Gabriel Molina es de origen humilde. Su infancia, adolescencia y los primeros años de su juventud los vivió en una casa de campo en medio de las montañas y ventiscas de San Isidro de Heredia.
Proviene de una familia tradicional y él es el mayor de dos hijos de un matrimonio conservador y católico, como la mayoría de sus parientes.
Molina se declara un enamorado empedernido de los aviones y los viajes. Evidencia de lo anterior son los estudios de aviación que inició apenas terminó su secundaria en un colegio católico de Santo Domingo de Heredia, una carrera que tuvo que abandonar cuando costear las “horas vuelo” les resultó insostenible a él y a su familia.
Además de viajar por aquí y por allá, Gabriel, de 27 años, gusta de aprender idiomas, del buen comer, de pasar tiempo con sus amigos y de las noches de fiesta, salidas que impregna con su personalidad explosiva y extrovertida.
Ken Summers comparte muchas características de Gabriel Molina, pero posee otras muy distintas. Por ejemplo, Ken Summers “nació” hace 24 años –los cumple el 21 de junio– en la cosmopolita ciudad de Barcelona, en España, rodeado de modernismos, rascacielos e inmerso en una sociedad liberal y muy avanzada.
Es “hijo” de Víktor Rom, un venezolano radicado en la misma ciudad española y poseedor de una prolífera carrera en la industria del porno gay; y aunque disfruta de viajar y conocer nuevos destinos, a Ken nunca lo inquietó la idea de ser piloto de avión.
Por el contrario, Ken Summers siguió los intereses de Víktor Rom, a quien conoció de casualidad y con quien precisamente se estrenó en el negocio del cine para adultos hace casi cuatro años, cuando grabaron juntos una escena para la productora Fuckermate. De ahí que Summers considere a Rom como “ su papá del porno”.
Desde entonces Ken Summers no solo es ficha de las principales compañías de Europa, Estados Unidos y Canadá que se dedican a producir pornografía gay, sino que se pasa sus días trabajando con “hombres superguapos” –como dice él– y viviendo de la opulencia que, generalmente, trae la fama, sea como sea que esta se adquiera.
Dos en uno
Ken Summers habita en la misma piel de Gabriel Molina, y viceversa. Summers es el alter ego que usa Molina solo “con fines profesionales”, una ficción que hizo realidad la aspiración que despertó durante la adolescencia del tico: ser actor pornográfico.
Molina eligió ese nombre artístico en honor a su mejor amiga de Costa Rica, quien le manifestó en varias oportunidades que entre él y el Ken que aparece en Toy Story 3 había ciertas similitudes. El Summers lo escogió Gabriel porque su personaje nació durante el verano español del 2015, y además porque se asocia con el sol y las playas de su natal Costa Rica.
A mediados de junio del 2015, el nombre de Ken Summers empezó a aparecer en los créditos de escenas o películas pornográficas de afamadas compañías. Fuckermate fue la primera de esas productoras, pero pronto Gabriel Molina y su personaje comenzaron a atraer la atención de otras compañías como CockyBoys, Lucas Entertainment o Men.com; célebres marcas en la industria del porno gay a las que un actor aspira llegar solo cuando acumuló algunos años de experiencia en el oficio.
Ken Summers fue la excepción a la regla. Gabriel Molina cuenta que su personaje se posicionó muy rápido en el mercado del porno gay porque realmente sentía afinidad con lo que hacía, eso le permitió un desenvolvimiento frente a cámaras que fue reconocido por los productores, directores y camarógrafos con quienes grabó sus primeras escenas y quienes corrieron la voz del nuevo talento que había emergido desde Centroamérica.
“Recuerdo que la primera escena que grabé fue con Víktor Rom. Iba supernervioso pero las escenas salieron maravillosas; de hecho, los productores de Fuckermate me preguntaron que cuántas escenas o películas había hecho antes de grabar con ellos y les dije que era la primera. Me respondieron que parecía que lo había hecho toda la vida y que yo había nacido para hacer esto. Les agradecí muchísimo y me gustó que me dijeran eso porque sentí que no me había equivocado y que servía para eso”, refiere Molina sobre los inicios de Ken Summers.
