Este lunes 9 de mayo, en su primer día como expresidente, Carlos Alvarado Quesada se levantará temprano, le hará el desayuno a su hijo Gabriel, de ocho años, mientras este se alista para que su papá lo lleve a la escuela en el carro que le prestará por estos días su abuelo. La vida cambió y los padres del niño deben empezar por comprar un vehículo.
Luego, el joven exgobernante irá a trotar y a hacer algo de ejercicio para luego almorzar en la casa de sus papás, don Alejandro y doña Adelia, quienes viven cerca de la escuela en la que estudia el nieto. Más tarde recogerá al pequeño en el centro educativo y regresará a su casa, donde intentará descansar un rato. Posiblemente practique uno de sus hábitos favoritos, leer, aunque casi es un hecho que Gabriel lo reclute para una partida de infarto de FIFA, pues el chiquillo es un adepto al fútbol en todas sus manifestaciones y aunque don Carlos no tiene preferencias, ahora toda la familia apoya a Gabriel en su fidelidad hacia la Liga Deportiva Alajuelense y, en el extranjero, el Atlético de Madrid.
– Pero Presidente ¡es su primer día ‘libre’ tras cuatro años sin un solo día de vacaciones! ¿No tienen planeado hacer algo particular?
“Sí, claro. Voy a ir a dejar y a recoger a mi hijo a la escuela, voy a hacer algo de ejercicio, veo a mis papás mientras Gabriel sale y luego me vengo para la casa”
Entendí perfectamente lo que me quiso decir, pues lo que para miles de padres es el ritual diario de ir a dejar o recoger a sus hijos en la escuela, para el ya casi expresidente de Costa Rica este será un gusto que no se ha dado durante los últimos 48 meses, con contadas excepciones.
Claro, lo dice sin el menor asomo de queja, todo lo contrario. Tras entrevistarlo a él junto con su esposa, doña Claudia Dobles —ya casi exprimera dama—, a Gabriel, de ocho años y hasta a Cebollín, que insistió en colarse en el conversatorio con ladridos típicos de perrito joven y juguetón, es más que evidente que el mandatario 2018-2022 por estos días está inmerso en la satisfacción del deber cumplido y en disfrutar de las grandes simplezas de la vida por un rato, pues tanto él como ella deben buscar trabajo, máxime que, como es sabido, Alvarado renunció a la pensión que le correspondía como expresidente de la República.
Antes de proceder al dizque cuestionario pregunta-respuesta (lo hubo, pero con interferencias en el guion que convirtieron la entrevista en una tertulia no entre amigos, pero sí en confianza) procedo a narrar una introducción sobre un protocolo que, según me cuentan mis amigos extranjeros, es impensable en otro país.
Ya casi regresamos al conversatorio de la familia Alvarado Dobles, de sus anécdotas, reflexiones, las preguntas que enrojecieron al presidente mientras trataba de contener sus carcajadas, de las veces que lloró —¿o no lo hizo nunca?— a lágrima tendida, de su resiliencia para levantarse todos los días a sabiendas de que lo esperaban uno o varios burumbumes, de los logros que lo llenan de orgullo sano ... desde ahí, hasta su gran esfuerzo para ser el mejor cocinero de la familia, aunque Gabriel le reconoce entre risas que “al menos” los huevos que cocina al desayuno le quedan bien.
‘Pase adelante’
Por más que lo escuchemos de extranjeros, este país está provisto de particularidades únicas. Como ya cité, el pasado martes 26 un equipo periodístico de Grupo Nación –el fotoperiodista Rafael Pacheco, el videógrafo Kenneth Barrantes y quien firma este texto– acudimos a la cita pactada con el presidente Carlos Alvarado Quesada y su esposa, doña Claudia Dobles, al final de la tarde, en Casa Presidencial.
Ni 15 minutos demoramos entre el ingreso y el encuentro en la sala anexa al despacho presidencial. Solo pasamos un puesto de seguridad, tras reportar nuestros nombres y de ahí, como Pedro por su casa.
La tarde agonizaba con matices multicolores típicos de la transición de sol-y-lluvia en el mes de abril y pronto estábamos frente al presidente de Costa Rica, la Primera Dama, el hijo de ambos, Gabriel, y Cebollín, la “mascota pandémica”, como le dice el mandatario al perro salchicha que desde hace año y medio completa y complementa a la familia.
