Si se le pregunta a Daniela Mora cuál es su red social preferida, no hay duda en su respuesta. “Es que ahí no hay toxicidad, no hay espacio para ser mala persona... Hay muchas oportunidades más bien. Es una red social que para muchos es aburrida o empresarial, pero para mí es todo lo contrario”, asegura.
Por supuesto, Daniela habla de Linkedin, red social profesional fundada en diciembre de 2002 pero que hasta hace un lustro tuvo su estallido.
Diseñada específicamente para establecer y fortalecer relaciones profesionales, LinkedIn permite a sus usuarios crear perfiles que actúan como currículos digitales, destacando habilidades, experiencia laboral y logros. A través de la plataforma, los profesionales pueden ampliar sus redes, participar en discusiones de la industria y buscar oportunidades laborales.
Para Daniela, eso sí, la plataforma no solo se limita a un archivo de currículos, sino que también sirve para conectar con personas. “Somos seres humanos, necesitamos empatía hasta en los lugares donde menos parezca que hay espacio”, afirma.
Con esa voluntad, Daniela Mora se convirtió en la creadora de contenido número 1 de LinkedIn en Costa Rica, según el portal de audiencias Favikon. Además, fue nombrada como la número 184 en América Latina, con solo nueve meses de contenido continuo en ese espacio.
De hecho, ella pasó del desempleo a convertir LinkedIn en su fuente de ingresos y recibir decenas de ofertas de trabajo. ¿Cómo lo logró? “Todo se trata de ser humana”, responde sin dudas.
Su historia
A Daniela le brillan los ojos cuando comparte su relación con el mundo de las redes profesionales, en particular en LinkedIn, donde ha conquistado el espacio como una suerte de influencer y creadora de contenido. Su historia comienza de una manera inusual, marcada por la pasión por contar historias desde muy joven.
“Tengo 31 años y, desde siempre, toda mi vida, me ha gustado muchísimo conocer y contar historias”, comparte Daniela. Su habilidad para conectar con las experiencias de los demás se manifiesta incluso en situaciones cotidianas. “Soy la típica persona que cuando está en el bus o en el Uber, va contándole la vida a un desconocido”, dice entre risas.
El amor por la narración de historias no solo es un pasatiempo, sino parte integral de su identidad. Su interés surgió cuando su papá le contaba historias para dormir, las cuales le quedaban dando vuelta en la cabeza al punto de que, a hurtadillas, iba en la noche hasta el cuarto de su padre para terminar los cuentos y al día siguiente fingía que nada había pasado.
“Siempre tuve claro que esta era mi pasión”, afirma. Fue así que decidió estudiar periodismo y muy pronto consiguió una oportunidad para realizar ese deseo.
Desde los 19 hasta los 24 años, Daniela trabajó en proyectos sociales como parte de su labor en un programa matutino de Teletica, donde canalizó su pasión por las historias para abordar y resolver problemas comunitarios.
“Trabajé un tiempo en proyectos de denuncia comunal. Iba y hablaba con el líder de una comunidad pequeñita de Cartago, por ejemplo. Me contaban que tenían un problema con la calle que no arreglaban, y eso les complicaba la vida. Entonces, yo me iba después y veía con quién tenía que hablar para mover las cosas, a ver por qué no les arreglaban la calle”, recuerda.
Lo importante de aquel trabajo no era irse a pelear con el alcalde, sino hacer ver que detrás de las denuncias había personas afectadas. “Como te digo, creo que todo se trata de tener empatía en la vida”, reafirma.
Aquel trabajo en Teletica terminó exponiéndola al ojo público y provocando percepciones que la dañaron. “La exposición mediática lo marca a uno muchísimo. Estuve siempre con problemas alimenticios debido a eso. Yo entraba a las 4:30 de la mañana y salía a reportear un incendio. Entonces, tal vez no me veía tan bien, pero la gente en redes sociales empezó a escribir cosas muy feas sobre cómo me veía y eso me afectó mucho”, rememora.
