Mayra, Melissa, Aldo y Marcela hoy viven distinto. Son cuatro costarricenses que en su momento fueron sometidos a cirugías bariátricas con las que se buscó brindarles mejor calidad de vida, no porque fueran personas gordas o por “su obesidad mórbida”, como le llaman los especialistas, sino por las condiciones de fondo que se habían desencadenado o agravado y ponían en riesgo su salud, al punto de a veces no poder levantarse de la cama.
Hoy ninguno se arrepiente de aceptar aquella operación que terminó por cambiarles la vida, y que en uno de los casos implicó afrontar serias complicaciones. Existir después de una cirugía bariátrica conlleva cambios, adaptación y sobre todo, compromiso.
Para este reportaje conversamos con estas cuatro personas, así como con cirujanos experimentados en el procedimiento, quienes hablaron con claridad del tema, y con una nutricionista y una psicóloga especializadas en brindar acompañamiento a quienes pasan por este proceso.
El médico Gustavo Jiménez, Jefe del Servicio de Cirugía General y cirujano bariátrico del Hospital México, explica sobre este tipo de intervención: “Esta cirugía no se puede concebir como un tratamiento contra la obesidad en general. Aplica para pacientes que están severamente obesos y tienen mala respuesta a la terapia nutricional y a la terapia con ejercicio (...). La cirugía es la última opción a la que se acude”, comentó.
El especialista, que coordina el programa de cirugía bariátrica desde 1995 en el México, explicó que en el mundo médico se definen los “niveles de obesidad” basándose en el índice de masa muscular; los grados van del 1 al 3. El último es el calificado como “obesidad mórbida”: generalmente los pacientes en esta condición son candidatos a la cirugía siempre y cuando cuenten con condiciones que no les permitan desarrollar su vida con normalidad y que tras el ejercicio y la alimentación balanceada no consiguen perder peso.
Jiménez indicó que personas en el grado 3 y con padecimientos como hipertensión, diabetes, asma, problemas articulares, cardiovasculares u otros, son las que tienen mayores posibilidades de realizarse en el ámbito de salud pública este procedimiento.
Hay varios procedimientos que se agrupan bajo la sombrilla de cirugía bariátrica, sin embargo, en Costa Rica los más utilizados son la manga gástrica y el bypass gástrico. La primera consiste en un corte vertical de estómago: se hace una reducción sin alterar el tracto gastrointestinal; se efectúa un corte y lo que se recorta se retira.
En tanto, el bypass reduce el estómago y hace un puente entre este órgano y el intestino. Esto provoca restricción de los alimentos y efectos metabólicos que ocasionan que el paciente pierda peso.
Según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), a mayo del 2022, en Costa Rica 2.526 permanecen en lista de espera para cirugía bariátrica.
Debido al hackeo que sufrieron los sistemas de la CCSS, no fue posible recibir datos consultados sobre los hospitales que realizan el procedimiento y cuántos procedimientos se han hecho por centro médico, además de cuántos se atrasaron en los tiempos más restrictivos por la covid-19.
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El doctor Gustavo Jiménez citó que desde que la cirugía bariátrica se realiza en el país, hace unos 28 años, se han hecho unas 3.000 operaciones de este tipo, por parte de la CCSS. El número de operaciones ha crecido porque desde el 2014 se hacen por laparoscopía, que es menos invasiva (antes el paciente “lo pensaba más” porque se le operaba con el abdomen abierto).
A continuación le presentamos relatos reales de lo que personas han vivido luego de este procedimiento y sus nuevas vidas, en las que deben prevalecer el ejercicio y una alimentación balanceada y adecuada para un estómago muchísimo más pequeño. Los testimonios se acompañan además de los conocimientos que comparten especialistas que dan acompañamiento a pacientes como Mayra, Melissa, Aldo y Marcela.
Mayra: “Había días en los que no me podía levantar de la cama”
Mayra Vega Jiménez inició su nueva vida hace dos años y medio. A ella le hicieron una manga gástrica y pasó de 120 kilos a los 64 de hoy. Aún permanece en un proceso que ha requerido de toda su dedicación. Se siente feliz.
