Cuando Domingo Argüello ganó la alcaldía de Montes de Oca, el pasado 4 de febrero, en redes sociales comenzó a circular un icónico anuncio comercial que él había protagonizado cuando tenía 20 años.
¿La intención? Él asegura que era hacer mofa, pero que “le salió el tiro por la culata” a quien lo subió.
En el video salía un joven Domingo, con su larga y rubia cabellera, invitando al público a participar de la promoción de la marca de cigarrillos Belmont. El premio era un viaje de pura fiesta a Cancún, México.
Los tiempos han cambiado. A sus 51 años, Argüello ya no es aquel joven locutor de larga melena, argollas en las orejas y aspecto despreocupado que puso de moda a las iguanas como mascotas. Ahora está en otra etapa de su vida, una que incluye desafíos y retos cantonales; así como saco, corbata y muchos proyectos. Y ya no tiene pelo.
Domingo Argüello García confiesa que entre sus ilusiones nunca estuvo ser alcalde, ni mucho menos. No obstante, el camino lo llevó por ese rumbo y hoy, al cumplir un mes como jerarca de la Municipalidad de Montes de Oca, no se arrepiente.
Este es un check más en su larga lista de trabajos, y quizá el que más lo ha retado, pero también es del que más ha aprendido, pues tuvo que demostrar al electorado que estaba listo para ser alcalde.
“No soy la misma persona de hace 30 años. Hay gente que piensa que uno sigue siendo aquel mae que trabajaba en la mañana en radio 103. Y sí, la esencia uno no la pierde, pero obviamente uno se hace profesional, tiene nuevas responsabilidades y ahora no es como antes que hacía lo que le daba la gana”, asegura.
“Sigo siendo yo, solo que en una faceta que requiere más seriedad, responsabilidad y formalidad. He aprendido bastante de los problemas del cantón y los compañeros saben que, si algo hice y he hecho estos años, es prepararme para esto. En el momento que yo dije: ‘quiero ser alcalde’, me preparé a conciencia”.
Y es que por su experiencia ahora sabe que ser figura pública no es “necesariamente positivo” en la política. Afirma que, por el contrario, lo cuestionaron más y lo tildaron de oportunista. De hecho, revela que mucha gente ni siquiera sabía que él vivía en Montes de Oca.
Hoy, aquel espíritu jovial y alegre que lo hizo un referente para la juventud en la década de 1990 lo sigue acompañando, pero de una manera diferente, y no tiene problema con ello, pues tiene claras sus metas en este momento de su vida.
“En campaña, trataban de sacarme trapos sucios... lo que pasa es que las personas cambian, la gente ve cambios. Nadie puede decir que me había visto manejando borracho. Y sí, yo era el que hacía la fiesta en aquel entonces y fui dueño de bares, pero ese era mi ingreso. Últimamente, lo que se hablaba de mí no era de bares, sino del tenis de mesa. Y sí siento que costó (quitarse la imagen de fiestero), pero creo que ya hace rato la gente lo sabe. Ahora considero que soy una persona que puede entender a los jóvenes, pero también entiendo que uno no puede jugar de joven cuando ya no lo es”.
Argüello confiesa que todos los días aprende algo nuevo de la política y ya se considera lo suficientemente preparado para enfrentar los retos que se le pongan al frente, aunque si bien cuando anunció sus aspiraciones electores, a su papá, en un inicio, no le hizo tanta gracia.
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Y es que en sus venas lleva el espíritu de servicio público, pues su abuelo Domingo Argüello Noguera fue diputado del Partido Liberación Nacional (PLN) por la provincia de Limón entre 1974 y 1978. Además, el recordado doctor fue presidente de la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva), director del Hospital de Limón y director de salud del Área Huétar Atlántica.
“Desde chiquitito veía cuando los presidentes, expresidentes y candidatos llegaban a pedirle apoyo y hablar con él. Era una persona muy querida en Limón y de los que hacían política buena, pero yo en aquel entonces, cuando era chiquillo, lo que decía era ‘qué pereza’”, asegura.
Su abuelo fue ejemplo e inspiración para que Mingo, como le llaman los radioescuchas, apostara por ser alcalde, siendo alguien ya conocido no precisamente por su carrera política, sino por ser el “influencer” cuando el concepto ni existía, en los años 90, y por ganar múltiples medallas como deportista paralímpico.
