El ‘pura vida’, esa curiosa frase que usamos para todo y se ha convertido en un distintivo nacional, lleva a Costa Rica a lugares inusitados; ahora mismo logró un sitio de privilegio bajo la Gran Carpa del renombrado Cirque du Soleil –conocido en español como Circo del Sol– mientras presenta el espectáculo Echo, en Atlanta (Georgia, Estados Unidos).
En el estreno, el jueves 9 de noviembre, cuando la gente entró al mundo de la afamada compañía canadiense, allí, en ese espacio donde todos se cruzan con otros, compran palomitas, bebidas y buscan qué entrada los llevará a su asiento para disfrutar del show, las enormes pantallas mostraron a los dos artistas del Circo del Sol en un poético homenaje a la naturaleza costarricense (vea completo el episodio Pura vida de Cirque Raw aquí).
Desde ese momento, todos tuvimos claro que ese vínculo entre el ser humano y su entorno sería el centro de la obra. Y no nos equivocamos.
Bien apalancado en los infaltables números circenses que los han hecho famosos y también con un uso muy contemporáneo de los recursos visuales, Echo es un espectáculo con 52 artistas de 19 nacionalidades, que entretiene mientras ofrece reflexiones sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza, así como el poder de las acciones que le da forma al futuro.
Para Costa Rica, Echo es la plataforma. Unidos por el interés común por el medio ambiente y en el futuro del mundo, surgió una alianza entre la agrupación canadiense fundada en 1984, que le ha mostrado sus más de 50 espectáculos a millones de personas alrededor del mundo, y el Instituto Costarricense de Turismo (ICT).
En el inédito acuerdo, nuestro país aporta su posicionamiento como oasis verde y su lema ‘Pura vida’, promovidos desde su marca Esencial Costa Rica; el Cirque du Soleil, por su parte, contribuye con su filosofía de develar lo extraordinario, sus espectáculos que atraen a miles y su prestigio ya recuperado, luego de que la pandemia los obligó a despedir a miles de artistas y declararse en bancarrota en aquel confuso tiempo.
En la noche de la premier, en Atlanta, aquella caída parece historia antigua bajo la carpa azul y blanca abarrotada: influencers, invitados especiales, medios de comunicación y un gentío que no les niega aplausos, coros, juegos, sorpresas, emoción y agradecimiento.
En el espectáculo están las acrobacias que generan las más variadas exclamaciones, los personajes que se contorsionan de maneras inimaginables, los artistas que desafían el equilibrio y la gravedad, los malabaristas precisos y los payasos que encantan al público con sus chistes y rutinas. Además, está un cubo gigante que se transforma gracias a la creatividad de los creadores y las imágenes que proporcionan 10 proyectores. Hay un momento en que el espectador se pregunta qué es realidad sobre el escenario y qué ficción; sin embargo, pronto se rinde y cae en el juego de la fantasía.
Echo está compuesto por 13 actos, mientras que la historia de esta unión inédita se cuenta en tan solo tres.
Acto 1: La simbiosis de los artistas del Circo del Sol y la naturaleza de Costa Rica
Antes de que la magia del circo comience, las imágenes sugerentes desde un país tropical preparan el ambiente.
En las afueras de Echo, el video nacido entre nuestras montañas, árboles, nubes y costas exhibe a una Costa Rica en su estado más puro, aquella que le apuesta a la sostenibilidad y avanza hacia el futuro con el verde en la mirada y en su idea de desarrollo. Fue filmado por un equipo de creación de contenido y producción del Cirque du Soleil en el lluvioso octubre, en dos paradisíacos escenarios naturales: Monteverde y Montezuma.
Un equipo de seis personas provenientes de Canadá estuvieron una semana aquí y se levantaron tempranísimo para ganarle a la lluvia, con tan buena estrella que les hizo un clima casi perfecto para las grabaciones.
Ninguno de ellos había venido nunca, tampoco los dos artistas de la agrupación que, sin vestuario ni maquillaje alguno, abandonaron temporalmente la seguridad y la precisión de reloj suizo bajo la carpa circense para lanzarse a hacer su arte y acrobacias al aire libre en este país del trópico, del que tanto les han hablado. Quedaron maravillados y eso se nota en este episodio de la serie Cirque Raw (se podría traducir como circo puro o en estado natural) titulado –como era de esperar– Pura vida.
“Nos pareció natural y muy pertinente tener Costa Rica como locación para hacer este episodio particular en que ponemos nuestros artistas en estado puro en este lugar, en este país que está en su estado puro”, comentó desde Montreal Yuri Berger, experimentado productor creativo peruano, radicado en Canadá.