“Yo tenía obesidad grado 3, era mórbida. Empecé en este proceso no por obesidad, sino porque tenía un problema de fondo: una hernia hiatal gigante, ya estaba sin saber qué hacer. Por el peso y la hernia me estaba quedando sin movilidad, había días en los que no me podía levantar de la cama”, expresó.
A Vega, quien se encarga de la logística de una bodega de alquiler para eventos, le hablaron de la opción de realizarse un proceso bariátrico. La primera posibilidad era un bypass, no obstante, si se lo hacían no le podían tratar su hernia. Su estado de salud desencadenó otros malestares y en un momento le dijeron que su vida podía verse comprometida.
“Empecé con presión alta, ansiedad, episodios de pánico, taquicardia. Fue una bola de nieve al punto que me dijeron que mi vida podría estar comprometida. Me sentía terrible. Mi calidad de vida era terrible. Siempre me sentía mal. Siempre cansada, no podía dormir bien. No podía desempeñarme igual. Eso me limitaba mucho. Ya no quería salir”.
Tras una serie de estudios interdisciplinarios, entre ellos de salud mental (este aspecto se evalúa en todos los pacientes candidatos), en febrero del 2020 le hicieron la manga gástrica en el hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, en San José.
Hoy Mayra, de 41 años, describe su proceso como maravilloso. Antes de la operación solía pasar cada 15 días hospitalizada por sus problemas con la hernia.
Tres meses después de tener el alta hospitalaria tras su manga gástrica, Mayra regresó al hospital por una crisis: se le hicieron piedras en la vesícula y amenazaban con causar perforaciones, le explicaron que se debía a la pérdida de peso tan veloz.
El doctor Gustavo Jiménez explicó que antes y después de que las personas se sometan a una cirugía bariátrica deben contar con acompañamiento interdisciplinario en el que se incluyen los cirujanos, personal de enfermería, a veces trabajo social, nutrición y psicología, entre otros.
Hoy Mayra está muy cerca de su peso meta: los últimos kilos del proceso toman más tiempo, mas ella se ha asumido con seriedad su proceso. Incluso tiene la posibilidad de pagar asistencia nutricional privada.
“La parte de nutrición con la Caja no me fue bien. Siendo franca me parece que no se brinda la asistencia ni el seguimiento que se necesita”, afirmó. Para ella, la nutricionista y su cirujano han sido claves en su evolución.
Su salud mejoró, emocionalmente también vio cambios y sobre todo, a nivel físico. Los zapatos, la ropa y los anillos de antes se le hicieron inmensos.
“Guardo un vestido y una camisa que me hacen recordar a donde no quiero volver. Es una camisa de mezclilla que ni siquiera me cerraba. Es increíble, mi talla era 4XL y ahora soy L o M”.
En cuanto al proceso de asimilación en el que Mayra debía acostumbrarse a un estilo diferente de vida, dice que nunca sufrió desmayos ante las pequeñas porciones alimenticias que debía de comer (el proceso inicia con alimentación líquida que va escalando a semisólidos, sólidos, entre otros).
“Yo no le tenía miedo a la comida. Pasé 15 días con líquido, luego pasé a atoles, colados, luego puré, después de sigue con cosas blandas. El cuerpo lo va asimilando”, dijo.
Consultado el cirujano Jiménez sobre la alimentación de los pacientes que ven disminuidas sus porciones, él explicó que es ahí donde el personal de nutrición genera un plan en el que estas personas cuenten con las calorías necesarias repartidas en diferentes tiempos de comida.
30 meses después de su operación, Mayra puede comer de todo.
“No hay que agarrarle miedo a la comida”, insiste.
Por ahora, Mayra siente que no requiere apoyo psicológico, aunque destaca su importancia. Poco a poco va aceptando la mujer que es y reconociendo el camino que le queda por recorrer. El tema del ejercicio no ha sido tan sencillo, sobre todo porque si bien su recuperación fue noble, le tomó un poco más de tiempo pues también la operaron de la hernia.
