Detrás de una fachada sencilla de concreto se encuentra una gran historia. Basta con cruzar las puertas de la cafetería del Hospital Clínica Bíblica, en el centro de San José, para sentirse, de repente, en el año 1929.
La razón es muy sencilla, este es uno de los edificios más antiguos de la capital y en el que se conserva gran parte de lo que en un inicio fue el Hospital Clínico Bíblico, construido hace un siglo.
Por ello, quienes visitan el centro médico privado y se sientan a disfrutar de un aperitivo en el primer piso -donde hoy se encuentra una cafetería-, solo necesitan ver a su alrededor para apreciar una historia que se comenzó a escribir en la década de 1920, cuando el escocés Enrique Strachan y su esposa, Susana Strachan, llegaron a Costa Rica como parte de la Misión Latinoamericana. Esta es una historia que se percibe en las paredes, los pisos, las lámparas e incluso, en el color del edificio.
Los misioneros cristianos se sorprendieron de las condiciones del sistema de salud local, donde la tasa de mortalidad era muy elevada, principalmente en niños. Por ello, se comprometieron a levantar un hospital que permitiera atender a los más necesitados y a brindar servicios médicos gratuitos a los costarricenses de la época.
Fue entonces cuando construyeron un edificio de dos plantas, cuya estructura es de madera, forrada en maya metálica con repello de concreto por fuera, mientras que los pisos son de baldosa hidráulica (la planta baja) y madera (la planta alta).
En un inicio, en el primer piso se encontraban los consultorios y en el segundo estaban las habitaciones, así como una capilla de oración y una sala de operaciones. Sin embargo, conforme pasó el tiempo, el espacio fue cada vez más reducido para la atención de pacientes y fue entonces cuando arrancó la expansión del centro médico.
Detrás de la fachada celeste, donde se aprecia el año “1929” y más abajo “Hospital Clínico Bíblico”, hoy están la cafetería y una decena de oficinas administrativas en el segundo piso. Su valor histórico es incalculable, pues la Clínica Bíblica se han encargado de conservar sillas de ruedas y camillas de aquella época, así como puertas y algunos muebles, lo que convierte el sitio en un tipo de museo al que los visitantes pueden ingresar para presenciar lo que fue en sus inicios.
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“Cuando un médico de hoy ve las camillas quirúrgicas de la época, no puede imaginarse lo que debió haber sido operar en una de ellas, o tener que pesar a un bebé en una romana de ese tiempo. Entonces eso representa mucho para la institución, porque fueron equipos que usaron muchísimas personas de ese entonces”, explica Marco Pérez, presidente de junta directiva del Hospital Clínica Bíblica.
A lo largo de los años, la administración se han encargado de que el edificio original -de 908 metros cuadrados-, prevalezca en óptimas condiciones, pues allí se escribió una página más de la historia de Costa Rica.
Por ello, Pérez es enfático en la necesidad de conservar el lugar, tal como otros inmuebles y casas históricas que han terminado siendo parte de la cultura y la identidad costarricense.
“Este edificio representa el valor que le debemos a nuestra historia, porque si nosotros perdemos nuestra historia, no tenemos visión para el futuro. Desafortunadamente en Costa Rica no le hemos prestado atención a la historia, hemos sido muy laxos en ese tema, hemos visto edificios destruidos porque no representa ingresos importantes para los dueños de una casona. Creo que hemos cometido gravísimos errores y cualquier esfuerzo que se haga para rescatar el valor histórico vale la pena”, afirma.
El edificio, actualmente, es patrimonio histórico y sus restauraciones han sido siempre muy minuciosas, con el propósito de rescatar y mantener la identidad original de aquel hospital de hace casi un siglo.