Viernes 25 de abril, 2014. 10 p. m.
Armando Castillo estaba por acostarse a dormir cuando recibió la llamada de un amigo. Al teléfono, el hombre le decía que se había enterado que Paul McCartney llegaría la madrugada siguiente al aeropuerto internacional Daniel Oduber. Faltaban apenas unas horas.
“Un Beatle en Liberia”, pensó Armando, quien sin dudarlo dos veces se alistó y manejó hacia Guanacaste a altas horas de la noche para presenciar la llegada del cantante británico. En ese entonces él y miles de beatlemaniáticos vivían una gran euforia, pues el legendario intérprete presentaría, por primera vez, un concierto en Costa Rica el 1.° de mayo de ese año.
Al fanático le extrañaba que McCartney suelo tico con tanta anticipación, faltando cinco días para el recital, pues la gira por Sudamérica todavía no terminaba y le faltaba un concierto más antes de presentarse en Costa Rica. Aún así, decidió hacerle caso al reporte, tomó su cámara y se fue. Lo peor que podía pasar era que aquello no fuera cierto y el viaje sería solo para desayunar en Liberia.
A eso de la 1:30 a. m., Castillo finalmente llegó con su amigo al aeropuerto liberiano, donde ya se notaba “un movimiento sospechoso”. Había cuatro camionetas rotuladas con el nombre de un hotel guanacasteco, y el fan pensó: “Aquí no están esperando a Armando Castillo, esto es que Paul sí viene”.
“Le pregunté a los conductores de los vehículos, que estaban jugando naipe en el pasillo frente al aeropuerto de Liberia, que si estaban ahí porque por Paul McCartney venía, pero nadie me contestó nada”, recuerda.
Sin embargo, Armando y su amigo no estaban dispuestos a quedarse afuera para ver si llegaba McCartney. Ellos querían conocerlo y echaron a andar la segunda fase de su plan improvisado, pues su viaje desde San José no iba a ser en vano.
Ambos iban vestidos con ropa casual, sin jeans y sin camisas alusivas al cantante, pues su intención era “pasar desapercibidos”. Sabían que de lo contrario les pondrían más seguridad y su sueño de conocer al caballero de Liverpool se desvanecería.
No pregunten cómo, pero lo cierto es que se las arreglaron para entrar a una zona especial del aeropuerto y esperaron el avión prometido.
“Los minutos se hicieron horas, pero al final llegó como a las 4 a. m. Primero les hicieron el trámite migratorio en el avión. La gente en el aeropuerto tenía celulares en mano para tomar fotos y videos del momento, pero recuerdo que el piloto, con una cara como si le hubiera tocado empujar el jet desde Ecuador nos habla en inglés y gritando que si no apagamos los celulares y los guardamos en los bolsillos nadie bajará del jet”, relata.
Cuando todos los presentes, sin excepción, hicieron caso, empezaron a bajar los miembros de la banda de McCartney. Primero fue Brian Ray y, posteriormente, Paul Wickens. El último en bajar fue la estrella de los Beatles, a eso de las 4:25 a. m. y Armando y su amigo ya no podían contener la emoción.
“Nos acercamos y yo solamente lo llamé, simple y llanamente le dije: ‘Paul’. Él vuelve a ver sonriendo, levanta la mano y saluda, y mi amigo le dice: ‘Welcome to Costa Rica’”.
Ante el saludo, McCartney respondió “I want to hold your hand” y se acercó a los dos fans para darles la mano. Armando quedó en shock: acababa de conocer al 25% de los Beatles.
Y si bien no pudo sacar las fotos y un marcador con los que esperaba conseguir el autógrafo de McCartney, igual quedó satisfecho y con su misión cumplida. El carrereado viaje a Guanacaste valió la pena.
“Vimos la historia, vivimos la historia y fuimos parte de la historia. Luego vimos a Nancy Shevell, la esposa de Paul, y mientras ella pasaba a nuestro lado, la saludamos levantando la mano y ella nos devolvió el saludo”, contó emocionado.
Han pasado 10 años desde entonces; sin embargo, Armando aún tiene muy presente lo que ocurrió aquella madrugada, y aunque no tiene fotos con McCartney, guarda en su memoria el encuentro como uno de los más preciados de su vida.
Castillo ha sido fan de los Beatles de toda la vida. Empezó cuando que tenía seis años, en 1977, cuando Telecentro trasmitía una serie animada de cuatro famosos músicos que recorrían el mundo en busca de aventuras, mientras huían de sus locas seguidoras.
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Él pensaba que los protagonistas eran personajes ficticios, y no tenía idea de que se trataba de celebridades mundiales. Lo cierto es que nunca se perdía ni un solo capítulo. Realmente disfrutaba la caricatura.