“La exposición mediática lo marca a uno muchísimo. Estuve siempre con problemas alimenticios debido a eso. Yo entraba a las 4:30 de la mañana y salía a reportear un incendio. Entonces, tal vez no me veía tan bien, pero la gente en redes sociales empezó a escribir cosas muy feas sobre cómo me veía y eso me afectó mucho”.
Esa ansiedad, que le provocó trastornos de la conducta alimentaria a Daniela, se convirtió en una alarma para evaluar su relación con el trabajo y las demandas del entorno. Su experiencia en Teletica, donde trabajó durante cinco años, fue positiva, pero ella quería buscar un espacio donde pudiera sentirse menos expuesta.
Finalmente, consiguió un puesto en una oficina de comunicación de una institución del Estado, precisamente en un momento en que su vida se puso de cabeza.
Su padre enfermó, perdió a su suegro, perdió a su cuñado... Fueron una seguidilla de duelos que, junto al estrés laboral, la dejaron en una situación muy complicada. Inclusive pensó en salir del país y mudarse a México, pero sabía que debía cuidar a su papá.
“Yo llevaba un proceso complicado, la verdad. Estaba en una situación muy difícil a nivel personal y me sentía enredada con todo”, rememora.
La pérdida de seres queridos y las dificultades personales la llevaron a enfrentarse a la ansiedad y la depresión, marcando un punto de inflexión en su vida. En un momento en el que cualquier estímulo estresante podía desencadenar fuertes reacciones en su cuerpo, buscó ayuda médica y emocional para enfrentar el desafío. El proceso no fue fácil, pero reconoció la importancia de cuidar de sí misma y tomar decisiones valientes en pro de su bienestar.
“Llegué a tener toda la cara brotada de ronchas. Estaba enferma y me bajaron las defensas. Estaba tomando 10 pastillas diarias entre ansiolíticos, antihistamínicos, antibióticos... Era complejo”.
Un día, la doctora del consultorio de la empresa la atendió y le reveló que ese trabajo le generaba mucho estrés y que terminaba de empeorar todas las circunstancias personales que atravesaba.
En este punto crucial de su vida, Daniela reconoció, como ella dice, que “hay valentía en rendirse cuando es necesario”.
Repensar la vida
Un episodio significativo en su viaje hacia la transformación fue su lucha contra una alergia generalizada, desencadenada por el estrés constante.
“Tenía una alergia horrible que me salió de la nada. De repente, el fresco de limón que tomaba todos los días me empezó a brotar. Me hice alérgica a los cítricos y la manzana. Me daba miedo que cualquier comida me afectara, entonces cada vez que era hora de comer era un calvario horrible”, recuerda.
La doctora del trabajo, nuevamente, le advirtió sobre las consecuencias más graves si no tomaba medidas inmediatas.
“Me dijo: ‘su cuerpo le manda señales y en este momento le está advirtiendo que mañana le puede dar un infarto. Usted no puede decidir mañana, pero sí puede decidir qué hará hoy’”, detalla la periodista.
Frente a esta encrucijada de salud y bienestar, Daniela tomó una decisión. Renunció a su trabajo, consciente de que su cuerpo y su mente necesitaban un cambio radical. El 1.° de febrero del 2023 marcó el comienzo de su proceso de recuperación y reflexión.
“Me puse a pensar: ¿dónde voy a ganar lo que ganaba? ¿Qué va a pensar mi hija y mi familia de mí? ¿Qué van a pensar todos los que me conocen?”, cuenta.
Se dio un mes de pausa para sanar y reconectar consigo misma. Durante este tiempo, redescubrió placeres simples, como caminar en la montaña, dormir las horas suficientes, pasar más tiempo con su pequeña... Se enfrentó al desafío de definirse más allá de su trabajo anterior.
