Llegó la hora del recreo. En la bolsa del uniforme –bien guardados– había ¢100.
Comprar en la soda de la escuela, para un niño o una niña de primer o segundo grado, era una tarea titánica. La pelota de chiquillos hablando y pidiendo al mismo tiempo, dando brincos para llamar la atención, todos con sus manos al aire sosteniendo los billetes de ¢100 o ¢50, o un montón de chapas de ¢20. Aquello era cosa seria.
Los más grandotes –los de sexto– eran los primeros en ser atendidos. ¡Claro, si se las sabían de todas, todas! Apenas sonaba la alarma del recreo salían soplados a apuñarse en el mostrador de la soda con toda su altura y fuerza, pasando por encima de los güilas de primer ciclo. Para ellos eran las empanadas calientitas o los mangos recién pelados.
Al fin llega el turno de comprar. "Me regala una Rondela y una pitufa en bolsa”. Misión cumplida. De los 10 minutos que duraba el descanso, solo restaban unos tres para atragantarme con la merienda por la cual había luchado contra los mamulones, pero sabía a gloria, a victoria.
***
Un chocolate que, inocentemente, nos ponía a brindar. Su sabor, algo diferente para la chiquillada, llamaba la atención de los adultos también. Guaritos les decíamos, inocentemente. Eran un poco más caros que los demás chocolates, pero valía el gasto extra para rajar con los vecinos.
También los vimos irse y ni cuenta nos dimos de cuándo.
***
En el colegio, con los compañeros sentados en el gimnasio viendo alguna mejenga de la sele de fútbol 5. Apoyando y vacilando a los del otro cole.
Dos bolsitas, una blanca y la otra azul se pasan de mano en mano, pronto cada paquetillo se gasta porque todos comparten. Cuando los Gost y las Pizzerolas llegan a sus dueños, solo queda el famoso “polvillo” del final, ese que para comerlo hay que echarlo directo de la bolsa a la boca para no desperdiciar nada. Pero, diay, compartido todo sabe mejor, ¿o no?
***
Sí, la nostalgia tiene sabor. Se puede comer. Se puede compartir. Eso lo confirmaron tres marcas que durante muchos años han acompañado a los costarricenses con sus productos. Gallito, Tosty y Pozuelo revivieron los recuerdos de muchos ticos con los recientes lanzamientos especiales de productos que fueron famosos hace ya un par de décadas y que, para quienes fuimos niños y adolescentes en los 90, nos ha llenado de emoción volver a probar.
Hoy los podemos considerar joyas porque aunque las empresas han hecho todo lo posible por complacer la demanda del consumidor, cuesta encontarlos. Un guarito (Copetines, su nombre elegante) –el mismo con el que gozábamos de niños con los brindis de mentiras que hacíamos en la esquina del barrio– ahora solo se los venden a los mayores de edad.
Hace unos días –con el sabor del recuerdo muy vívido en la memoria– la misma receta, la misma galleta de coco y chocolate que hace 20 años comíamos en el recreo, nos pareció más pequeña de la cuenta; pero lo que pasa es que las manos que las sostienen ya no tienen siete u ocho años. Ahora, las Rondelas se ven de menor tamaño, pero saben exactamente igual.
El sabor vuelve teñido de nostalgia. Es inevitable no dejarse llevar por la emoción de comprar paquete de Gost que lucen tentadores en los anaqueles del súper, la soda o la pulpe y comer cada fantasmita a pedacitos: primero una manita, luego un piecito. O todo de un bocado.
¿Y las Pizzerolas? “'¿Qué es eso?”, dijo una compañera que tiene 25 años cuando almorzábamos juntas. Casi me enojo, pero me contuve y le compartí una de esas tostaditas redondas con sabor a pizza, quedó encantada. Me sentí algo orgullosa y le dije que cuando era más chiquilla, eran de mis favoritas.
Aún lo son, debo de confesarlo, compro hasta de dos en dos los paquetes y los acompaño con una gaseosa, igual como en el cole.
De acuerdo con Roberto Biasetti, profesor de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica, los productos que estas marcas están relanzando están fuertemente relacionadas con los recuerdos. “Todos los seres humanos tenemos la sensación de que lo pasado era mejor”, afirmó el docente.