Los oficiales de la Fuerza Pública que resguardan Casa Presidencial nos dieron el “pase adelante” y a la tica: “Vea, siga hasta el fondo, donde está ese techito café dobla y sigue directo a la derecha, ahí se encuentra el despacho y ahí siempre hay algún compañero que la ubique”.
Por supuesto no es la primera vez que ingreso a la Presidencia, de hecho la última fue exactamente hace tres años, cuando entrevisté a Alvarado con motivo del primer año de su gestión.
Era mayo del 2019 y ni por asomo podríamos imaginarnos la que se le vendría al planeta solo siete meses después, cuando la pandemia se llevó en banda buena parte de la propuesta de gobierno del mandatario que entregará su banda a don Rodrigo Chaves este domingo 8 de mayo.
En nuestra nueva plática, la presencia del inquieto cachorro Cebollín y su batalla por cazar uno de varios abejones que pululaban por el recinto alivianó aún más la ya agradable tarde-noche, sonreímos y nos relajamos y, antes de comenzar con el pregunta-respuesta, sí les aclaré que aunque abordaría algunos temas personales, estuvieran claros en que iba a respetar su investidura presidencial, tal cual lo hice. Solo que en el ínterin hubo dos que tres temas que sonrojaron al presidente y nos relajaron a todos, siempre con la complicidad de Cebollín y el abejón de mayo que, contra todo y todos, al final siempre atrapó.
Este es un extracto de la conversación que intenta reflejar a Carlos Alvarado y familia más allá de sus labores oficiales aunque también hablamos de sus claroscuros como mandatario.
–Don Carlos, en menos de dos semanas usted ya no será el presidente de Costa Rica. Infiero que debe estar más ocupado que nunca en el proceso de traspaso de responsabilidades, pero aún así ¿qué pensamientos y sentimientos lo invaden en esta cuenta regresiva?
– ¿Qué siento? Creo que lo que siento.... es que ha sido muy duro, a nosotros nos ha tocado muy duro, entonces por un lado sí es como el deseo de descansar y estar un poco más en paz y por otro lado también me siento satisfecho, creo que se hizo mucho, mucho, se hizo la tarea. Es como que nos merecemos el descanso.
– ¿Cómo funciona para un presidente el término de su gestión laboral? Por ejemplo, ¿tiene que hacer preaviso, en qué momento saca sus efectos personales? ¿Con cuánto tiempo de antelación ‘desocupa’ la oficina de manera que el nuevo mandatario se instale ya con el despacho listo?
–Francamente no sé. Yo lo que he estado haciendo este año es llevándome mis cosas poco a poco... libros, algunos cuadros, regalos que le da a uno la gente... poco a poco me he ido llevando mis cosas para no dejarlo todo hasta el final y, para mí, el final es el momento en que entregue la banda (presidencial).
–¿Con cuánto tiempo de antelación desocupa la oficina?
–Se está planeando que sea el viernes 6 (de mayo); el sábado tendré una actividad con mi familia más cercana pero sí, el plan es ese... ya desde el viernes 6 (es el último día en el despacho), sábado tranquilidad, el domingo ir al traspaso y después irnos pa’ la casa.
–¿Siente cabanguilla?
– La verdad es que no lo hago mucho. Francamente no le pongo mucha cabeza, sobre todo porque todo este proceso (el cambio de timón) es tan sano para la democracia.
–¿Y usted, doña Claudia?
–Yo me siento muy tranquila, de verdad que sí. Yo también he ido empacando; hoy de hecho saqué unos libros de referencia, otros que me han regalado con el trabajo que se realizó durante estos cuatro años. Estoy muy agradecida con todas las personas y todo el equipo.
–Como pareja, como matrimonio ¿qué tanto les ha afectado la responsabilidad tan grande y llena siempre de problemas qué resolver, polémicas,insultos, en fin, al gigantesca presión que implica el ser presidente de un país? ¿Se pelearon o discutieron fuerte en algún momento, a raíz de tanta presión?