El de Costa Rica es el quinto capítulo de la serie que se estrenó hace año y medio y que ha llevado a los intérpretes del Circo del Sol a ser grabados en el desierto, en la ciudad de Las Vegas, en una iglesia y en el cuartel general del propio Cirque du Soleil un domingo en que estaba vacío. Desde la temporada 1, las premisas de estos trabajos han sido claras: talento puro, exploración cinematográfica de las artes circenses, minimalismo y una estética surrealista.
Este Pura vida, según Cirque Raw, ofrece una simbiosis entre los artistas y la naturaleza; la poesía se halla en los cuerpos y en los paisajes. Muy fiel a las diferentes estéticas que explora la compañía y productora, la mirada examina el lado surreal: la lluvia que salió de la nada al mediodía, las nubes que pasan flotando, el árbol en medio del agua...
“Siempre decimos que tratamos de hacer de lo ordinario algo extraordinario y hay momentos en Costa Rica que eso ordinario visto desde un ángulo, desde los ojos míos que nunca antes estuve ahí, son momentos extraordinarios. Y eso tratamos de capturarlo y espero que lo hayamos logrado”, asegura este hombre que cambió su carrera como economista por la de cine y tiene una década con el Circo del Sol.
Para lograr el producto audiovisual, Berger afrontó un desafío: encontrar el árbol preciso que le permitiera que los artistas se colgaran de los straps (correas) de forma segura y que, además, fuera estéticamente hermoso. “Cuando partí a Costa Rica, me decían adónde vas y yo decía: ‘en búsqueda de un árbol’”, cuenta entre risas.
Con la ayuda del equipo local –otras seis personas– encontraron en varias partes árboles que les podían servir, pero fue en Monteverde donde hallaron el ideal. Las nubes pasando fue un detalle extra que los cautivó ya en la filmación; además, encuentra eco en la propia obra que acompaña, ya que se trata de un elemento presente en el vestuario y las imágenes que se proyectan.
Los artistas del Circo del Sol, profesionales acostumbrados a mucho trabajo y disciplina, hicieron su parte siempre acompañados de mucho calor, una gran humedad y zancudos. “Ellos estaban muy felices de estar ahí. Para ellos la experiencia fue el mejor repelente antizancudos”, agregó el productor creativo de la agrupación internacional.
Berger quedó satisfecho con el trabajo en Costa Rica y agradeció la colaboración del equipo local porque fue eficiente, profesional y “muy humana”. Pidió que filmaran muchos materiales que pueden convertirse en semillas de otras historias por contar o fuentes de inspiración. “Me llegaron mil ideas de hacer allá en Costa Rica”, aseguró en la videollamada.
El episodio del Circo Raw a la tica dura 2 minutos y 35 segundos de ‘pura vida’.
Acto 2: El prólogo costarricense a un show circense
Desde el estreno de Echo, el episodio Pura vida captura la curiosidad, las miradas y hasta una que otra foto de quienes visitan la Gran Carpa en Atlantic Station, en una temporada que se extenderá hasta enero. Posteriormente, el espectáculo del Circo del Sol, acompañado por esta forma de promocionar a Costa Rica en el mercado estadounidense, se trasladará al Gulfstream Park, en Miami, del 22 de febrero al 7 de abril.
Además, el episodio Pura vida será compartido con los seguidores del grupo en sus diferentes redes sociales y plataformas.
Fue el ICT el que se acercó al Cirque du Soleil, luego de un proceso de investigación y búsqueda de marcas que compartieran los valores de la marca Esencial Costa Rica, detalla Silvia Rodríguez Araya, coordinadora de alianzas estratégicas y eventos internacionales del instituto. “Es una gran oportunidad para compartir escenario con el Circo del Sol y poder impactar a toda su audiencia”, agrega.
La compañía se interesó por sus coincidencias y posibilidades. “Estamos muy emocionados (por la alianza). Sentimos que hay una historia muy auténtica que contar, y verás eso en gran parte del contenido que hemos producido”, explicó Lauren Hart, jefa de Estrategia de Asociaciones de la agrupación.
La marca país acompaña a Echo en todos los rincones de Atlanta, desde la pantalla gigante frente a un parque de perros en Atlantic Station hasta los anuncios en espacios físicos y redes sociales.
Junto a las frases de admiración, el “Pura vida” se volvió una de las frases más escuchadas durante el estreno de Echo. La gente piensa en Costa Rica y, de una vez, espeta esta suerte de lema nacional.
Por supuesto, el ICT se aseguró de que el país no pasara desapercibido. Aparte del video, hubo dos esfuerzos más para que el país se quedara en la memoria y sensaciones de los invitados de la noche. ¡Menuda misión!
