Ana María y su esposo David tenían 20 años de casados. Hace un tiempo que la relación no venía bien, pero habían mantenido su matrimonio pese a los problemas; sin embargo y aunque trataron de no separarse, el divorcio llegó con la pandemia. La cuarentena no fue la causa de la separación, pero sí un factor importante para tomar la decisión. “El confinamiento no afectó, había problemas desde mucho antes, pero el hecho de que tenía más tiempo para hablar con la abogada me ayudó a tomar la decisión”, explicó Ana María.
Sebastián Gámez y Fernanda Rojas son una pareja joven que convive hace algunos años. No habían buscado ser papás porque ella no podía quedar embarazada, según le dijeron los doctores. Empero, la pandemia les trajo una gran sorpresa en julio cuando se enteraron de que iban a convertirse en padres. Nueve meses después llegó al mundo el pequeño Samuel.
El hogar de Sebastián y Fernanda está completo con el bebé que fue concebido cuando la cuarentena estaba en lo más y mejor. En otras palabras, no hubo distanciamiento social.
Adriana y Carlos planearon con mucha ilusión su boda tras nueve años de noviazgo, pero la pandemia llegó a cambiarles los planes. Aunque no querían una celebración fastuosa y más bien buscaban hacer algo íntimo con su familia y amigos más cercanos, las medidas de distanciamiento terminaron llevándolos al camino de la virtualidad. Ellos se casaron en agosto en un hotel y solo estuvieron acompañados físicamente por el notario, dos testigos y el hermano de Adriana, quien fue el encargado de transmitir por Zoom la ceremonia al resto de sus allegados.
“Tenemos una relación muy madura y ya queríamos vivir juntos. No queríamos esperar a lo que la pandemia demandara porque queríamos empezar nuestro proyecto familiar”, explicó Adriana sobre el por qué no aplazaron la boda.
Estos son tres ejemplos de cómo se comportaron los costarricenses durante el año de la pandemia en temas de matrimonios, divorcios y nacimientos. ¿Hubo más o menos divorcios y bodas? ¿Cuántos bebés se concibieron durante la pandemia?
La cuarentena por causa del nuevo coronavirus lanzó resultados curiosos con respecto a estos temas. De acuerdo con el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), los matrimonios y los divorcios inscritos sufrieron una disminución en el 2020 con respecto a los últimos cuatro años, mientras que en los nacimientos hubo un incremento muy marcado en un mes específico.
Cabe aclarar que el dato que brinda el TSE de los nacimientos son los que fueron inscritos en el Registro Civil, que no es lo mismo que el de los ocurridos. Sin embargo, las cifras se corresponden, ya que según el TSE la inscripción de los niños y niñas recién nacidos se da en un periodo no mayor a la semana y media luego de que nacieron. En casos excepcionales, como los partos fuera de un centro médico (en el hogar), la inscripción la realizan los interesados (padres) en un corto tiempo luego del alumbramiento.
Además, el TSE informó de que muchos nacimientos del mes de diciembre del 2020 fueron inscritos hasta enero del 2021, debido al cierre por vacaciones de fin de año de las oficinas del registro.
Es natural que las celebraciones de las bodas haya bajado, ya que debido a las órdenes sanitarias dictadas por las autoridades del Gobierno, no se podían realizar actividades sociales. En el caso de los divorcios, se manejó una percepción de que podrían haber aumentado durante la pandemia por causa del confinamiento y los conflictos desarrollados a partir de la mayor interacción entre las parejas mientras estuvimos con el #quedateencasa, pero no, ese no fue el caso.
A continuación vamos a revisar cada uno de estos fenómenos para entender el por qué en nuestro país las parejas de novios guardan la ilusión de la boda, por qué muchos matrimonios se salvaron cuando parecía más difícil y por qué diciembre del 2020 casi duplicó la cifra de bebés nacidos con respecto al mismo mes en los años 2016, 2017, 2018 y 2019.
Divorcios
La situación mundial no ha sido constante y parece que no hay una fórmula específica para decir -todavía- si la pandemia ha afectado socialmente la disolución de parejas.
De acuerdo con información de medios internacionales de noticias, los divorcios en el mundo han tenido movimientos muy contradictorios, tal vez debido a la educación y a términos sociales en los diferentes países.
Por ejemplo, en China, donde se originó el virus que causa la covid-19, durante el 2020 se duplicaron los divorcios. Según el ministerio de Asuntos Civiles, el año pasado hubo 8,6 millones de divorcios en el país asiático.