El experto asegura que estos lanzamientos son muy atinados porque provocan la asociación de los consumidores a su infancia y juventud, por ejemplo por medio de los anuncios comerciales. “Las generaciones más nuevas que no tuvieron la oportunidad de ver los anuncios publicitarios no se sienten tan identificados porque no les tocó vivir la ola fuerte de los comerciales animados. Sin embargo, los mayores de 30 años asocian un montón de cosas al producto como por ejemplo ver los anuncios en las tardes cuando veía fábulas y después salir a jugar con los compañeros de la escuela”, explicó Biasetti.
Añade que existe una fuerte relación de memoria visual para quienes vivieron el momento porque los comerciales tenían jingles pegajosos y la repetición era altísima, así que las marcas están bien grabadas en la mente.
Coco y chocolate
Pozuelo celebra este 2019 sus 100 años de vida. Para festejar y agradecerle al tico su preferencia, la compañía galletera decidió desde hace varios meses hacer algo especial.
Una simple pregunta en redes sociales desató la locura. “¿Si tuviera la oportunidad de revivir una galleta, cuál le gustaría?” Toby, Chocolinas, Rondelas, Nevadas y Comodoros fueron las seis propuestas y tres pasaron a finalistas, según explicó Nisa Sanz, directora regional de mercadeo de Pozuelo. La gran ganadora fueron las Rondelas, que volvieron al mercado este enero y se mantendrán, de acuerdo con los planes, un par de meses más a la venta.
Las otras dos galletas finalistas regresarán en marzo y abril. No se puede revelar aún cuáles serán, pero a la vista de lo sucedido con la resurrección de las Rondelas es seguro que igual van a ser muy bien recibidas.
“Ooohhhh las tres galletas eran una delicia...Me recuerdo ahorrar ( y antes era muy difícil ) para comer alguna... Mis favoritas las Comodoro... Aunque digan que ahora hay una versión parecida no era lo mismo... Por favorrr pueden hacerlas de nuevo??”, escribió Yueht Tzang en la publicación en Facebook que hizo Pozuelo para que sus seguidores votaran entre las Comodoros, Toby y Chocolinas; dicho posteo recibió 2.900 mil comentarios.
“Una de las cosas que más nos preocupaban era que estuvieran los moldes porque no es que tenemos un museo de estos en la planta. Cuando ganó la Rondela lo primero que hicimos fue buscar los moldes que se usaban en los 70 y 80 y ahí estaban, fue una gran alegría cuando confirmamos que los teníamos”, recordó Sanz.
Las Rondelas, que ahora encantan a los nostálgicos, son de las mismas dimensiones de antes. También, confirmado por Sanz, la receta es exactamente la misma y para que no quedara nada por fuera, Pozuelo logró repetir el diseño del empaque de antaño.
“Estos productos no son para mantenerlos siempre, cumplieron su ciclo de vida. Con esta edición especial lo que queremos es agradecerle a esas personas que nos acompañaron en estos 100 años. Conectamos con emociones, las galletas están asociadas a momentos muy emocionales de la familia y seguimos en la línea de ser parte de esos momentos para compartir y disfrutar. El mensaje central es gratitud, porque pocas compañías cumplen 100 años en la preferencia de cinco generaciones de familias”, finalizó Sanz.
Para picar
La misma táctica de preguntarle al consumidor qué producto querían “revivir” fue la que usó Demasa (Tosty, para mayor cercanía). En sus redes sociales las votaciones se inclinaron por los Gost y las Pizzerolas.
Ambos productos están ya a la venta y –buena noticia– podrían quedarse por mucho tiempo. “Por la acogida de los productos estamos analizando dejarlos en el mercado. Lo interesante de estos productos nostálgicos es que van dirigidos a personas mayores de 30 años, lo que ha generado la conexión entre los padres y los hijos desde el punto de vista que los papás amaron las Pizzerolas y los Gost y quieren compartir los recuerdos con sus hijos”, explicó Miguel Chavarría, subdirector de mercadeo de Demasa.
“Riquísimas... como antes! Ahora mis hijas las probaron y quedaron encantadas, hasta con el cuento de todas las que me comía en el play de por la casa... ojalá sacaran el arbolito para navidad”, publicó Adriana Peña, incluso con una pequeña petición que a muchos nos haría felices. ¿Se acuerdan de las postalitas y el álbum navideño?