El accidente de Domingo Argüello: el comienzo de todo
Desde los 18 años, Domingo Argüello, quien empezó a practicar natación siendo un niño, tiene dos amigos inseparables: un bastón y una prótesis en su pierna izquierda. Ambos le ayudan a movilizarse de un lado a otro.
Los soportes llegaron a su vida luego de un paseo familiar al río Bananito, el 4 de enero de 1991. Argüello recuerda que se encontraba jugando monito con una bola que de repente cayó al agua. El comunicador afirma que en ese momento no pensó en otra cosa más que lanzarse a recoger el balón. Reconoce que calculó mal la caída y su cabeza pegó contra la arena, lo que le provocó una lesión medular, pues se fracturó las cervicales.
“Traté de salir nadando y no sentía mi cuerpo. No sabía dónde estaban mis brazos ni mis piernas. Estaba bajo el agua sin poder respirar, entonces lo que hice fue ponerme con Dios y me acuerdo que le dije: ‘No sé qué pasó, pero ayúdeme. Me pongo en sus manos’ e increíblemente me quedé tranquilo”, detalla.
Su familia no fue a su rescate de inmediato, pues lo último que creían era que el nadador se estaba ahogando en un río en el que la desembocadura “es mansa”. Por el contrario, pensaban que Argüello se había quedado practicando bajo el agua o que estaba bromeando.
La realidad era que el joven deportista estaba perdiendo el conocimiento, no podía moverse ni pedir ayuda, y nadie llegaba a su rescate. Recuerda que él incluso podía ver a su familia desde donde estaba sumergido, pero simplemente no podía hacer nada.
“Yo estaba más allá que aquí y lo mío realmente fue un milagro, porque en aquel momento a mi papá se le ocurrió que ya se iban y empezó a recoger las cosas. Comenzó a llamarme y como yo no contesté a la cuarta vez, se enojó y hasta ese momento fue a ver qué pasaba. Yo ya estaba morado… pude haber aguantado más de cinco minutos bajo el agua sin respirar. Perdí todas las funciones del cuerpo”, cuenta.
Domingo estuvo internado en el hospital Calderón Guardia por aproximadamente un mes, sin poder moverse y viendo, literalmente, para el techo. Pasó de ser un joven activo y lleno de energía a no poder hacer ni siquiera un movimiento en su cuerpo.
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De hecho, el hoy alcalde considera que fue justamente su espíritu deportista el que le permitió salir adelante, pues de lo contrario no hubiese tenido fuerzas para luchar.
“Mi ADN no me permitía quedarme quieto, yo tenía que salir adelante. Ahora, cuando doy charlas de motivación y superación, digo que quedar en una silla de ruedas no es el final del mundo. Yo logré salir adelante caminando, no todo el mundo podrá hacerlo por diferentes circunstancias, pero eso no te hace ser menos. Por eso soy muy enfático en explicar la diferencia entre decir discapacitado o persona con discapacidad, porque una persona con una discapacidad física, sensorial o cognitiva puede llegar a ser lo mismo que quienes no la tienen, y hasta más o mejor, por una cuestión de voluntad, de esfuerzo y de sacrificio”.
En su caso, asegura que a pesar del accidente que casi le cuesta la vida no solo pudo ser alcalde sino que trabajó en medios de comunicación, fue locutor y ha logrado todo lo que se ha propuesto.
Sin embargo, las secuelas son más de las que quizá se notan a simple vista. Por ejemplo, el comunicador no puede mover la mano izquierda, pero esa tampoco ha sido una limitante, al punto que es difícil percatarse de ese detalle.
“Yo perdí todas las funciones del cuerpo. Cuando podía mover los hombros y el dedo gordo del pie derecho, me decían: ‘solo mueve un 0.5%’, pero para mí era como mi 100%. Entonces, poco a poco fui intentándolo. Por ejemplo, me molestaba que me lavaran los dientes, entonces comencé a intentarlo por la misma necesidad de hacer bien las cosas y para lograr hacer todo lo que hago hoy pudo haber pasado un año”, comenta.