“Antes no me ponía vestido de baño por obesa, ahora no lo hago por exceso de piel (luego de un tiempo, pacientes de cirugía bariátrica pueden acceder a cirugía plástica en la que les retiran la piel de más que queda tras la pérdida de peso). A mí también me cuesta el tema del ejercicio, me gusta caminar, porque me he matriculado como cuatro veces en el gimnasio, me compro ropa deportiva pero entiendo que hay gente que no está hecha para el gimnasio. Me cohibo un poco: me da pena mi exceso de piel”, confió. En setiembre ella tendrá cita con un cirujano reconstructivo.
Por ahora, confiesa que tiene muchos motivos para continuar con su nueva vida.
“Me siento bien, mi salud ha mejorado. Soy más activa. Duermo mejor. Tengo más ánimo de hacer cosas. Medirme ropa y ver que le quede me motiva mucho a seguir. Hay personas que retornan a su peso en cuestión de un año. Hay que mantenerse y luchar todos los días”.
Melissa: “Me siento bien, recuperándome”
Apenas este viernes 2 de setiembre, Melissa Barahona cumple cuatro meses desde que le realizaron su cirugía bariátrica. Su proceso no ha sido del todo sencillo, ha ido acostumbrándose y reconociendo lo que le dice su cuerpo.
Ella fue candidata para este procedimiento porque tenía “obesidad grado 3 y asma crónica”: las dos condiciones desencadenaron una apnea del sueño.
“El cuerpo no puede respirar en las noches y el cerebro no se desactiva para poder descansar. La neumóloga me mandó al servicio de apnea del sueño en el 2018, me monitorearon y vieron que tenía apnea severa. Al ver los resultados me mandaron para cirugía bariátrica de manera urgente”, contó Melissa, de 37 años.
Melissa, vecina de Bijagua y directora de un Centro de Estudio y Desarrollo Infantil, menciona que la cirugía buscaba ayudarla con un asma incontrolable, sin embargo, también le beneficiaría en otro aspecto físico: hace 10 años y tras un accidente de tránsito le operaron la rodilla derecha y desde entonces tenía complicaciones en los meniscos que se veían afectados por su peso.
Fue parte de una lista de espera durante el 2019, en el 2020 llegó la pandemia y para el 2021 y siempre lidiando con sus complicaciones, acudió a la Sala Constitucional buscando ayuda.
“No podía dormir bien. Metí un recurso de amparo y la sala me lo dio a favor. Entonces me llamaron y me asignaron todas las citas. Fui operada en mayo de este año”, comentó.
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A la educadora le realizaron un bypass gástrico. En su caso fue la técnica más apropiada porque padece de reflujo.
.”Me hicieron el estómago pequeño y lo unieron con el intestino”, comentó 22 días después de su cirugía. En ese momento había perdido 10 kilos. Para finales de agosto, tenía 25 kilos menos. Al momento de la operación estaba en 114.
“Me he sentido bien. Estoy feliz, motivada, duermo mucho mejor, tengo un sueño placentero y profundo. Siento que conforme pierda peso se va a marcar el sueño. He salido a caminar un poco más”, comentó en junio.
En esa primera entrevista, Melissa, de 37 años, narró que se ha ido acoplando paulatinamente al tema de la alimentación. Ella detalló un poco su proceso.
“Cuando llegué a mi casa empecé con dieta líquida. Cuando veía a mis hijos adolescentes comer me daba sensación de vómito como reacción. Era desesperante para mí”, comentó.
Luego de su cirugía, Melissa tiene citas con nutricionista, con cirugía , con psicología y enfermería.
La mujer contó que durante la etapa de semisólidos podía desayunar una galleta de tres unidades y un cuarto de un huevo.
“Debo masticar 20 veces para que se disuelva bien. Un día me preparé hígado en salsa de tomate con puré de papa. Me como una o dos fajitas”, relató.
Barahona continuó: “el proceso ha sido complicado. Cuesta detectar entre hambre y sed. A veces lo que tengo es sed. Hay que cumplir con el régimen de alimentos. Cuando tengo que salir llevo mi bolsito con mis alimentos, así vaya a un restaurante.