“La presión familiar, una sociedad ultracompetitiva, la subida de los precios inmobiliarios o los problemas para ocuparse de los niños son algunos de los motivos que empujan a los chinos a alejarse del matrimonio, sobre todo los jóvenes, quienes dan prioridad a la libertad personal”, explicó la agencia AFP en un reportaje que publicó La Nación.
En el otro extremo está el caso de Italia que vivió una caída de hasta el 60% de los divorcios durante el segundo trimestre del 2020, de acuerdo con un estudio publicado por el Instituto Nacional de Estadística (Istat).
Volviendo los ojos a Costa Rica, si revisamos las cifras de divorcios que maneja el Registro Civil desde el 2016 hasta enero del 2021, lo sucedido dentro del año pandémico no fue tan dramático.
La tendencia a la baja se dio desde el 2016 hasta el 2018. Durante ese tiempo los divorcios en el Registro Civil disminuyeron, pero en el año 2019 la cifra aumentó considerablemente al pasar de 11.003 a 14.009 en un año. En el 2020, y pese a la pandemia, los números volvieron a la constante: se registraron un total de 11.785 de separaciones oficiales.
¿Las razones? José Carlos Chinchilla, sociólogo de la Universidad de Costa Rica y de la Universidad Nacional, explica que para obtener resultados más específicos, habría que esperar al menos un año más. Sin embargo, observa que en la disminución de divorcios en el 2020 sí afectó la pandemia.
“Aunque el tiempo es muy corto para valorar si hay un impacto directo de la pandemia en los divorcios por razones del confinamiento, es muy probable que la toma de la decisión del divorcio haya sido afectada por condiciones como las anímicas o económicas. Un divorcio es un proceso engorroso que también implica una erogación económica significativa”, explicó.
Según esta idea, el gasto económico y el desgaste anímico pudo incidir en evitar el trámite.
“Hay que reconocer que en Costa Rica tenemos una gran capacidad de adecuación a las circunstancias y probablemente eso ayuda a mitigar en el corto plazo las consecuencias”, agregó.
El demógrafo Luis Rosero se mostró impresionado por los números correspondientes a los divorcios en el país. Según él, como pasó en China, era de esperarse que las cifras subieran debido a los posibles conflictos entre las parejas debido al confinamiento.
“La baja es un número muy importante. Una posibilidad sería que con el confinamiento y la dificultad de salir de la gente, se pospusieron los trámites de los divorcios. Es un resultado importante y sorpresivo”, dijo.
En otra materia, la psicóloga de familia María Esther Flores explicó que durante el 2020 en su consultorio aumentaron las terapias de pareja, algo que podría haber ayudado a “sostener” los matrimonios. De acuerdo con la experta, muchos costarricenses buscaron la manera de solucionar los conflictos antes de dar un paso definitivo a la separación.
Flores mencionó algunos de los conflictos que puertas adentro de cada casa comenzaron a aflorar. El control que en una pareja ejercía uno sobre el otro, la realización de tareas domésticas y el cuido de los hijos eran los temas más comentados en sus terapias.
“Había mucha sensibilidad, no se pensaba que la convivencia de tanto tiempo en la casa fuera tan dura. Al principio se dieron muchas peleas y diferencias, pero también el tiempo dio más espacio para conocerse y solucionar los contratiempos”, comentó Flores.
“Aumentaron las terapias de pareja con el objetivo de mejorar. Muchos descubrieron debilidades que antes no habían notado como en el aspecto de la crianza de los hijos, pero la pandemia los impulsó a buscar ayuda”, agregó la psicóloga.
La profesional afirma que este tipo de terapias enfocadas en el mejoramiento y la solución de conflictos por la convivencia ampliada, difieren de las otras intervenciones que realizó con parejas que se separaron por temas como la infidelidad. En el caso de los conflictos por la pandemia, siempre se buscó el lado positivo y del reforzamiento de las relaciones.
El costarricense se ha adaptado de buena manera a la nueva normalidad, explica el sociólogo Chinchilla y eso incide también en la toma de decisiones.
“Quiérase o no, el desarrollo educativo en general del país ayuda bastante a manejar la situación de la pandemia. Hay quienes se han canalizado a enfrentar la emergencia con un nivel de racionalidad importante. Hay un equilibrio racional y un manejo bastante bueno. Cuando se han aflojado las medidas y cuando en otros momentos se han puesto más estrictas, hay un espacio para que las personas recuperen las energías”, afirmó Chinchilla.