Después de eso, se adaptó a su realidad, pues era consciente de que se le “partió un pedazo de médula” y allí perdió el movimiento en el lado izquierdo de su cuerpo. Por ejemplo, Domingo no puede estar acostado y levantar la pierna izquierda y, a nivel de sensibilidad, hay partes del cuerpo que no siente, como el codo, por lo que en ocasiones no se da cuenta cuando se lo golpea. Además, para medir la temperatura del agua debe hacerlo con el dedo pulgar de la mano, de lo contrario no puede calcular.
“Esto es todo un proceso, o sea, yo duro mi tiempito amarrándome los zapatos”, resalta.
Pese a ello, agradece su accidente, pues si eso no le hubiese ocurrido, reconoce que no sabe qué sería de él.
“Tengo el mejor hijo que Dios me pudo haber dado y una vida completamente diferente, que si no hubiese pasado eso, hoy no sé dónde estaría”, reflexiona.
Domingo Argüello, el rey de la fiesta
Tras su accidente, a principios de la década de 1990, Argüello recibió una invitación para ir a canal 4 y contar su historia. Allí descubrió que le gustaba el mundo de la televisión.
Días después, surgió la oportunidad de presentar un programa, pero le dijeron que debía empezar en la radio, y así lo hizo. Sin embargo, la locución tampoco le desagradaba. Después de un tiempo, la estación 103 abrió un casting para un programa matutino, y así su nombre empezó a hacerse conocido entre los jóvenes de la época, ya que el Morning Show era muy exitoso en aquel entonces.
Al mismo tiempo, Argüello comenzó a escribir la columna Código Joven en La Nación, donde sin problema empleaba términos coloquiales como “Mae”, “Tuanis” y “Pura vida”, algo poco común en la conservadora prensa escrita de aquellos años pero que llamó la atención entre los jóvenes, quizás por su irreverencia.
“Lo digo con toda la humildad y modestia del caso: sí fui muy conocido, de hecho, sé que muchas personas del segmento de 40 a 60 años me conocen por aquella etapa”, admite.
En esa época, incluso tuvo un grupo de rap llamado Enjerod, formado por las iniciales de cada uno de sus miembros: Enoc, Jeffy, Roger y Domingo, posteriormente rebautizado como The Rap.
“Cuando lo recuerdo, siempre pienso qué nombre tan malo elegimos, o sea, no puede ser que hayamos puesto un nombre tan feo... hasta cuesta escribirlo”, dice entre risas.
Argüello recuerda que la época en el que alcanzó más fama fue entre 1995 y 1996. En esos años, hubo varios episodios de los que hoy se ríe, de los que aprendió y de los que tiene algo para contar.
El primero de ellos fue la creación de Club Iguanas, un evento que se realizaba todos los jueves por la noche en Casa Matute, en San José. Era una fiesta en el concurrido bar a la que podían asistir 1500 personas. Para aquel entonces, este era un concepto novedoso que, por supuesto, llamaba la atención entre los jóvenes.
“El concepto era mío y lo había visto en México y Estados Unidos. Fui el primero en poner hombres y mujeres bailando en tarima haciendo coreografías y shows temáticos, entonces una semana era de pijama, la siguiente de duendes y así sucesivamente, y fue un éxito total. Había filas para entrar y los carros llenaban las calles”, cuenta.
Sin embargo, eso no fue todo. Como Domingo sabía que podía atraer multitudes y poner de moda lo que fuera (cual influencer de los 90), se le ocurrió que podía ayudar a la Fundación Proiguana Verde, que luchaba por salvar a ese reptil en peligro de extinción. Por ello, no solo llamó a su concepto Club Iguanas, sino que optó por una iguana como mascota, la cual llevaba a todas partes (incluso a sus eventos nocturnos).
“Yo dije: ‘Mira, voy a ayudarlos’, y después se volvió una locura. Todo el mundo andaba comprando iguanas para arriba y para abajo, y entonces la veterinaria que las vendía me agradecía porque le había subido las ventas de iguanas. Pero hoy en día, eso no se hubiera podido... ¡jamás!, porque en realidad las llevábamos al bar, la gente entraba con su iguana, y en aquel entonces se podía fumar dentro y no... pobres iguanas. Por eso digo que no podemos comparar lo que éramos hace 20 o 30 años; antes hacíamos cosas que uno dice: ‘Qué irresponsable’”, comenta.