Un día de tantos el niño fue donde su prima y se percató que el esposo de ella estaba escuchando la música de la serie y no entendía por qué. Ante su sorpresa, le explicaron que ese era un grupo muy famoso y que los protagonistas de la caricatura en realidad sí existían. Aquello despertó mucho interés en Armando, quien desde entonces se hizo fan declarado de la banda que, sin querer queriendo, ya conocía y amaba.
Coleccionista de décadas
Cuando Armando, hoy de 53 años, se convirtió fan de los Beatles no tenía dinero para comprar revistas ni mucho menos discos. Para aquel entonces, en su casa solo sonaban artistas en español como Camilo Sesto y Julio Iglesias; sin embargo, él quería escuchar a los Fab Four.
Lo primero que hizo fue empezar a recortar noticias en los periódicos, que era lo más accesible para un niño, y las guardaba.
Sin embargo, en la adolescencia, cuando iba al colegio, quería no solo leer noticias, sino escuchar la música de la agrupación de Liverpool, pero eso conllevaba muchos sacrificios.
“Yo vivía en Desamparados y estudiaba en el Liceo de Costa Rica (en el centro de San José) y de repente en una tienda en el Centro Comercial del Sur o en el centro de San José veía las ventas de discos y veía algún álbum de los Beatles y tal vez valía ¢700, por poner un ejemplo, y si yo lo quería sabía que tenía que ahorrar tres meses para poder tener la plata. Entonces decía: ‘Si me voy dos veces por semana y me regreso a pie, puedo ahorrar la plata’, y luego no comía nada en la soda y en dos meses ya tenía mi disco”, relata.
Cuando salió del colegio ya pudo acceder a más artículos como VHS, revistas, otros discos y casetes. Hoy su colección suma 1.219 artículos, incluyendo 267 LP, 28 casetes y 195 CD.
También libros, muñecos de colección, pines, banderas, carros de colección, cuadros en la pared y funkos, entre otros. Tiene una habitación especial, con muebles diseñados para sus artículos. En otro aposento tiene los discos de los Beatles, que incluye ediciones de países como Japón y Finlandia.
Además, lleva un inventario en su computadora, el cual divide por año, categoría, descripción, país de fábrica y país en el que consiguió el artículo; así como el nombre del Beatle que pertenece, es decir, tiene una carpeta de Paul, una de Ringo Starr, una de John Lennon y una de George Harrison.
“Algunas cosas son de época, otras son más recientes. Yo siempre le digo a la gente que el proceso de adquirir algo es muy emocionante, porque implica un ahorro, implica estar pendiente de si el artículo todavía está, en qué condición está y que sea original. Pero lo que duele es cuando uno ve algo y luego no lo compra. A mí me pasó cuando salieron los funkos de los Beatles, yo los vi y no los compré y hoy un muñeco de esos en Internet vale hasta $1000, porque fue una edición especial de finales de la década de 1990″, dice.
Entre risas, Armando agradece no haber nacido en la época en los años 60, pues hubiera sido aún más fanático de los Beatles. Eso tomando en consideración que no se trata solo de coleccionar, sino de asistir a cuanta actividad de la agrupación se realice en el país: conciertos, exhibiciones, convenciones, etcétera. De hecho, asegura que si realizan una competencia de canicas de los Beatles, él por supuesto estaría ahí presente de primero.
Pero el fan no quiere quedarse con los recuerdos y la colección solo para él, sino que le gusta compartirla con los demás seguidores de la mítica banda de rock & roll.
“Esta es como una historia de vida y es interesante porque hasta la fecha, por lo menos el tema es disfrutar y compartir, porque eso también es bonito: no solamente el que uno tenga la colección por tenerla. A mí me encanta ir a los festivales, llevar revistas o libros y claro que alguien se puede robar una noticia, pero que la gente pueda ojear una revista, un libro, un LP es bonito. Uno ve que a la gente le apasiona, le gusta, entonces uno no sabe si está sembrando la semillita en alguien”, asevera.
Los Beatles fuera de Costa Rica
Armando Castillo sabe que es uno de los mayores fans de los Beatles, al menos en Costa Rica, y el que tenga, quizá, la colección de piezas alusivas a la banda más grande en el país.
Fue al concierto de Paul McCartney en el 2014 e irá al de este 5 de noviembre del 2024 en el Estadio Nacional. Se sentará en la fila número 14 y aunque esperaba estar más cerca, ese fue el espacio más cercano que pudo conseguir.
Lo cierto es que esta será la segunda vez que verá al intérprete en vivo. Hace unos años compró un boleto para ir a ver a McCartney fuera de Costa Rica, en Estados Unidos, pero una situación familiar de último minuto lo obligó a quedarse en el país.
Lo que sí tiene pendiente es un viaje a Inglaterra, para hacer el tour Beatle. Su sueño es ir con Silvia Mora, su pareja, a Liverpool; recorrer una y otra vez la calle Abbey Road, en Londres, ir a museos y tomarse muchas fotos.