Explorando Linkedin
Al verse sin trabajo, se creó una cuenta en la plataforma Linkedin para probar suerte y ver qué podía encontrar para llevar los frijoles y el arroz a su mesa.
A ella le sorprendió que todo el mundo en LinkedIn era demasiado rígido a la hora de compartir su experiencia y sus habilidades. Sin buscar un enfoque “lastimero”, optó por la honestidad y la conexión emocional para construir relaciones genuinas.
“Fue prueba y error. Al inicio empecé a publicar ‘ofrezco mis servicios de redacción’ y no pasó nada. De hecho, en un proceso de reclutamiento me ofrecieron poquísimo por mi trabajo, pero yo sentía que yo valía esa poca plata porque estaba desesperada. Entonces, hice una pausa y repensé lo que estaba haciendo”, dice la comunicadora.
Entonces, hizo otro tipo de publicaciones, compartiendo no solo sus habilidades profesionales, sino también las luchas y las inseguridades que experimentaba en su búsqueda.
Un post en particular, que abordaba la idea de quedarse en el trabajo equivocado, resonó de manera significativa. “Tenía esta pesadilla recurrente en la que me imaginaba a mis excompañeros de trabajo burlándose de mí por haber hecho una publicación hablando sobre cómo me sentía. Sin embargo, tenía que quitarme miedos y ser honesta; así empecé a ganar un montón de gente que se conectó a mi red y le ponía atención a todo lo que escribía”, narra.
Se dio cuenta de que contar historias, su gran pasión, era también su arma perfecta para conectar con la audiencia. La única diferencia es que la historia que hoy contaría no es la de las comunidades que tienen problemas con la municipalidad, sino su propia historia.
“Empecé a notar que cuando contaba historias, conectaba con las personas porque cada quien tiene su propia historia con respecto a un mismo sentimiento. Eso es lo que nos hace humanos”.
Al hacerlo, generó interacciones masivas y abrió un canal para que otros compartieran sus experiencias.
“Empecé a notar que cuando contaba historias, conectaba con las personas porque cada quien tiene su propia historia con respecto a un mismo sentimiento. Eso es lo que nos hace humanos”. afirma.
La respuesta fue abrumadora, con personas compartiendo sus propias historias. Ella encontró en esta vulnerabilidad compartida un poderoso medio para construir relaciones auténticas y a la fecha goza de una red con más de 14.000 seguidores.
“Tanta gente hizo clic con este enfoque que me llegaban mensajes de gente contándome sus historias y para mí, eso es lo más lindo que hay, porque cuando uno se muestra vulnerable uno logra realmente conectar con las personas de manera auténtica y así pasan cosas muy bonitas.”
LinkedIn, que ha evolucionado de ser una plataforma de búsqueda de empleo a un espacio de conexión, ha sido el terreno fértil donde ha sembrado sus experiencias y cosechado conexiones significativas.
Su viaje en la plataforma no solo fue una revelación profesional, sino también una exploración constante de su autenticidad y vulnerabilidad. A medida que consolidaba su presencia en la plataforma, afrontaba un nuevo desafío: seguir compartiendo historias personales y conectar con otros de manera genuina.
“Cuando tienes un post viral, como los primeros, entran miedos. No sabés si seguir igual o qué poner, pero bueno. Creo que todo trata de hablar como si uno estuviera hablando consigo mismo y así el entorno se va a dar cuenta que no haces las cosas solo por figurar”.
El proceso de compartir abiertamente en las redes sociales lleva consigo una dualidad emocional, asegura. El temor al síndrome del impostor y la vulnerabilidad de exponerse pueden generar una reflexión interna intensa. Para Daniela, seguir escribiendo día a día representa un desafío y una oportunidad para reafirmar su autenticidad.