“Hoy nos damos cuenta de que las cosas han cambiado, imagínense ahora yo diciendo a la gente que lleve la iguana al bar... es que no, no hay forma, además de que al día siguiente me están poniendo la denuncia. Así de irresponsables éramos por seguir la moda”.
Su iguana se llamaba Godzilla, pues él era fanático de la franquicia japonesa. Sin embargo, el reptil murió un fin de semana mientras él estaba en la playa.
Club Iguanas tampoco duró mucho, no por falta de convocatoria, sino porque no estaba generando suficientes ganancias.
“Soy de la filosofía de que toda negociación debe ser ganar-ganar, pero lamentablemente hay personas que siempre buscan ganar más que el otro. En ese entonces, el dueño del bar empezó a hacer eventos similares al mío en otros días, solo cambiándole el nombre, y él creció en su negocio, entonces a mí me llamaban para hacer Club Iguanas en Heredia y Alajuela, y a él no le gustaba, pero es que yo solo ganaba el 20% y él ganaba todo el resto”, destaca.
El segundo momento que lo marcó en esa época fue la campaña publicitaria de cigarrillos Belmont, en el que el locutor promocionaba un viaje a Cancún, México, con todo pagado. Allí aparecía con su larga cabellera invitando a la gente a llenar cupones para tener más oportunidad de ganar.
“Fue un bombazo. El comercial salía todo el tiempo y yo estaba en todos lados, por eso la gente ya me conocía. De hecho, en prensa ganó el premio a mejor campaña publicitaria, y sí, fue un éxito completo en todo el país. Eso me abrió muchas puertas”, recuerda sobre aquellos años en que la publicidad para cigarrillos era permitida y la juventud compraba y consumía tabaco masivamente con tal de irse de fiesta a Cancún con Mingo.
Debido a su creciente fama, lo invitaron a animar un concierto de Gloria Trevi en Guanacaste, y aunque el evento se canceló, él logró conocer a la cantante mexicana y al productor de ella, el controvertido Sergio Andrade. Asegura que ambos quedaron fascinados con él y le dijeron que querían que participara en una novela que iba a hacer ella.
“Yo dije: ‘Ahora sí, me voy para México a ser actor de novelas’. Yo iba a ser el mejor amigo de Gloria Trevi en la novela, entonces renuncio a todo porque yo me tenía que ir para allá y resulta que le detectan cáncer a Sergio Andrade y paran todo... y yo ya había renunciado. Me vuelven a llamar que ya, otra vez, y sale el escándalo de ellos con las chiquitas (Andrade y Trevi fueron acusados de abusar de menores de edad que eran parte de su grupo artístico, en un caso que se prolongó por años). Yo soy muy creyente y yo siento que Dios a mí me ha cuidado muchísimo en muchas cosas y ahora digo: ‘gracias a Dios que me pasó’”, dice.
Aunque en aquel momento lamentó mucho lo ocurrido, hoy puede ver el panorama más amplio y pensar que tal vez, si él hubiera ido a hacer esa novela con Gloria Trevi, habría terminado envuelto en el problema judicial de la cantante. Lo cierto es que en aquel momento lo perdió todo: su trabajo en la radio 103, pues ya habían contratado al Tigre Tony Bertarioni en su lugar; también dejó de trabajar con Belmont, que encontró en Vica Andrade su sustituta.
Según cuenta, perdió el trabajo con la marca de cigarrillos porque, como se iba a México, Derby (la competencia) lo contrató para trabajar desde allí y él accedió pues le pagaban más. Sin embargo, luego de una campaña no lo volvieron a contratar.
“Son aprendizajes por el tema de la lealtad. Me quedé con una mano adelante y otra atrás. Mi papá me decía: ‘Recuerda que hay vacas gordas, hay vacas flacas como dice la Biblia’, y yo en ese momento le decía: ‘Papi, yo no veo a dónde vienen las vacas flacas, todo me va bien, gano plata, así que ¿dónde están las vacas flacas?’. Para ese entonces me había ido de mi casa y de repente volví como el perro arrepentido y a empezar de cero”, recuerda.
Domingo no quería tener una “imagen de fracasado” e hizo uso del famoso término “año sabático”. Poco a poco se volvió a levantar.
