácidamente dormido, con un rostro lozano y pacífico, así lucía el cuerpo de Carlo Acutis en el Santuario de la Expoliación de Asís, en Italia, antes de ser beatificado.
En ese templo, desde el 1.° de octubre, los restos del nuevo beato fueron colocados en una urna especial para la veneración de los fieles de todo el mundo.
Pero Acutis murió hace 14 años, ¿cómo puede ser que su rostro se mantenga en esas condiciones? ¿Se trata de un santo incorrupto?
Medios de comunicación de todo el mundo cayeron en el error y declararon a Acutis un santo incorrupto, pero no lo es.
Para la Iglesia católica, la incorruptibilidad es la propiedad de un cadáver de no descomponerse después de la muerte, a pesar de no haber sido embalsamado o preservado de manera alguna.
La iglesia, de hecho, considera a varios de sus santos y beatos incorruptos, tal es el caso de Santa Bernardita Soubirous, Santa Clara de Asís, San Juan Bosco, San Juan María Vianney y el beato Juan XXIII, entre otros ejemplos.
Pero el caso de Carlo Acutis no calza en esta categoría. Según el obispo de Asís, Domenico Sorrentino, el acto de exhumación de los restos del beato ocurrió en el 2019, en el cementerio de Asís. Allí, el cuerpo de Acutis fue encontrado “en el normal estado de transformación propio de la condición post mortem”, aseguró el prelado.
“Sin embargo, muchos años después de la sepultura, el cuerpo, si bien transformado, posee varias partes todavía en su conexión anatómica y fue tratado con aquellas técnicas de conservación y de integración normalmente practicadas para exponer con dignidad a la veneración de los fieles los cuerpos de los beatos y de los santos”, agregó.
Las técnicas de conservación a las que se refirió Sorrentino, fueron principalmente la reconstrucción del rostro, con una máscara de silicona.
“Fue una operación que fue hecha con arte y amor. Además se hizo un específico tratamiento por el que fue posible recuperar la reliquia preciosa del corazón”, finalizó el obispo italiano.
La reliquia del corazón, de hecho, fue usada el día de la beatificación de Acutis. Fue introducida en un relicario y permanecerá en custodia de Basílica de San Francisco de Asís.
“El corazón de mi hijo quedó perfecto”, aseguró su madre Antonia en el diario Corriere della Sera.