–(No había terminado de formular la pregunta cuando el presidente enrojece tratando de controlar la risa solo que sin éxito y mira fijamente a su esposa mientras ella se mantiene ecuánime y guarda la compostura. Claudia responde primero) “Pues sí, tuvimos diferencias, algunos puntos de encuentro, en algunas cosas opinamos diferente. Yo valoro lo que él me diga y él también valora lo que yo le diga, aunque a veces cada uno toma sus decisiones”, argumenta doña Claudia. El mandatario sigue sonriendo y en eso, providencialmente, Cebollín se alborota con unos sonoros ladridos. La familia presidencial trata de sosegar a la mascota y al final, Carlos Alvarado resuelve la pregunta:
–O sea, la respuesta rápida es sí, a veces no estábamos de acuerdo– dice mientras mira amorosamente, pero aún riéndose, a su esposa.
Cebollín sigue haciendo de las suyas y el presidente explica que se trata de un “perro pandémico” pues, producto de las restricciones de la pandemia, Gabriel no veía a sus compañeros de escuela, ni a sus abuelos o amigos, entonces decidieron adoptar la mascota que ahora se ha convertido en un inquieto y alegre integrante de la familia.
El chiquito pasó jugueteando con su mascota durante toda la entrevista, pero estuvo atentísimo a lo que se habló e intervino cuando lo consideró necesario, como cuando explicó que el perro se llama Cebollín porque él cuando estaba más pequeño hacía perros salchicha con globos, o bien, dibujos, y ese era el nombre que desde chiquito le gustaba para una mascota. También cuenta que el can tiene año y medio y que le quedan “14 años y medio de vida”.
– A propósito de momentos lúdicos en familia, me pregunto si consumen televisión en streaming, ¿usan Netflix, por ejemplo?
(El presidente) – Sí, usamos varias plataformas. Antes teníamos solo Netflix pero Gabriel nos regañó y tuvimos que ampliar el espectro.
(Interviene el niño:) ¡Sí, a mí me gusta Disney aunque mis programas favoritos están en HBO!
Sus papás, por ahora, están viendo Chernobyl, en HBO Max.
–Doña Claudia, entre los momentos más complicados estuvo el incidente de octubre del 2018, cuando al presidente varios manifestantes lo insultaron e intentaron agredirlo a la salida del Teatro Nacional. ¿Ese episodio puede considerarse de uno más complicado para usted como esposa del presidente?
–De hecho Carlos estaba en el teatro porque la actividad que tenía la había organizado el despacho (de la Primera Dama); era un congreso de movilidad urbana. Yo estaba en el teatro cuando esto sucedió. Me preocupé mucho, fue un momento muy estresante que dichosamente no pasó a más.
Su esposo apostilla, como afirmando que salió ileso: “Aquí estoy”.
–Don Carlos, ya que estamos con anécdotas, el día que se “enchuquizó”, como dicen, en Nicoya, en el discurso del 25 de julio del 2019... que yo recuerde fue la única vez que lo vi perder los estribos. En retrospectiva ¿qué siente ahora cuando recuerda la forma en que sus ánimos se exacerbaron?
– Diay, cuando yo lo veo en retrospectiva yo no dije ninguna palabra inadecuada. A ver... yo no soy así, la gente me conoce, pero para estar en esto hay que tener algún grado de fuerza y de resistencia y yo creo que la fuerza se manifiesta en otras formas, se manifiesta en hacer que las cosas pasen y bueno, tal vez esa fue una ocasión en que la fuerza no se canalizó así, se canalizó a través del cuerpo pero bueno, eso pasa...
–¿Se arrepintió en algún momento?
–Uno a veces dice ‘si hubiese pasado o no hubiese pasado’, pero la verdad fue que (ese episodio) no cambió nada de lo sustantivo, no fue algo crítico que cambiara el rumbo de cosas importantes.
–Algunos colaboradores de su confianza me contaron que siempre les llamó la atención que es un ritual casi permanente que ustedes caminen siempre de la mano, así sea que estén llegando a una reunión a las 7 de la mañana, o ya para irse a su casa, igual cuando salen a almorzar, o con Gabriel… y que ese ritual se mantuvo durante todo momento, así como la costumbre de almorzar juntos al menos una vez por semana. ¿Cómo se sostienen este tipo de detalles durante tanta presión y tensión?
– (Doña Claudia) Sí comemos juntos, almorzamos, los jueves está fijo para almorzar. Nos es más fácil porque ambos estamos aquí y en las noches con alguna frecuencia sí lo hacemos, los sábados, los fines de semana sí comemos los tres juntos.