Son cinco tiempos de comida. Ahorita no siento mi cuerpo como el que tuve anteriormente. Intenté salir en bici y no lo logré. Logré solo 700 metros, me sentí muy débil. No tengo fuerza de persona normal. Sé que me voy a ir acostumbrando”.
Para compensar los nutrientes necesarios, a Melissa le recetaron multivitamínicos.
Durante su recuperación, Barahona ha llorado junto a su madre, ha sentido dolor, se ha frustrado cuando tiene que comer algún tipo de alimento y le han dicho que vaya con calma. Su psicóloga le informó que debe armarse de paciencia y que experimentaría diferentes sensaciones.
“Me he enojado con la comida, pero entendí que es un proceso. Me comparo con un bebé que primero toma leche materna, luego líquidos, después papilla y así se va progresando. Me he motivado. Mi familia y amistades me han ayudado mucho. Mi mejor amiga me motiva a ir a caminar y hacer ejercicio, durante el proceso el estómago se llena de gases y hay que mover el cuerpo para que se liberen. Trato de esforzarme más, aunque a veces amanezco y no quiero sentir dolores. A veces los siento cuando el alimento llega al estómago, es fuerte e incómodo”, expresó.
Es sincera con las situaciones complicadas y dolorosas, mas recalca lo positivo y es que cuenta que su asma se ha reducido y que “se siente cómoda con su cuerpo”.
“El viernes (2 de setiembre) cumplo cuatro meses de la cirugía. Ha perdido 25 kilos. Me siento muy bien, recuperándome, cuidándome mucho con la alimentación. A veces me cuesta un poco comer, por cualquier cosa me siento saciada, voy aprendiendo a comer. Me ha tocado utilizar sustitutos, inyectarme vitaminas para poder sentirme un poco mejor. Ahí voy despacito”, dijo, a modo de actualización, a finales de agosto.
Compañía necesaria
Marcia Pérez, licenciada en nutrición, y Lucía Tapia, máster en psicología educativa, son dos profesionales que se han enfocado, sobre todo, en la atención de pacientes que se van a someter a una cirugía bariátrica o que ya lo hicieron.
Pérez suma 16 años viendo pacientes bariátricos. Ella se interesó por el tema y desde entonces les acompaña para que su proceso de pérdida de peso tras la cirugía sea óptimo y saludable.
“La cirugía es un tratamiento eficaz pero luego de hacerla se requiere de práctica y de construir un estilo de vida. Desde mi trabajo motivo, educo, y les impulso para que crean en sí mismos, que crean que pueden lograrlo y evitar repetir conductas inadecuadas en cuanto a nutrición”.
Desde su abordaje, Pérez promueve que las personas se alejen de la idea de que ciertos alimentos son pecado y dice que fomenta “una alimentación intuitiva y consciente”.
“Esto bajo las condiciones que requiere un procedimiento bariátrico, pues hay una restricción calórica importante y en otros casos, dependiendo del procedimiento, hay un efecto de baja absorción.
“Antes del procedimiento, a los pacientes se les explican los cambios que van a presentar en cuanto a su capacidad gástrica y forma de alimentarse. Se les dan reglas de oro. Les llamo así. Deben cumplirse para que se sienta bien y tenga buena recuperación”, explicó.
Entre esas reglas de oro están el comer despacio, respetar los tiempos de comida, servirse en platos más pequeños y utilizar tazas de medidas para apegarse a sus porciones diarias.
“No pueden combinar líquido y sólido. Además deben parar de comer cuando estén satisfechos. Si la persona se apega a lo recomendado se recupera bien”.
Con respecto a las porciones pequeñas, la nutricionista resalta que generalmente se deben consumir multivitamínicos de por vida. Eso sí, el tema es muy individual y lo que se busca es que cada persona pueda cubrir sus necesidades protéicas.
Pérez destaca que aún alimentándose con pequeñas cantidades, en los casos de pacientes bariátricos, el cuerpo va adaptándose siempre y cuando se consuman los alimentos indicados.
La profesional, quien tiene su consultorio en la Clínica Bíblica, cuenta que el acompañamiento nutricional debería ser de por vida. Se inicia asistiendo todos los meses durante un año y más tarde se van distanciando las consultas.
