A sus 19 años, José Roberto no pensaba en enfermedad, menos en el cáncer. Estaba joven y su estilo de vida era muy saludable. Sin embargo, lo que creía una lesión en su tobillo reveló lo inesperado. Un año después, aún pendiente de exámenes, habla de su vivencia y de cómo la incertidumbre se convirtió en esperanza y experiencia.
“Empecé con dolor, inflamación y molestias. Quisimos hacer estudios para descartar lesiones, me recomendaron una resonancia y salió alterada”, contó el ciclista.
Tras varios exámenes, una biopsia y la mayor incertidumbre experimentada por el estudiante de Terapia Ocupacional, llegó una respuesta.
“Pasó un mes y medio para conocer el diagnóstico. Las primeras señales hablaban de un osteosarcoma o de leucemia, entonces uno empieza a pensar en otros panoramas, en el régimen de quimioterapia… Lo que calma la incertidumbre es llevar un día a la vez. Tomar valor cada día al abrir los ojos”.
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El diagnóstico fue un linfoma no Hodgkin: cáncer en el sistema linfático que en ese momento había hecho “una pequeña metástasis” en el fémur y la cadera.
“Al inicio me tomó por sorpresa. Siempre he sido una persona activa a la que le gusta mucho el deporte. El linfoma se manifestó a través de la inflamación de ganglios y a mí se me añadió al hueso”, detalló el joven, quien resalta una atención oportuna en el departamento de Hematología del hospital cartaginés Max Peralta.
José Roberto recibió seis sesiones de quimioterapia y 15 de radioterapia que terminaron en diciembre. Después del tratamiento, las células malignas que habían alcanzado la cadera y el fémur desaparecieron, contó.
De momento, el muchacho se mantiene bajo control y próximamente le realizarán nuevos exámenes para conocer si ya está completamente sano.
El cáncer no le quitó sus ilusiones
Recibir la noticia de un cáncer, con 20 años cumplidos, no es sencillo; sin embargo, en su proceso, José Roberto eligió el camino del positivismo. Cuenta que bien podría ser negativo y cuestionarse “¿por qué a él?”, no obstante, decidió ver lo que vivía como una oportunidad para aprender todo lo que la enfermedad tenía para enseñarle.
“Podía quejarme de por qué yo y no otro, o podía pensar a dónde me va a llevar esto. En el proceso no solo sos fuerte por vos mismo. No quería que mi familia me viera mal. Decidí mantenerme fuerte mental y físicamente para superarlo de la mejor manera”, confió.
A pesar de la enfermedad, José Roberto no abandonó sus estudios, solo redujo la cantidad de materias que iba a cursar. Ahora mismo, cuando se siente mucho mejor, ha ido recuperando todo lo que disfruta. Tiene esperanza en la vida y muchos conocimientos luego de su vivencia. Disfruta y abraza el día a día.
En todo este tiempo se ha planteado muchas metas, entre ellas terminar su carrera en Terapia Ocupacional, aprender a conducir y compartir más con las personas que quiere. En sus aspiraciones hay un componente especial: proponerse objetivos que lo motiven en vez de generar ansiedad.
“En la vida no puedes darte el lujo de dejar todo para mañana”, aseguró.
En estos meses de tantos cambios, José Roberto se ha mantenido optimista gracias a su fe. Contar con Dios le da tranquilidad, respaldo y amor. Agradece su compañía constante y no solo en situaciones complicadas como las vividas.
“Se desarrolla una perspectiva cuando ves casos de pacientes sin acceso a tratamiento. Entonces, uno que tiene esa atención, valora la oportunidad. Aunque la enfermedad sea complicada, tengo la bendición de poder atenderme. Con todo y lo complicado que esto conlleva, tuve un proceso positivo comparado con otros y no es algo para alardear, sino para darte perspectiva”.
José Roberto se convierte en la voz de muchas personas jóvenes que enfrentan la enfermedad sin dejar de ser ellas mismas. El cáncer y el miedo no le arrebataron su amor por la guitarra, por la música en general, por acampar y por todo aquello que le da paz.
Hoy, este hijo único valora cada momento con su familia y el privilegio de compartir una cena, detalles que cada vez toman más importancia.
Al igual que Dereck y Kendry, de 14 y 25 años, respectivamente, y quienes también narran cómo el cáncer no acabó con sus sueños en las historias adjuntas en este artículo; José Roberto se ha sentido muy apoyado al formar parte de Proyecto Daniel, pues allí ha conocido a nuevos amigos con los que se identifica.
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En un encuentro reciente con Dereck Marín Leandro, un adolescente que fue diagnosticado con un osteosarcoma, José Roberto le brindó consejos relacionados con la prótesis que pronto usará en su pierna.
Apenas termine su carrera, planea sacar una especialidad en órtesis y prótesis. Su propósito está clarísimo.
“Quiero devolverle la vida a las personas, devolverles la independencia y vencer la discapacidad. Ahora lo haré todavía con más propósito porque tengo la empatía, porque sé mucho de lo que la persona experimenta”.
“La mayor lección que me ha dejado este proceso del cáncer es valorar cada día, ser agradecido y vivir un día a la vez”.
— José Roberto Rodríguez, 20 años.