Emerson Cubero es un josefino, del este de la capital, pues toda su vida ha vivido en lugares como Guadalupe o Moravia. Es el mayor de cinco hermanos y, confiesa, el “niño problema” de la familia que creció con la rebeldía de MTV.
Su papá es de Limón y su mamá de Sabana Norte. En sus primeros años jugaba con sus primos maternos en el parque La Sabana y, cuando le tocaba visitar a sus primos paternos, en la provincia limonense, el plan era de jugar básquetbol.
Fue en esa provincia donde descubrió el gusto por la cultura del baloncesto. Eso sí, para su adolescencia lo jaló el skateboarding y vivió los años 90 maniobrando encima de una patineta. Ya desde ahí su gusto por el calzado se manifestaba en deseo, pues el factor económico no lo dejaba materializarse.
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“A mí me pasaba lo mismo con las tenis de baloncesto que con las de patinar: no tenía plata para comprarlas. Recuerdo que las primeras tenis que conseguí para patinar fueron unas Adidas Campus que se las compré a un amigo que ya las tenía no de segunda, sino como de tercera mano; estaban hechas leña”, narró Cubero.
Asegura que nadie le enseñó a coleccionar pero, curiosamente, recuerda que uno de sus abuelos tenía una pared llena de latas de todo tipo y un tío tenía una colección de gorras. Además, su mamá es dueña de una colección “gigante” de muñecos ojones, que es motivo de bromas en la familia.
“Cada vez que yo llego a la casa, ella tiene otro muñeco nuevo. Y yo le digo: ‘Ma, ¿otro muñeco más?’, y ella me molesta y me dice: ‘¿Y usted? Otras tenis más y nadie le dice nada’. Es un cagadón de risa”, relató el coleccionista de 45 años.
La historia de Cubero es peculiar, pues la mayor parte de su vida no coleccionó y esto fue más bien un proyecto de adulto, con las metas ya claras. Al salir del cole, lo suyo más bien era tocar la batería y jugar a la banda de garaje con sus amigos.
Sin embargo, la vida rockstar no lo consumió y estudió Publicidad y Administración en la Universidad Latina. Actualmente, es gerente de ventas en la compañía Tech Data, donde trabaja hace 15 años. Allí le da servicios a Lenovo, la cuenta más grande a cargo de esta empresa.
“Era bien malo para la mate y ciencias. Cuando salí del cole, dije: ‘Quiero estudiar algo que no tenga absolutamente nada que ver con números’. Fue ahí que estudié Publicidad. En ese momento era complicado entrar a una agencia y no me podía dar el lujo de no trabajar; entonces, entré a trabajar en un banco”, comentó el publicista.
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Es más, varios años antes de entrarle a la fiebre sneakerhead, formó su familia junto a su pareja. Cubero es padre de un niño de 12 años llamado Santiago, que heredó la misma pasión por las tenis que su papá.
“Todavía está muy pequeño, digo yo, como para que tenga su propia colección porque va creciendo y es vara. No voy a comprarle un par para que en tres meses me lo deje botado (risas)”, detalló.
Durante su juventud conoció a Carlos Valenciano, otro gran coleccionista tico, lejos del universo del calzado. Ambos coincidieron en una banda de hardcore punk llamada Confrontación, que estuvo activa entre el 2005 y el 2012. Con esta agrupación lanzaron tres discos e incluso hicieron giras a varios países de Latinoamérica.
Desde ese tiempo surgió la amistad entre ambos y, aunque Cubero aún no había comenzado a coleccionar, siempre tuvo esa afinidad por la cultura del calzado, lo cual lo unió mucho con Valenciano.
“Siento que las tenis te dicen mucho de los gustos y la personalidad de la gente. Conforme fuimos cambiando de faceta, utilizamos tipos diferentes de tenis”, expresó.
Las primeras tenis que lo hicieron sentirse un coleccionista fueron unas Jordan VI Infrared, que salieron al mercado por primera vez en 1991, cuando Michael Jordan quedó campeón de la NBA por primera vez, vistiendo la casaca de los Chicago Bulls y con este modelo en sus pies.
Según relata, cuando era un niño, su familia no tenía la capacidad económica para comprar tenis Jordan, pero sí le tocó ver a amigos y conocidos usar esos zapatos que él tan solo anhelaba. Específicamente, deseaba con locura aquellos Jordan VI, pues había empezado la fiebre por la NBA. Sin embargo, tuvo que conformarse con verlos en los pies de Pablo, un amigo del barrio.
Fue hasta el 2020, recién iniciada la pandemia y cuando ya tenía 40 años, que se sintió con la estabilidad económica para “regalarle” a ese niño que fue las tenis que tanto soñó.
“Ese es el par del que nunca me desharía o si se me deteriora, trataría de conseguir otro igual. Ni siquiera es mi silueta favorita ni es el par más cool de usar, a mucha gente no le gusta. Pero comprarlo fue como decirle a mi yo de cuando era niño: ‘Sí lo pudiste lograr’”, reveló con orgullo.