Sin embargo, todavía no hay fecha para el viaje, pues aún siguen ahorrando. Su intención es estar al menos 10 días en Inglaterra, muy enfocado en el turismo-beatle.
“Tenemos nuestro botecito al estilo Up (película de Disney), nuestro barrilito de dólares, entonces ahí estamos metiendo plata para poder cumplir el sueño. Yo le digo a ella: ‘Este es un proyecto que tenemos que hacer pronto, no esperar a la jubilación’, porque yo no quiero subirme al avión y pensar en que me voy a marear o cosas así. No, yo quiero cruzar Abbey Road siete veces para allá y siete veces para acá, porque quiero empacharme”.
Según cuenta Armando, ya conversaron el tema, le “hicieron números” y ahora están “llamando la buena vibra”, para que el sueño se les haga realidad.
El fanático asegura que su tour tiene que incluir una visita a la iglesia St. Peter de Woolton, en Liverpool, en la que se conocieron John y Paul. Además, el aeropuerto John Lennon y los dos museos de los Beatles. También las casas donde crecieron Lennon, McCartney, Harrison y Starr.
“Yo comparo lo de ir a Liverpool como que a usted le encante la arqueología y que usted diga: ‘es que yo ocupo ir a Grecia, a Egipto’, porque usted no va a ir a las pirámides solo por ir, usted va con otra visión, o sea, no es solo el selfie con la pirámide. Usted va a querer conocer la historia que está detrás de las pirámides y eso no es un tour de un día, es como una semana”, explica.
Un concierto, mucha nostalgia
Armando ya tiene listo el traje que vestirá el día del concierto, el 5 de noviembre. Él y Silvia, su pareja, se vestirán de celeste y naranja, respectivamente, tal cual aparecen McCartney y Harrison en la portada del octavo álbum de la banda, el emblemático Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Los trajes los pagaron a hacer en San Ramón, Alajuela, y están elaborados para que calcen al 100% con los originales.
Para este show, Armando ya sacó tres días de vacaciones: un día antes para prepararse para el concierto, porque considera que de la emoción no va a poder trabajar. El día del concierto, porque quiere irse al estadio desde la mañana. Y un día después porque necesita recuperarse de la emoción que este show le provoca.
“Son muchas emociones. Tener la oportunidad de ver a un cantante que he seguido toda la vida y que ni siquiera es contemporáneo tuyo, pero con el que se ha creado un vínculo y una admiración a través de la música, de la colección, del programa de radio de las ferias, de los festivales y de todo y poderle decir uno: ‘gracias por regresar a casa’”, señala.
Este empedernido seguidor de los Fab Four tiene claro que este será el último concierto que presenciará de McCartney en Costa Rica. Y si bien experimenta nostalgia, su anhelo es externarle al artista, de 82 años, lo agradecido que él y otros tantos miles de ticos están por todo lo que ha significado en sus vidas.
“Lo que veo es la oportunidad de darle las gracias, tener esa ocasión. Él no necesita dinero, no necesita nada, él vive del aplauso de la gente, eso es lo que lo mantiene vivo, entonces yo siento que después de 47 años de seguir su trayectoria, su legado y su música, tengo la oportunidad de ver nuevamente el 25% de los Beatles, es como cerrar un círculo de una vida dedicada a cambiar la vida de los demás”.
De acuerdo con Armando, Sir Paul trae “un montaje espectacular” y que “por medio de la tecnología va a hacer un dúo con John Lennon de I Gotta Feeling y un lanzamiento fresquito, de una nueva canción de los Beatles”.
“Es de morirse. Entonces, como digo yo: ‘si me desmayo no me saquen del estadio, a mí déjenme ahí que yo veré cómo me recupero’. Porque una canción nueva era común para los que vivieron la Beatlemanía, pero qué se va a imaginar uno que 50 años después de separada la banda, los Beatles sacan un nuevo tema, es de morirse, es un momento para el desmayo”, dice.
En un futuro cercano, el deseo de Armando es poder publicar un libro de memorias sobre su historia con los Beatles, el grupo con el que creció, del que conoce cada detalle y al que considera su familia. Hasta ahora lleva 230 páginas escritas; sin embargo, para concluirlo primero quiere vivir el inminente show de Paul McCartney pues sabe que impactará su vida, de una forma muy diferente a la primera vez.
El concierto
Paul McCartney visitará Costa Rica como parte de su gira internacional Got Back, la cual inició en el 2022 y ha llevado al músico a tocar sus éxitos en Estados Unidos, Reino Unido, Australia, México y Brasil.
El show será el martes 5 de noviembre en el Estadio Nacional, a partir de las 7 p. m. Para este concierto todavía quedan entradas disponibles, por medio del sitio www.eticket.cr. Los precios van desde los ¢37.500 hasta los ¢175.500.