Acerca de la relación con la comida, Marcia Pérez enfatiza en que las personas deben comprender que se alimentan para nutrirse. Ella invita a las personas a que dejen los temores con los que tuvieron que lidiar antes.
De adentro hacia afuera
Las personas que van a pasar por un procedimiento de cirugía bariátrica reciben acompañamiento psiquiátrico o psicológico desde antes para saber que están preparadas para lo que se avecina.
Lucía Tapia, quien suma seis años acompañando a este tipo de pacientes y trabaja en el mismo grupo interdisciplinario privado que la nutricionista Marcia Pérez, cuenta que el soporte se brinda antes y después de la intervención.
“Es importante prepararse para el cambio que viene. Para el cerebro es difícil procesar la rapidez con la que el cuerpo empieza a perder peso”, explicó Tapia.
Como parte del acompañamiento, la psicóloga habla con sus pacientes de cambios realistas.
“Se habla de los cambios para que no tengan ansiedad por lo que se avecina, percepción realista, expectativas realistas en cuanto a la pérdida de peso, que por ejemplo no van ‘a pasar de 16 a 0′ porque sería poner en riesgo la salud. Se debe pasar por un proceso de hasta un año de cambios, un año de un viaje que inicia con cambios alimentarios, en el que es importante llevar un diario de tallas para que no se cree una dismorfia corporal”.
Tras la cirugía las citas de control se mantienen. La especialista en salud mental comentó que en ocasiones las personas experimentan ataques de pánico por el temor de volver a comer como antes, pues hay quienes se enfrentan a estrés postraumático. Desde la psicología se les apoya, además para que no se vea a la comida como una enemiga.
La especialista menciona que es importante contar con este acompañamiento piscológico porque durante el periodo de cambios las personas operadas se enfrentan a diferentes sentimientos.
“Me encantaría decir que mientras se pueda ir al psicólogo, se haga. Esto permitirá que la persona se motive durante estos cambios que incluyen una nueva alimentación, motivarse ayuda al éxito. Es importante que el paciente no se limite solo a ir al cirujano; se necesita apoyo detrás para los altibajos emocionales cuando reciben su nuevo cuerpo, para que no se asusten con los nuevos cambios y evitar la gordofobia: a muchos les da mucho miedo volver a engordar y a sentir su salud como antes.
“Eventualmente comerán como antes pero en porciones menores, se enseña que la comida no es mala. Si se identifica que alguien tiene estos pensamientos se consigue una solución. La comida no es mala porque ayuda a nutrir nuestro cuerpo”.
Si bien es cierto no todas las personas pueden acceder a una consulta de psicología privada y de repente las citas que brinda el seguro social son distanciadas o por alguna razón el paciente no siempre puede asistir, la psicóloga brindó algunos consejos que pueden ayudar a quienes están en su proceso de pérdida de peso tras pasar por cirugía bariátrica. Los tips pueden verse en un recuadro al final de este reportaje.
Aldo: “Hoy soy otra persona”
Aldo Luilly Camacho Dalorzo, de 51 años, fue operado el 4 de enero del 2022 y ha contado con acompañamiento integral. Tras siete meses de su proceso ha perdido 57 kilos. Empezó con 188 kilos y la cirugía se la hicieron en tiempos en los que ya él no podía ni siquiera dormir del dolor.
Por muchos años fue pescador y permanecía hasta seis meses mar adentro. Sin embargo, hace 10 años un accidente en aguas internacionales le cambió la vida: se le dañó su cadera derecha, se le dificultó la movilidad y su peso le afectó aún más la condición.
Aún espera una operación de cadera, pero antes debe llegar a 100 kilos: va por buen camino.
“Lo de la cadera me afectó y me engordé hasta llegar a ese punto. Tenía casi cuatro años que no podía trabajar ni hacer nada. Ahora gracias a Dios después de la operación me puedo mover más. Iba de mi cama a lavar a un lugar cerca de mi casa y me devolvía llorando de dolor. Intentaba levantarme de una hamaca y tenía que volver. No dormía por los dolores que me agarraban y eso era el efecto del peso, ya no podía más”.
