Elton John hizo esfuerzos infructuosos por acercase al micrófono; Paul McCartney andaba por ahí pero no lo enfocaban y Freddie Mercury se contentó con aplaudir. En medio de aquel molote de dioses de la música, se hacía lo que se podía.
35 años han pasado desde aquella noche londinense. El viejo estadio Wembley lucía lleno a reventar, en el cierre del concierto principal de la maratónica planetaría Live Aid, que durante todo el 13 de julio de 1985 enlazó al orbe por medio de la música, todo con tal de reunir la mayor cantidad de dinero posible y traducirla en ayuda humanitaria para los países africanos azotados por la hambruna.
Esa jornada se escribieron algunas de las páginas más gloriosas de la historia de la música pop, empezando por la impecable presentación de la banda Queen, que a la fecha sigue siendo considerada la mejor actuación musical en vivo de todos los tiempos, y que se replicó al pie de la letra en el filme Bohemian Rhapsody.
Si bien hubo conciertos simultáneos en distintas sedes y el cierre oficial de Live Aid se dio en Philadelphia, Estados Unidos, fue el espectáculo masivo y faraónico en Londres el que concentró la mayor atención y que al día de hoy más nos emociona. Cualquier fanático medianamente comprometido con el rock hubiese dado lo que fuera por estar ahí, entre el gentío extasiado y asoleado.
Del Live Aid podríamos decir mucho, pero concentrémonos en el cierre, en la última canción que se interpretó esa noche en Londres. Sin ninguna sorpresa, el concierto llegó a su final de la mano de la canción más popular de aquel año, una cuya concepción fue el vehículo humanitario que desembocó justamente en la realización del mítico concierto: Do They Know It’s Christmas?
Grabada en noviembre de 1984 y lanzada menos de un mes después, Do They Know It’s Christmas? es la pieza que dio forma a la receta de la música benéfica: reunir en un mismo tema a la mayor cantidad de estrellas posibles alrededor de una letra inspiradora y procurar una recaudación masiva a partir de sus ventas, a fin de apoyar una causa humanitaria.
El sencillo fue creación de los roqueros británicos Bob Geldof y Midge Ure, y en su grabación participaron algunas de las estrellas más rutilantes de la escena musical inglesa de mediados de los años 80, como Boy George, Bono, George Michael, Sting y Phil Collins, todos agrupados bajo el nombre del supergrupo Band Aid.
Las ventas millonarias de la canción no solo impulsaron a los astros estadounidenses Michael Jackson y Lionel Richie a sumarse a la causa por medio de la inmortal We Are the World, sino que empujaron a Geldof y Ure a ir por más, y de ahí nació la idea de Live Aid, un gigantesco espectáculo a lo largo de un solo día en varios países del mundo, involucrando a la mayor cantidad de talento disponible entre las grandes figuras del pop. Nada de medias tintas.
En Wembley no se escatimó en talento y a lo largo del día hubo presentaciones de la crema y nata del rock y el pop: U2, Dire Straits, Queen, The Who, Sting, Elton John, David Bowie, y con Paul McCartney como plato fuerte de la noche. Fue después del Beatle que el escenario se llenó de gente, y Geldof -organizador y padre de la criatura- entró en hombros de McCartney y Pete Townshend, de The Who.
Viéndolo a la luz de los años, lo que sucedió después fue obra y gracia de la diosa fortuna: tuvo todos los elementos para salir mal y si bien estuvo lejos de ser perfecto, sí alcanzó para darnos un recuerdo indestructible.
En medio de la improvisación, Geldof armó en el backstage una nueva versión de la Band Aid, con los músicos que aún andaban por ahí. Muchos de ellos no habían tomado parte en la grabación de Do They Know It’s Christmas? y no se sabían de memoria la canción, por lo que hojas de papel se repartieron con la letra de la pieza antes de que el ensamble saliera a escena. Y salieron a lo que saliera, a la guerra.
Los micrófonos no alcanzaron para tanta gente, pues en la tarima bien se apretujaban unas cincuenta personas. Entre los reconocibles en las tomas de televisión estuvieron: Bob Geldof (Boomtown Rats), David Bowie, George Michael, Sting, Andrew Ridgeley (Wham!), Howard Jones, Elton John, Roger Daltrey (The Who), Midge Ure (Ultravox), Paul Weller (The Style Council), Freddie Mercury (Queen), Adam Ant, Bono (U2), Tony Hadley (Spandau Ballet), Tony Butler (Big Country), Stuart Adamson (Big Country), Bruce Watson (Big Country), Linda McCartney, Paul McCartney y Gina Foster (corista de David Bowie).
De todos los que se juntaron para el gran final, solo George Michael, Bono, Geldof, Hadley, Ure, Weller y Sting habían participado en la grabación original de la canción, y de ellos, solo Michael y Bono fueron los únicos en grabar líneas solistas en el estudio.
En la versión en vivo en Wembley, las voces principales fueron Bowie, Geldof, Michael, Sting (su micrófono no se escuchó) y Bono. Alrededor de ellos se apretujaron a como pudieron las otras estrellas, siendo las que quedaron al frente aquellas que habían entrado de primeras a escena, sin ningún orden particular. Esto incidió en que, por ejemplo, Elton John quedara relegado a un extremo y detrás de otros vocalistas, por lo que nunca logró acercarse a los micrófonos a pesar de sus esfuerzos.