–¿Se le da bien cocinar, presidente?
(Interviene Gabriel): – ¡Nooo!– Entonces el Mandatario se trenza en una bromeadera con el hijo, y le pregunta que quién le hace el desayuno. El niño le dice que sí pero que solo sabe hacer huevos; don Carlos le recuerda que también hace pinto y hog dogs, mientras el chiquito asiente sonriendo, no muy convencido.
–¿Volvemos a la pregunta, se le da bien cocinar, don Carlos?
–¡Noo pero diay, hace hambre!– dice entre risas
–¿Han pensado en agrandar la familia, ahora que terminen con el período presidencial?
–Hasta ahora, lo más cercano a ampliar la familia es conseguirle un compañerito a Cebollín (dice el presidente entre risas, y agrega): Próxima pregunta.
–Presidente, con toda transparencia ¿ha llorado en algún momento de presión extrema?
–Así, a moco tendido, desconsolado, no. Llorar, llorar de desahogo, no. Sí se me han salido unas lagrimillas aquí y allá, pero esas lagrimillas de cólera no, más que todo por algún gesto que me conmueve.
–A usted lo “bautizaron” en el puesto desde el minuto 1 con una fuerte crispación social desde diversos flancos, y después le tocó ponerle el pecho a la tremenda crisis sanitaria y humana por la covid-19.
– Yo aprendí una cosa Yuri, yo al principio no entendía... uno está aquí para hacer el bien, pa’ la gente. Al principio no entendía por qué tanta crítica, muchísima crítica sin fundamento o insultos en redes sociales, entonces uno a veces no entendía, pero yo creo que incluso eso tiene un propósito para la buena gestión porque eso lo hace a uno muy fuerte. Tanta crítica, tanto ataque, eso no lo debilita a uno, creo yo que al contrario, le da una fortaleza enorme, sobre todo si se tiene la convicción de lo que se está haciendo.
–En ese tipo de momentos de crisis ¿cuál ha sido su paliativo, su estrategia para seguir adelante a pesar de que un día sí y otro también, durante varios periodos de su presidencia, sabía que tenía que levantarse en las mañanas para enfrentarse a uno o más vendavales?
– Yo me acuerdo recibir noticias muy malas, pero lo que procuro es pasar muy rápidamente del sentimiento a empezar a resolver qué hay que hacer. O sea, hay que tener una rápida aceptación, si a uno le cuesta aceptar la realidad por más dura que sea, esto no es el trabajo para uno.
A mí me pasó cuando entendí la dimensión de lo que se venía con la pandemia, sabíamos que esto no solo era un tema sobre las enfermedades, sino que iba a impactar la economía global y que a nosotros nos iba a impactar durísimo. Yo ya sabía que nuestro gobierno iba a ser otro en materia de resultados… igual y han terminado siendo muy buenos a la larga los resultados económicos, pero si no hubiera sido por la pandemia quién sabe dónde estaríamos en muchas cosas. En escenarios de emergencia uno toma sus minutos para decir ‘qué tirada’, pero lamentarse no sirve de nada, menos aquí. Entonces hay que pasar muy rápidamente a transicionar, aceptar y después de aceptar, actuar.
–Don Carlos ¿y para dormir? ¿Tuvo que ayudarse con algún medicamento natural, farmacéutico o algo así, para conciliar el sueño o combatir el insomnio en medio de tanto jaleo?
–¡No! Yo caigo primero, ellos sí (se refiere a doña Claudia y a Gabriel).
Ella interviene: “Nosotros usamos melatonina porque tenemos deficiencia de sueño”.
–¿Cómo recuerda el momento en el que usted y sus colaboradores se percatan de la gravedad de lo que se venía con la pandemia?
– Ya a finales de enero (del 2020) sabíamos que esto iba a ser como enfrentar una guerra mundial. Yo creo que esto es como un metapensamiento, es como pensarse uno desde afuera y trato de evitarlo, procuro enfocarme mucho en lo que toca resolver. Era una amenaza contra la vida, había que organizar a todo el mundo, sacarlo de la rutina, pero evité mucho ponerme a pensar en que qué difícil que me tocara a mis 40 años liderar una pandemia, eso nunca lo hice. Dichosamente estaba rodeado de la mejor gente incluso para ayudar también cuando hay criterios diferentes; una vez tomada la decisión vamos todos por aquí como un equipo, había absoluta unanimidad, no había matices, cerramos filas.