El apoyo de Domingo Argüello, siempre
Rodrigo Argüello y Orieta García han estado siempre para su hijo, lo han apoyado, aconsejado y regañado, y él lo agradece. Sus padres no lo han dejado solo a pesar de las adversidades, y se siente afortunado de tenerlos.
Sus hermanos, Luis Diego y Priscilla Argüello, también lo han ayudado siempre y no puede estar más agradecido con la familia que le tocó. Además, es padre soltero de Domingo, un adolescente de 13 años, que vive con él desde que tenía un año.
“Soy papá 24/7 y tenemos una relación muy linda. A mí no me gusta decir que uno es papá y mamá, porque uno siempre tiene que respetar que hay un padre y una madre, pero me ha tocado ser el que regaña y el que chinea, que a veces los padres se reparten eso, pero yo he buscado a través de los años tener una relación de confianza y de cordialidad con él”, afirma.
Aunque asegura que es “medio quitado” para acompañarlo a las actividades que tiene, entiende que también está entrando en la adolescencia. Además, considera que él es su “mejor carta de presentación” y quien lo apoya en todo lo que se le ocurre.
“Hubo un tiempo en el que yo vivía prácticamente del póker, era en mi época de soltero, allá por los 2000, y cuando nació mi hijo y yo tuve que hacerme cargo de él porque no lo podía dejar solo, se acabó lo del póker. Tenía que cuidarlo y toda la plata era para él”, asevera.
Aunque se alejó de cosas que ya no sumaban en su vida, siempre se mantuvo activo en el deporte, que tanto le apasiona. Desde joven siempre soñó con ir a unos Juegos Olímpicos y se le hizo realidad en el 2008, cuando fue a los Juegos Paralímpicos de Beijing como seleccionado de tenis de mesa.
Argüello no solo ha dedicado su vida a ser deportista, sino que también ha organizado más de 15 torneos internacionales para personas con discapacidad.
“Soy muy competitivo. Si veo que no tengo tiempo para entrenar, mejor me retiro competitivamente hablando, porque no me gusta perder. Para mí no hay nada peor que ir a un viaje a un torneo y que me vaya mal”, confiesa.
De hecho, el alcalde se está preparando para competir este año en Guanacaste en los Juegos Deportivos Nacionales y Paranacionales, que se realizarán entre junio y julio.
Cabellera
Si bien desde hace rato es común ver a Domingo Argüello rapado, lo cierto es que esta fue una decisión no tan sencilla y que tuvo que tomar cuando tenía unos 32 años, cuando “el asunto se puso bastante complicado”.
En aquel entonces, de repente, pasó de tener una larga cabellera a utilizar laca y gel para disimular su alopecia.
“En ese entonces nadie andaba así, rapado, pero como vi que no se me veía tan mal, seguí haciéndomelo. Cuando tenía el pelo largo, y tengo que decirlo aunque la comparación sea complicada, pero en aquel entonces me comparaba mucho con Brad Pitt y con Ricky Martin. Los dos tenían el pelo largo y los dos se lo cortaron”, comenta entre risas.
Eso sí, antes de raparse, recuerda que se bajó la melena y comenzó a utilizar un peinado con “picos”.
No obstante, este no fue su único cambio de look, pues cuando estuvo a cargo de la sección de espectáculos del extinto noticiarios Hechos, en NC4, comenzó a teñirse el cabello y la barba de color rojo.
“Estamos hablando de hace unos 20 o 30 años, cuando eso no era muy normal, pero siempre me gustó ser muy pionero en las cosas. Ahora la idea es tratar de verse serio sin dejar de ser jovial, que es como yo me siento. Pero si algo he buscado y he querido es darle señorío a lo que es una alcaldía”, afirma.
Mirando hacia atrás, Argüello no se arrepiente de lo que fue su juventud ni de quién es actualmente. Sabe que su esencia es única y no quiere dejar de ser él. Aunque reconoce que no se va a poner traje y corbata para visitar una escuela o un colegio, tiene claro que algunas ocasiones sí lo ameritarán y no tiene problema con ello. Es parte de su nueva etapa, esa que lo ha llevado a conocer nuevos talentos, a tener nuevas aspiraciones y a ser una mejor versión de sí mismo.