Desde el Ebais de San Pablo, en Nandayure de Guanacaste, lo refirieron a cirugía bariátrica, pero la espera fue larga porque llegó la pandemia y le suspendieron las citas preoperatorias. Él además tenía de fondo diabetes e hipertensión. La cirugía de Camacho se realizó luego de exponer su situación en un noticiero nacional: no podía más con “tanto dolor” y había una lista de espera de 1400 personas.
Tras la operación, Aldo va encaminado a sus objetivos, cuida su alimentación y hace ejercicios. Dice ser muy disciplinado. En marzo podrían darle una fecha para la cirugía de cadera, aunque si llega a su meta de peso antes, es posible que se la adelanten.
“La cirugía es una gran ayuda, pero es el inicio, ya el compromiso moral es de uno.
“Al principio fue muy duro. No lo niego, pero gracias a Dios, a mi esposa y a mi familia que me han apoyado física y moralmente, lo he logrado, me ayudan con las comidas y con todo. Deseché platos, ahora como en tacita pequeña, me sirvo poquito y estoy satisfecho”, narró. Dice que inicialmente experimentó debilidad, comenzó a tomar vitaminas y se estabilizó.
También le hicieron cambios en el consumo de medicamentos para el tema de diabetes e hipertensión.
“Yo no tuve complicaciones, ni ansiedades. Sufrí más por el café que por la comida. Los primeros dos meses estuve sin café”.
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Actualmente él recibe acompañamiento por parte del doctor Gustavo Jiménez y también de los departamentos de nutrición y psicología del Hospital México.
“Mi vida dio un cambio radical de 180 grados. Soy otra persona. No lo voy a negar, los dolores de cadera aún son fuertes día y noche, pero ya no son esos que no me dejaban ni dormir, que me hacían llorar. Son dolores que puedo sobrellevar. Estoy en el proceso de solicitud para ver si me ayudan con una pensión por invalidez. Ya no puedo trabajar”.
Marcela: “Dios me levantó entre los muertos”
Hace siete años que Marcela Mendoza Ledezma, vecina de Alajuelita, comenzó un proceso que transformó su vida, aunque al principio estuvo a punto de perderla.
Su historia incluye obesidad grado 3 y una quebradura de tobillo y peroné. Por la fractura la operaron hace dos décadas, pero con el paso del tiempo las complicaciones aparecieron y derivaron en un desgaste que era agravado por su peso.
En ese momento apareció la opción de la cirugía bariátrica. Realizó todo el preoperatorio y la aprobaron, aún así, durante cinco años le fueron postergando la intervención. Sus dolores y el desgaste no cesaban. Puso un recurso de amparo y poco después estaba en sala de operaciones.
“Nunca me explicaron que lo que viviría sería tan peligroso. Yo soy un milagro caminando”.
A Marcela, hoy de 46 años, le realizaron una manga gástrica por laparoscopia. Un día después de salir de la sala le dieron “un trago azul” con el que probarían que no había fuga: la bebida se filtró. Debía volver a ser intervenida.
“Antes quiero aclararle que a mí en el San Juan de Dios, que es donde me operaron, no me atendieron, me sirvieron. Me chinearon”.
Luego de la segunda cirugía le hicieron la prueba de nuevo. El líquido volvió a salir. Regresó a sala y esa vez, recuerda, “salió grave”. El problema inicial se debió a que las grapas que le colocaron en el estómago se abrieron.
“Tengo abierto desde abajo de los senos hasta debajo del ombligo, por la pelvis, tuvieron que hacerlo así para cerrarme (el estómago) a mano. Yo salí grave,con el estómago abierto. Me tuvieron en cuidados intermedios. De día por medio en cuidados intermedios me llevaban a sala de intervenciones, me sacaban la bolsa donde estaban mis vísceras y las volvían a meter. Estuve nueve días así. No podía hablar, ni moverme. Fue una situación muy complicada”, confió. Durante ese proceso también experimentó otros padecimientos.
Permaneció 22 días hospitalizada y recuerda que por las diferentes situaciones que presentó fue “18 veces a sala”. Logró salir adelante, aunque un mes después los puntos del estómago se le abrieron. Logró recuperarse.