Unos días después grabó para la misma productora con otro actor, también connotado entre los consumidores de pornografía gay.
“A la semana de la grabación publicaron las dos escenas y una semana después CockyBoys, Lucas Entertainment y Men.com me contactaron. Quedé impactado y no lo creía. Le pregunté a Víktor (Rom) que qué hacía y me dijo que les hiciera caso a ellos, que eran compañías buenísimas. Entonces me metí de lleno al negocio. Comencé a investigar más sobre el porno porque uno no sabe más allá de lo que ve y yo era un novato, entonces me empecé a educar sobre las compañías, los productores, con quién grabar y con quién no…, y así me involucré de lleno en algo que al inicio pensé que iba a ser un hobby pero que a muy poco tiempo se convirtió en una carrera para mí”, comenta Molina desde el apartamento que alquila en Barcelona, la ciudad que funge como su centro de operaciones por todo Europa.
Sorpresiva propuesta
Si bien el deseo de Gabriel Molina por ser actor de películas triple equis para la población gay nació mucho antes de que esta posibilidad se concretara, irrumpir en la escena tan pronto fue un golpe de suerte.
Todo empezó de este lado del Atlántico durante un viaje que hizo para un Black Friday a Panamá, cuando aún vivía en Costa Rica y trabajaba en un call center de San José. Estando en un centro comercial de aquel país, un hombre lo abordó sorpresivamente y le preguntó si quería ser actor porno.
La propuesta le asombró, pero no más de cómo ocurrieron los hechos. “Me quedé preocupado porque era un extraño que me hacía un ofrecimiento algo tentador. Él me dio la tarjeta, yo me dejé el contacto y cuando regresé a mi casa en Costa Rica me puse a investigar. Se trataba de una compañía estadounidense, yo le escribí de vuelta a aquel hombre diciéndole que sí estaba interesado y a los días, él me respondió que en cuanto tuviera algo que se ajustara a mí, me avisaba para que volara de Costa Rica a Panamá”, resume Gabriel.
Pasaron los meses y Molina no recibía nueva información. En ese contexto ya había dejado sus estudios de aviación y se aprestaba a culminar su trabajo en el call center para viajar a Hamburgo, donde estudiaría alemán por un tiempo. Allá llegó al filo de sus 20 años.
Estudiando en Alemania, como al año de aquel contacto en Panamá recibió un nuevo correo acerca de que había trabajo para él; empero, la distancia imposibilitaba aceptar la propuesta.
“Les dije que estaba en Hamburgo estudiando y que no podía viajar a Panamá, pero me dijeron que no pasaba nada, que la compañía tenía filiales en Barcelona. Me enlazaron con los representantes y al finalizar el primer nivel del curso de alemán, me moví a España a reunirme con ellos”.
En Barcelona las negociaciones con Fuckermate transcurrieron sin sobresalto y a los pocos días Gabriel Molina ya había firmado el contrato de sus dos primeras escenas. Sus intenciones por aprender alemán perdieron fuelle, y el deseo oculto de hacer porno se había concretado a la sombra de su familia y de su país.
“Siempre había tenido esa curiosidad, siempre había dicho que quería hacer una película pornográfica, de hecho a los 18 años comencé a aplicar en las páginas de las compañías productoras, pero no me llamaron en aquel momento, hasta esa posibilidad que se abrió en Panamá, y ahora soy el costarricense pionero del porno gay”, afirma Gabriel con total naturalidad sobre su trabajo.
Dice que sus primeras escenas las grabó sin ninguna expectativa de negocio y no esconde las intenciones casi lúdicas que hubo al inicio, pero el abanico de posibilidades laborales que se le abrieron con prontitud cambiaron su mentalidad.