Este autorregalo significó el inicio de su colección, la cual empezó aceleradamente, pues, en tiempos de aislamiento, comprar tenis se convirtió en su pasatiempo para matar el aburrimiento.
“Me comencé a llenar de tenis y tenis, y ya no tenía espacio. Ya cuando uno compra muchos pares, el espacio se convierte en un problema. Podría decir que ahora tengo una colección controlada y no compro todo lo que salga o que tenga una expectativa muy alta; soy más selectivo”, confesó.
Posteriormente, compró su casa y mandó a hacer un mueble con doble propósito: albergar sus tenis y poner un límite a su colección. Actualmente, tiene 75 pares y todos los utiliza. Cuando desea adquirir uno nuevo, se desprende de otro.
“En Costa Rica hay mucha humedad y ese es el enemigo número uno de las tenis. Si uno las quisiera conservar tendría que tenerlas en un ambiente totalmente seco, con condiciones controladas. Uno de los pares, que es de los más viejos de la colección, se está viendo que la suela se va quebrando por el poco uso. Si no usás el par, al final es una inversión que vas a perder”, explicó el coleccionista.
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En Cubero, al igual que en sus colegas, la afición por el calzado deportivo no solo se refleja en comprar pares, sino en el afán voraz por conocer sobre la historia y tendencias de estas prendas. Prácticamente, los coleccionistas sneakerheads acaban convirtiéndose en enciclopedias andantes de marcas, estilos, materiales y un sinfín de datos relacionados con estos productos.
“Todo par tiene su propia historia. Además, hay muchas marcas que no solo tienen su propia historia, sino que también tienen tecnología especial y eso nos lleva a querer conocer cómo se desarrolló. También entran personajes, celebridades y personas que colaboraron. Uno quiere investigar y, por eso, termina viajando a eventos importantes de la cultura”, aseveró.
Este mismo conocimiento y pasión lo llevó a convertirse en creador de contenido. En sus redes sociales, además de dar información sobre tenis, trata de asesorar a las personas sobre cómo vestir y armar outfits de acuerdo a las tendencias.
“Yo le recomiendo siempre a la gente que compre lo que le guste, no se vaya por la tendencia, porque ahí es donde usted forma su personalidad. Nunca se endeude por un par de tenis nuevas, mejor espérese y ahorre. Y no se desespere ni se precipite por un par, porque los pares siempre llegan en algún momento y con un buen negocio”, comentó.
Las preguntas rápidas de ‘Sneakerheads’ a Emerson Cubero
Marca favorita:
Nike
Par o silueta favorita:
Air Jordan IV
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Valor total de la colección
Cerca de $100.000 si conservara todos los pares
¿El par más extraño?
New Balance 57/40. Es una colaboración con el artista Joshua Vides, y el concepto destaca a los contornos del diseño como si estuvieran resaltados con marcador. No tiene un precio exorbitante, pero lo conseguí en ComplexCon en Las Vegas; solo ahí salió y fue una cantidad limitada de pares.
¿El par más caro?
Yo tuve un Jordan I Travis Scott. Esa silueta tiene como peculiaridad que el swoosh (logo de Nike) lo tiene al revés. Lo conseguí en la tienda bodega justo cuando salió y fue una coincidencia. Actualmente, en reventa debe estar entre $2.200 y $2.500. Yo lo vendí porque no lo iba a seguir usando.
¿A qué diseñador admira?
Ha tenido muchos problemas por su personalidad, pero para mí es Kanye West. Ha sido un visionario y cambió completamente el juego porque Jordan dominaba y diseñó pares que uno decía: “¿Qué es esta vara?”, pero después se volvieron una tendencia.
¿Alguna vez se arrepintió de una compra?
Sí, de hecho uno de los Yeezy de Kanye West, que se llama Yeezy Quantum. Lo quería tener porque lo quería tener. Lo compré y, al poco tiempo, bajó muchísimo; creo que me hubiera podido esperar, pero me precipité. También me arrepiento de no haber comprado unas Jordan IV Off-White Sail, que tuve el chance de haberlas comprado en $500 y ahorita cuesta por ahí de los $4.000. En ese momento lo vi muy caro y ya no lo puedo comprar, porque jamás gastaría tanto dinero por un par.
¿Le han metido algún zapato falso?
Han querido, pero he logrado tener cierta malicia. Hasta viendo fotos, uno se da cuenta de si es falso. Por dicha, no me han estafado.
¿Compraría unas tenis falsas?
No. Creo que eso le resta mérito a la propiedad intelectual. Podría ser un tema de horas y cada uno sostiene su posición. Si usted es una persona que no sabe y su capacidad económica le da para comprar un par de ¢30.000 y es un Jordan, cómprelo, porque usted no sabe. Pero si usted sabe y nada más lo hace por pretender, creo que ahí sí está mal. Hay todo un impacto económico. Mucha gente dice que Nike gana millones, pero lo hacen porque empezaron vendiendo zapatos en la calle.