Marcela sabe que su experiencia no es la de la mayoría de las personas, mas no se arrepiente de haberse realizado la operación. Dice que se siente muy bonita. “Me gusta como estoy”.
Ella tiene pendiente la operación de cirugía plástica y ansía que llegue ese momento. Ahorita pesa 90 kilos, no recuerda cuántos tenía cuando todo inició, pero su pérdida es notable.
“Una doctora dice que mis garras y Dios me ayudaron a vencer. Siento que lo que pasó valió la pena. Ahora me dicen que si no me da miedo volver a cirugía y siempre digo: ‘Dios me levantó de entre los muertos y tengo certeza de que aunque tenga que volver a pasar por ahí nunca me va a dejar’. Todo valió la pena. Cambié mi cara, mi manera de vestir. Todo en mi cambió. Tengo energía”, aseveró Marcela, quien resalta que nunca responsabilizó a los doctores por las complicaciones que padeció.
Cirugía bariátrica en Costa Rica
El doctor Gustavo Jiménez, uno de los especialistas con más experiencia en cirugía bariátrica en el país, cuenta que tras este procedimiento las personas mejoran su calidad de vida. Asegura que es probable que un 70% de las personas diabéticas mejore su condición; hay quienes dejan de consumir antihipertensivos; otros mejoran el funcionamiento de sus riñone e incluso mujeres logran el embarazo tras pasar por el proceso.
El médico comentó que lo usual es que las personas elegibles para una cirugía bariátrica sean las mayores de 18 años y menores de 65, sin embargo, siempre valoran todas las opciones. Ese rango de edad es la norma mundial.
–¿Cómo es la vida de estas personas luego del procedimiento?
Cambian dos cosas: tienen que aumentar el ejercicio de 30 a 60 minutos, cinco días a la semana. Si no lo hacen no pueden esperar resultados en pérdida de peso. También deben mejorar la selección de sus alimentos.
–¿Cuáles son los pro y los contra de la cirugía bariátrica?
Hay riesgos como en cualquier intervención quirúrgica. En la actualidad hay riesgos bastante aceptables. Las complicaciones más frecuentes son sangrado o fuga de línea de grapeo, eso pasaba más en los principios de la manga.
“También hay problemas médicos relacionados con obesidad y no con la cirugía: infartos, embolias, cosas propias de estar obesos y por eso se toman una serie de medidas. (Luego de la cirugía) pueden pasar cosillas: se puede caer el pelo transitoriamente, si pasa eso es que no toman las vitaminas que se les recomendaron. También se van aflojando, pues había mucha grasa debajo de la piel y entonces la piel se cae. Pueden experimentarse consecuencias psicológicas en el tema de imagen corporal. Por eso siempre hay programas paralelos (con los que se les brinda acompañamiento). Establecemos a quienes se les realizan las plastías cutáneas (cirugía reconstructiva), pues la piel sobrante genera un grado de molestia.
–Usted menciona la cirugía en casos de obesidad grado 3, ¿es contraproducente hacérsela a alguien con un grado menor?
Está normalizada a nivel mundial para pacientes con ciertas características. Podría considerarse alguien con obesidad grado 2 con diabetes e hipertensión o con un índice de masa corporal mayor a 35. Se valora en casos de pacientes con enfermedades derivadas por la obesidad. Si no tiene hipertensión ni diabetes, pero 40 de índice de masa corporal, califica.
–¿Qué hay del llamado efecto rebote, ocurre?
Si son personas (con obesidad grado 3) sometidas a dieta y ejercicio para pérdida de peso, el resultado final solo es de un 3% positivo, eso pasa por el efecto rebote. Eso sin cirugía. Con cirugía, el éxito que se obtiene es de 87%. Luego de la cirugía hay quienes no hacen ejercicio o consumen lo que se les dice que eviten, como dulces, por ejemplo, en estos casos la cirugía interviene pero no como debería de ser.