“Me metí de lleno a hacer del porno gay una carrera porque si lo hacés por hacerlo, un año estás en la industria, te quemás y te quedás ahí; pero si lo hacés como carrera es distinto porque eso involucra que hay que hacerse marketing de uno mismo y entender de que si grabás con compañías de renombre no vas a poder bajar a compañías de bajo costo porque sino las productoras grandes te van a reclamar el por qué te tiene que pagar tanto dinero si la otra productora le paga a uno mucho menos. Pasa igual con los actores, no necesariamente el actor más guapo y con el mejor cuerpo te dará más nivel, hay que inclinarse por los actores que te puedan dar más seguidores en redes sociales, que te ayuden a subir tu rating y que tienen más años de experiencia, porque esos te levantarán el estatus”, recalca Molina.
Dominio público
Con el florecimiento de su carrera llegó una preocupación: cómo reaccionaría su familia a la noticia de su actual trabajo. Pasaron unos meses y tres escenas rodadas previo a informar a los suyos.
Molina confiaba en el discreto consumo que tenía Fuckermate entre la población gay costarricense, pero no en las otras compañías, ampliamente reconocidas por todo el mundo. Pasó algunos meses barajando escenarios de cómo decirles a sus padres sobre su ocupación.
“Después de la tercera producción que hice (por ahí de finales del 2015) le comenté a mi mamá solamente y me dijo que lo mantuviera de bajo perfil, pero luego toda la familia se enteró cuando en el 2017 el periódico La Teja publicó un reportaje mío con entrevista y todo. Me llamaron mis tías, mis primos… todo el mundo y me sugirieron que era mejor que no hablara nada sobre lo que estaba haciendo porque las críticas les estaban afectando. Mami me decía que no podía ir al supermercado porque la señalaban y le decían que qué mala madre era, y en el grupo de la iglesia donde ella estaba le decían que si quería seguir ahí tenía que convertirme. Fue un periodo muy difícil, pero luego lo aceptaron como un trabajo. Es que yo no he matado a nadie”, sostiene Molina.
El herediano subraya que le molestó ese bajo perfil que le pidió su familia, pero hubo un punto de inflexión: la llamada de su padre. “Mi papá me llamó y me dijo que yo era su hijo, y que tanto él como mami y mi hermano aceptaban mi trabajo porque no le estaba haciendo daño a nadie. Eso me levantó montones”, afirma Gabriel, quien habló con sus padres sobre su orientación sexual cuando tenía 15 años.
Poco le han importado las otras reacciones, incluso las de algunos familiares o de usuarios costarricenses de redes sociales, quienes le escriben o comentan con insultos en sus perfiles de Twitter e Instagram, principalmente.
“La distancia ayuda mucho a sobrellevar esa doble moral que tiene la sociedad costarricense, así que de los comentarios que hacían solo me daba cuenta cuando me ponía a leer mis redes sociales y había de todo, desde cosas buenas y hasta el señalamiento de alguna gente. Pero la distancia sí ayudó a no sentirme tan mal, pero sí me afectó cómo trataban a mi familia”, aduce.
Durante estos cuatro años, Molina asegura que con Ken Summers ha grabado más de 100 producciones pornográficas –entre escenas y películas– con una cantidad de actores que le resulta incierta debido a que en su catálogo intepretativo hay desde dúos y tríos hasta cuartetos y orgías, por lo que le es complicado dar un número. Lo que sí precisa el actor son los países en donde ha filmado: España, Alemania, Italia, Francia, Bélgica, Suiza, Holanda, Portugal y República Checa.
Como 5.000 euros al mes
– ¿Este tiempo en el porno ha sido lo que usted se imaginaba cuando aspirara a estar en la industria?
– "No, porque tenía la idea de que era solo grabar y ya, pero luego me di cuenta de que es un trabajo del día a día, de que todo está supercontrolado y de que es una industria profesional; nada de eso me lo imaginaba. Es un mundo muy particular donde la gente es humilde y con historias de vida muy difíciles porque en ocasiones son actores que tuvieron una difícil infancia con sus padres porque no los querían y les tocó hacer esto de grandes porque no tenían de otra, entonces hay gente con historias muy humanas que tampoco esperaba. Siempre pensé que era un ambiente más superficial”.