“La intención realmente es consentir y chinear a los consumidores. Tenemos algunos desarrollos en esa línea, lo que tenemos que asegurar es que exista la viabilidad financiera porque algunas de las formulaciones anteriores no necesariamente sean tan fácil de conseguirlas, ya que es a través de proceso con los proveedores que hacemos incluso la búsqueda de ingredientes. Lo más difícil es poderle entregar al consumidor el mismo producto con el cual se identifican”, agregó Chavarría.
¿Lo lograron? Las respuestas positivas del público consumidor de Pizzerolas y Gost son evidentes en redes sociales.
Dulce pecadito
Pequeños bocaditos de chocolate con relleno líquido de licor destilado con notas de sabor a ron y coñac: los Copetines. Volvieron en setiembre del 2018 al mercado gracias a la Cooperativa de Productores de Leche Dos Pinos R. L. como uno de los rasgos más evidentes de la incorporación de los productos Gallito al catálogo de la firma lechera, luego de que esta comprara a la empresa de dulces y chocolates en el 2016.
Primero fueron exclusivos como topping en las heladerías La Estación, pero rápido conquistaron de nuevo a aquellos que de güilas jugaban de aventureros y medio metidos a grandes. En cajas de 13 unidades, los Copetines parece que no se quieren ir y sus consumidores tampoco desean que desaparezcan de nuevo.
Los Guaritos (mejor les decimos así) fueron uno de los productos de Gallito que escogió la Dos Pinos para relanzar. Recordemos que Gallito antes pertenecía a la firma Mondelēz Internacional, que anunció el cierre de la planta en nuestro país para trasladar operaciones a México; ante la posibilidad de perder una marca de tanta identidad costarricense la Dos Pinos la compró.
Dos Pinos aprovechó a su nuevo hijo y realizó una estrategia de dos vías para mantener la cercanía con sus consumidores actuales y potenciales. La primera de ellas fue traer productos de antaño al mercado y la segunda creando combinaciones entre los helados y los chocolates de Gallito.
Por redes sociales también se buscó la opinión del público amante de los chocolates para decidir qué traer al 2018. “La decisión de retomar los Copetines y otros productos icónicos que se lanzaron en el último año, como los Corazones y Milanes Gallito, responde al clamor de los consumidores y al compromiso de la Cooperativa por escucharlos y satisfacerlos. El objetivo ha sido fortalecer el vínculo con nuestros consumidores, ampliar el portafolio de la marca Gallito y remozar su imagen”, afirmó en un correo electrónico Francisco Arias Cordero, gerente senior de Relaciones Corporativas y Ganaderas de Dos Pinos.
En el tema de productividad e inversión para realizar estos dulces especiales, Arias aseguró que representó un esfuerzo de investigación para entender la disponiblidad de las materias primas necesarias para los diferentes productos, así como la tecnología a disposición, con el fin de lograr un producto lo más cercano a las versiones originales con un componente de innovación adicional.
Para la empresa este esfuerzo también representa una ganancia importante en temas de reconocimiento por parte de sus seguidores. “La opinión pública celebró que la Cooperativa Dos Pinos rescatara una marca tan arraigada en el sentir del país como lo es Gallito que cuenta con 109 años de historia. A eso se sumó que Gallito se quedara en el país en manos de una cooperativa 100% costarricense. Esto permitió además que más de 100 trabajadores de la planta Gallito mantuvieran su trabajo", complementó Arias.
Los Copetines llegaron para quedarse, confirmó Arias. No habrá que esconderlos, guardarlos o rendirlos.
Mi recomendación es que si si pasa de los 30 años vaya, compre y disfrute, porque recordar es vivir. El paquete de 13 Rondelas se puede conseguir por aproximadamente ¢1.200, la caja de 13 Copetines vale cerca de ¢2.300 y los paquetitos individuales de Gost y Pizzerolas rondan los ¢250 cada uno.
Saboree la nostalgia, vuelva a ser un chiquillo o un adolescente con pocos cincos en la bolsa, pero que valía la pena gastar para darse un gustico.