Hoy, al repasar el video, es inevitable sentir la congoja ante el errático paso del micrófono de mano en mano. La corista de Bowie, Gina Foster, fue la única mujer que logró hacerse oír claramente, gracias a que de casualidad quedó al frente del grupo, cerca de Bono y Freddie Mercury. A media canción Geldof le hizo señas de acercarse al micrófono a la poco conocida vocalista, quien de inmediato quedó inmortalizada en una de las estampas más icónicas de la música rock.
Después de los dos minutos de canción hay pasajes de la interpretación que se pierden, a falta de una voz principal, ya sea porque nadie se puso de acuerdo o bien porque sus micrófonos no funcionaban de la mejor manera. En el video se ven puños de cuatro o cinco cantantes tratando de hacerse oír en un mismo dispositivo, lo que propició imágenes espectaculares pero poca claridad en el registro de las voces (sabemos, por ejemplo, que Roger Daltrey estaba frente a un micrófono porque lo vemos, no porque lo escucháramos).
El momento que los melómanos hemos repaso una y otra vez se da alrededor de los 2:50 minutos. Hasta ese momento, Mercury se había mantenido a una prudente distancia de los micrófonos, quizás por no ser parte del elenco original de Do They Know It’s Christmas? Aún así, Freddy se veía pletórico: aún andaba con la adrenalina al tope después de la magnífica actuación de Queen de horas antes, y estaba ahí, siendo uno más de los muchachos, sabiéndose querido.
Poco sabían los cientos de millones de personas que seguían la transmisión vía satélite que aquella sería la última gran imagen de Mercury, previo a que su salud empezara a deteriorarse, hasta finalmente sucumbir a causa del sida seis años después. Live Aid no solo fue el mejor concierto de Queen, sino su último gran concierto, y eso hace que los ojos se nos llene de agua cada vez que lo vemos aplaudir mientras Geldof y otros cantaban en aquel desordenado y glorioso ensamble, feliz con su rol secundario en medio de aquel caótico rejuntado de talento.
Sin embargo, a los 2:50 minutos de la canción, Freddy no se aguantó. Geldof acercó el micrófono a Bono y Foster para que se le unieran en la última línea previa a la entrada del coro del tema, y Mercury se lanzó sobre la presa. Sin invitación, sin que lo señalaran, Freddy se escabulló entre el líder de U2 y la corista de Bowie y logró acercarse lo suficiente al micrófono como para que su voz sea reconocible por apenas un par de segundos. Anotó en el ángulo... y de chilena.
Hasta ese punto del deficiente video, el espectador más entusiasta, el que entiende la importancia de Queen en el cancionero universal, ha comido ansiedad, esperando que Geldof, Bono, o quien sea se acuerde de Freddy, el mejor cantante de toda la velada, y lo dejen lucirse. “¡Denle el micrófono a Freddie!”, es el comentario más frecuente entre los usuarios de YouTube que, impotentes, ven cómo la pieza avanza hacia su final sin que nadie parezca entender que aquellos segundos sin un micrófono en la mano de Freddie Mercury nadie nos lo devolverá.
Por eso, Freddie se insertó a la fuerza, muy a su estilo, en la canción de Bob Geldof (quien no lo había invitado a ser parte de la grabación original) y todos se lo agradecimos, fuese en 1985 o en el 2020. Consumado su triunfo, el bigotón ídolo volvió a apartarse al segundo plano, dejándole el protagonismo a los otros. Su segundo de genialidad le alcanzaba y sobraba.
A partir de ahí la canción avanza triunfal, en un portentoso coro de “Feed the world” alimentando por muchas de las leyendas que hoy conforman el Salón de la Fama del Rock and Roll. Bob Geldof dirigió con sus brazos al Band Aid, no al que imaginó pero sí al que la historia consagró.
Podríamos entrar en debates de cafetín sobre si USA for Africa y su We are the World reunió mejor talento artístico que Band Aid en el estudio, discusión sin sentido pues es obvio que el rejuntado estadounidense será por siempre el máximo Dream Team de la música. Sin embargo, aquel ensamble nunca llegó a presentarse en vivo con todos sus integrantes, mientras que la versión con esteroides de Band Aid que se improvisó para el cierre del Live Aid es, por mucho, la superbanda más impresionante de la música popular de todos los tiempos, no importa cuán desordenada y aún con sus innegables oportunidades de mejora.
Hace 35 años, en un escenario de Londres, se formó un grupo irrepetible para tocar una única canción. Aquel grupo se ganó la etiqueta de “súper” aún antes de empezar a cantar, y se dio lujos como servirle a Sting un micrófono que no funcionó bien; dejar a Elton muy atrás; limitar a McCartney a sonreír, y, especialmente, desperdiciar la voz de Freddie. Y esa fue parte de su magia: a ese Band Aid se lo perdonamos todo.
Geldof sabía que aquello sería un hermoso desorden, y así lo advirtió al público planetario antes de que Do They Know It’s Christmas?, un éxito navideño, fuese ovacionado a mediados de julio: “Creo que conocen la siguiente canción. Puede ser una cagada. Pero si la vas a cagar, entonces mejor hacerlo con dos billones de personas viendo. Entonces, caguémosla juntos...!”