Si hay algo de lo que Disney puede sentirse orgulloso es de la facilidad con la que logra transmitir esa sensación de magia, fantasía y alegría en todo lo que hace: películas, parques temáticos e incluso sus productos.
Con un simple anuncio comercial o una imagen colgada en las redes sociales, la compañía logra que millones de personas alrededor del mundo se sientan atraídas hacia su marca.
Quizá por ello, la revista Fortune colocó a Disney en la sexta posición dentro de la lista de las empresas más admiradas a nivel mundial en este 2023.
“Walt Disney, el gigante del entretenimiento, cumplirá 100 años y podría decirse que nunca había sido tan relevante. Su conjunto diverso de activos (parques de diversiones icónicos, servicio de streaming, estudios cinematográficos como Marvel, cadenas como ESPN y ABC News) la convierten en una de las marcas más reconocidas del mundo”, destaca la revista.
Pero, ¿qué es lo que tanto atrae a las personas?... ¿Serán sus personajes tan variados y cautivadores con los que el público se identifica? ¿O más bien son las canciones sencillas y pegajosas que resuenan una y otra vez en la cabeza? ¿O esa sensación que dejan muchos finales felices?
De acuerdo con el sociólogo José Carlos Chinchilla existen varios factores por los que Disney llega a sus 100 años siendo una marca muy querida. Uno de ellos está relacionado al mundo ideal que presenta en sus series y películas.
“Generalmente muestra la realidad de fantasía, donde los sueños se hacen realidad y en la que usualmente predomina el final feliz. Creo que es parte de la marca y de sus producciones porque ellos no estarían financiando ni promoviendo películas de guerra donde haya muertos o personas derrotadas; es decir, aquí siempre ganan los buenos, porque la fantasía es parte de su esquema de valores. Aunque en la realidad no siempre hay finales felices, ni siempre ganan los buenos, uno sabe que en Disney siempre hay un final feliz y para la gente eso es un alivio”, explica el experto.
Chinchilla agrega que la gente sabe que en estas producciones no van a encontrar escenas eróticas ni de extrema violencia y que, en su lugar, van a ver escenas cargadas de alegría, nostalgia y hasta comedia, pues la compañía “utiliza mucho las técnicas básicas y originarias del teatro para provocar sonrisas”.
Así lo han evidenciado películas como Moana, Enredados, Mulán, Up, Los increíbles, Wall-E, Lilo y Stitch, Tinkerbell o cualquier película que lleve su sello.
“Se trata no solo de la calidad de la producción, la temática, la música o el movimiento de los personajes, sino de que son producciones con las que la gente no va a sufrir y, por el contrario, les permite identificarse con los personajes a través de sentimientos. Disney tiene el poder de llegar a los sentimientos de la gente, y la gente se identifica con esos sentimientos”, agrega.
Y no solo se trata de las películas, sino también de sus parques temáticos, pues de una u otra forma representa el mundo de Disney, por lo que también se convierte en un sitio aspiracional que la gente anhela conocer.
“La gente siente que ir a un parque de Disney es ir a un lugar agradable y feliz, no solo para los niños, sino que también para los adultos, y todo está diseñado para esa satisfacción. Uno puede encontrar otros parques donde pueda sentir adrenalina, pero, en este caso, se trata hasta de los personajes. La mayor parte de la gente sabe quién es Mickey o Blancanieves e ir ahí es como entrar a ese mundo de fantasía”, comenta.
Disney desde siempre
A pesar de que la magia Disney está muy relacionada a las emociones que transmite en sus producciones, principalmente animadas, en un principio Disney conquistó al público por el producto que ofrecía.
Cuando la empresa surgió, comenzó a trabajar en historias que ya existían en la literatura, pero que no todo mundo conocía. Tal fue el caso de Blancanieves o Pinocho. Además, eran cuentos que no tenían una imagen como tal, solo ilustraciones.
“Disney surge en un momento en el cual el cine había evolucionado significativamente y en el que estaba por emerger la televisión; esto hace que se hable de un producto nuevo y la gente se enamoró de dos cosas: por un lado, de esos textos literarios que no habían leído y, por otro lado, de la técnica que comenzó a utilizar Disney de, por ejemplo, poner a bailar escobas con música clásica”, afirma Chinchilla.
De repente, se convierte en “un producto que es consumido vorazmente” y se transforma en “un referente de un arte maravilloso para la gente que une la música y la literatura a través de un nuevo medio, que es la televisión”.
Además, el sociólogo es enfático en que años después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad del consumo comenzó a crecer y buscaban no solo más entretenimiento de este tipo, sino que también producciones con las que se sintieran identificados.
“Entre las décadas de 1950 y 1970 se vive un momento de asentamiento y Disney se encarga de trabajar en un perfil de familia y de la realidad del momento. Por ejemplo, Rico McPato es como esa imagen que refleja el desarrollo del capitalismo y los inversionistas. Es decir, trabaja en personajes muy diferentes, que son graciosos, que cometen errores, pero que al final salen bien y nos terminamos identificando con ellos”, comenta.
Aunque en un inicio la intención era desarrollar películas para la sociedad estadounidense, la idea de Disney de trabajar películas universales ubicadas en diferentes países como Coco, en México; Mulán, en China; Encanto, en México, o Luca, en Italia. Todo esto con el fin de tratar que muchas más personas se sientan identificadas con su mundo y seguir hechizando al público con su pócima mágica centenaria.