“No es estética, es terapéutica”
Aldo, Mayra, Marcela y Melissa tuvieron su cirugía pública con la CCSS. Sin embargo, en el país también existen opciones en la medicina privada para quienes se quieren someter a una reducción de estómago. Uno de los especialistas que realiza procedimientos bariátricos es el doctor Ariel Rivera Aguerri, quien tiene su consultorio en el Hospital Cima.
Rivera, cirujano general, master en anatomía humana y con una tesis doctoral en cirugía bariátrica, cuenta con experiencia en este tipo de procedimientos desde el 2005. Él mencionó que las técnicas más realizadas en el ámbito privado igualmente son la manga gástrica y el bypass. Al igual que el doctor Jiménez, este especialista realizó la misma explicación relacionada con el tema de los grados de obesidad.
El cirujano explica que es la evidencia, tras varios estudios, la que indica si un paciente es apto para la cirugía bariátrica. Eso sí, en el ámbito privado está la posibilidad de realizarla aún no teniendo una obesidad de grado 3.
“Si tengo un paciente grado 1 y no ha tenido manejo con psicólogo, nutrición y ejercicio, le doy la oportunidad de perder peso con manejo médico. Pero si tiene obesidad grado 1 y ha hecho intentos por adelgazar y además presenta problemas mecánicos como dolores de rodillas, tobillos, caderas, poca movilidad, apnea del sueño y ha fracasado en sus intentos de pérdida de peso, le ofrezco el tratamiento quirúrgico”, explicó.
Añadió que a partir de la obesidad grado 2 es viable la cirugía bariátrica y cuando se está en la 3, aún sin enfermedades relacionadas, también. Claro que esto dependerá del paciente y su historial. El médico resalta que la cirugía bariátrica no debe verse como un procedimiento estético, pues más bien es terapéutico y que los pacientes deben asumir el compromiso de nuevos hábitos en su vida.
“Se debe ver el ejercicio como rutina de vida y no como tratamiento. Si la persona se opera y no hace nada, hay un porcentaje que se vuelve a engordar”.
–¿Cuándo se considera que una de estas cirugías fue exitosa?
Se considera exitosa cuando se pierde al menos el 50% del exceso de peso. Es una fórmula estricta. Si la persona tiene que perder 100 kilos y perdió 30 no se considera un éxito.
–¿Cómo cambia la vida de una persona y qué pacientes acuden a su consultorio?
Cambia totalmente. Los problemas de los pacientes que vienen son porque aun siendo jóvenes no pueden jugar con sus hijos, quieren bailar y se cansan; o aquellos que aunque cuidan que su alimentación sea balanceada continúan empeorando con la diabetes y la hipertensión.
“Un factor más es que la obesidad es discriminada y ya se afecta la parte psicológica, reciben críticas porque les dicen que son obesos porque quieren. La calidad de vida de un paciente después de su cirugía para pérdida de peso de forma exitosa cambia 180 grados y dicen: cómo no me operé antes. Cambia su vida laboral, las relaciones sociales, las relaciones sexuales y la actitud hacia la vida. Si la cirugía es exitosa y el paciente hace cambio de estilo de vida, él va a permanecer así de por vida.
Un procedimiento de cirugía bariátrica en el ámbito privado puede superar los $10.000.
Consejos de la psicóloga Lucía Tapia para pacientes que se someten a cirugías bariátricas
1.Aprender a tener autocontrol con el tema de la pérdida de peso, tranquilizarse, y no irse a extremos con el ejercicio y la alimentación. La especialista dice que hay dos claves que conducirán a la persona al éxito tras la cirugía: mantenerse activa con ejercicio y comer sano.
2. Modificar el ambiente. Evitar ir a sitios que le incomoden. Caminar en lugar de ir en vehículos, cuando se pueda.
3. Si la persona tiene trastornos como depresión o altibajos emocionales en el proceso post operatorio, que procure no permanecer sola, que busque hablar con alguien. Durante el tiempo de mayores cambios hay momentos de mucha alegría y otros de frustración al perder peso o no lograrlo tan rápido como se quiere.
4. Rodearse de personas que le brinden apoyo y no que le juzguen, pues es común que critiquen a quienes toman la decisión de someterse a una cirugía bariátrica, asumiendo que las personas “se cansaron de hacer ejercicio o de comer bien”.