Inspirados en el cubo que sobresale en el escenario de la obra circense, hubo uno más pequeño ubicado en la zona de comidas y pasillos hacia los ingresos a las butacas, con una representación de la flora y fauna costarricense. Es un pequeño escenario que transporta a los estadounidenses a Costa Rica con el fin de que se lleven una foto de recuerdo. Además, el espacio ofrece una sorpresa: se rifa un viaje a nuestra nación entre quienes escaneen el QR y participen.
Andrea y Doris Soylan, dos vecinas de Bremen (Georgia), no se resistieron: se tomaron la foto, leyeron el QR y dijeron emocionadas: “Ojalá que tengamos suerte. Queremos ir a Costa Rica”. Se fueron felices imaginando qué harían si el azar las beneficiaba.
Y la escena se repitió cambiando solo a los protagonistas: a veces eran familias con niñas y niños –uno incluso se asustó con el jaguar y se pegó una gran llorada–, en otras grupos de amigos y también hubo personas solas que se hicieron su selfi para el Instagram.
Al otro lado un árbol, un perezoso y otro felino, elaborados con chocolate nacional, eran de los más retratados de la noche. Tras sonoros “¡wow!”, seguían los clics de las cámaras. La admiración apenas era superada por la tentación cuando recibían un chocolate de regalo con el sello de Esencial Costa Rica o una tableta de la marca costarricense Sibö. Por ejemplo, una pareja aceptó el dulce presente y se aseguró que cada uno llevara un chocolate diferente. “Así es mejor para compartir”, dijo ella con un guiño.
Aquel puesto se convirtió en un hormiguero humano atraído por tanta dulzura, y la aglomeración y bullicio hizo que aún más curiosos llegaran. Al final, en el after party con DJ, los artistas del Circo del Sol se comieron al perezoso de chocolate. ¡Bien merecida cada caloría!
Acto 3: El Circo del Sol no defrauda
Luego de que en marzo del 2020, la noticia de la bancarrota del Cirque du Soleil a causa de la pandemia y el despido de miles de artistas conmocionara al mundo del espectáculo, la salvación de la revolucionaria creadora de espectáculos llegó con nuevos dueños, en una multimillonaria transacción a finales de ese mismo año. Tres años después de ese dramático momento, la compañía parece ser la misma, solo que su apuesta por lo digital ha crecido, como es casi obligatorio para todas las industrias.
Con Echo, el Cirque du Soleil no defrauda: mantiene al público atento, muchas veces al filo del asiento, durante 100 minutos, y envuelve a cada espectador en artes que nos hace emocionarnos como niños, cuando nos dejábamos impresionar sin tantos rodeos. Y va más allá: logran que hasta el más serio termine aplaudiendo y jugando con sus payasos, que tienen una habilidad impresionante para interactuar con el público y echárselo al bolsillo.
Por si fuera poco, le cuentan una historia en que reafirma la importancia del cuido de la naturaleza, de cómo podemos ser actores en ese delicado balance y en la construcción de un futuro mejor para todos los seres vivos en este planeta.
Todo contribuye a un gran espectáculo: el cubo surreal de infinitas posibilidades que se transforma con las proyecciones, la guía de los protagonistas para recorrer ese mundo de fantasía que crea el circo, la música en vivo protagonizada por voces inolvidables, la precisión, la coordinación y las habilidades de 52 artistas y decenas de técnicos.
En Echo, la joven Future y su perro Ewai nos ayudan a recorrer un camino lleno de empatía, compasión y constante evolución, en que vemos animales en manada, momentos conmovedores, contorsionismos que nos hacen replantearnos la flexibilidad, acróbatas que vuelan sobre el escenario y lo hacen parecer fácil.
Es un show donde nada queda al azar y si existe alguna pequeña pifia es tan bien disimulada que parece que nunca existió. El show debe continuar, dice el implacable mundo del espectáculo.
Durante el estreno, la champaña circuló en copas plásticas como si fuera agua. Aún sin ese elemento, los artistas se ganaron cada ovación, cada aplauso, cada carcajada, cada “¡uy!” y “¡wow!” y cada rostro satisfecho.
Y Costa Rica forma parte de esa historia, allí bajo la misma carpa. Una apuesta para atraer turistas interesados en paradisíacos paisajes y que se interesen en el cuido de la naturaleza y en un mundo mejor. “¡Pura vida!”, seguían gritando los espectadores de Atlanta más extrovertidos, azuzados por las burbujas de la champaña, al irse a casa. “Quiero ir a su país”, agregó una joven. El deseo quedó plantado.