La covid-19 no mató al amor
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En marzo del 2020, cuando llegó la covid-19 al país, nadie sabía qué iba a pasar, ni cuánto tiempo iba a durar la emergencia de salud. Muchos guardaban las esperanzas de que fuera algo pasajero, pero no. La pandemia llegó para quedarse y para “arruinar” muchos planes, entre esos, los de las bodas.
La ilusión del vestido blanco, de ir a la iglesia a casarse, de compartir con amigos y familias el día más feliz de la vida; todo se truncó. Pero aún así, la pandemia no mató al amor.
Aunque la disminución de los matrimonios ha sido de casi a la mitad en este 2020, no todo está perdido, pues los enlaces no han sido cancelados, sino reprogramados.
Hablando de números, la situación podría asustar, pero hay que contextualizarse en que en el año pandémico no se permitieron realizar eventos durante algunos meses. Así las cosas, en el 2020 se registraron un total de 12.347 enlaces (civiles y católicos) en el país, mientras que en el 2019 fueron 20.996 y si vamos a revisar años anteriores confirmamos que a los ticos todavía les gusta casarse: en el 2018 fueron 20.578, en 2017 hubo 25.279 y en 2016 el total fue de 28.629 uniones inscritas.
La wedding planner Amalia Ramírez, quien desde el 2009 trabaja en la organización de bodas, confirmó la baja que vio su negocio, pero además explicó la tendencia de las parejas a no cancelar la celebración y que más bien muchas optaron por reprogramar las fechas o ajustarse a la nueva normalidad para realizar el evento durante año pasado.
Hay que aclarar que detrás de una boda hay toda una estructura de empresas y proveedores que también vieron afectados sus ingresos al no poder realizar los eventos como se habían planeado con anterioridad. Esta afectación económica corresponde a varios sectores de ventas de productos y servicios, como alimentación, entretenimiento, salones de eventos e incluso belleza y moda.
“En mi caso siento que fui muy bendecida porque no tuve ninguna cancelación, todos mis clientes reprogramaron sus bodas y hemos ido haciéndolas poco a poco conforme las autoridades lo permiten”, explicó Ramírez.
Hay varios factores que la empresaria considera han sido importantes en la decisión de sus clientes de no cancelar los matrimonios. Primero, afirma, ella se ha encargado de darles a las parejas un acompañamiento especializado, pues al final de cuentas su trabajo es preocuparse por todo el planeamiento de las bodas para que las parejas no afronten ningún tipo de estrés.
“Mi trabajo es impedir que pierdan la ilusión. Cuando empezaron a cerrar todo y a cambiar las reglas, ellos me tenían a mí para preocuparme y solucionar”, explicó.
En el 2020 Amalia Ramírez Wedding Planner pudo realizar 15 bodas de unas 30 que tenía agendadas. Las que se hicieron vivieron muchos cambios en el camino para ajustarse a la nueva normalidad.
“Hicimos bodas con menos invitados de los que se habían planeado, hubo que pasar de un conjunto musical a un solista porque no se podía bailar; cambiamos de proveedores; invertimos en implementos para evitar el contagio como alcohol en gel, mascarillas y guantes. También he realizado capacitaciones internacionales para mantenernos a la vanguardia de qué es lo que se usa y qué no se puede aplicar en las bodas. Hemos hecho matrimonios virtuales”, afirmó Ramírez.
La empresa de Ramírez también produce en el país bodas internacionales, mismas que han tenido que pasar todavía por más cambios debido a los protocolos de salud, pero en las cuales se demuestra que el amor supera a la covid-19.
“Teníamos una boda internacional en enero con 15 invitados, pero al final de cuentas solo vinieron los novios. Gana el amor, y aunque solo estemos los novios, el notario y yo, igual se ejecuta la boda”, recordó.
La psicóloga Flores explica que históricamente el amor y el romance se afianzan por una cuestión instintiva en tiempos de crisis.
“La pandemia no borró ni venció al amor. Si lo vemos desde un punto de vista más social, muchas personas buscaron la manera de reafirmar su compromiso porque existía un miedo de no poder lograr confirmar su amor. Las personas querían asegurarse de cumplir con sus sueños y sus planes, así que en lugar de dejarse vencer y cancelar las bodas, las cambiaron de fecha. Algunos incluso las apresuraron ajustándose a los cambios porque no sabíamos cuánto iba a durar el aislamiento”, expresó la especialista.