En promedio, Ken Summers graba por mes dos escenas, esto para cuidar que su imagen no se sobreexplote y así garantizarse más años en la industria. Cada grabación puede tardar entre una hora –no es lo usual– y 12 horas, según el tipo de escena y del actor o los actores con los que el tico compartirá créditos.
Por cada grabación el costarricense recibe un pago aproximado de 1.500 euros (cerca de ¢1 millón). A los ingresos le suma las presentaciones privadas que ofrece en discotecas gais de cualquier país de Europa que lo contratan como anfitrión o para espectáculos de sexo en vivo y por los que puede devengar entre 500 euros y 1.000 euros (de unos ¢330.000 a unos ¢675.000), la publicidad que realiza para algunas marcas –principalmente de ropa interior– y por las que pude cobrar unos 1.000 euros (¢alrededor de 675.000), la distribución mensual en algunos comercios de Barcelona de una revista porno alemana y por la que recibe 300 euros (por ahí de ¢203.000) y el trabajo de cocinero o de labores técnicas que realiza de forma paralela para la compañía Lucas Entertainment, por la que también podría recibir hasta 500 euros.
Gabriel Molina resume que por mes, las ganancias de su trabajo son de al menos 5.000 euros (más de ¢3.3 millones). Una parte de ese dinero la ahorra para, cada año, regalar unas vacaciones a sus papás y hermano por Europa durante diciembre, con otra fracción cubre sus necesidades diarias y un porcentaje más lo usa para darse alguno que otro gusto, como comprarse una chaqueta de diseñador o viajar por partes de Europa que aún no conoce.
“Yo trabajo un día y me gano lo que una persona se gana en un mes”, sentencia.
¿Y la salud?
Gabriel Molina, quien en Costa Rica tuvo una breve aparición en la serie local La Pensión hace muchos años, no ignora los riesgos que existen para las personas que trabajan en la industria del cine para adultos.
En procura de preservar su salud, Ken Summers consume algunos medicamentos para evitar contraer cualquier virus o enfermedad de transmisión sexual durante sus extenuantes jornadas de trabajo, ya que todas sus escenas son bareback (sin condón), lo que aumenta el riesgo de algún contagio.
La PrEP es uno de los fármacos que consume Summers diariamente para prevenir el contagio del VIH. El medicamento es legal en gran parte de Europa y en España lo entrega la seguridad social a la población con alto riesgo de contraer el virus.
Además, Summers consume Zithromax minutos antes de iniciar las grabaciones que rechaza el ingreso de bacterias al cuerpo provenientes del contacto sexual.
También se realiza todos los exámenes de rigor que cada actor debe presentar a las compañías productoras con no más de cinco días de emitidos los resultados respecto a la fecha de la grabación.
En el horizonte de Gabriel Molina no existe todavía el retiro de la industria. Dice que en algún momento pensó que sería cuando Ken Summers cumpla los 27 años; es decir, en tres vueltas al Sol más; pero ya no le es fiel a esa idea porque está cómodo y disfrutando de la etapa, aunque su trabajo le complique formalizar una relación sentimental, por lo difícil que le resulta a otros entender de amor y la fidelidad cuando de por medio está el negocio del sexo.
“Sé que mientras haga esto será difícil tener una relación, pero ese vacío lo lleno con mi compañero de piso (Javier, su roommate). Él es mi mejor amigo y casi hermano, con el que me voy de viaje, con el que río y con el que lloro”, termina Molina, quien fue laureado en el 2017 con el premio Ninfa a mejor actor gay, un reconocimiento que otorga anualmente el Salón Erótico de Barcelona, que premia en distintas categorías a los mejores profesionales de la industria del entretenimiento adulto de España.
Desde que partió a Hamburgo, Gabriel Molina no visita Costa Rica, pero esa posibilidad ya está en sus planes, aunque no sabe cuándo será. Vendrá con Javier, su amigo del alma, a quien le mostrará más de cerca por qué su apellido artístico –el Summers– es una referencia precisa de su tierra de origen.