“De ese primer post que hice salieron 10 ofertas laborales. Fue increíble porque de una sola publicación me ofrecieron tantos diferentes trabajos. Fue lindo, pero yo estaba tratando de definir qué quería. No las acepté y las rechacé con todo el amor y el cariño. ‘Gracias, pero no estoy buscando, te lo agradezco, pero no es lo que quiero en este momento. Puedo mirar, te puedo recomendar a otra persona que sé que está sin trabajo y coincide con esto, verdad, ese tipo de cosas’, es lo que le decía a los reclutadores”.
Su filosofía se centraba en la honestidad y las buenas intenciones al compartir en LinkedIn. Su enfoque no era acumular seguidores, sino conseguir oportunidades laborales que resonaran con su visión y habilidades. La marca personal que construyó a través de historias auténticas se tradujo en ofertas laborales que no solo valoraban su experiencia, sino también su personalidad.
“Desde que empecé en LinkedIn, en siete meses he recibido 24 ofertas laborales. Han sido 24 ofertas laborales de personas que han sentido que yo soy lo que su empresa necesita sin ver ni siquiera mi currículum. Ha sido gracias a la marca personal. Entonces, me di cuenta que tal vez el trabajo que quería estaba justo ahí: en ser bueno en LinkedIn”, reflexiona.
Por tanto, ¿por qué no convertirse en consultora o asesora para gente que esté buscando empleo en esa plataforma? Esa idea se instaló con fuerza.
“La gente consigue más interacción con post imperfectos y constantes que escribiendo como un Gabriel García Márquez de las redes sociales. Se consigue muchísimo más con la constancia que con la perfección. Me puse a estudiar la red, qué servía, qué le funcionan a las empresas y, bueno, pensé que tal vez podría vivir de eso”.
“La gente consigue más interacción con post imperfectos y constantes que escribiendo como un Gabriel García Márquez de las redes sociales. Se consigue muchísimo más con la constancia que con la perfección. Me puse a estudiar la red, qué servía, qué le funcionan a las empresas y, bueno, pensé que tal vez podría vivir de eso”, dice.
Así fue: hoy goza de una vasta cartera de clientes a los que asesora para potenciar su marca en esta plataforma, así como para guiar a desempleados en busca de su anhelo laboral que más se ajuste a sus necesidades.
Las cosas que importan
El giro en la vida de Daniela Mora no solo le brindó nuevas oportunidades profesionales, sino que también le permitió desempeñar roles esenciales en el cuidado de su familia. La cercanía con su hija y la responsabilidad de atender a su padre se convirtieron en pilares fundamentales de su nueva realidad.
“Nos pasamos a vivir a Heredia (antes vivían en Pavas) para sentirnos en un ambiente más de montaña. Pasar de un trabajo de diez horas a organizarme yo misma me dio la oportunidad de disfrutar los árboles de mi casa, de ver cosas maravillosas como animalitos... Y sobre todo, estar junto a mi familia más tiempo”, recuerda.
La posibilidad de compartir con su hija experiencias enriquecedoras, conectadas con el entorno natural, marcó un contraste positivo con la rutina acelerada y urbana que tenía antes.
También la vida la llevó a asumir un papel crucial en la vida de su padre, quien, a los 80 años, decidió separarse de su madre. Este proceso de cambio significó una redefinición de su independencia y un ajuste financiero para acoger a su padre.
“Entonce tuve que pasar por un periodo en que perdí mi independencia para poder encontrar el dinero para adoptar a mi papá, pero fue algo que valoré mucho y que me pudo acercar a él aún más”, explica la comunicadora.
Esta experiencia fortaleció los lazos familiares y le proporcionó una perspectiva única sobre el cuidado intergeneracional. Su dedicación y sacrificio se traducen en una versión especial de la relación con su padre, quien finalmente falleció.
“Entonces, son cosas que creo que lo marcan a uno. Uno no cree que el trabajo pueda cambiar tanto la vida de uno. Es algo que a veces difumina las fronteras entre lo que se necesita para vivir y el tiempo valioso con quienes uno quiere”, asegura con una gran sonrisa.