–¿Entre tanta convulsión, qué otro momento fue particularmente crítico para usted?
–Yo recuerdo que tal vez lo pensé más con la situación fiscal, porque estuvimos muy cerca de entrar en default, no había liquidez porque no pasaba la reforma y ahí sí yo sentí un gran peso, porque me dije ‘va a haber una crisis y va a deducirse que es culpa mía’... ahí sí sentí un montón de peso pero bueno, dichosamente eso no pasó, dichosamente lo resolvimos. Fue una gran crisis que estuvo literalmente a días de pasar… pero no ocurrió.
–Acerca de su gestión, hay opiniones muy divididas: hay quienes sostienen y respaldan con cifras que su gobierno va a pasar a la historia como uno de los mejores, al menos en la historia contemporánea del país. En el otro extremo, en diversas instancias hay quienes califican su gobierno como un “total desastre”. ¿Qué les diría usted a los unos y a los otros?
–Yo creo que lo mismo, se lo digo en una frase y en una imagen: en una frase, nuestro gobierno vino a ordenar la casa sobre todo en las finanzas públicas para que haya estado social de derecho a futuro, al mismo tiempo que defendía los derechos humanos de todas las personas, que hicimos a Costa Rica líder en cambio climático y descarbonización, que es el peor problema que tiene la humanidad, y construir infraestructura.
Pero si tuviera que ponerlo en una imagen, diría que nuestro gobierno trabajó en la raíz de un árbol enfermo. Un árbol enfermo no necesariamente siempre se ve enfermo pero nuestro árbol estaba enfermo y nosotros para curarlo trabajamos en la raíz, sucia por naturaleza, encubierta, que no se ve porque lo que se ve son los frutos o las flores. Eso no necesariamente se está viendo ahora, pero una vez que el árbol está sano de la raíz, eventualmente se verán más los frutos, pero había que hacer el trabajo duro, el trabajo ingrato, el que no se ve. Eventualmente saldrán los frutos.
–¿En algún momento se arrepintió de haberse convertido en presidente de Costa Rica?
–No. Nunca. A mí me gusta lo que hago, me ha gustado lo que he hecho estos cuatro años porque me da mucho propósito. Entonces, si bien hay una parte que es dura hay otra que es mucha de pasión. Todo lo que hemos hecho acá, el tema del hidrógeno que se ha avanzado en este tiempo es apasionante lo que se puede lograr; los temas de conservación, que tengamos la ampliación del Parque Isla del Coco, esto lo logramos en este tiempo, eso me apasiona. Dejamos este país con unas finanzas sanas no porque sí, sino porque eso va a permitir que en un futuro no tan lejano tengamos plata para invertir en más cosas.
El tren (la mira a ella)... ayer que vimos La Bandera (en la inauguración del paso a desnivel de la nueva rotonda de La Bandera), por ejemplo, alguien me escribió: “No parece Costa Rica” y ahí es donde digo que el propósito lo llena a uno de energía. Obviamente hay que enfrentar cosas difíciles y malas, aunque no todo es malo, aunque así parezca, porque así es como se pinta, hay muchas cosas que son muy buenas, y sí ayudan a mucha gente. Alex (Solís, presidente de la Comisión Nacional de Emergencias) y Daniel (Salas, ministro de Salud) lo repiten mucho: se salvaron muchísimas vidas (durante la pandemia). Murió mucha gente, murieron 8.000 personas pero nuestro nivel de mortalidad es muy parecido al de países como Alemania, Suiza, Luxemburgo que son países desarrollados que tienen cuatro veces el ingreso per cápita de nosotros, y con los mismos resultados.
–Presidente, si el tiempo se devolviera, pregunta hipotética, ¿qué haría diferente?
–Diay, como le dicen a los periodistas o como dicen los políticos: no hay que responder preguntas hipotéticas (risas). ¡Diay, es que es conjeturar, es batear!