Baby Boom
El término Baby Boom se acuñó debido a la explosión de la natalidad que sucedió luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando se dio un aumento excesivo de nacimientos entre los años 1946 y 1964.
¿Habrá otro Baby Boom producto de la pandemia de la covid-19?
Al menos en Costa Rica y según las estadísticas que brindó para este reportaje Luis Guillermo Chinchilla Mora, oficial mayor del TSE, se refleja un crecimiento muy importante en el número de nacimientos en el mes de diciembre en comparación con los últimos cuatro años.
Casi el doble de bebés fueron concebidos en abril del 2020 (tomando en cuenta una gestación de nueve meses), el mes más estricto del confinamiento que vivimos los costarricenses, ya que apenas estábamos entendiendo qué sucedía y nos tuvimos que adecuar a un cambio drástico en nuestra realidad social.
Del 2016 al 2019 el número más alto de nacimientos en diciembre en nuestro país fue de 3.990, que se dio en el 2016. Pero en el 2020, en el mismo mes, nacieron 6.604 nuevos costarricenses.
Con respecto a este tema, el demógrafo Rosero afirmó que es un comportamiento espectacular e inesperado. “Era de esperarse que las concepciones hubieran bajado debido a que muchos habían perdido sus empleos, entonces se debieron de encargar menos bebés de acuerdo a la racionalidad económica. Sin embargo, parece que no fue así y que más bien las parejas encargaron mas niños”, explicó.
“Generalmente la cantidad de matrimonios está ligado a la cantidad de nacimientos nueve meses después. Pero en este caso los matrimonios cayeron y me sorprende el dato de que los nacimientos en diciembre aumentaron. Puede ser que las esposas, al hacer teletrabajo, decidieron que no había incompatibilidad entre trabajar y tener un hijo, esta es una posibilidad”, agregó.
Los registros de nacimientos en enero volvieron a comportarse con normalidad. Desde el 2016, en promedio en nuestro país durante el primer mes de cada año se confirmaron unos 6.000 nacimientos, y este enero del 2021 el número alcanzó un total de 6.047 nuevos ticos.
El comportamiento de los embarazos que se produjeron en abril podría responder a un instinto de conservación de la especie al verse frente a una posible amenaza, explicó la psicóloga Flores.
“Históricamente ha pasado durante hambrunas, guerras y depresiones sociales porque hay un instinto de conservación. Es una cuestión instintiva de la especie porque si hay una amenaza, el inconsciente colectivo nos lleva a reproducir de manera más rápida y las mujeres suelen ser más productivas”, manifestó.
Para la experta, la naturaleza crea un balance: por un lado se producen muchas muertes, pero por otro muchas nuevas vidas. Además, señaló que, el confinamiento, la preocupación, el miedo y el exceso de tiempo son factores que influyen en que haya mucho más deseo sexual y, por supuesto, mucho más sexo.
“Tiene mucho que ver con un tema de consolarse ante la tristeza y la preocupación porque se busca el abrazo y el sentirse amado. Además, hay más tiempo para el sexo, para tener sexo que te libera de la angustia”, puntualizó.
Con respecto a la normalización de la curva de nacimientos en enero, Flores señaló que cuando las personas se “tranquilizan” y analizan la situación desde una perspectiva más razonable, vuelven a retomar sus comportamientos.
“En tiempos de prosperidad la gente planifica porque hay mucha tranquilidad y ahí deciden no tener tantos hijos porque analizan la inversión que representan en temas como los económicos y educativos”, refirió Flores.
Para confirmar o descartar la teoría de que si aumentarán los bebés por causa de la pandemia, habría que esperar al menos a los meses de abril y mayo de este 2021.
Los datos internacionales, hasta el momento, reflejan una baja en la tasa de nacimientos. Según la BBC, un estudio confirma que en Estados Unidos se dio el mayor descenso de nacimientos en un siglo y en Europa hay un declive todavía más pronunciado.
Por el momento, Costa Rica ha sabido contener los embates de la pandemia en estos aspectos sociales. Como explicó el sociólogo Chinchilla, los ticos hemos demostrado que sabemos adaptarnos a la situación actual y que le sacamos el mejor provecho para nuestros intereses.