–Doña Claudia, antecesoras suyas se decantaron por realizar mucho trabajo social o por apoyar diferentes causas humanitarias, lo cual es una elección totalmente válida, pero usted desde el principio asumió un rol activo y protagónico que la expuso a críticas –caso del tren eléctrico— y reconocimiento por su liderazgo en temas de transporte y urbanidad. Voy al punto: ¿tras vivir toda experiencia, usted se visualizaría más adelante en continuar vinculada a la política o a puestos públicos? ¿Alguna vez aspiraría a la Presidencia de la República?
–(De nuevo, el Mandatario sonríe y se dispone a escuchar la respuesta de su esposa con aire curioso o hasta divertido).
–Yo te podría decir que espero hasta donde pueda seguir colaborando donde yo esté. Uno después de pasar por una experiencia como esta pues lo que desea es hasta donde uno pueda colaborar. Yo esperaré, desde donde estemos y en ese sentido hablo por Carlos también seguiremos colaborando, siempre que se pueda ayudar.
–¿Esta respuesta incluye o excluye la Presidencia, por ejemplo?
– No incluye o excluye, ¡sino todo lo contrario! (Contesta el presidente, ya con todos los presentes casi a carcajadas al escuchar la forma en que salió airoso de la pregunta).
–Don Carlos, hemos hablado de los tiempos difíciles, ahora citemos las “maduras”. ¿De qué logros se siente más orgulloso?
–Yo siento que se lograron muchas cosas con lo de las finanzas públicas, el ingreso a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), la aprobación del empleo público, lo de educación dual, la reforma del INA, el crecimiento las exportaciones, los logros ambientales y los premios, como decía la ampliación del parque de la Isla del Coco, la infraestructura que se construyó. Fueron muchas cosas pero también por la naturaleza de nuestro gobierno no era como que nos daba tiempo para celebrar, no era como que había tiempo para dimensionar...
A mí cuando me dijeron que se votó en segundo debate la ley del empleo público me costó creerlo. Estábamos batallando con la pandemia y recuerdo que en media sesión me tocó la puerta la ministra de la Presidencia y me dijo ‘ya se votó el empleo público en segundo debate’; nosotros teníamos cuatro años de tenerlo en el plan de Gobierno, hasta comprometerlo como parte de la reforma fiscal; pasaron los años ¡y se aprobó!.
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–Presidente, yo lo entrevisté cuando cumplió un año de gestión. Ya en ese momento me habló de que lo mortificaba el sobrepeso pero que le gustaba mucho comer. ¿Sabe cuántos kilos aumentó desde que asumió? ¿Es una de sus prioridades ir deshaciéndose del sobrepeso ahora que tendrá más tiempo? Igual me contaron que no es que no ha hecho intentos, pues lo han visto trotar en las zonas verdes de Casa Presidencial. Más allá de la estética, por salud, ¿ha pensado en cómo irse quitando los kilillos que subió?
–Pues sí, tengo el plan de dedicar más tiempo a hacer ejercicio; dormir más, dormir poco no ayuda; tratar de cuidar las comidas pero sobre todo respetar las horas, porque uno en las carreras se salta las comidas y deja la principal no para el desayuno, sino para la última del día. Eso ya lo podré vencer en unos días con mayor tranquilidad. ¡Espero!
–¿Qué se viene para ustedes en el cortísimo plazo? Digamos, han pensado qué van a hacer la semana que arranca el lunes 9 de mayo?
–¡Buscar trabajo! No, no, vamos a darnos unos días. A nosotros nos gusta mucho ir al cine, queremos retomar, estar en familia y, por ejemplo, yo disfruto mucho juntarme con mis amigos a oír música. No podemos demorarnos mucho en regresar a trabajar pero sí vamos a darnos unos días tranquilos.
−La última pregunta: desde el fondo de su corazón, ¿qué consejo le ofrecería a don Rodrigo Chaves?
−Yo conociendo las responsabilidades que tiene un presidente estoy anuente a ofrecer mi consejo pero prefiero respetar ese espacio. Si alguien, él o cualquier persona me quiere consultar algo, yo con todo gusto, pero creo que al nuevo gobierno, al nuevo presidente hay que darle su propio espacio para que haga lo que tiene que hacer. Sobre todo nosotros como gobierno que va saliendo, debemos dar ese espacio para que puedan llevar adelante sus tareas. Si me piden consejo yo con mucho gusto puedo darlo, pero en ese formato.